Los dos nombres presentados a la militancia del PT son los de dos jóvenes senadores: Gleisi Hoffman y Lindbergh Farias. Ambos defienden posiciones similares: el planteamiento de que el PT vuelva a centrar su accionar a partir de las bases, de los movimientos populares, que tenga una posición combativa respecto al gobierno surgido del golpe. Los dos proponen un balance de la actuación del PT que parta de los extraordinarios resultados positivos logrados a lo largo de los dos gobiernos, pero a la vez una autocrítica y la búsqueda de formas de superación de graves problemas no resueltos.
Entre estos están la democratización de los medios de comunicación, la superación de los desvíos cometidos por el partido y por algunos de sus miembros, como consecuencia de la adopción de los métodos de financiamientos privados de las campañas electorales. Hay en los dos plena conciencia de como la imagen del PT fue revertida: del partido de la ética en la política a una imagen pública de un partido que se ha dejado involucrar en casos de corrupción.
Ambos han sido proyectados en la vida política durante los gobiernos del PT, ambos senadores, una por Paraná y otro por Rio de Janeiro, han sido procesados en alguna de los procesos con los que se intenta criminalizar la acción política del PT.
La crisis del PT es tema del Congreso del partido, que se realizará en el 1, 2 y 3 de junio. Pero hay conciencia que el futuro de PT, así como de Brasil depende del futuro de Lula. En caso de que sea candidato tiene todas las posibilidades de ganar y volver a ser presidente de Brasil, y el partido tendrá las perspectivas de superar, en la práctica, los errores que ha cometido. De lo contrario, los balances que se haga servirán para cambiar las formas de acción del partido, pero sin recuperar la capacidad de volver a trasformar el país.
¿Qué diferencia hay entre los dos candidatos? Muy poca en las posiciones políticas, al punto que Lula, que ha convencido a Gleisi de que se postulara como candidata, consciente de que es la mejor posibilidad para dirigir el PT en estas circunstancias, creía que con su nombre lanzado, Lindbergh retiraría su candidatura. Lo llamó para intentar convencerlo de que la apoyara, pero no lo logró.
En el estilo, sí hay diferencias entre los dos. Lindbergh se caracteriza por un estilo más individual, mientras Gleisi tiene formas más colectivas de actuar, una de las razones que probablemente ha llevado Lula a preferirla, en un momento en que el PT requiere direcciones colectivas, necesita de la movilización de toda su militancia para superar su crisis.
El PT sigue siendo, de lejos, el partido de más adhesión, de mayor prestigio, de mayor cantidad de militantes. Pero indudablemente perdió mucha de su influencia, así como el conjunto de la izquierda, incluyendo a los movimientos sociales. La izquierda brasileña en su conjunto, incluyendo partidos y movimientos sociales, no está dividida, tiene posiciones muy similares, no hay temas que la dividan centralmente, pero tiene bastante menor capacidad de influencia que hace algunos años. La derecha, con su ofensiva política e ideológica, ha logrado aislar, en gran medida, a la izquierda, de grandes sectores de masas.
Lo único que rompe ese aislamiento es la popularidad de Lula, fenómeno que no solo se mantiene sino que se extiende, en la medida en que el gobierno de Temer desarrolla políticas intensamente antipopulares, quitando derechos de las personas en masa, así como provocando recesión y desempleo en larga escala. Si logra ser candidato – y hay movimientos en la misma política tradicional que se pronuncian de que no hay derecho de sacarlo de la disputa electoral -, gana. Si no, lanza algún otro nombre del PT, al cual él puede trasferir todo el caudal de prestigio que Lula tiene.
Mientras tanto, el PT presenta a dos nombres de dirigentes jóvenes, de gran prestigio, que deben desarrollar debates de alto nivel sobre el futuro del país y del PT, en los próximos meses, hasta el Congreso del partido. Antes incluso del Congreso, debe ser lanzada la pre candidatura de Lula, como otra forma de garantizar su candidatura, con la elaboración de lo que debe ser su nueva plataforma para Brasil. Los que daban el PT y Lula como cadáveres políticos, se han equivocado una vez más.
Emir Sader: sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
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