La derecha no tiene hoy políticos que estén en la capacidad de enfrentar a los tres señalados líderes carismáticos del progresismo. Si en Miguel Uribe Turbay tiene puestas sus esperanzas el uribismo y en general la derecha, es tiempo ya de que despierten, pues el nieto de Turbay Ayala, no solo arrastra esa pesada carga de inmoralidad e ignominia, sino que él mismo se ha encargado de anular sus aspiraciones. Es un joven mendaz, fatuo y poco inteligente. La derecha es hoy un nido de políticos viejos, que representan todo lo que ha estado mal en este país.
Si el Pacto Histórico logra poner en la presidencia a Gustavo Petro, el camino a seguir está definido en la consolidación de ese movimiento social y político en las regiones. Por ello, las próximas elecciones regionales serán el real termómetro tanto para el progresismo y la izquierda, como para la derecha. Los líderes de este último sector político deberán aprender de la eventual derrota electoral y política. Y ese aprendizaje estará soportado en varias acciones a saber: la primera, exigirle o proponerle a Álvaro Uribe Vélez, que se retire de la vida pública. Es claro que la raída imagen del expresidente en buena medida explica no solo la erosión de su liderazgo, sino el cansancio social e incluso, el agotamiento de quienes militaron y militan aún en esa cofradía que se llama el uribismo. Entre más tiempo pase para que se dé ese retiro, más ventaja les tomará el Pacto Histórico. La segunda, buscar nuevos liderazgos que no estén contaminados del ethos mafioso que de manera evidente acompaña a los miembros más visibles de esa cofradía uribista, así no estén dispuestos a confrontar de manera directa las prácticas mafiosas y dolosas que la derecha refinó con la llegada del 10787985 en la presidencia y luego, a través de su títere, Iván Duque Márquez. Y tercero, y quizás el más importante, acoger varias de las banderas del progresismo, con el firme propósito de morigerar las prácticas económicas e institucionales que les son propias; esas mismas, que son las responsables del estallido social y del malestar social que hoy se siente en el país: el excesivo poder a los agentes de la tecnocracia, el pragmatismo, la desinstitucionalización, la privatización del Estado y la corrupción público-privada. Quizás sea hora de hacerle caso al entonces presidente Julio César Turbay Ayala, cuando dijo “hay que reducir la corrupción a sus justas proporciones”. Y lo deben hacer, pues el descaro de los uribistas corruptos derivó en el evidente cansancio colectivo de esas prácticas dolosas y mafiosas.
Insisto, si Petro llega a la Casa de Nariño, su proyecto político deberá de ser de largo aliento si quiere cumplir con lo prometido en campaña. Y sus asesores y él mismo deben entender que en las próximas elecciones locales y regionales está el futuro de su movimiento y de las fuerzas liberales y progresistas que lo acompañan. Desde ya deben estar pensando en las estrategias para “madurar y preparar más y mejor” a Daniel Quintero, Carlos Caicedo y Camilo Romero, para sucederlo en la presidencia.
Germán Ayala Osorio
Foto tomada de: El Tiempo
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