Uno no sale del asombro al ver un video del agresivo comportamiento del ingeniero candidato que propino una cachetada a un adversario político; cuando ya está viendo otro, en el que muestra su capacidad de mentir con sus promesas de gobierno a la alcaldía de Bucaramanga cuando ofreció 20 mil casas y con desparpajo afirmo que no entrego ni un lote.
Y que no decir, de su insólita propuesta de la educación pública, cuando afirma que el tema no es mayor presupuesto sino la reducción de los salarios de los profesores. Además, publica videos en el que afirma que el palacio de Nariño se convertirá en un museo para ahorrar costos y que la mejor forma de acabar con la corrupción es simplemente quitarle los carros y la chequera a los congresistas y políticos, como si solo esto bastara, para recuperar los más de 50 billones de pesos que se roban en Colombia anualmente los delincuentes de cuello blanco.
Este populista de nuevo tipo asegura en otro video que el papel de la mujer es permanecer lo más alejada de las deliberaciones y de los centros del poder político; y en otro video, trata a su asesora jurídica como una imbécil que no sirve para nada al no aceptar sus torpes recomendaciones en la elaboración amañada de una minuta de contrato; y ante el reclamo de su asistente jurídica por una presunta violación a la ley, el ilustre alcalde Rodolfo asegura, sin sonrojarse, que con la ley se limpia el culo.
También habla en otra entrevista de implementar un horario de trabajo de 10 horas diarias sin importar para nada el régimen laboral colombiano, con el que también seguramente procederá a limpiarse el lánguido y vetusto trasero.
Otra perla de sus delirantes propuestas es declarar, a mansalva de la Corte Constitucional y del Congreso, el estado de conmoción interior el mismo día de su posesión para, según él, decretar las reformas necesarias de su escondido programa de gobierno.
El señor Hernández, con sus actuaciones agresivas y paranoicas, con sus declaraciones y sus mentirosas promesas, lo que sí ha hecho es contribuir a alimentar el odio y la desesperanza, en medio de la gran preocupación nacional de que en su gobierno el país girara a un cambio, pero en reversa.
El nuevo candidato de la derecha, congrega a su alrededor el odio visceral que recoge todo el veneno que las elites y el uribismo han derramado a lo largo del país contra Gustavo Petro y contra la posibilidad de un cambio de primera que nos permita una transición política pacífica hacia un gobierno incluyente y democrático que sane, de una vez por todas, las heridas de la confrontación armada y consolide la paz con justicia social.
En el discurso del nuevo Mecías Uribista brillan por su ausencia la solución a los grandes problemas nacionales de hambre, desempleo, inseguridad y miseria; no se percibe para nada un planteamiento que permita saber, a ciencia cierta, a que puerto seguro nos llevará el gran Rodolfo.
A la única conclusión que uno puede llegar después de escuchar sus planteamientos, es que nos llevará en su Rodolneta a un abismo, a una crisis institucional, a una eventual pérdida del Estado social de derecho, a una anarquía, y a una incertidumbre política de la cual el país no tendrá fácil retorno a la civilidad democrática.
Rodolfo Hernández es un fenómeno político producto de la crisis que generó la primera derrota electoral del establecimiento tradicional, que vio como se derrumbo en las elecciones parlamentarias el edificio de sus rufianes parlamentarios ante el triunfo de bancadas parlamentarias del pacto histórico, de los verdes, del movimiento indígena, de las negritudes y de sectores de renovación política que modificaran la composición carroñera del actual Congreso colombiano. Brillan por su ausencia
Hernández, es también producto de las angustias de las mismas elites que sufrieron en la primera vuelta presidencial la amarga derrota de su inepto candidato que no clasiFICO, derrotados doblemente por Petro, y por el cantinflesco Rodolfo a quien pronto tuvieron que acudir a abrazar como su nuevo salvador el mismo día de su propia desgracia electoral.
No hay que confundirse. Rodolfo Hernández es la llanta de repuesto del Uribismo, del militarismo, del latifundismo, del terror, el clientelismo y el continuismo, que hoy, como nunca, ven con asombro como se derrumba ante sus ojos los más de 200 años de gobiernos de ignominia y corrupción con la propuesta democrática y el programa de cambio del Pacto Histórico.
El día se acerca. El cambio y la transición política en Colombia solo es posible logrando la PRIMERA votación.
Héctor Alonso Moreno, Politólogo.
Foto tomada de: Semana
Carlos Humberto Sánchez says
Acertada y muy cierta columna. Breve descripción de nuestra real y siniestra situación política.