Mucho nos tememos que la auténtica afectada a nivel mundial sea la siempre sobreexplotada y depauperada ciudadanía…
Manifestaciones de los gobiernos
Las afirmaciones de los responsables económicos de los gobiernos mundiales llamando a la calma sí que nos recuerdan a las primeras de 2008, cuando nos aseguraban que todo estaba perfectamente controlado mientras las Bolsas caían en picado en los cinco continentes.
Entonces, los Estados —como siempre— acudieron a salvar a esos «ángeles del Neoliberalismo» que rechazan cualquier intervención estatal en sus cuentas —normalmente ubicadas en paraísos fiscales. Sin embargo, no le «hacen ascos» a «poner en marcha la maquina de imprimir moneda» ni a aceptar su salvación económica gracias a la generosidad de los mismos Estados a los que obstaculizan toda regularización.
No obstante, la ciudadanía no debería olvidar que el apoyo que los Estados facilitan a esos irresponsables y autocráticos neoliberales procede de las arcas donde está el dinero que nosotros aportamos mediante impuestos. Cargas que se aplican a los productos de primera necesidad… Curiosamente, las subidas más importantes desde la pandemia de COVID-19 han afectado a productos como leche, huevos, pan, arroz, frutas, verduras, pollo, azúcar… Mientras se mantienen intocables exquisiteces como el jamón de jabugo, las angulas o los vinos de Reserva…
La «masacre neoliberal» perpetrada por Silicon Valley Bank (SVB)
Constituye el primer detonante muy grave de por dónde podrían ir el dominio tecnológico y el mundo digital en el futuro.
El ritmo de crecimiento del mundo digital y la inteligencia artificial tiene ya un carácter exponencial, factor que se ha visto reflejado en las finanzas.
Hace tiempo que se habla de una carrera acelerada en dicho sector. En ella, participan países y empresas y, en algunos casos, con fuertes vinculaciones militares, como es el caso de China.
Consecuencias del inmenso poder del sector digital
Se trata de una competición poco regulada que no tiene en cuenta ni las consecuencias sociales ni las culturales. Asimismo, afecta muy directamente a la economía —como acabamos de comprobar en todos los mercados financieros tras la caída del SVB—, la política y la geopolítica. También y por desgracia, a cualquier estructura gubernamental que se base en una relación equilibrada entre el Estado, la sociedad civil y el mercado para favorecer un desarrollo económico, social e institucional estable.
Tan grave puede llegar a ser la situación que, en pleno confinamiento mundial, Naciones Unidas sacó (mayo de 2020) una Hoja de Ruta para la Cooperación Digital2.
Un ejemplo claro lo tenemos en la lucha por dominar las tecnologías 4G y 5G entre China, Japón, Estados Unidos, Corea del Sur y algunos países europeos. Fundamentalmente, porque dicha tecnología está muy vinculada a la ciberseguridad.
Solo en 2008 —el año de la terrible crisis financiera, la penúltima si incluimos la que acaba de desatarse— y en el área de la OCDE3, sin contar con China y otros países avanzados, el ámbito tecnológico ganó 1.472 BILLONES de dólares. En 2018, las inversiones realizadas por la OCDE en dicho sector ascendieron a 202.ooo millones de dólares4.
Así pues, se ha convertido en un tramo fundamental de los ámbitos económico y social.
¿Cómo ha incidido en nuestras vidas la digitalización acelerada?
Ha cambiado la forma en que nos relacionamos y cómo trabajamos, compramos, recibimos servicios, y creamos e intercambiamos valor5.
Estados Unidos y China poseen la mitad de los centros de datos mundiales, las tasas más altas de adopción de 5G, el 94% de la financiación de las nuevas empresas de inteligencia artificial, el 70% de los investigadores en ese campo del mundo y el 90% de la capitalización bursátil de las grandes plataformas digitales.
Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet (Google), Facebook, Tencent y Alibaba controlan casi toda la cadena de datos: recopilación y servicios al usuario, transmisiones de datos por vía submarina y satélites, almacenamiento de datos y, finalmente, su análisis, procesamiento y uso mediante la inteligencia artificial.
Revolución tecnológica creciente y democracia menguante
La primera nos ha conducido al cuestionamiento de los conceptos de «propiedad» y «soberanía». Ahora, más importante que el «propietario», es quién tiene derecho a acceder, controlar y utilizar los datos.
La misma Naciones Unidas ha expuesto su parecer:
“(…) nuestra información personal está siendo explotada para controlarnos o manipularnos, cambiar nuestros comportamientos, violar nuestros derechos humanos y socavar las instituciones democráticas (…)”.
“(…) las empresas de redes sociales se benefician de algoritmos que priorizan la adicción, la indignación y la ansiedad a costa de la seguridad pública (…)”6.
Podríamos, pues, empezar a preguntarnos si la ya de por sí maltrecha democracia desde casi siempre no lo está aún más gracias a dicha tecnología.
No podemos obviar que cuenta con «vigilantes expertos»: esas cámaras de vigilancia ya implantadas a nivel mundial y que superan los 700 millones en todo el mundo.
¿Qué normativa «democrática» se ha elaborado al respecto?
El «ranking controlador» se lo llevan China —muy por delante del resto— y Estados Unidos (EEUU), con una cámara por cada seis o siete habitantes. Bastantes menos que Rusia, Reino Unido y Alemania.
Otros efectos muy perniciosos derivados de las capacidades cibernéticas son el control social y la manipulación informativa. De acuerdo con datos de 2020 facilitados por el Belfer National Cyber Power Index7, los poderes cibernéticos más completos eran: EEUU (50,2 puntos), China (41,4), Reino Unido (35,5), Rusia (28,3), Países Bajos (24,1), Francia (23,4), Alemania (22,4), Canadá (21,5), Japón (28,3) y Australia (20).
Lo más preocupante para la seguridad de los países es que depende cada vez más de la protección del ciberespacio, sobre todo porque hay regímenes autoritarios o poco democráticos que lo utilizan de forma masiva.
Influencia del sector digital en la economía mundial
Tras el colapso del SVB, hemos constatado que la economía basada en lo digital potencia una sobrecapitalización artificial y exagerada de muchas empresas, con riesgo de crear una «burbuja» financiera, ya que todo lo que sube puede acabar bajando. Además, la banca ya no es la única dueña de las finanzas, porque en el mercado de los servicios financieros han entrado otros jugadores.
Por otro lado, las últimas tendencias del capitalismo incluidas en este sector nos alientan, mediante la publicidad y el consumo, al despilfarro.
La misma OCDE ya nos advertía que la disrupción digital que provocan las big techs en los mercados financieros podía colapsar la economía, al utilizar los datos de los clientes combinados con la aplicación de tecnología digital e inteligencia artificial7. Es lo que acaba de ocurrir.
Deslocalización y «des-deslocalización»
Durante la pandemia de COVID-19, descubrimos que dependemos de la producción de semiconductores —esenciales para esta tecnología— y que están en manos de países asiáticos. En efecto, el sector facturó en 2021 más de medio BILLÓN de dólares. Recordar, además, que las dos empresas que dominan el mercado son Intel (EEUU) y Samsung (coreana).
En consecuencia, tras la pandemia, han empezado a fabricarse nuevamente los productos en el país de origen de las empresas propietarias. Si dicha tendencia se afianza, muchos países «emergentes» sufrirán duras consecuencias, pues viven de la deslocalización, predominante hasta ahora.
Inversión en Investigación y Desarrollo (I + D)
El dominio tecnológico depende de dicha inversión8. En la mayoría de los casos, en manos privadas. También en este sector destacan un reducido grupo de países.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania y Japón pudieron centrarse en I+D para productos industriales de alta gama, porque sus aspiraciones en el área militar quedaron seriamente limitadas.
En la actualidad, los países que más inversiones dedican a I+D son: Israel (4,94% del PIB), Corea del Sur (4,53%), Suiza (3,33%), Japón (3,27%), Austria (3,21%), Alemania (3,13%) y Dinamarca (3,03%).
Se ha constatado una relación clara entre la inversión en I + D y el crecimiento económico del país, siempre que no esté concentrado en la industria militar.
Las últimas tendencias marcan un gran descenso en Rusia, un estancamiento en la India y un enorme aumento de China y Japón.
La mayor parte del I+D de las grandes economías corre a cargo del sector empresarial. Solo los gobiernos de Rusia e India se interesaban por él.
Es importante destacar que son los intereses privados los que determinan a qué sectores dan prioridad en cuanto a innovación. También que la inversión más importante en I+D conlleva un aumento de la producción de manufacturas de alta tecnología: electrónica, aeroespacial, farmacéutica o informática.
En ese sentido, Rusia tiene poco peso, EEUU lo está perdiendo y ya lo supera Alemania, China lo ha duplicado, India tiene un rol secundario y el avance es también importante en Corea del Sur, Singapur y Malasia.
En EEUU, I+D se concentra en comunicaciones, informática y farmacéuticas; en Reino Unido y Francia, en actividades profesionales y científicas; en Alemania y Corea del Sur, en industria automovilística; y en Japón, en automovilística e informática.
En cuanto al personal dedicado a I+D, Japón y Alemania tienen las tasas más elevadas, el incremento en China es importante y el aumento en Europa es ya superior al de EEUU y no tardará en superarlo.
En cuanto al número de patentes ligadas a I+D, había 15,9 millones en 2020. 3,3 millones corresponderían a EEUU, 3,1 millones a China, 2 millones a Japón, 1,1 millones a Corea del Sur y 0,8 millones a Alemania.
El peso de la I+D militar
La investigación militar siempre ha tenido un peso muy importante.
EEUU es el país que más recursos le ha destinado, la mayor parte a cargo del Departamento de Defensa: un 81,2%. Corea del Sur sería el segundo país. Rusia destinaría un 9,5% y nada sabemos de China…
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1 Este artículo ha tomado gran parte de la información del libro de Vicenç Fisas, Hegemonías, Bloques y Potencias en el siglo XXI. El orden mundial tras la guerra de Ucrania. Editorial Catarata.
2 https://undocs.org/es/A/74/821.
3 Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
4 OCDE. OECD Digital Economy Outlook 2020, noviembre de 2020.
8 Investigación y Desarrollo.
Pepa Úbeda
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