Con el correr de los minutos y de las horas, los rostros empañados con el vaho de la madrugada y acariciados por el frío, vamos recorriendo el camino para llegar a ejercer el rol de jurados de votación asignado por la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Me paro en medio de la Norte Quito Sur, carrera 30 con calle 64, salgo de la estación Simón Bolívar, deambulo de esquina en esquina, camino de un lado para el otro, dibujo con mi caminar elipses, rombos, parábolas, un sinnúmero de figuras que traducen mi angustia por llegar puntual a mi destino; pasan los minutos mientras espero a un bici taxista, disfruto un pan de yuca recalentado y trasnochado duro como una piedra, que me ayuda a calmar el desespero que segundo a segundo va inundando mi mente…, otros la calman con un cigarro quizás tarareando “fumando espero al colectivo que yo espero… tras los cristales y alegres ventanales…”
Son las 7 menos 21 minutos, en ese vaivén de ir-es y venir-es, de briega y lucha por agarrar la bice; pararse bien es no estar saltando de andén en andén, corriendo de esquina en esquina, detrás de la bice… una costumbre enraizada que pone en riesgo la vida pero que poco importa a la hora de asegurar un transporte que me lleve a tiempo a cumplir con la democracia…vamos pa lante que empujan atrás, gritan otros angustiados por la falta de bicis…
Por fin, aparece en medio del humo y el olor a dissel, un bicetaxi de color rojinegro, parecía el vehículo de un centinela del cuerpo de bomberos, su conductor un joven venezolano amable y bonachón, de pelo negro y mejillas doradas por la brisa sabanera; me pregunta mi destino, cosa fregada de responder en 19 segundos; voy al colegio Gaitán, abre una puerta encortinada y un olor a sudor concentrado inunda la atmósfera, que evoca a esa cantidad de personajes que ayer recorrieron esta calles para llegar a su destino; el bici taxista lleva un radio transistor en el cual se escucha música de despecho, suena simultáneamente mi celular, se interrumpe la música y se escucha la alarma que había olvidado apagar; timbra nuevamente y se escucha una voz escueta que anuncia que tengo vencido la cuota del crédito hipotecario y que debo acercarme al banco para negociar su pago.
Son las 7 menos 5 minutos, llego al colegio donde están los puestos de votación, me identifico con la persona encargada de la biometría, luego nos presentamos los 5 jurados -toda mesa tiene 6- nos falta uno; se procede a llamar al remanente, persona encargada de reemplazar al jurado ausente (para todo el puesto de votación había en promedio 20 personas en dicha calidad); una vez, listos los 6 jurados, procedemos a distribuir las funciones (presidente, vicepresidente, vocal…), luego revisamos el material electoral y en compañía de los testigos electorales acreditados por la Registraduría y que representan a los partidos políticos en contienda, nos disponemos a sellar las urnas, a las 8 en punto abrimos la mesa para el ejercicio electoral.
…Y en un cerrar y abrir de ojos, un jurado me dijo que, esta vez la capacitación que dio la Registraduría, fue de 8 a 10 de la mañana con una excelente tallerista (en femenino) con unos ejercicios prácticos muy concretos, por ejemplo, que el voto es secreto, universal, directo y facultativo; el tipo de votos (válidos que son los votos en blancos y afirmativos; los nulos y tarjetones no marcados), que en promedio la edad de los jurados era como de 30 años (a ojo de buen cubero), grupos de 25 personas entre servidores públicos y maestros, que esta vez si los convocaron, debido a los errores cometidos por los jurados que en su mayoría (no calificada) eran jóvenes estudiantes de universidades privadas y públicas en las elecciones del domingo 13 de marzo para el congreso.
Tenemos un listado de 250 sufragantes; la primera en llegar a ejercer su derecho de elegir es una joven mujer primípara en estos menesteres, pasa su cédula para el registro biométrico y se dispone a recibir el tarjetón electoral, una vez en el cubículo marca su elección y se dispone a depositarlo en la respectiva urna, luego firma la planilla y pone su huella dactilar; igual procedimiento realizaron los demás sufragantes, siendo las 10:17 minutos de la mañana llevábamos 17 votos, reafirmándose esa costumbre que nos caracteriza de dejar todo para lo último.
En esta ocasión tuvimos tiempo para conversar, en las elecciones pasadas en la mesa después de presentarnos, la frontera estuvo delimitada sólo por el procedimiento para votar, ni una palabra por fuera de este contexto, frontera que señala su propio procedimiento; en esta oportunidad y después del acercamiento previo, evoqué “el regalo para el alma” para este día:
“Cuando el discurso pierde fuerza y las palabras ya no son capaces de tocar el alma, las acciones cobran sentido y hablan con poder de quien las realiza.
No hay diferencias entre lo que pienso y lo que hago. En el espejo de mis acciones se refleja quién soy, en lo que creo y en lo que practico”. Brahma Kumaris.
Este mensaje permitió abrir el corazón y mente, generó un ambiente apacible de libertad para convivir en este no lugar tan de nadie y tan de todos como la niebla que alimenta la imaginación y hacer de esta jornada electoral un escenario para re-crear la democracia…lo peligroso de votar sin conocer las propuestas de los candidatos, comenta una joven jurado, es que con nuestra elección nos podemos condenar a cien años improvisación, de soledad, de pobreza, de violencia, de hambre, por eso es fundamental conocer, leer y estudiar los programas de gobierno, ver los debates televisados y las entrevistas por las redes sociales, necesitamos unir a nuestra sociedad y por último afirma “no todo se gana comprando votos”.
Abrimos la puerta y la ventana para la conservación…a las 13 horas y 45 minutos, una fila de mujeres y hombres se disponen a sufragar en nuestra mesa; vestidos unos de negro como de luto anunciando quizás un oscuro provenir, otros de colores vivos expresando la necesidad de renovación y cambio que se aspira a obtener con su voto, en fin, rostros delineados por los anhelos y sueños, con las miradas hacia adelante en lo que puede hacer el elegido y dejando atrás lo que ya no se puede cambiar; depositando la esperanza en unas urnas que pasadas las 4 de tarde empezamos a contar….
A unos cuantos minutos de cerrar las votaciones llevamos 236 votos, cinco, tres, dos, uno, dura la espera, entre admirados por el número de personas que acudieron a sufragar, siendo las 4 pm en punto, tenemos una fila de 9 personas, entre ellas una mujer joven se desmaya, generando desconcierto, un poco de parálisis e incertidumbre reflejada en los rostros de angustia, desespero, miradas asustadas, preocupadas no tanto de la persona sino en no alcanzar a sufragar…el que madruga Dios…sin embargo, se le prestan los primeros auxilios, un poco de alcohol para oler y reanimar, manifiesta dolor en la garganta y cefalea a ello se le suma su alto nivel de ánimo y entusiasmo para sufragar, convencida de su aporte a la nueva historia de Colombia que se empieza a escribir con su voto, echar pa lante con berraquera, llegó el momento de construir un país donde trabajemos y aportemos por nuestro bienestar con dignidad y entrega, de fortalecer los lazos que nos unen para sembrar y cosechar la alegría y cultivar la paz.
Después de la leve conmoción que generó dicho accidente y pasmados por la demora en continuar el con el proceso, nos entregamos a abrir las urnas y al conteo de los votos, todos prestos, incluidos los testigos electorales; empezamos a leer en voz alta cada uno de los tarjetones, en varias filas ubicamos los votos por cada candidato, los votos en blanco, los nulos y los tarjetones no marcados, una vez terminado el conteo procedemos a diligenciar el formulario E-14, en el cual, escribimos la cantidad de votos válidos 233, en blanco 7 y votos nulos 5; leemos en alta voz lo consignado en el formulario y nos disponemos a firmarlo, convencidos de nuestro aporte al cambio que está exigiendo el país.
En unos eternos segundos, pienso que este ejercicio electoral resume nuestras historias y pensamientos, nuestros sueños y anhelos; ejercicio de nunca olvidar que estará presente en nuestras vidas por una Colombia en paz en donde podamos vivir con intensidad, con amor y alegría.
Al realizar un recorrido por el colegio y divisar las calles, las fachadas de las viviendas, los balcones, me llenan de regocijo y en señal de fiesta me animo, próximo a despedirme de este espacio tiempo llamado puesto electoral, me paro, morral en mano y con mirada de perito reviso que no se quede nada en la silla…sin embargo, en mi pupila sigue presente ese hermoso rostro de aquella bella mujer que después del desmayo, dedicó minutos eternos a sufragar convencida de su lucha por un espacio para vivir y soñar en medio de la emoción y expectativa que genera este proceso democrático electoral.
Por último, me seduce este espectáculo cambiante reflejado en los rostros que relatan un amanecer y configuran historias cruzadas por la emoción, el olvido y la memoria, tratando de superar ese fatalismo generado por la resignación y por eso optimismo que genera un nuevo gobierno.
Luis Ángel Echeverri Isaza
Foto tomada de: Eltiempo.com
Alba Zuluaga says
Que bonito escrito. Ojalá nos invada la esperanza y no la resignación!