- Las clases sociales a las que se refiere son los ricos y los pobres; utiliza en su artículo solamente una vez la noción de patrón.
- Los pobres no se apoyan entre sí, no tienen conciencia de clase (no lo dice explícitamente, pero se deduce del contexto).
- Si los pobres se apoyaran entre sí personajes como Álvaro Uribe no hubieran tenido la importancia que tienen.
- Muchos pobres, un ejemplo de ellos es Egan Bernal, consideran que hay pobres porque las personas no se esfuerzan: “es pobre el que no trabaja, el que no se esfuerza”. Además hay muchos vagos que aspiran a vivir de las ayudas del Estado sin esforzarse.
- Los ejemplos de personas como Egan le sirven a los gobiernos uribistas para destacar el cuento de la meritocracia: con esfuerzo se puede salir de pobre.
- Sin embargo, solamente un porcentaje ínfimo (0,2%) de personas logra salir adelante, es decir volverse rico; la gran mayoría permanecerá en la pobreza y el desempleo (Punto interesante que Gallo no profundiza).
Dejando de lado la simpleza de pensar que en el capitalismo las clases sociales, en su sentido objetivo, son los pobres y ricos, las reflexiones de Gallo apuntan a temas muy interesantes. En el capitalismo, en sentido estricto, hay dos clases fundamentales: los capitalistas y los trabajadores asalariados. Pero dentro de cada clase hay subclases: capitalistas industriales, capitalistas comerciales, capitalistas financieros, capitalistas monopólicos, etc.; igualmente dentro de los asalariados hay subclases: asalariados de empresas capitalistas, asalariados del Estado, asalariados que desempeñan funciones de dirección y de control de otros asalariados, etc. Al interior de cada una de las grandes clases hay diferencias en la magnitud de la riqueza y de los ingresos; un director de una empresa, un jefe de una división, un profesional especializado, gana mucho más que un obrero o empleado de base. Algunos capitalistas ganan magnitudes enormes fuera del alcance de los medianos y pequeños. Aquí hay una división también entre ricos y pobres, de acuerdo con el criterio de la magnitud de ingresos. Pero este no es el criterio fundamental para definir la pertenencia objetiva a una clase.
Uno de los temas de mayor debate en la tradición marxista es el de la conciencia de clase. Un trabajador asalariado pertenece objetivamente a la clase asalariada, un capitalista pertenece objetivamente a la clase capitalista. Pero un trabajador asalariado puede, con mayor o menor convicción, aceptar el estado de cosas vigente, el capitalismo y moverse dentro de sus reglas del juego. Un trabajador asalariado no tiene por qué saber, espontáneamente, que es explotado por los capitalistas ni sentirse por tanto oprimido por el sistema capitalista. Por su parte, un capitalista puede vivir del plusvalor que extrae a sus trabajadores pero al tiempo entender que el capitalismo es una relación social de explotación y querer suprimirlo para avanzar hacia el comunismo: un ejemplo histórico es Engels, cuya familia era dueña de grandes empresas y el mismo las dirigió.
Traidor es aquel que comete traición y traición es “Falta que comete una persona que no cumple su palabra o que no guarda la fidelidad debida.” En sentido estricto, ni Engels es un traidor a su clase, ni Egan Bernal tampoco, porque ninguno en su momento se comprometió con el capitalismo o con la clase asalariada. Simplemente cada uno nació en una cuna diferente: el segundo en cuna proletaria, el primero en cuna capitalista. Nacieron en condiciones no determinadas por ellos. Pero usualmente se hace referencia a estos casos como traidores de clase. En otros se utiliza para criticar a aquellos que aparentemente hacen algo en contra del capitalismo, pero realmente están afectando algunos intereses particulares en la perspectiva de lograr el mantenimiento de este modo de producción. Es el caso de Juan Manual Santos por ejemplo.
Por tanto, no hay una correspondencia directa entre la condición objetiva de clase y la conciencia y posición política de los individuos.
La preocupación de los marxistas ha sido cómo concienciar a la clase asalariada, como lograr que tomen conciencia de clase, es decir, que entiendan su posición y cuáles son sus intereses objetivos, con el fin de que adopten una postura política orientada a superar el capitalismo. El resultado de las acciones de concienciación en esta perspectiva, por lo menos en Colombia, hasta el momento, ha sido desastroso para la izquierda marxista. La casi totalidad de los trabajadores asalariados y trabajadores por cuenta propia, no tiene conciencia de clase, no sabe qué es el capitalismo y tampoco le interesa profundizar en su conocimiento. La conciencia predominante es una conciencia favorable al capitalismo, la cual se ve reforzada por una conciencia religiosa que renuncia no solo a comprender científicamente los hechos sociales sino también los naturales, y que se basa en considerar una determinación de la vida por Dios.
Es posible que algunos trabajadores se sientan explotados, pero esto no significa que entiendan en qué consiste teóricamente la explotación en el capitalismo. Hay dos grandes nociones de explotación. Una primera noción consiste en el maltrato y abuso por parte de los patronos capitalistas: pago de salarios muy bajos, no pago de prestaciones sociales, jornadas largas, malas condiciones físicas de trabajo, despotismo, malos tratos, acoso laboral y sexual, persecución a la organización sindical, etc. Pero también hay patrones más justos y respetuosos, que en este sentido no “explotan a los trabajadores”. Además son ciudadanos respetuosos, van a misa y pagan religiosamente sus impuestos.
El otro es el nivel de explotación objetiva, que no se queda solamente en ciertos comportamiento de los patronos sino en la relación fundamental que consiste en la extracción del plusvalor. Muchos capitalistas “buenos” se sienten maltratados cuando se les acusa de explotadores; su noción de la relación social es muy simple, dentro del capitalismo el capitalista para poder operar sus empresas debe contratar trabajadores asalariados y en este sentido el empleo es generado por los capitalistas. Por tanto, alguien que contrata a un asalariado le está dando, a primera vista, los medios para subsistir. Lo que no tratan de entender nunca es la razón por la cual unos se ven obligados a vender y otros necesitan comprar la fuerza de trabajo.
El capitalismo es uno entre otros sistemas de explotación, como la servidumbre y la esclavitud. Pero a diferencia de estos últimos sistemas, en los cuales los esclavos y los siervos veían y sentían directamente la explotación y querían escapar de sus amos y señores, en el capitalismo los trabajadores asalariados…buscan a los capitalistas para que los contraten es decir, para que los exploten.
Es una estructura objetiva de relación de clase: los asalariados se ven obligados a vender su fuerza de trabajo a uno o a otro, capitalista. Como clase, está encadenada a la clase capitalista.
La pertenencia individual a la clase no es inmutable. Algunos asalariados pueden ascender y llegar a ser capitalistas (así como algunos capitalistas pueden quebrar y volverse asalariados); algunos trabajadores pueden ascender en la escala jerárquica y llegar a ocupar cargos altos en empresas capitalistas privadas o en el Estado. Igualmente hay algunas actividades que ofrecen un enorme éxito económico, como los deportes, las artes y el entretenimiento. Obviamente son una minoría, pero esto ocurre y se convierte por tanto en un incentivo para muchos trabajadores asalariados. Esta es una especie de lotería y muchos aspiran a ganársela. Y compiten con sus hermanos objetivos de clase. Estos ascensos son utilizados muy hábilmente por los defensores del capitalismo para defender al sistema: si un asalariado se esfuerza puede dejar de ser asalariado y convertirse en capitalista y volverse rico.
Además hay diferencias de contextos individuales y particulares; algunos trabajadores son más fuertes, más inteligentes, más organizados, más capaces, con más talento, y por tanto tienen mayores posibilidades de triunfar en esta lucha. Y, obviamente, también hay avivatos, perezosos, conchudos que quieren tratar de vivir con el menor esfuerzo posible. Y estos casos sirven de sustento a las ideas de Egan, que a pesar de ser muy inteligente no aplica dicha inteligencia a comprender las relaciones sociales de conjunto y se queda en las anécdotas. Esto ocurre con muchas personas.
Una explicación tradicional de la escasa conciencia de clase de los asalariados es la dominación de los medios de comunicación y de otros aparatos del Estado. Se trataría fundamentalmente de un engaño, de una manipulación de la información y de la conciencias, etc. De programas dirigidos a fomentar la aceptación del sistema y a crear consenso. Esto es cierto, pero llega hasta cierto nivel, hay cosas más profundas.
Quienes vivimos en el capitalismo estamos sujetos a sus reglas del juego, las entendamos o no. Si queremos vivir tenemos que vender algo y obtener dinero, tenemos que funcionar con el dinero; desde muy niños todos entendemos la importancia del dinero que nos permite comprar las cosas que necesitamos. Tenemos que vender nuestra fuerza de trabajo y si queremos “progresar” tratamos de volvernos capitalistas (legales o ilegales). Desde que nacemos estamos envueltos en este mundo, aprendemos como movernos en él, pensamos con las categorías espontáneas. Es un medio ambiente “natural”.
Todo lo que vemos nos parece natural. Aprendemos a manipularlo sin preguntarnos qué es. Marx en El Capital abordó este asunto desde el comienzo, en su crítica de la economía política que aplica también a la conciencia de los agentes de producción dentro del capitalismo. Todos usamos el dinero, tenemos una idea de qué es el dinero y el valor, pagamos o recibimos salarios, obtenemos ganancias en nuestras empresas, préstamos y recibimos dinero, pagamos intereses, etc. Etc. Todo esto es apenas natural.
Los economistas clásicos descubrieron que detrás de las oscilaciones aparentemente casuales de los precios de las mercancías se encontraba la distribución del trabajo entre los miembros de la sociedad y la relación entre la magnitud del tiempo de trabajo dedicado a su producción y los valores. Marx reconoce este avance de los clásicos, aunque les señala varias limitaciones. En muchas interpretaciones de Marx se hace referencia a esto como la teoría del valor o la ley del valor: el valor de las mercancías depende del tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción. Pero el análisis de Marx fue más allá de los clásicos, que aceptaban la categoría del valor como algo natural, propio de las mercancías y se enfocaban en la distribución cuantitativa. Para Marx lo fundamental era entender que el valor de una mercancía solo existe en el contexto de unas relaciones sociales determinadas, que no es una categoría natural sino social.
Desde la perspectiva de los clásicos la naturaleza produce “precios de las mercancías” y trabajadores asalariados, igual que el manzano produce manzanas. Desde la perspectiva de quienes vivimos en una sociedad capitalista, los precios y el trabajo asalariado son algo natural, inevitable.
La conciencia espontánea no va más allá de lo existente. Nos permite movernos dentro de este mundo, pero no comprenderlo. Estamos inmersos en las prácticas capitalistas y las categorías que se desprenden de dicha práctica. Por esta razón, la conciencia espontánea es profundamente conservadora.
Esto, como dice Gallo, es putamente triste…y doloroso. Y muy beneficioso para el capitalismo y sus agentes principales, los capitalistas, que encuentran que los millones de trabajadores asalariados son los principales defensores del modo de producción capitalista.
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[1] https://www.las2orillas.co/egan-bernal-un-traidor-de-clase/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Olympics
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