El presente texto analiza lo que hasta el momento se ha entendido como la Paz Total, abordándolo desde tres componentes principales: Su definición, lineamientos y conexión con la estrategia de Seguridad Humana. Este análisis se deriva de los llamados hechos por diversos sectores sociales a una mayor planeación, incluyendo académicos, intentando ver las tendencias y la forma en la que se enmarca el actuar del gobierno.
La Paz Total como un ideal
El primer componente de la Paz Total- que se debe tener en cuenta- es su carácter discursivo, el cual, por sí mismo, tiene un importante impacto social. El concepto cuenta con la capacidad de movilizar los sentires de un sector de la población colombiana, cuyos propósitos se encuentran en concordancia con la idea de lograr una paz basada en la negociación con las organizaciones armadas.
No obstante, como ya se ha señalado en otros textos, esta idea aún no se ha aterrizado de manera adecuada en medio de la población. Para comenzar, la Paz Total plantea una meta que es deseable, pero poco realista en un contexto como el colombiano con limitaciones de capacidades y tiempos. De esta manera, a medida que avanza el gobierno, esta política va a tener que generar amplios resultados para evitar una desmotivación social y un giro hacía un foco de solución basada en la confrontación.
Próximos a cumplir siete meses de la administración de Gustavo Petro, la Paz Total aún suena como un ideal que es poco realizable en el periodo que involucra el actual gobierno. En este orden de ideas, lo primero que debe ser pensado es el alcance que se le va a dar a esta política, los resultados exigibles y el propósito del gobierno. Cuatro años no son suficientes para lograr la Paz Total, por lo que el ejecutivo tiene que definir las expectativas sociales, de otro modo, esto puede acarrear un importante costo político y la desmotivación por el proyecto.
Asimismo, la Paz Total se ha presentado como un modelo con contratiempos, pero que pueden ser solucionado en medio de la misma estrategia, por lo que no se tienen previsión de las problemáticas en una forma de solución amplia por el Estado. Esto genera nuevamente que no se haya claridades sobre los límites de esta política, al tiempo que no permite el reconocimiento por parte de la población de posibles salidas a crisis. En este punto se ubica la problemática derivada del pronunciamiento hecho por Gustavo Petro en el caso del cese bilateral con el ELN, en el que no hubo mecanismos previamente dispuestos para desplegar un plan B ante la negativa por parte de esta guerrilla.
La Paz Total o Paz Integral es pertinente delimitarla, dado que no hay una definición específica que permita dar línea respecto a lo que se puede considerar esta política. En ese orden de ideas, en la ley 2272 de 2022 y en las Bases del Plan Nacional de Desarrollo se presentan definiciones ambiguas, altruistas y que se enfocan en diversos puntos al tiempo, sin generar una limitación de lo que corresponde a esta y que no. La Paz Total se convierte en un mecanismo general de toma de decisiones en política pública por parte del Estado, pero no se confiere una descripción en cuanto a lo que se espera de este concepto.
Al respecto, las Bases del Plan Nacional de Desarrollo intentan dar línea al señalar que este es un trabajo de generaciones y con ejes definidos. Sin embargo, nuevamente se tiene una concepción de una Paz Total que se fija en términos altruistas y deseables, lo cual no facilita el debate sobre las realidades de la política y las acciones que se llevaran en torno a la misma.
Definir la Paz Total es fundamental para que esta pierda su significado vacío y se lleve al campo de las acciones concretas. Además, es necesario que este se encuentre abierto a la sociedad, dado que, al ser una política fundamental y marco del gobierno nacional, puede perder su lugar en la agenda pública si la ciudadanía en general no conoce los alcances, los resultados y una planificación para este proceso. La Paz Total es deseable, pero es necesario abrir las discusiones pertinentes sobre la forma cómo se va a llevar a cabo.
Los desafíos de la acción en la Paz Total
Uno de los retos que enfrenta la política en discusión son los señalamientos de que el modelo de Paz Total es la “improvisación” (como lo señaló el profesor Eduardo Pizarro en una entrevista de la revista Cambio). Esta es una dura crítica que debería ser tratada por el gobierno, esto se puede hacer a partir de los errores cometidos y la necesidad de su ajuste. Cabe resaltar que en el presente escrito no se reflejan todos los puntos que se tienen en cuanto a las acciones de la Paz Total, dado que sería muy pretencioso ante una política tan amplia; más sí se hace una mención de los aspectos centrales.
En ese orden de ideas, uno de los primeros traspiés hace referencia a la seriedad que demanda el proceso de negociación con el ELN (y con cualquier otro grupo que se le dé una consideración de carácter político). No se puede partir de que esta organización tiene unos intereses per se definidos y que se encuentran acordes a los que tiene el gobierno nacional. El mejor ejemplo de ello se da después del pronunciamiento del presidente en diciembre sobre el acuerdo para un cese al fuego bilateral, el cual negó la organización armada y generó la primera crisis de la mesa.
Asimismo, después de este suceso, el gobierno nacional ha reiterado la necesidad de un cese al fuego, aspecto que el ELN está dispuesto a negociar llegado el momento. No obstante, esto muestra que los intereses de las organizaciones armadas no van a confluir necesariamente con los de la institucionalidad; por el contrario, estas van a intentar mantener la mejor posición posible en medio de un proceso de negociación o sometimiento.
Las enseñanzas de los procesos de paz en Colombia evidencian la necesidad de tener una planificación previa en las negociaciones. Igualmente, es relevante que los grupos armados muestren la disposición de conseguir la paz, deteniendo las operaciones en contra de la vida. No obstante, este no es siempre el caso, dado que, de parte del ELN se presentan como ejemplos acciones armadas en El Catatumbo y un escalamiento del conflicto en el Chocó, lo cual debería generar férreos pronunciamientos por parte del gobierno.
En cuanto a los grupos armados organizados de crimen de alto impacto, se señala que también hubo dinámicas que impidieron una mayor celeridad en cuanto al proceso de sometimiento. Por un lado, es necesario dejar una posición sentada sobre las organizaciones que tienen o no carácter político, aspecto que puede generar una discusión mayor en el caso de la Segunda Marquetalia, con la cual es pertinente fijar cuál va a ser la hoja de ruta que se va a llevar a cabo con dicha organización, que es considerada- por algunos sectores- como traidores del proceso de paz firmado en 2016.
Por el otro, se deben fijar los mecanismos para tratar a cada una de las organizaciones. Al respecto, se menciona la confrontación institucional que se dio entre el gobierno nacional y la fiscalía, la cual involucra a las diferentes ramas del poder y al final el ejecutivo tuvo que empezar a tramitar un proyecto de ley para el sometimiento de los diferentes grupos.
Asimismo, la Paz Total se ha entendido más allá de la negociación y sometimiento de los diferentes grupos. Esta implica también darles condiciones de vida digna a las poblaciones para que no sean vulnerables ante la ilegalidad y puedan vivir en paz, cumplir con la implementación del acuerdo de 2016, cambiar la manera en la que se trata el tema de las drogas como principal fuente de financiación de los grupos armados, generar cambios a nivel cultural, entre muchos otros aspectos que han llegado a involucrar- incluso- el manejo de la protesta social.
Así, el mayor inconveniente que tiene la Paz Total es su misma amplitud, la cual la lleva a no tener un esfuerzo mancomunado por lograr acciones concretas. No se considera a la improvisación como la causa, sino una consecuencia derivada de abrir muchos frentes de acción al tiempo, los cuales demandan atención de una institucionalidad con capacidades limitadas.
La seguridad en la Paz Total
En cuanto a los ceses al fuego con estas organizaciones del crimen, se puede denotar que no se ha logrado el impacto esperado. El mejor ejemplo de ello se encuentra al interior de los protocolos para el cese bilateral, los cuales generan dudas por la gran cantidad de grupos que se presentan en los territorios y las capacidades que tienen cada una de estas organizaciones.
De este modo, se evidencia que hay zonas del territorio nacional en las que la Fuerza Pública no puede hacer mayores distinciones entre las diferentes organizaciones armadas. Esto llevó a que se presentaran sucesos como la presencia de disidencias de las FARC en un casco urbano de un municipio de Antioquía. Asimismo, el mismo ministro de defensa, Iván Velásquez, ha asegurado que los ceses bilaterales no implican que tengan vía libre los grupos armados para llevar a cabo acciones ilegales, pero también ha mostrado que no existe una unidad en las disidencias lo cual ha llevado a que se presenten hechos en contravía de lo estipulado.
Asimismo, es fundamental que se crea en la voluntad de paz de estos grupos para adelantar el sometimiento y las negociaciones a las que haya lugar. Empero, la situación de seguridad refleja un escenario complejo en el que las estructuras armadas reducen las confrontaciones con la institucionalidad, pero aumentan sus disputas por los mercados y los territorios; así como tienen intereses que se encuentran dentro de sus mismas operaciones ilegales, los cuales van a intentar fortalecer en medio de los ceses bilaterales.
Todo esto se presenta en un escenario en el que no se encuentra definida una política de seguridad clara y objetiva. La Seguridad Humana se ha planteado como el complemento para la Paz Total; sin embargo, al igual que su par, es un concepto ambiguo que no logra concretar un conjunto de acciones estratégicas que permitan salir de las dinámicas de la violencia.
En el caso de la política de seguridad, esta debe sentar las condiciones para que se pueda gestar la política de paz, por lo que se encarga tanto de dar el escenario propicio para aquellos que lleguen a un proceso de negociación o sometimiento; como la garantía de derechos y presencia institucional en los territorios en los cuales las organizaciones armadas ilegales sigan haciendo presencia. Ningún proceso de paz, y menos una Paz Total, se puede lograr sin tener una perspectiva de seguridad clara que tenga la capacidad de enfrentarse a la criminalidad, reducir sus acciones, garantizar el cumplimiento de los derechos y la presencia de todo el articulado estatal.
El Estado debe mostrar que su Fuerza Pública tiene la capacidad para ejercer un control territorial y hacer frente a las amenazas. De otra forma, las organizaciones ilegales no van a tener incentivo para llegar a un proceso de negociación o sometimiento, derivado de las faltas de garantías por la institucionalidad o la poca presión que ejercen las Fuerzas Armadas. La seguridad de los colombianos no debe depender de la consecución de la negociación o el sometimiento; sino que es un proceso que se entiende como tarea de todo el articulado estatal.
Hasta el momento se ha presentado una reducción de las acciones llevadas a cabo por la Fuerza Pública, por lo que es pertinente hacer un análisis respecto a lo que está ocurriendo al interior de la institucionalidad. Asimismo, es relevante fijar la política de seguridad y defensa que va a dar lineamientos a la acción de las Fuerzas Armadas, dado que, hasta el momento, la sola concepción de la Seguridad Humana y algunas directivas no son suficientes para enfocar toda la acción institucional.
Conclusión
La Paz Total es de las políticas más ambiciosas del gobierno Petro y se encuentra como un lineamiento marco del actuar de su administración. No obstante, dentro de su mismo desarrollo tiene varios puntos a mejorar, los cuales pueden ser enriquecidos a partir de las definiciones conceptuales, de alcance y de acciones que se den dentro de ella.
Las discusiones y debates respecto a temas de este tipo son fundamentales para alimentar las acciones del gobierno; en este orden de ideas, en el caso de la Paz Total, entendiendo los desafíos que se le presentan casi siete meses después de la posesión del mandatario, es importante ajustarla y mejorarla de manera permanente. Esto se genera si se quiere construir una política de Estado en el largo plazo, por lo que se deben dar lineamientos precisos respecto a esta decisión política.
El gobierno Petro tiene una oportunidad histórica. En este punto está claro que la Paz Total no se va a lograr en un periodo de cuatro años, es una propuesta ambiciosa que requiere un importante empeño de capacidades y demanda espacios de tiempo. Mas sí se pueden dejar estructurados lineamientos claros y primeros pasos para que Colombia llegue hasta este punto deseado. La paz amerita todos los esfuerzos posibles, pero la única forma de lograrla es a partir de la mejora de procesos, las lecciones aprendidas y su afirmación como un ejercicio de largo aliento.
Farid Camilo Rondón Raigoza, Politólogo y candidato a magister en Estudios Políticos de la Universidad Nacional, profesor ocasional y miembro del Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa
Foto tomada de: La Patria
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