Jacinto Benavente manifestó en su magna obra “Los intereses creados” cómo hay un conflicto de los mismos cuando las personas tienen agendas propias frente al bien común o colectivo. En últimas, a la justicia social. Eso es lo que se ve en el escenario político colombiano: unos mercantilistas de la salud, algunos con claros antecedentes criminales como en el caso de Saludcoop donde su Gerente ganaba $90 millones mensuales y dedicó la plata de los usuarios para hacer balnearios y campos de golf, y por otro lado una ministra de salud valiente y aguerrida que procura el bien común con su iniciativa, avalada por la OMC y la OCDE, entre otras organizaciones de talla mundial.
El Movimiento por el derecho a la salud se gestó a raíz del genocidio generado por la Ley 100 y allí han estado Saúl Franco (de la Comisión de la Verdad), Astrid Castellanos, Guillermo Asprilla (qepd), Pedro Santana y, desde luego, la ministra Carolina Corcho. Son numerosas las denuncias que hay sobre la corrupción del modelo neoliberal y su racionalidad necropolítica (Mbembo, Foucault). Los millones de tutelas presentadas por los sufridos pacientes demuestran el fracaso del actual sistema. La reforma busca superar esa crisis, pero los intereses creados por parte de los amigos de las EPS (empresas de la muerte) buscan hundir la reforma a toda costa, para proteger sus intereses sobre la vida de los 50 millones de habitantes que ven cómo se esfuma la posibilidad de tener una vida digna si hunden esa reforma. Aporofobia.
Esta reforma a la salud, se acompaña de la reforma laboral y pensional que busca superar la mentalidad de imponer el capital al trabajo y reducir el manejo de los Fondos Privados de Pensiones, otro modelo importado de la dictadura de Pinochet que maneja $280 billones y que los coloca en las grandes bolsas de valores internacionales (economía de casino) a riesgo de perder, con lo cual si ganan triunfan los dueños y si pierden, el costo lo asumen todos los afiliados. Es una vergüenza lo que están pagando de pensión estos Fondos privados (un salario mínimo promedio), pese a que habían ofrecido el oro y el moro, engañando a la comunidad. Generalmente, hay cruces de los monopolios económicos dueños de las EPS con los FPP. Otro caso de necropolítica.
También la reforma laboral quiere hundirla la patronal, cuando la evidencia muestra que la fementida reforma de Uribe que pretendía crear más empleo, fracasó y, por el contrario, la precarización laboral aumentó. Por fortuna, una ministra de alta sensibilidad social se ha jugado a fondo impulsando esta reforma, que además pretende reivindicar los sindicatos, que han sido acorralados por el modelo neoliberal, cuando no por la necropolítica, dado que Colombia es el país donde más han asesinado sindicalistas y ahora líderes sociales.
Con ese oscuro panorama es evidente que los partidos políticos opuestos a las reformas se van a fraccionar, salvo que prime la “disciplina para perros” con la imposición del voto de bancada, pero un pueblo bien informado y digno no permitirá que le sigan arrebatando sus derechos económicos y sociales con base en los intereses creados por los magnates del poder. Una cosa es ganar la presidencia y otra muy distinta tener el poder. Importante lección que impulsa a obtener mayorías parlamentarias para una transición pacífica después de 200 años de aporofobia.
Luis Bernardo Díaz, Decano Facultad de Derecho UPTC
Foto tomada de: El Nuevo Siglo
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