La UE insiste en que Rusia está aislada y a punto de colapsar por su invasión de Ucrania, la misma cantinela que repite la Administración de Joe Biden al otro lado del Atlántico. Sin embargo, la cumbre que acaban de celebrar en Teherán el presidente ruso, Vladímir Putin, y sus colegas de Irán y Turquía parece apuntar hacia otro lado.
La invasión rusa de Ucrania, las sanciones a Moscú y el apoyo armamentístico occidental al Gobierno de Kiev, obviando cualquier salida negociada al conflicto, auguran consecuencias muy graves a corto y medio plazo para el viejo continente: Europa va camino de aplicar en los próximos meses una economía de guerra ante la escasez de hidrocarburos, sin disponer del aguante y la resiliencia que está mostrando Rusia en este conflicto.
La invasión rusa de Ucrania, las sanciones a Moscú y el apoyo armamentístico occidental al Gobierno de Kiev, obviando cualquier salida negociada al conflicto, auguran consecuencias muy graves a corto y medio plazo para el viejo continente: Europa va camino de aplicar en los próximos meses una economía de guerra ante la escasez de hidrocarburos, sin disponer del aguante y la resiliencia que está mostrando Rusia en este conflicto.
¿Una Rusia sin fuelle en la guerra?
Es difícil en estos momentos saber hasta dónde llega esa resiliencia rusa y hasta dónde el desgaste. Según ha explicado el máximo responsable del MI6 británico, Richard Moore, Rusia “se está quedando sin fuelle” en su ofensiva contra Ucrania y podría tener dificultades en las próximas semanas para renovar sus tropas en el frente, junto con otras complicaciones logísticas.
“Tendrán que parar de alguna forma y eso les dará una oportunidad a los ucranianos para devolver el golpe”, ha explicado Moore en el Foro de Seguridad de Aspen.
Y sin embargo, aunque los rusos parecen haber ralentizado sus movimientos militares, hasta el momento no han parado en su ofensiva. Lugansk ha caído ya en manos rusas y Donetsk, la otra provincia del Donbás, podría sucumbir totalmente en cuestión de semanas o incluso de días. Moore desmereció esta fragmentación de facto de Ucrania, con un 20% del territorio bajo la bota rusa, como un simple “progreso marginal” de la invasión.
Las conquistas rusas abarcan una amplia media luna del este de Ucrania, desde el Donbás hasta Jersón y el río Dniéper, al norte de la península de Crimea, anexada ilegalmente por Rusia en 2014. La consolidación de estas conquistas, pese al inmenso coste que el conflicto está teniendo sobre el gigante euroasiático, corre paralela a las crecientes dudas europeas sobre el efecto boomerang de su apoyo con armamento y dinero a Ucrania.
La guerra del gas y el plan de racionamiento europeo
Esas dudas aumentan cuando una de las “armas” que utiliza Moscú en su batalla paralela, diplomática y económica, contra Occidente es el eventual corte definitivo del gas ruso y los daños que podría sufrir el tejido industrial de países como Alemania, Francia e Italia, muy dependientes de los hidrocarburos de Moscú. Por no decir nada de los efectos de esa carencia para los hogares europeos y sus calefacciones de cara al próximo invierno, además de la incidencia negativa en la ya disparada inflación en la Eurozona. ¿Está dispuesta Europa a este sacrificio por Ucrania? Demasiadas duda, sobre todo cuando resuenan de nuevo los rumores a gritos sobre el carácter corrupto de un régimen, el ucraniano, por el cual Europa se está jugando su estabilidad y crecimiento para los próximos años e incluso décadas.
El anuncio de la Comisión Europea de que tiene un plan para racionar por la fuerza hasta un 15% el gas en caso de que Moscú cierre el grifo de este combustible ha hecho sonar todas las alarmas, por el daño que puede causar en economías muy diferentes y también por el carácter imperativo rozando el autoritarismo que podría tener el plan. Éste contempla ese racionamiento entre el 1 de agosto y el 31 de marzo de 2023, y fue difundido antes de que Moscú anunciara que reanudaba su suministro de gas por el Nord Stream 1, aunque reducido al 30% de momento. El gasoducto Nord Stream 1, que corre sobre el lecho del mar Báltico y enlaza Rusia y Alemania, había sido cortado durante diez días por unas reparaciones que incluían el mantenimiento de una turbina. Esta acción provocó el pánico en Bruselas, donde pocos creían que Rusia cumpliría su palabra de reanudar el suministro una vez completado ese mantenimiento.
La invasión rusa de Ucrania, las sanciones a Moscú y el apoyo armamentístico occidental al Gobierno de Kiev, obviando cualquier salida negociada al conflicto, auguran consecuencias muy graves a corto y medio plazo para el viejo continente: Europa va camino de aplicar en los próximos meses una economía de guerra ante la escasez de hidrocarburos, sin disponer del aguante y la resiliencia que está mostrando Rusia en este conflicto.
Es difícil en estos momentos saber hasta dónde llega esa resiliencia rusa y hasta dónde el desgaste. Según ha explicado el máximo responsable del MI6 británico, Richard Moore, Rusia “se está quedando sin fuelle” en su ofensiva contra Ucrania y podría tener dificultades en las próximas semanas para renovar sus tropas en el frente, junto con otras complicaciones logísticas.
“Tendrán que parar de alguna forma y eso les dará una oportunidad a los ucranianos para devolver el golpe”, ha explicado Moore en el Foro de Seguridad de Aspen.
Lugansk ha caído ya en manos rusas y Donetsk podría sucumbir en cuestión de semanas o incluso de días
Y sin embargo, aunque los rusos parecen haber ralentizado sus movimientos militares, hasta el momento no han parado en su ofensiva. Lugansk ha caído ya en manos rusas y Donetsk, la otra provincia del Donbás, podría sucumbir totalmente en cuestión de semanas o incluso de días. Moore desmereció esta fragmentación de facto de Ucrania, con un 20% del territorio bajo la bota rusa, como un simple “progreso marginal” de la invasión.
La guerra del gas y el plan de racionamiento europeo
Esas dudas aumentan cuando una de las “armas” que utiliza Moscú en su batalla paralela, diplomática y económica, contra Occidente es el eventual corte definitivo del gas ruso y los daños que podría sufrir el tejido industrial de países como Alemania, Francia e Italia, muy dependientes de los hidrocarburos de Moscú. Por no decir nada de los efectos de esa carencia para los hogares europeos y sus calefacciones de cara al próximo invierno, además de la incidencia negativa en la ya disparada inflación en la Eurozona. ¿Está dispuesta Europa a este sacrificio por Ucrania? Demasiadas duda, sobre todo cuando resuenan de nuevo los rumores a gritos sobre el carácter corrupto de un régimen, el ucraniano, por el cual Europa se está jugando su estabilidad y crecimiento para los próximos años e incluso décadas.
El anuncio de la Comisión Europea para racionar hasta un 15% el gas en caso de que Moscú cierre el grifo de este combustible ha hecho sonar todas las alarmas
El anuncio de la Comisión Europea de que tiene un plan para racionar por la fuerza hasta un 15% el gas en caso de que Moscú cierre el grifo de este combustible ha hecho sonar todas las alarmas, por el daño que puede causar en economías muy diferentes y también por el carácter imperativo rozando el autoritarismo que podría tener el plan. Éste contempla ese racionamiento entre el 1 de agosto y el 31 de marzo de 2023, y fue difundido antes de que Moscú anunciara que reanudaba su suministro de gas por el Nord Stream 1, aunque reducido al 30% de momento. El gasoducto Nord Stream 1, que corre sobre el lecho del mar Báltico y enlaza Rusia y Alemania, había sido cortado durante diez días por unas reparaciones que incluían el mantenimiento de una turbina. Esta acción provocó el pánico en Bruselas, donde pocos creían que Rusia cumpliría su palabra de reanudar el suministro una vez completado ese mantenimiento.
Hacia una economía de guerra
Fue el presidente francés, Emmanuel Macron, el primero en hablar, hace unas semanas, de la entrada de su país en una “economía de guerra” para atajar la hecatombe que supondría el corte del suministro de gas ruso en Europa. Desde entonces otros países han repetido esa fórmula y están considerando algunos de los pasos apuntados por París para aplicar esa situación límite. Y ya son cada vez menos quienes piensan que lo importante es doblegar a Rusia a cualquier sacrificio.
Tal y como explicó en un comunicado de prensa el director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Fatih Birol, los próximos meses serán claves para intentar consolidar el suministro de gas en Europa. La situación será “más grave y difícil” si Rusia corta totalmente en suministro de gas a Europa antes de que el nivel de almacenamiento en la UE alcance el 90%. En estos momentos es del 64%.
Precios del gas disparatados
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha adelantado que los precios del gas en el mercado TFE, de referencia centroeuropea, se sextuplicarán en 2022 respecto a los de 2019, antes de que comenzara la pandemia de la covid-19, y que continuaran siendo muy altos en los próximos años. En 2025 seguirán siendo el triple prácticamente, lo que lastrará la recuperación de las economías europeas y supondrán un hándicap difícil de superar para cumplir los desafíos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 de la ONU.
Según los pronósticos, la UE reducirá sus compras de gas ruso por gasoducto en un 55% entre 2021 y 2025. Esa reducción sería mucho mayor, de hasta el 75%, si Rusia disminuyera más el flujo de su gas hacia Occidente. Pero esta perspectiva es muy incierta, porque la compra de gas licuado (principalmente a Estados Unidos, el gran beneficiario de toda la crisis) para compensar la carencia de gas natural ruso será insuficiente para llenar los almacenes de cara a los inviernos próximos.
En estos momentos, los altísimos precios de la energía han puesto ya a Europa contra las cuerdas. Entre enero y mayo de este año el déficit energético en la UE era de 234.000 millones de euros frente a los 85.700 millones de euros del mismo periodo del año pasado, reflejando así los efectos de la guerra. Entre enero y mayo el déficit comercial de la Eurozona con Rusia ascendió a 76.600 millones de euros, mientras que en ese mismo periodo de 2021 era de 19.500 millones de euros.
La resiliencia rusa
A largo plazo nadie duda de que la economía rusa sufrirá un embate que la hará retroceder varias décadas. Pero la guerra se está desarrollando en estos momentos y por ahora Rusia está aguantando el impacto. Y los ases que guardaba el Kremlin en la manga, y que incluyen una eventual alianza energética con Irán, empiezan a mostrarse ahora. De momento, la visita del presidente ruso a Teherán ya se ha valorizado con la firma de un memorándum energético entre los dos países.
La UE insiste en que las sanciones contra Rusia están funcionando, aunque la propia economía europea se vea resentida con una crisis energética sin precedentes debido a su dependencia del gas y petróleo rusos. Sin embargo, Rusia no ha quedado aislada, objetivo principal de esas sanciones y tampoco aparece desestabilizada de forma irreversible en su economía. La diversificación de sus ventas de gas hacia China, India y otros países emergentes, y su última palabra en la distribución de cereales desde Ucrania para evitar una hambruna mundial, ponen de manifiesto que quizá la UE se haya alcanzado en un pie cuando intentaba disparar sobre Rusia.
Juan Antonio Sanz
Fuente: https://www.publico.es/internacional/ue-economia-guerra-chantaje-gas-arma-destruccion-masiva-moscu-europa.html#md=modulo-portada-fila-de-modulos:4×15-t1;mm=mobile-big
Foto tomada de: https://www.publico.es/internacional/ue-economia-guerra-chantaje-gas-arma-destruccion-masiva-moscu-europa.html#md=modulo-portada-fila-de-modulos:4×15-t1;mm=mobile-big
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