La migración ha permitido por demás el enriquecimiento cultural colectivo a partir de la diversidad y por consiguiente siempre aporta al conocimiento y comprensión de lo que hay por fuera de sus propias regiones. Por eso más allá de las fronteras creadas por los Estados y sus administraciones, que en ocasiones han terminado dividiendo a los pueblos, es necesario defender y fortalecer el territorio que hace parte del imaginario, del sentir de las comunidades, de la ciudadanía.
Por nuestra propia manera de ocupar los espacios, por las características que van adquiriendo los mismos como consecuencia de la actividad humana, por sus particularidades geográficas, históricas y ambientales, el colectivo va definiendo los alcances de su territorio, los cuáles son sus propios límites. Debemos reiterar, que esto en no pocas ocasiones ha ido en contradicción del ordenamiento impuesto por el centralismo estatal y/o por los intereses particulares, empresariales o políticos. En nuestro país seguirán alzándose voces que pidan la redefinición de sus límites políticos administrativos a partir de sus características y particularidades.
Hoy en día, ante la múltiple conflictividad que se presenta en la sociedad y sus territorios, ante las continuas amenazas por el modelo económico imperante, ante la exclusión socio-económica y la desigualdad que esto trae, es de suma importancia buscar caminos de construcción colectiva para lograr en el mediano o largo plazo la sociedad que anhelamos. Y esto se podrá ir materializando a través de los diferentes espacios de participación y decisión en los cuales esté siempre presente la sociedad organizada.
El dialogo se hace indispensable para alcanzar nuestros objetivos. Los acuerdos en lo social, político y económico no debe ser solamente una tarea de los sectores con representación nacional. En cada uno de los territorios se deben lograr acuerdos preferiblemente mayoritarios para que la gobernanza tan mencionada por estos días sea una realidad lo más pronto posible. Pero los diálogos no lograrán avances significativos sino se realizan sobre los requerimientos y soluciones que urgen esas mayorías.
Este nuevo año de elecciones locales y departamentales, en las cuales desde ya se vislumbra una fuerte disputa por alcanzar la favorabilidad del electorado y poder asumir las responsabilidades político-administrativas en sus territorios, se expresan las diferentes visiones que nos podrán conducir a mejorar nuestro entrono o a deteriorarlo aún más. Tengamos en cuenta que los próximos cuatro años la administración gubernamental de nuestros corregimientos, comunas, municipios o departamentos, debe quedar en quienes hayan hecho las mejores propuestas para avanzar en nuestro objetivo de una sociedad justa, democrática y diversa en armonía con la naturaleza.
Los cambios propuestos por el actual gobierno nacional, debemos hacerlos realidad en nuestros lugares de vida. Para alcanzarlos es necesario que las administraciones locales o departamentales y demás institucionalidad estén comprometidas con los mismos. El continuar apoyando a quienes no solo han profundizado en el modelo que hoy cada vez más sectores rechazan. sino que han vaciado las arcas del Estado para su propio beneficio en perjuicio de las sectores poblacionales más desprotegidos, representaría seguir ahondando en las causas que han llevado al planeta a la crisis climática, ecológica y social que se vive actualmente y que está golpeando en mayor dimensión a los países y pueblos más empobrecidos.
Nadie se salva solo, solo lo lograremos colectivamente. La participación amplia ciudadana con responsabilidad y compromiso social en los procesos electorales, nos debe conducir a construir debidamente nuestros territorios y la nación entera. De manera crítica y propositiva aportaremos para un futuro digno y posible para las nuevas y siguientes generaciones. Hagamos lo que esté a nuestro alcance para que el cambio se materialice con justicia social y ambiental.
John Elvis Vera Suarez
Foto tomada de: Esto es Quindío
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