“Los esclavos felices son los mayores enemigos de la libertad”
-Marie von Ebner-Eschenbach
Las imágenes que circulan de trabajadores de la multinacional Rappi protestando contra la reforma laboral, que dignificaría su trabajo, resultan un chiste. No en vano los más miserables terminan sobreexplotados, ¡encima salen a defender al amo! Antes se había hecho habitual ver a un sirviente de la casa Lafaurie Cabal respaldando a sus patrones, hoy lo tienen disfrazado de político en el Congreso de la República haciendo el ridículo, en defensa del amo y contra los trabajadores. Otro caso semejante se vio en Medellín, en la asamblea de accionistas de la empresa SURA, del autodenominado Grupo Empresarial Antioqueño, GEA, donde ciertos empleados, con una miseria parecida a los rappitenderos, pero más espiritual, salieron a respaldar a sus amos en una disputa con otro grupo empresarial, igual de tramposo y deshonesto, acaso no tan mal patrón como el GEA.
Con esta comparsa de esclavos felices se inaugura un nuevo estilo empresarial, único en el mundo: Las asambleas de accionistas con barras bravas, pues, la servidumbre del GEA que exhibieron en el Centro de Convenciones de Medellín, tenía el encargo de aplaudir los discursos de los representantes del patrón, así como el de rechiflar a los abogados del grupo empresarial Gillinski. ¡De Antioquia para el mundo!
Otra novedad de este evento de accionistas fue el discurso de un Polo Polo del GEA, Carlos Raúl Yepes, que afirmó no ser mandado por sus patrones, y que el GEA no es GEA. Porque ahora están en el propósito de engañar a la Superintendencia de Sociedades, negando la alianza, sellada por múltiples copropiedades cruzadas, durante más de medio siglo, y presentada con alarde ante el mundo, primero llamándose Sindicato Antioqueño, luego el grupo que pretenden desvanecer a los ojos de la Superintendencia.
Siguiendo con las mentiras y los ocultamientos, se informó que la joya de la corona del GEA es el consorcio Sura, y sus empresas. No hay tal, el mayor negocio del Sindicato Antioqueño ha sido la alcaldía de Medellín, y sus Empresas Públicas de Medellín, de las que han dispuesto durante décadas. Por eso el GEA opera en Antioquia como un gamonal político, con su cauda de votos cautivos, sus caciques, y sus gerentes (parten del infundio de que Medellín no necesita alcalde, sino gerente), también ha sido decisivo en el auge de la extrema derecha en Colombia, con la financiación de esas campañas, así como la movilización de sus paquetes electorales. Como el actual alcalde los sacó de la administración de la ciudad, y les hizo pagar parte de los detrimentos patrimoniales del Proyecto Hidroituango, han recurrido a las mismas comparsas de rappitenderos, esta vez con los antiguos contratistas de la alcaldía, a quienes tienen a cuatro manos suscribiendo manifiestos, declaraciones, crónicas, cartas abiertas, gimiendo que los tiempos pasados, en manos del GEA y sus administradores, fueron mejores.
Protagonistas de la misma casa empresarial sacaron a los trabajadores de Viva Air a protestar contra el gobierno Petro, por no autorizar una maturranga monopolista. Aquellos esclavos felices hoy se suman a la lista de estafados por esa aerolínea.
Hegel, en La dialéctica del amo y el esclavo, muestra los dinamismos que mueven estas dos figuras, donde el esclavo es primero reducido a la fuerza, permanece esclavizado por miedo a la muerte, pero también por la ilusión de llegar algún día a ser amo, para abusar del otro. Los esclavos felices de estas manifestaciones contemporáneas no lo son tanto por algún beneficio específico: son mal remunerados, mal tratados, precarizados, incluidos los viudos de la contratación en Medellín, pero la ilusión de que el patrón les dé la mano, y los ponga a flagelar a otros esclavos los motiva a soportar cualquier ignominia. También la ignorancia juega un papel decisivo en esta ecuación, en el ensayo de Hegel es la vulnerabilidad del amo lo que desconoce el esclavo, así como desconocen estos trabajadores que es su trabajo el que genera la riqueza, y no las marrullas de los gerentes, ni las aplicaciones, ni los tráficos de influencias.
Se argüirá que se trata de buenos trabajadores, con sentido de pertenencia y demás predicados engatusadores, no hay tal. Se trata de gente que no ama lo que hace, y que procura hacerlo mal, porque son resentidos, odian a los semejantes, y por eso se quieren congraciar con el amo: Son desclasados, serviles, aduladores, regalados, lameculos, zalameros, renegados, sapos, esquiroles, sacamicas, malsines, traidores, … y malos trabajadores.
Sí corresponden al perfil que los patrones buscan: el sumiso absoluto, para imponer como modelo de trabajador a este áulico. Lo cual se traduce para el conjunto de trabajadores en jornadas extendidas, sin remuneración adicional, sólo por amor al trabajo; en salarios de hambre (son enemigos del salario mínimo), ninguna estabilidad laboral, despidos a voluntad del empleador, y demás condiciones de esclavitud. La reforma laboral que quisieran sería la derogación del código laboral, el retiro de Colombia de los tratados internacionales, y que los derechos laborales se conviertan en caridad del patrón, la regulación estatal sólo es bienvenida para regalarle dinero a la empresa.
La oposición de los patrones a la reforma laboral conlleva, traslapada en esas nostalgias esclavistas, una declaración de guerra de clases: están reclamando propiedad total sobre el cuerpo y la mente del trabajador, así como los esclavos felices de las comparsas del GEA y Rappi, se diría que sólo falta que exijan el derecho de pernada, figura medieval que reclamaba el goce sexual del cuerpo de la servidumbre. Parece exageración, pero no es descabellado: La oposición del GEA y sus partidos al programa de gobierno de Medellín que busca hacer de esta ciudad un valle del software, pretende mantenerla como el burdel a cielo abierto más grande del mundo, como la han consagrado las administraciones gerenciales de los esclavos felices.
El GEA y sus matachines hacen oposición a las reformas del gobierno del cambio, contra el que conspiran los dos conglomerados enfrentados en Antioquia. Estas cuadrillas son la obertura del proceso electoral por las alcaldías, gobernaciones, concejos y asambleas, donde pondrán a jugar a esclavos revestidos de gerentes. En estas elecciones se enfrentarán, con todo, las reformas del cambio contra el regreso al pasado; en Antioquia se definirá si es la avanzada del cambio o la retaguardia de la reacción; mientras en Medellín se definirá si se opta por el valle del software o por el burdel más grande del mundo.
Entre tanto, está por ver si el distrito financiero de Manhattan, Wall Street, incorpora las innovaciones del GEA y Rappi, de barras bravas y comparsas de esclavos felices, a sus operaciones. Pero en Colombia, como en el resto del mundo, estos miserables a quienes les administran el hambre, y sacan a defender intereses contrapuestos a los suyos, son una plaga moral.
José Darío Castrillón Orozco
Foto tomada de: El Tiempo
Blanca Echeverri says
¡El costo de la estúpida ignorancia!
Y lo peor es que se les habla sobre lo sombrío de su futuro y el desamparo en la vejez y no les alcanza la mirada más allá de “lo que venda hoy”.
La perversión del poder es ilimitada.
Hernan Pizarro says
Qué tristeza que las personas renuncien a la vida digna para que el patrón si disfrute.
Tanta tontería en las argumentaciones de la burguesía. Pero no toda la gente es tonta. Ahora es más claro que la vida es una y hay que disfrutarla. A vivir sabroso.
Claudia Judith Navas Barrera says
Bien dirigido este artículo, pero importante revisar el porque este comportamiento a la luz de la psicología social, porque ¿cómo cambiar tanta domesticación hacia el aguante del dolor, la ignominia y la deshumanización laboral que fue enseñada, violenta y forzosamente durante siglos y sobretodo justificada por los entes gubernamentales y de control de las instituciones públicas?.
Creo que solo un nuevo contrato social humanizante, dignificante de la vida y ampliamente democratizante de todos los espacios públicos y privados enseñado desde el vientre a la tumba y puesto en practica cotidianamente nos volvería al sentido de lo humano, al sentido de la vida, del SER-SOCIAL, del valor de vivir con dignidad, en la colectividad, en la integración individuo-cultura de paz-Vida digna.