En medio de la carga emocional, del episodio de la espada de Bolívar y de Francia Márquez que con el brazo en alto esperaba ser investida con su alto cargo, la ciudadanía vivió un acto que unía diversos símbolos, pero también una apelación a la razón y no al triunfalismo fácil. La posesión presidencial, culminación de largas luchas, sacrificios y correcciones de la izquierda colombiana, marcaba a la vez el comienzo de lo que el mismo Petro llamó transición.
Días después de la posesión presidencial, Rudolf Hommes, otrora adalid del neoliberalismo, intervenía como simpatizante de Petro en un programa de televisión (Zona franca) afirmando que nunca en otros cambios de gobierno había visto tanta gente feliz en la calle. Agregaba que lo importante era no defraudar el entusiasmo y que en caso de que no se pudiera cumplir algo, había que darle una explicación a la gente.
En el petrismo se había hablado de dar explicaciones sobre propuestas de campaña electoral referidas al cambio energético, la reforma tributaria, etc. pero ahora tocará darlas sobre programas y ejecuciones gubernamentales.
La transición entonces es un proceso de cambios limitados por factores externos, cambios que se reflejarán en indicadores socio-económicos, pero también es un proceso político que incluye nuevas adhesiones como las de Hommes y, en otros casos, pérdida de apoyos. Todo esto demanda un conjunto de explicaciones oportunas y creíbles, es decir una estrategia comunicativa, para públicos informados y no informados de seguidores y adversarios.
Al hablar de transición Petro adelantó dos cosas: una promesa de cambio y a la vez una explicación general de los límites del mismo.
El gobierno del Pacto Histórico y sus aliados enfrenta dificultades derivadas de la situación mundial, problemas económicos y sociales nacionales, deuda eterna, déficit fiscal, violencia de toda índole, etc. Paradógicamente, en un país endeudado como Colombia, las buenas noticias sobre altos precios internacionales del petróleo y el carbón inciden en el ritmo de la transición energética y son utilizadas por los críticos para descalificar el empleo de energía alternativas.
Más allá de factores externos cuyos desarrollos son ajenos a la voluntad del gobierno, la transición también tiene sus patios interiores. En primer lugar incide el peso y a las características de la fuerzas políticas que rodean al nuevo mandato. El programa de gobierno tendría otro perfil si el Pacto Histórico fuera mayoría parlamentaria. Lo que tenemos es que la primera minoría ha sido capaz de construir una mayoría aliándose con un conglomerado de fuerzas partidarias que actúan, dentro y fuera del gobierno, con cálculos estratégicos propios. Lo que hasta ahora es mayoría parlamentaria podría volverse minoría en otro momento.
El presidente Petro ha reunido en su gobierno a un personal muy calificado a la vez que da participación a las principales fuerzas políticas de su entorno. Algunas personalidades y partidos, respondiendo al llamado de un informal frente amplio, se habían acercado a última hora al Pacto Histórico posibilitando el paso de minoría a mayoría parlamentaria. Estas adhesiones también ayudaron a neutralizar sectores reaccionarios a los cuales el triunfo de Petro les producía visiones apocalípticas. Sin embargo, en las filas del Pacto, y en particular de Colombia Humana, que formalmente es el partido de Petro, la retribución burocrática a esas fuerzas al tiempo que se modulan propuestas de campaña, puede despertar interpretaciones encontradas. Esto puede quedar como un fenómeno inevitable e intrascendente salvo que algunos sectores llegaran a pensar que hay que presionar al gobierno con movilización social.
Dado que el régimen político todavía seguirá siendo híbrido, es decir con componentes democráticos y antidemocráticos entrelazados, el andamiaje administrativo se puede clasificar por su mayor o menor apego a la normatividad constitucional.
Por un lado se pueden distinguir los entes nacionales que ejecutarán los programas de gobierno sometidos a la vigilancia de los organismos de control. Aquí también se puede agregar la institucionalidad de ciertos departamentos y de varias ciudades capitales.
En contraste con lo anterior, están los aparatos administrativos departamentales y municipales que son nichos clientelistas de elites ligadas a la gran propiedad rural y al gamonalismo tradicional que copta cualquier institución, incluyendo organismos de control.
En estas áreas operan las fuerzas que intentarán seguir reproduciendo el país que se quiere cambiar. No se trata de fuerzas dispersas y aisladas sino conectadas por mecanismos partidarios a fuerzas nacionales.
En estos enclaves antidemocráticos se manipula muy bien la legitimación electoral que funciona activando redes clientelares, evadiendo controles y muchas veces alimentándose con la corrupción. Todo el debate sobre parapolítica se movió por estos predios. Independiente de que un número grande de políticos y funcionarios terminaron en la cárcel y otros siguen investigados, el manejo local del poder sigue con sus mañas.
Es seguro que estos grupos harán oposición al levantamiento de un catastro multipropósito, a las leyes agrarias, a la reactivación de las organizaciones campesinas y a todo lo que consideren que altera el orden clientelar y sus articulaciones con poderes fácticos locales para el disfrute directo o indirecto de rentas ilegales, de las transferencias presupuestales y del manejo de la contratación pública.
Diversas organizaciones sociales y políticas alternativas han enfrentado estos poderes arriesgando hasta la vida de sus activistas. Las elecciones regionales de 2023 serán en gran medida una prueba para el gobierno y en particular un reto para las fuerzas del Pacto Histórico y sus aliados. Por su parte todos los gamonalismos regionales apuestan a tensar sus redes clientelares para mantener la hegemonía local allí donde sus candidatos presidenciales fueron derrotados por Petro.
La movilización de activistas y electores petristas dependerá, entre varios factores, del juicio que estos hagan al cabo de un año de su propio gobierno y de la percepción que tengan de las relaciones de Petro con sus propias militantes, es decir, de cómo se sientan tratados.
Un interrogante parece por el momento aclarado: la actitud de las fuerzas armadas. Había expectativas dado que allí se ha condensado toda la ideología reaccionaria de casi un siglo. Los crímenes de guerra de los insurgentes se habían vuelto una disculpa para todo rebajando drásticamente los escrúpulos legales y morales de la oficialidad y las tropas. Dado que la izquierda y los militares no han podido interlocutar, los sectores políticos de derecha y ultraderecha les han hablado confidencialmente al oído y se identifican plenamente con ellos, incluso cuando se han puesto al descubierto graves violaciones de los derechos humanos.
La transición en estas esferas ha incluido un trabajo de persuasión de Petro hacia la alta oficialidad a favor de una nueva doctrina militar. El nombramiento de una personalidad de prestigio internacional como ministro de Defensa es otro elemento en la construcción de puentes entre la nueva civilidad y la alta oficialidad castrense.
Una apuesta dura del presidente fue la designación de un comandante ultracatólico en la policía que será quien acompañe la reorganización de esa institución como una fuerza civil separada del ejercito y con una nueva doctrina que favorece el concepto de derechos humanos. Ante el caso del reciente asesinato cometido por policías contra tres jóvenes en Chochó, Sucre, el nuevo comandante al pedir excusas y visitar a las familias de las víctimas mostró que entendía el nuevo rumbo.
Es posible que al menos un sector del mando militar sopese su actitud tomando en cuenta los gestos favorables del gobierno norteamericano frente a Petro, actitud inexplicable hasta hace poco bajo el paradigma de la guerra fría. También es cierto que en los últimos tiempos las fuerzas armadas y la policía han tenido contacto con nuevos referentes y contrapartes especialmente en Europa.
Hay sin embargo una cara de la transición que tiene que ver con la propia coalición de gobierno. Puede haber un sector del electorado que esté deseando que Petro se comporte como un presidente que toma decisiones autoritarias a favor de los más pobres. Otro sector ha visto en las ideas de Petro el camino para un futuro democrático y de reformas sociales que a la vez sea la superación de décadas cargadas de violencia. No pocos habían apostado a una revolución que inicialmente en los sesenta se veía como inevitable y luego poco a poco como imposible al menos por la vía guerrillera.
En la corriente de izquierda que ha acompañado a Petro en diversas lides electorales, es predominante la adhesión a conceptos democráticos liberales y la valoración de reformas sociales y políticas. El horizonte ideológico en el que se inscribe la práctica política de las fuerzas del Pacto Histórico se ha construido en torno a la idea de un nuevo modelo económico humanista y ecológico. Este horizonte tiene elementos que remiten a experiencias de los socialdemócratas y de los verdes europeos.
Petro defiende un rol dirigente del Estado en la economía, pero ha criticado lo que fue el socialismo de Estado. Explícitamente ha hablado de desarrollar el capitalismo y de la necesidad de entenderse con la burguesía industrial a la que invita a mirar modelos asiáticos como el de Corea de Sur donde la reforma agraria allanó el camino para la industrialización.
Los seguidores hasta ahora parecen entender los límites de la obra de gobierno respecto a ciertas metas estratégicas del programa petrista, pero también pueden exigir medidas inmediatas o de corto plazo que se pueden alcanzar incluso dentro del actual marco institucional como la negociación de paz con el ELN, la lucha contra la corrupción y los delitos electorales, así como la reducción de la delincuencia urbana.
Dentro del Pacto Histórico es formalmente Colombia Humana la fuerza de más reciente creación. Esto a pesar de que Petro se ha movido por largo tiempo no solo con amigos de confianza sino con miles de personas que han conformado informalmente una corriente que lo ha apoyado. Por requerimientos de ley Colombia Humana realizó una asamblea nacional y nombró una dirección provisional hasta que se realice un congreso en los próximos meses. En esa dirección provisional algunas figuras destacadas como el mismo Petro y Susana Muhamad se tienen que dedicar a la labor de gobierno. Desde el punto de vista partidista Colombia Humana es un proyecto que surge a la sombra del prestigio de Petro, casi sin institucionalidad interna y a pesar de eso tiene el reto de manejar acertadamente las relaciones partido-gobierno.
Al terminar esta nota es pertinente anotar que el concepto de transición ya tiene un tiempo de ser usado en los análisis políticos e históricos especialmente con referencia al posfranquismo en España, a los regímenes posdictatoriales del Cono Sur y luego en relación con los regímenes que surgieron después de la caída del socialismo de estado en Europa. Se trataba de virajes políticos fuertes que no tomaron la forma de una revolución. Otros enfoques se refieren a Transformación Sociológica y analizan la relación entre programas de corto plazo y proyectos de largo aliento de los cuales los primeros hacen parte. Pero algunos análisis del régimen colombiano que parten de la instauración del Frente Nacional hasta el fin del siglo veinte consideran (como lo hizo Heidrun Zinecker de Leipzig) que este régimen, además de ser híbrido, ha vivido una transición en la forma de una “desoligarquización” paulatina al lado del surgimiento de nuevos sectores burgueses sin que se haya dado una “ruptura” antioligárquica como sucedió en otros países latinoamericanos.
Queda por ver qué tanto de evolución y qué tanto de viraje se vive bajo el nuevo gobierno de Petro en el que la izquierda por primera vez se coloca al frente del Estado y los sectores populares también por primera vez pueden sentir que tienen una gobierno amigo.
(Con fundado optimismo se puede esperar que no sea solo cuestión de renovar el vocabulario político sino también de innovar la forma de pensar la política. Lo que se puede llamar petrismo y en particular los petristas que se la jugaron en varias campañas están viviendo el desafío del cambio en sus mentes y en sus filas.)
José Miguel Gamboa, Dr. en Ciencias Políticas de la Universidad de Viena, Investigador de la Institución Universitaria Americana sede Barranquilla, ex asesor de la ANUC.
Foto tomada de: PAX en Colombia
Carmelo Montes Suarez says
Compañero Miguel:
Muy buena lectura de este primer momento del gobierno Petro que muestra las realidades políticas presentes y sus posibles desarrollos a futuro.
Con respecto a la reflexión final, pienso que además de renovar el vocabulario y la manera de pensar la política frente a los desafíos del cambio, las fuerzas políticas y sociales que le apostaron al cambio deben prepararse para defender al gobierno popular como la mayor conquista de los últimos tiempos, frente a las arremetidas que prepara la élite reaccionaria, con la misma vitalidad conque se movilizaron para llegar al gobierno.
ensar la política
Miguel Esteban Montes suarez says
Exelente visión ,Don Miguel Gamboa, en una nueva e inaplasable transición política . Felicitaciones , en espera de sus necesarios comentarios para entender y abrir trochas en la manigua.