“Oposición inteligente”, Eso era lo que esperaba la ciudadanía colombiana. Que en realidad de manera critica, franca y honesta, aportara en la construcción del país para avanzar en la búsqueda de una sociedad sin desigualdades, con transparencia en el manejo de la cuestión pública, sin exclusiones, con verdaderas oportunidades para todos y todas, con una democracia profunda, con respeto a la diversidad y la justicia social y ambiental, para el logro de la paz plena y duradera.
No podríamos esperar que quienes se han venido adueñando del país y se han lucrado del manejo del Estado, apoyaran el nuevo gobierno que está empeñado en la transformación socio-cultural, política y económica de Colombia, que ha venido sumergida en un deterioro sin precedentes debido en buena parte al modelo económico que se nos ha impuesto. Quienes generación tras generación han estado usurpando lo que debería ser para el beneficio de la población en general, y con la ayuda de nuevos actores socio-económicos o de quienes van apareciendo al servicio de los primeros y segundos, siempre estarán prestos a frenar cualquier avance de las propuestas y acciones que transformen progresivamente la sociedad.
Debemos tener claro que los que han ostentado el poder para su propio lucro y el de sus círculos cercanos, no cederán de buenas a primera sus privilegios para revertir beneficios en toda la sociedad. La acumulación del poder económico y político es el resultado del despojo ejercido por las elites a través de los últimos siglos. Ha sido el producto del crimen cometido contra las comunidades, contra quienes han labrado la tierra para garantizar el alimento de los suyos, contra quienes con su capacidad de trabajo material o intelectual han aportado decididamente al lucro empresarial, contra quienes han construido verdaderamente país desde su cotidianidad, contra los territorios que han sufrido el saqueo de sus riquezas, crímenes cometidos contra los derechos ciudadanos a partir de reformas continuas que van mermando las conquistas logradas por luchas sucesivas de los diferentes sectores que componen la base social.
Pero con todo lo anterior, sí podemos exigir al menos una mayor decencia. Que su oposición sea con altura y respeto, con la profundidad necesaria para mostrar con claridad la alternativa propuesta. No con mentiras que rayan en la indecencia y calumnia. Que sea con la clara intención (que aun no logran mostrar) de que es para el beneficio de las mayorías ciudadanas. Construir entre todos y todas es la propuesta del actual gobierno, pero por igual siempre y cuando sea para profundizar en la democracia y la justicia social, económica y ambiental.
En los debates y exposiciones que se dan en el ejercicio político legislativo del congreso nacional, con un buen número de nuevas leyes que se han ido aprobando en este corto periodo, es obvio que quienes representan a su electorado, quieran exponer sus criterios basados en su propia convicción junto a la de su organización socio-política, pero por igual estas en reiteradas ocasiones, son producto de sus intereses sociales y económicos a favor de sus patrocinadores empresariales y de los dueños de dineros soterrados que se mueven en las campañas políticas sean locales, regionales o nacionales.
De parte de la bancada del gobierno, como no es una expresión unificada sino las manifestaciones de diferentes sectores políticos y sociales, estos expresan sus diversas ópticas frente a un mismo asunto. En ocasiones da la sensación ante la opinión pública de que existe una oposición asolapada o al menos falta de entendimiento de los propósitos del actual gobierno. Sin olvidar del riesgo de la aparición de los llamados popularmente “manguitos”, que son aquellos que llegan a los cargos por elección popular con una bandera progresista y después muestran sus verdaderos intereses a favor de que todo siga igual.
Los primeros meses de este periodo presidencial y del congreso han sido de mucha agitación. Es la lucha del viejo y caduco orden contra las propuestas de un gobierno que reitera su intención de avanzar en la construcción de una sociedad más justa en el momento crucial donde la humanidad debe decidir con prontitud su propia existencia en un futuro inmediato. Cierto es que para poder adelantar las metas propuestas se debe sumar al mayor número de ciudadanía y a las diferentes manifestaciones políticas, pero por igual no podemos permitir que la transformación que el país requiere, se estanque porque algunos no quieren perder sus excluyentes privilegios.
John Elvis Vera Suarez
Foto tomada de: Infobae
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