- Si, estoy “torquiado”. No puedo más. Siento escalofrío. Dolor en todo el cuerpo. Ya tengo hasta diarrea y necesito el “alivio”.
El famoso “torquin” es la sensación desesperada por la falta de la “H” (heroína). Todos sus síntomas son física y psicológicamente muy agudos y, tira literalmente al suelo, a la persona; al “heroíno” que ya tiene la sangre envenenada de por vida; pues nadie vuelve a ser igual después de haber probado drogas. El adicto a la “H” inmediatamente tiene que volver a “chutiarse” (inyectarse) o “darse los balazos” (fumarla), como alivio inmediato, pero temporal. Justamente ahí es donde se roba y se mata para conseguir la dosis a toda costa.
- Necesito metadona ya. Yo me tomo 80 miligramos. Doctor … por favor necesito “el alivio ya”.
En Armenia es tanto el consumo de “H”, tanto en el norte, en el centro, como en el sur, que la Alcaldía tiene un programa de asistencia médica, a través de su Secretaría de Desarrollo Social, que consiste en brindarle a los consumidores crónicos la medicina llamada metadona, que es una pasta o tableta divida en cuatro partes y diluida en agua, tasada en porciones de 20, 30, 40 o hasta 80 miligramos o incluso más, según la gravedad de la adicción. La Alcaldía, dentro de la concepción y el modelo de “la disminución del daño”, prefiere repartir los kids, que consiste en agujas, jeringas, agua destilada y pañitos; para evitar el contagio de hepatitis B y el VIH.
- Si Doctor, yo ya estoy “pringado” con la tal hepatitis. Es que cuando uno llega con el “cólico” a la “olla”, cualquier “parcero” le presta la jeringa, si uno no la lleva. Algunos portan varias para venderlas y así hacerse al “billullo” pa´ la “traba” y, así uno se “desamura”; pero cuando no hay, toca circular la que haya.
La mayoría de consumidores de “H” en Armenia, son portadores de Hepatitis B e incluso hay muchos casos de SIDA. Prácticamente solo son tratados, así sea por una corta temporada de días o meses en el Hospital Universitario San Juan de Dios, la Unidad de Atención Integral de Conductas Adictivas (UAICA) del Hospital Mental de Filandia o en la Clínica el Prado de Armenia. Pero ellos, cíclicamente entran y salen, aún sin esperar resultados positivos; púes la calle los llama.
El resto están a la deriva, en los parques, en los andenes, debajo de los puentes, merodeando por los restaurantes esperando un sobrado. “Parchan” en los sitios de consumo, en los matorrales, en las cañadas y en los senderos más peligrosos y degradados de la ciudad; lugares que deberían ser amables y de conservación ecológica como bellos y vitales relictos boscosos.
Curiosamente las enfermedades de transmisión sexual (ETS), se adquieren más por “el chute”, que por el coito propiamente dicho. Aunque la práctica del sexo oral es totalmente común entre los adictos y, otras relaciones vaginales y anales, sin ningún tipo de prevención. También es común, infortunadamente, que las muchachas y las “machis” (gays y travestis) vayan de cliente en cliente, “de ñero en ñero” o de pieza en pieza, infectando a todo el que se atraviese.
- Hermano, ¿dónde estaba comprando ahora?
- Donde “los V” y, usted?
- En “la C del H”
- Entonces no volvió a “La A”?
- No, ahí estaba muy suave, mucho corte.
Armenia es la ciudad de Colombia con más consumidores de “H”, sin descontar el basuco, la cocaína, el tusi, las pepas, la marihuana y el pegante; porque el poper ya pasó de moda. Esto, con relación comparativa al tamaño del territorio y al número de habitantes del resto de Colombia.
Armenia y el Quindío son todo un paraíso verde y de tranquilidad, con un nivel de vida relativamente bueno, sin los índices de pobreza y desempleo, que se registran en otros centros poblados y provincias del país. Pero lastimosamente, casi, en cualquier parte se consiguen drogas: En “P B”, en la “A”, en la “C de H”, en los “P de la C”, en la 18, la 19 y la 20. En el CAN, en el Parque Valencia. En el Santander, en el Santafé, en Génesis, en Guayaquil, en muchos hoteles del centro a domicilio. Afortunadamente el Sendero Ecológico de la Universidad del Quindío y sus alrededores están controlados por política de las directivas y de las autoridades.
- Parce, a cómo está comprando usted la papeleta de “H” ?
- A cinco mil lucas.
- Pero se consigue tarde en la 20 a cuatro tablas.
- Pero en el día vale seis mil. Y yo me estoy inyectando diez en el día.
- Yo apenas cuatro o cinco de una, para empezar el “alivio” de la mañana y, si no, no puedo salir al rebusque.
Algunos reciclan, otros retacan, muchos piden limosna. Entre esta población es común el robo de autopartes menores y de pequeños negocios, en los barrios populares alejados del centro. Como también es normal el hurto de celulares a “gomelos” descuidados, hasta en el norte.
Hace veinte años se decía que “Armenia se escribía con H”. Ahora es horrible escuchar a algunos decir que “Armenia aún se escribe con H”. Antes fue una moda desastrosa el consumir “H”, entre los muchachos del norte y universitarios que cayeron en las garras del demonio. Ahora, dados los precios ínfimos de la dosis personal, el sur y el centro están infectados de las drogas más maléficas. Es casi normal, observar seres humanos andando como zombis, mirando fijamente al suelo, andrajosos, con un costal al hombre o dormidos en cualquier recoveco de la urbe, aún con la jeringa pegada al brazo; ya que el insomnio total, la desnutrición, el abandono familiar y el impacto destructivo de la droga, los lleva a arrastrarse por toda la ciudad; ocasionando todo un problema de salud, ya no solo personal, sino pública y, de estética y mal ocupación del espacio público.
- “socito”, yo llevo veinte años en la calle.
- “parce”, yo hace diez años me tire al ruedo y hace dos años no me baño
- Yo hay veces me voy cerca a “la C” y me baño en el chorro del puente
- Y, ahora que cerraron el hogar de Barcelona no he podido ni bañarme, ni lavar los chiros
- Si porque en Filandia hace mucho frío y el hogar de la Alcaldía es más calientico
Los seis hogares o “fundaciones de garaje”, exceptuando la Fundación Familiar FFARO, que hay en Armenia, no tienen las condiciones mínimas de infraestructura, logística, de salud y seguridad, para albergar a estos ciudadanos. Son básicamente pequeños negocios, principalmente orientados por las variantes ideologizadas del protestantismo, donde se consume por dentro y por fuera, cuando van a vender productos para comer o pagar la estadía. Pero también es famoso y en mejores condiciones el Hogar Emanuel y la Casa del Peregrino, y el valioso aporte del Trabajador Social, el chileno Don Marcial y la labor de la Diócesis de Armenia.
El problema es de mucha complejidad y su análisis y tratamiento se sale del marco de este escrito . Cada vez más se pone de moda. El expresidente y exsecretario de la OEA (Organización de los Estados Americanos) Cesar Gaviria, junto con el escritor mejicano Carlos Fuentes y otros notables, incluidos Premios Nobel de la Paz, produjeron hace más de una década el famoso Informe Sobre las Drogas, con recomendaciones novedosas, justas y atrevidas, frente a las políticas conservadoras e inútiles de la llamada Guerra Contra las Drogas, impulsada desde Washington, y que ha arrojado miles de muertos, miles de hectáreas despobladas de nuestra naturaleza virgen y ningún rehabilitado. Nada menos, para acceder a un inmueble confiscado al narcotráfico y en manos de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), es casi imposible y, menos al dinero embargado o retenido, producto de los grandes negocios ilícitos. Nuestro expresidente y también Premio Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos, está en el bando de los que reconocen esa cruda realidad y abogan por una solución global al problema de las drogas, iniciando por una legalización gradual. Y recordemos, que el expresidente Ernesto Samper, cuando muchos años atrás era el director de la Asociación de Instituciones Financieras (ANIF), pedía que se legalizara el consumo de marihuana; justamente, antes de la famosa sentencia de la Corte Constitucional, de autoría del extinto magistrado y filósofo Carlos Gaviria Díaz; que fue todo un hito en la jurisprudencia colombiana, cuando se admitió la autonomía y la autodeterminación del ser humano y del ciudadano, en materia de consumo de drogas.
Ahora el tema vuelve sobre el tapete. El presidente Gustavo Petro, ha expuesto en escenarios nacionales y extranjeros, empezando por la Asamblea General de las Naciones Unidas, su posición contraria a la fumigación y a la guerra total, ya fracasadas. Desde que fue Alcalde Mayor de Bogotá y, por intermedio de la Secretaría Distrital de Integración Social, elevó a política pública el tratamiento integral de los seres humanos y ciudadanos enfermos de drogadicción; reconoció sus derechos, normatizó al respecto, le invirtió millones de pesos a los programas y proyectos para atender a los consumidores, desde las calles hasta los Hogares de Vida, pasando por centros pioneros como Bacatá, Humanidad, Liberia, Oscar Javier Molina, Nuevo Amanecer, Academia y los CAMAD; que eran buses grandes, equipados integralmente y con profesionales de la medicina especializados en esta noble tarea, para atender a las personas, prácticamente a lado o al frente de los sitios más famosos de consumo , como el Bronx, la ELE, el barrio Santafé, los Mártires, Siete de Agosto, Kennedy, Ciudad Bolívar, San Bernardo, las Cruces, Chapinero y Cinco Huecos, entre otros lugares críticos de la capital del país. Por algo su programa se llamaba Bogotá Humana.
En legislaturas pasadas el senador Gustavo Bolívar y otros, impulsaron no solo la despenalización, sino la legalización. En la campaña pasada el senador Iván Marulanda expuso un proyecto muy interesante para la legalización, con propuestas económicas consistentes. Y hoy se arma el aspaviento y se vuelve viral el caso de los parlamentaros jóvenes, como Susana Boreal y Daniel Carvalho, que han confesado en el sagrado recinto de la democracia, que son habituales consumidores de yerba desde hace más de veinte años. Pero es mejor la sinceridad que la hipocresía y la doble moral, por encima de la alaraca conservadora. Casos famosos los ha habido en el reciente pasado. Ante la pregunta por el consumo de drogas, el expresidente norteamericano Bill Clinton dijo textualmente: “El que esté libre de culpas, que arroje la primera chicharra” y, el expresidente español Felipe González, afirmó tajantemente: “Yo pertenezco a la generación de los sesenta” y Santos concluyó: “Si, yo fui estudiante en los EE.UU”. El resto se deriva sin mojigatería.
Ahora, la propuesta de Petro acerca de la Paz Total, pasa por el delicado problema de la legalización de las drogas, cogiendo el toro por los cuernos; aunque sabemos que su solución es global y gradual; pero el mundo tiene experiencias, no solo en Europa, sino en Sur América. Es tiempo de ponernos a tono y asumir con valentía y con ética, el principal flagelo de la nación. De parte de este humilde plumígrafo y exconsumidor, se aboga por la legalización de las drogas, por la legalización de los sitios de consumo; así como sucedió con el tabaco, el alcohol, la prostitución y todas las prácticas de la población LGTBI+. Todo esto, con respeto por el medio ambiente, la libre autodeterminación de la personalidad, seguridad, sanidad, educación, prevención y tratamiento integral al que así lo desee; siempre respetando su opción de vida.
- ¿Hola Diablo, usted es que ya no se chutea en el brazo?
- No marica, me toca ya en la ingle y en el chimbo.
- ¿Y por qué, loco?
- Hermanito, ya tengo infectado los brazos y las piernas no me aguantan
- ¿Conociste al Gago?
- No ñero.
- Hermanito, que le parece que ese marica se inyectaba en la Orta y un día se le subió derechito a la “besaca”
- O sea que se “fumó” el mismo.
- Si, se tostó ahí mismo, en el acto chino.
Todo esto es cruel, para algunos es pan de cada día o, mejor “chute” o “pinchazo” de cada hora. ¿Cuántos no vimos con asombro la película Trainspotting de Danny Boyle? ¿Cuántos leímos con placer “El Almuerzo Desnudo” de William Burroughs ? ¿Cuántos jóvenes en Colombia no se deleitaron con la novela “Opio en las Nubes” de Rafael Chaparro Madiedo ? . Y, ya hace más de medio siglo que la juventud norteamericana se veía representada en la Generación Beatnik y con su Papa, el poeta Allen Ginsberg y su largo y excéntrico poema “Aullido” (1956), el cual declamaba en público, histriónicamente exclamando: “Doy mi vida por un pinchazo”. Y nuestro querido León D´ Greiff, tan escandinavo y tan antioqueño, puso en boca de Sergio Estepansky : “Cambio mi vida por una pipa, por una saeta … al fin y al cabo la llevo perdida”, cuando escribió “Variaciones alrededor de nada”, absorto, en una noche estrellado a orillas del rio Cauca, entre la Pintada y Bolombolo.
Francisco A. Cifuentes S., Ex funcionario de la Secretaría Distrital de Integración Social de Bogotá y ex consumidor de SPA.
Foto tomada de: Al Poniente
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