Ahora que el planeta, deteriorado por la deforestación, la pérdida de la biodiversidad, la extracción irracional de los recursos naturales, el consumo desaforado y el uso de combustibles fósiles prendió las luces rojas, la transición se presenta como la gran oportunidad de introducir reformas sustanciales al modelo energético para combatir el cambio climático y buscar nuevos rumbos para la economía y la sociedad.
Insistir en que Colombia necesita continuar explorando y extrayendo carbón, petróleo y gas por las siguientes décadas para aprovechar la gran demanda mundial y los altos precios de estos bienes básicos, o porque son una fuente importante de recursos externos, fiscales y territoriales, es una necedad que se estrella con la realidad misma del país, con los hechos y las mismas cifras provistas por la institucionalidad.
El país tiene reservas probadas de crudo para 8,7 años y de gas para 10,4 años, después de eso no hay nada, puede que la virgen se apiade de nosotros, que nos ganemos el premio mayor o los secos de la lotería año a año, pero es también nuestra responsabilidad asumir los hechos y definir políticas con tiempo y seriedad.
Colombia lleva más de treinta años buscando ganarse la lotería para reemplazar a los campos petroleros de Cusiana y Cupiagua, pero se ha estrellado con una geología ingrata, pese a los millones de dólares invertidos y a los pozos exploratorios perforados. Nuestro país no puede seguir dependiendo a la lotería, exigimos responsabilidad en la construcción de una economía orientada al servicio del interés general.
¿Por qué la propuesta de ahondar el extractivismo no consulta la realidad del país?
La perforación de pozos de exploración petrolera suele ser una de las actividades más costosas, riesgosas e inciertas del mundo de los hidrocarburos; cuentan las empresas petroleras con indicios geológicos, análisis topográficos e información sísmica, pero aún así, decenas de pozos perforados en el mundo y en Colombia resultan no ser exitosos, bien porque al final no hay ningún hallazgo (pozos secos), los volúmenes y calidades no son suficientes para declarar su comercialidad, están alejados de la infraestructura petrolera local o los costos de extracción superan los precios del mercado.
Después del descubrimiento de los campos de Cusiana y Cupiagua a comienzo de los años noventa, los más importantes en la historia del país, no hay registro de descubrimientos importantes pese a las millonarias campañas de exploración sísmica y perforación en el país, y los onerosos incentivos tributarios aprobados para alentar la búsqueda de nuevas reservas en el territorio nacional.
El cuadro nos muestra que la actividad exploratoria viene decayendo como tendencia general desde el 2015 y sin pozos exploratorios no es posible encontrar nuevas reservas de hidrocarburos. ¿Por qué?
La falta de interés de las compañías del sector, falta de recursos económicos o de taladros, la pandemia, los problemas con las comunidades, pero sobre todo la baja prospectividad del sector petrolero, son hechos sobre los cuales poco hablan los ilusionistas del sector, para quienes el cambio climático, los pasivos ambientales y la conflictividad social son asuntos menores o inexistentes.
Los últimos descubrimientos apenas compensan lo que el país consume y aunque dejan un excedente para exportar, Ecopetrol ha tenido que internacionalizarse para socorrer sus finanzas y alejar el fantasma de la insuficiencia energética. Aunque nos duela, Colombia no es un país apetecido por las petroleras, las empresas privadas que hacen presencia son junior, buscan una oportunidad para especular, pero ninguna de las grandes “hermanas”, está buscando hidrocarburos en el país.
En el periodo 2019 a 2021, Ecopetrol y las empresas privadas invirtieron US367,6 millones de dólares en exploración petrolera. Las reservas descubiertas son importantes, desde luego, pero insuficientes para alejar el fantasma de la insuficiencia petrolera y apenas reponen lo consumido. De las cifras, surgen tres preguntas: ¿Vale la pena seguir explorando después de 30 años de precarios resultados? ¿alguien se ha tomado la molestia de cuantificar el costo-beneficio de cada barril descubierto? ¿Es lógico seguir explorando en estas condiciones? Algo estamos haciendo mal y es hora de parar y revisar la política petrolera, mucho más cuando lo que esta en juego son recursos públicos, recursos de todos los colombianos.
Reservas para 8,7 años… y después…
Aunque la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), no ha actualizado las cifras de las reservas a 2021, cuyo monto ascendió a 2´002 millones de barriles de crudo, con una vida útil de 8,7 años, es claro que el país no tiene garantizada su autosuficiencia más allá de ese periodo. Con la sísmica y la perforación de pozos exploratorios cayendo, es difícil dormir tranquilos.
Algunos dirán que debemos seguir explorando y esperando que el país algún día se gane el premio mayor de la lotería, otros pensarán que es mejor, frente a tanto riesgo e incertidumbre, actuar con responsabilidad y abrirse a otros caminos, entre ellos, los ofrecidos por la transición energética gradual y la sustitución de los combustibles fósiles por energías renovables.
El objetivo, como señalé en un artículo anterior en esta misma revista, será lograr un cambio radical en la matriz energética en un horizonte de 15 años, lo que no significa dejar al país sin petróleo, sin combustibles, sin insumos para la petroquímica, la industria y a agricultura. Suspender la exploración no solo es consecuente con la gran emergencia climática mundial, sino porque el sector mismo no ofrece garantías para seguir viviendo de los hidrocarburos.
Vimos como la exploración de hidrocarburos, los recursos invertidos en pozos exploratorios y las reservas probadas comprometen en futuro de una economía altamente dependiente de los combustibles fósiles, ahora veamos que tampoco la extracción de crudo y gas presentan un panorama alentador.
Las estadísticas de la Agencia Nacional de Hidrocarburos y de Ecopetrol muestran que el sueño de extraer un millón de barriles diarios esta cada vez más lejano. El promedio la extracción de crudo y gas de los últimos siete años fue de 736 mil barriles diarios y es Ecopetrol, empresa que hemos propuesto se mantenga acompañando la transición energética, el mayor productor nacional.
Si la extracción de crudos mantiene esa tendencia a la baja, los excedentes para exportación también se reducirán y por tanto también los ingresos externos. ¿tenemos que esperar a que ello suceda para actuar? No señor.
Lo mejor que podría pasar es que se registrara un descubrimiento de importancia, aunque no sería una buena noticia para el ambiente ni para las comunidades del área de influencia; lo peor que puede pasar es que dentro de unos años, el presidente de entonces o su ministro de minas anuncien que la extracción nacional de crudo no alcanza para atender las necesidades del país. El ministro de Hacienda anunciará más tarde que el país deberá solicitar un crédito de contingencia para importar crudo, gas y derivados, y años más tarde el DANE dará cuenta del desastre socioeconómico provocado por el desabastecimiento de combustibles.
Frente a esa cruda disyuntiva, las dos únicas opciones son: 1) seguir esperando que el país se gane algún día la lotería (un hallazgo importante) o 2) reconocer desde ahora los riesgos y empezar a trabajar para evitar que el país pierda la autosuficiencia y la economía colapse por falta de combustibles y derivados del petróleo, con muy graves afectaciones sobre la balanza de pagos, las reservas internacionales, las finanzas públicas, el empleo en la cadena del sector, las comunidades en el área de influencia y los ingresos de las entidades territoriales.
Recordemos que Colombia perdió la autosuficiencia petrolera entre 1976 y 1985 y que las importaciones en ese periodo ascendieron a US4.724 millones de dólares que hoy el país, devorado por el servicio de la deuda externa, difícilmente podría pagar.
Mal servicio le hacen la país los expertos que insisten en que Colombia es un país petrolero, que debe continuar explorando y explotando crudo y gas porque los niveles de contaminación son bajos, que la demanda de petróleo en el mundo continuará creciendo hasta el 2050, que los hidrocarburos tienen un gran peso en las finanzas públicas y el comercio exterior, y que hay que sembrar el petróleo de hoy y de los próximos años para tener recursos para la transición energética y transformar la economía.
Ya no se hizo en más de un siglo de actividad petrolera, ahora menos con los niveles de deuda externa que se tienen, una corrupción desaforada y la falta de visión de los hacedores de política y los expertos del sector.
Colombia cuenta con volumenes no cuantiosos, pero importantes de reservas probables, y con ellas, más las reservas remanentes que pueden recuperarse mediante técnicas mejoradas, puede llevar la vida útil más allá de los quince años propuestos. La explotación de crudos no convencionales y off shore es una aventura con graves riesgos de contaminación ambiental y la salud de los habitantes de las zonas de influencia, y no serían necesario si el compromiso del país es cumplir con sus metas establecidas en Glasgow.
¿Por qué no movilizar los millonarios recursos destinados por este gobierno a la exploracion petrolera, los pilotos del fracking, las plataformas off shore, puertos para recibir el gas importador, etc, en energías renovables? Colombia tiene un gran potencial de energías eolica, solar, biomasa, térmica o del mar, entre otras. Esa es la salida, la única salida.
Álvaro Pardo, Economista con especializaciones en Derecho Minero Energético y Derecho Constitucional.
Foto tomada de: Eltiempo.com
Luis Guevara says
Las energías fóciles de petróleo o gas, son probada mente perjudiciales al cambio climático y ecosistema, por tanto proyectarse desde ahora a energías renovables y saludables es una gran responsabilidad y patrimonio de las nuevas “corrientes” de actitud de Izquierda en latino américa, pues a diferencia de los caminos neo-liberales capitalistas : no interesan si son perjudiciales al clima, con tal que rindan beneficio de multiplicación del dinero invertido y concentración de las ganancias de capital ; forjemos nuestra unidad y confluencia de los pueblos latinos, hagamos una sola Patria Grande, para hacer frente con éxito a ese moustro dominante que es el Imperialismo.