La Junta del Emisor sustenta sus decisiones en el ambiente recesivo mundial que ha conducido a una mayor devaluación de las monedas ante la reacción de los inversionistas de protegerse en dólares, pero también en el propio mercado estadounidense. Elevar las tasas de interés puede conducir a que los inversionistas mantengan sus activos en el país, ayudando con ello a proteger el tipo de cambio, es decir, a restarle presión a la devaluación que se viene presentando en este año, que ya alcanza el 12.65%.
En esto tiene razón la política, necesariamente el Banco debe proteger la salida de capitales y la tasa de interés más alta es un buen incentivo para que los inversionistas nacionales e internacionales se planteen la posibilidad de mantener sus capitales en el país. Lo que pasa es que las tasas de interés altas, es decir, una política monetaria restrictiva, conducen a que las decisiones de inversión y de consumo interno de las empresas, familias y personas se restrinjan conduciendo a una disminución en el crecimiento, que con el escenario actual a nivel local y global donde espera que para este año llegue al 7.0% y para el próximo año no sea superior al 2.1%, tendería a agravar la situación. En otras palabras, se hacen cosas que en principio benefician los flujos de inversión pero que terminarán deteriorando el comportamiento económico.
De otro lado el Banco analiza el consumo, el cual ve desbordado, haciendo que sea esta la razón para tener una inflación al alza, en el año 2022 con un acumulado del 10.08% y una inflación anual del 11,44%. El análisis del Banco es claro al decir que el alto precio de los alimentos obedece a las circunstancias internacionales, pero que el alto consumo interno no solo ejerce presión sobre ellos sino sobre el resto de la canasta de bienes y servicios.
Y este no parece ser el análisis completo. Le faltan aristas, visto así puede ser lógico desde el punto de vista económico, pero depende de la idea de que es el alto consumo el que ejerce la presión sobre los precios y por ende aumenta la inflación. ¿Y si esto no fuera así?
Lo primero es que la inflación de alimentos (26.62% anual), que explica buena parte de la inflación en el período (39.6%), se justifica en los sobrecostos de los agroinsumos y en una menor oferta de bienes agropecuarios. Esto está lejos de explicarse por un exceso de demanda, por el contrario, el 25% de los hogares en Colombia no alcanzan a consumir sino hasta dos comidas al día, lo que da muestras de las dificultades imperantes. Es un tema de oferta y no de demanda, por ende, las tasas de interés al alza aumentarán el riesgo a la inflación.
Segundo, la variación anual del consumo de los hogares a junio fue del 13.4%, solo un poco superior (0.8) al crecimiento del PIB (12.6%). Si bien el crecimiento es importante, no necesariamente representa la razón de la inflación. Las exportaciones crecieron al 16.8% y la Formación Bruta de capital al 19.7%. Visto así, un incremento en las tasas de interés lo único que hará es desalentar la producción para las exportaciones y los esfuerzos que están haciendo los empresarios por nuevas inversiones, lo que traerá como consecuencia un menor crecimiento económico.
Los productores rurales, las y los campesinos del país se enfrentan a una situación singular: las importaciones de alimentos con destino al consumo de los hogares crecen al 15.1%, mientras que la producción interna pierde dinamismo (creció el 0.8% mientras la economía lo hizo al 12.6%). Una de las razones de esto es, sin lugar a dudas, los altos costos de los agroinsumos, producto de las dificultades internacionales (guerra de Rusia – Ucrania) y la persistencia de los fallos en la logística), pero también obedece al enorme descontrol en el mercado de fertilizantes en el país, producto del embate que desde distintos sectores se realizaron, con el beneplácito del Gobierno anterior, para monopolizar el mercado por parte de empresas trasnacionales, en donde Monómeros quedó en el centro de una disputa, no solo de la política internacional del Gobierno Duque, sino al vaivén de los designios de los grandes conglomerados mundiales del sector.
La solución pasa por la normalización, nada fácil, del mercado de fertilizantes, pero con esto no se logra la recuperación en el corto y mediano plazo de la producción, se requerirán al menos tres años para volver a tener los comportamientos en los volúmenes producidos. Y esto de la mano también de otras políticas que se esperan con la reforma rural integral, es decir, esto es para un buen rato.
Y para acabar de ajustar el Banco Central se plantea un análisis incompleto, o tal vez demasiado simple, que lo está llevando a tomar medidas erradas, que contribuirán a un mal escenario de futuro inmediato. Ya hay un antecedente parecido, fue en 1998 y sus errores sucesivos, lo que algunos llaman la época gris del Banco, nos llevaron a una enorme crisis. Aún estamos a tiempo de corregir.
Jaime Alberto Rendón Acevedo, Director Centro de Estudios e Investigaciones Rurales (CEIR), Universidad de La Salle
Foto tomada de: Analdex
Rodolfo says
Lo he dicho una y mil veces, los técnicos del Banrep tienen la ti como la única medida restrictiva de la inflación, a equivocados que están y llevan a decisiones erradas por parte de la JD.
Jeronimo says
Muy interesante la información