Hasta el momento, las peripecias de las elecciones presidenciales han invalidado todos los pronósticos. Esta señal de intensa crisis política ¿puede abrir nuevos espacios hasta ahora cerrados? ¿puede despertar la esperanza? Las próximas dos semanas serán cruciales.
En un artículo anterior había constatado la crisis política. Las últimas encuestas [1] no la han descartado. Por ahora, dos tercios de los encuestados están seguros de votar (la abstención, el 22 de abril de 2012, fue del 20,5%). Y de los que dicen que irán a votar, menos de dos tercios creen que su decisión de voto es definitiva. Hay que añadir que casi el 40% (Ipsos) dicen que su elección de tal o cual candidato no parte de una opción positiva, sino por defecto.
Por lo tanto, no es de extrañar que la dispersión del voto sea enorme. Ninguno de los candidatos seleccionados por los encuestados recoge un cuarto de las intenciones de voto. La extrema derecha, la derecha “clásica”, el centro y la izquierda se reparten el electorado casi a partes iguales.
Le Pen toca techo, Macron en la cuerda floja
Con las precauciones necesarias, hay que señalar que la progresión de Marine Le Pen parece haberse detenido por el momento. El núcleo de su electorado es ciertamente fuerte y esta motivado, pero las diques que limitan su expansión son sólidos. Su baza es la relativa debilidad de su competidor de derechas, al que supera ampliamente. La situación de Fillon es menos frágil de lo que cabría esperar dados sus problemas legales y con los medios de comunicación. Él también tiene una sólida base electoral (el 75% de sus votantes está seguro de su voto, según Ipsos). Son votantes en su mayoría mayores y, por tanto, a priori, más propensos que otros a votar. Además, parte de los partidarios de la derecha y el centro tentados por Emmanuel Macron parecen volver a un posicionamiento más firme de derechas, que es su identidad.
Por lo tanto, Emmanuel Macron se encuentra en una situación extraña. En un entorno de incertidumbre, sigue siendo el candidato “atrapa todo” por excelencia, sus apoyos van de la izquierda más oficialista a la vieja derecha liberal. Codo a codo con Marine Le Pen, sigue beneficiándose de la presunción de un “voto útil” contra ella, cara a la segunda vuelta. Pero el acto de equilibrio que exige, “ni a derecha ni a izquierda” es difícil. La aproximación de sus palabras y su imagen empujan a algunos de sus seguidores iniciales a votar de forma más “natural”, a la izquierda o a la derecha. Cuando es dinámica, la posición de centro puede funcionar … a falta de algo mejor. Sin esa dinámica, se ve amenazada tanto a derecha como a izquierda.
El cambio más dramático es en la izquierda. Durante un tiempo se ha especulado con la hipótesis de una sola candidatura que reagrupase a los votantes de Jean-Luc Mélenchon, Benoît Hamon y Yannick Jadot. Obviamente, la opinión de izquierdas decidió ese debate teórico, que ocultaba muchos temas subterráneos de liderazgo.
Hamon se ha debilitado gradualmente
En las encuestas más recientes, Benoît Hamon cae hasta niveles muy modestos, como se había pronosticado cuando se preparaban las primarias socialistas en enero. Antes de las primarias, era obvio que el candidato socialista designado, fuera quiera fuera, se encontraría atrapado entre la izquierda reforzada que encarna Jean-Luc Mélenchon y la tentación del voto útil al centro que representa Emmanuel Macron. Al movilizar a algo más de dos millones de votantes en la segunda vuelta, lo que se presentó en todas partes como las “primarias de la izquierda”, le dieron cierta legitimidad al vencedor. Benoît Hamon aprovechó de inmediato ese resultado para afirmarse como el corazón de una opción de izquierda, muy a la izquierda … pero no lo suficiente. Y es cierto que las primeras encuestas tras las primarias han reforzado su pretensión, de forma sorprendentemente fuerte.
Con el tiempo, sin embargo, le ha sido demasiado difícil escapar de la pinza a la que estaba condenado desde el principio. Una “izquierdización” exagerada de su campaña sólo podía beneficiar a Emmanuel Macron, empujando hacia él a los defensores más decididos de las políticas gubernamentales “social-liberales”. Una reorientación más “centrada” legitimaba por el contrario la opción a favor de Mélenchon, que defiende abiertamente la necesidad de una ruptura con el período Hollande-Valls. Para escapar de la trampa, Benoît Hamon eligió identificarse con una medida fuerte pero controvertida (la renta básica universal). Pero ninguna medida especial, más aún si no es unificadora, puede compensar la fragilidad de su situación. Que parte del hecho de que las primarias de enero le han escogido como el candidato de un partido asociado con el colapso gubernamental del hollandismo. Rebelde, sin duda, pero oficialmente investido por los socialistas …
El final del PS de Mitterrand era previsible desde hace algún tiempo. Ahora es un hecho. Benoît Hamon podrá pagar gracias a él los gastos electorales, como Gaston Defferre en 1969 … antes de que François Mitterrand no metiera las manos en un PS fuera de juego.
La dinámica es de Mélenchon
Hasta la fecha, la dinámica electoral se ha situado en otro lugar. Se sitúa sin dudas en la izquierda y beneficia a Jean-Luc Mélenchon, que ha dado un salto impresionante en las encuestas. Tiene un talento innegable que, lejos del esperado alborotador “tronante y furioso”, ha revelado un poderoso tribuno, un polemista incansable que defiende un proyecto cuidadosamente madurado y metódicamente difundido, en sus imágenes y tonos, tanto como en palabras. Haciendo uso de los modernos medios de comunicación, lejos de las aproximaciones retóricas de la extrema derecha populista, “JLM” sabe conjugar el efecto de los símbolos y la racionalidad de las palabras. Nos guste más o menos la melodía o su estilo, nos reconozcamos o no en algunas de sus propuestas, es innegable la fuerza de su discurso.
El que fue en 2012 el portavoz del Frente de Izquierda ha demostrado un fuerte sentido de la iniciativa. Aunque el Frente de Izquierda agonizaba hace algún tiempo, y la confusión crecía alrededor de las primarias del PS – el mismo PCF al principio insinuó que podría quizá participar – Mélenchon decidió tomar la iniciativa, sin esperar la aprobación de sus antiguos socios. Al estar hibernado el marco unitario de 2012, creó un nuevo instrumento de campaña, La Francia insumisa, como estructura de movilización más allá de los partidos (incluido el suyo), estructurado a partir de los grupos de apoyo locales.
Al mismo tiempo, se aseguró que la coherencia del proyecto, en principio surgido “desde abajo”, fuese una continuación esencialmente del programa desarrollado en conjunto en 2012. Entre Un futuro común de la Francia insumisa y Primero la gente del Frente de Izquierda, las diferencias reales no han levantado una barrera infranqueable. El comienzo ha sido dubitativo, pero desde junio de 2016 se ha impuesto una velocidad de crucero, que sólo los resultados de las primarias han frenado durante varias semanas. Desde hace unos diez días, la dinámica se ha situado sin duda del lado del dirigente de La Francia insumisa, que se lo ha situado en primera fila, a expensas de un Benoît Hamon a la busca de una nueva oportunidad.
La izquierda de la izquierda no ha desaparecido
Mélenchon no las tiene todavía todas consigo. La intención declarada de voto en las encuestas no es una predicción de los resultados de la votación. Además, los mayores incrementos se observan en los sectores de opinión (trabajadores jóvenes) que, por regla general, no tienen la tendencia de una mayor participación. Pero en cualquier caso, se observa un aumento del apoyo masivo en las encuestas: JLM ya es el candidato favorito del electorado que se reclama de los valores de la izquierda. Crece tanto entre sus votantes de 2012 como entre los de François Hollande. Muerde en la intención de voto de Hamon, pero también entre los que optaban por Macron, erosionando así el efecto de “voto útil” que rentabilizaba hasta ahora el antiguo inquilino de Bercy. El voto útil se desplaza hacia Mélenchon. Por primera vez en muchos años, madura la idea de que para vencer a la derecha la solución no puede ser un giro hacia el centro, sino la movilización del pueblo de izquierda, poniendo en primer plano sus valores originarios en vez de marginarlos.
Contrariamente a lo que a veces se dice, en un país como Francia la izquierda de la izquierda, que el PCF ha encarnado políticamente durante décadas, no ha desaparecido con el declive del voto comunista. Dependiendo de las circunstancias y el tipo de elección, esa parte del espacio político podría movilizar hasta una quinta parte de los votos. En momentos especiales, como cuando la campaña del referéndum europeo en 2005, ha dejado su huella, impulsando un No de izquierdas expansivo, alimentando el rechazo del texto constitucional. Aunque esa izquierda nunca ha desaparecido, su influencia en la opinión pública se ha adormecido y dispersado en sus formas de expresión.
Mientras que los defectos congénitos del Frente de Izquierda impidieron estimular suficientemente a la izquierda combativa, Jean-Luc Mélenchon ha sido capaz de utilizar la campaña presidencial para relanzar su dinámica. Si continúa y crece, es evidente que se abre una nueva página en la izquierda francesa. En cualquier caso, nada será como antes. El PS, decíamos, se encuentra al final de la aventura mitterrandista que lo llevó al poder y que precipitó al PCF en un declive electoral continua. Por diferentes razones, por supuesto, los dos protagonistas de la izquierda del siglo XX comparten su debilidad.
La clave está en la magnitud de los votos de Mélenchon
¿Qué saldrá de esta tormenta electoral y sus sucesivas sorpresas? La experiencia de Emmanuel Macron y las opciones de Manuel Valls deben, de una forma u otra, acelerar la aparición de un democratismo tipo americano o italiano. Lo que está en barbecho es la posibilidad de un nuevo polo socialdemócrata, que Benoît Hamon soñó, al igual que su homólogo británico Jeremy Corbyn, con reconstituir. En teoría, es todavía posible, pero su oportunidad práctica se verá afectada por el resultado del 23 de abril.
Queda la izquierda de la izquierda. ¿Impondrá el tono a toda la izquierda, como lo hizo en el pasado? ¿Volverá a convertirse en una fuerza popular? ¿Atraerá en su dirección a todo lo que hoy se reclama de la igualdad, la ciudadanía y la solidaridad? El Frente de Izquierda lo intentó, pero por ahora la candidatura de Mélenchon, es tanto la continuidad de la experiencia previa como una ruptura para atraer a todo lo que se mueve en esa dirección.
Ya habrá tiempo para discutir que habrá que hacer después, cual será el futuro de La Francia insumisa y de todos aquellos que sin formar parte de ella apoyan a Mélenchon. Por ahora, la clave está en la magnitud de los votos de Mélenchon … y de la tentación centrista. El elemento más inquietante, más capaz de redefinir las líneas de polarización política y forzar una recomposición global de los vínculos entre la crítica social y la izquierda política depende de los resultados de Jean-Luc Mélenchon. La posición del cursor a la izquierda no se medirá únicamente con ellos. Pero serán los más analizados. La noche del 23 de abril, por supuesto. Y ¿por qué no la del 7 de mayo?
Nota:[1] Los datos utilizados se basan en encuestas recientes de Cevipof Ipsos y BVA.
http://www.regards.fr/qui-veut-la-peau-de-roger-martelli/article/preside…