Conviene señalar que los ministros, más allá de cumplir una serie de condiciones para llegar al cargo, deben cumplir unas funciones que también van más allá de lo que reza estrictamente su contrato, por ejemplo, deben impulsar proyectos que hagan parte de los compromisos adquiridos por el presidente y tienen la responsabilidad de promover iniciativas y acciones que permitan alcanzar las metas y el cumplimiento del Plan de Desarrollo, el cual estará aprobado el próximo 6 de mayo. Estas labores, que son bien conocidas, requieren lealtad y una inconmensurable capacidad de conversación, diálogo y gestión que no todos generalmente poseen, cumplen o realizan plenamente. Es lo que coloquialmente se llama el factor político para diferenciarlo de lo estrictamente técnico o científico que posee cada una de las carteras.
Es aquí donde algunos relevos ―si no todos―, podrían ubicarse, porque en el fondo los ministros no se van porque estén incumpliendo su quehacer técnico, sino tal vez su quehacer político ―en el sentido antes expresado―. Hay que recordar que los ministros son instrumentos para consolidar la apuesta política, la gobernabilidad y la credibilidad del gobierno de turno, como bien lo dijo Cecilia López en una columna de febrero de 2020 que tituló: Los ministros son los fusibles del gobierno, y que coincide con la reciente frase del ex ministro Alfonso Prada: «uno como ministro es un fusible» y prosiguió: «mi puesto siempre está en riesgo».
Las apuestas de los gobiernos se consolidan y toman forma en gran parte por los ministros. Mirando el relevo, se puede concluir que una parte de los que llegan han participado de apuestas políticas del presidente en otros momentos, mientras que otros, si bien no han hecho parte directa de ellas, tal vez sí indirecta, por lo que el presidente garantiza con dicho relevo su compromiso de llevar a cabo las reformas y el cambio prometido, así un segmento político de la población se resista a ello.
A manera de ejemplo, llama poderosamente la atención que los partidos Conservador, Liberal y La U, quienes se han atravesado a la reforma a la salud, en el fondo de sus declaraciones reconozcan la necesidad de la reforma. Si es tan necesaria ¿Por qué no llevaron a cabo alguna reforma durante las tres décadas que llegan participado de gobiernos? Ese acto de contrición todavía se lo deben al país y deberían incluirlo en sus declaraciones públicas con el fin de explicar por qué no lo hicieron y por qué ahora sí les parece que es necesario. La vehemencia con que tramitan sus famosas «líneas rojas», debería ser la misma para explicar su omisión ante un sistema que hoy dicen debe ser reformado. ¿Qué estuvieron esperando?
La llegada de los nuevos ministros debe garantizar la gobernabilidad que, en lectura del presidente, se podría estar obstruyendo por parte de algunos miembros de gabinete. Aquí cabe el caso de la ministra Carolina Corcho, quien hacía parte del corazón del presidente, quizá era su ventrículo izquierdo, por decirlo de alguna manera. Al separarla del cargo envía un mensaje político a los opositores de la reforma y los invita a mantener abiertos los canales de diálogo que permitan avanzar sobre dicha reforma.
El cambio de gabinete refleja que el presidente está decidido a cumplir sus compromisos y promesas. Debe ser entendido como un acto de credibilidad ante sus electores y opositores, es decir, es un mensaje que envía y con el que indica que sus objetivos siguen intactos, o mejor aún, permanecen vivos y no piensa traicionar a todos los que depositaron su confianza en su proyecto político; así la estrategia de la oposición sea contraria y busque crear en cada acción del gobierno un clima de incertidumbre con una narrativa no siempre veraz.
Los relevos ministeriales podrán ser sorpresivos, repentinos y sirven para que la gente termine jugando a crear el nuevo gabinete y juzgando tanto al viejo, como nuevo equipo de gobierno. Pero más allá, los relevos son necesarios porque oxigenan. Se caracterizan porque no tienen manual ni guías que determinen cómo y cuándo realizarlos, por eso quedan dentro de la competencia legítima del presidente y bajo su criterio. Tampoco tienen tiempo de ocurrencia y siempre es mejor que tengan lugar más temprano que tarde. Esta idea se contrapone a aquella que estima que este relevo ha sido muy rápido. A quienes piensen así habría que decirle que incluso ha ocurrido en un buen momento porque un grupo de ministros ―hacienda, agricultura, TIC, transportes y ciencia― llegan cuando ya están marchando los proyectos de ley y no hay muchas dificultades en su gestión; mientras otros ―salud e interior―, si bien llegan en momentos cumbres y de tensión, justamente se nombran para ayudar a tramitar y a distensionar relaciones.
La gente piensa, o mejor, le hacen pensar que las crisis de gabinete tienen un tufo maligno. ¡Pues no!. Pueden ser más beneficiosas que perniciosas. En síntesis, los relevos renuevan relaciones y, por traumáticos que sean o que los quieran presentar, cambian el clima dentro de sectores políticos y dentro del mismo gabinete.
Jorge Coronel López, Economista, Mg. en Economía, Columnista Portafolio
Foto tomada de: Infobae
Jose gutierrez says
Estás en lo cierto, aunque la prensa aulica de ka opos8cion tergiversa y mal informe lasxrqzones y consecuencias del cambio ministerial, lo real es que el gobierno sabe para donde va, a diferencia de algunos electores y de pueblo que cree va a perder lo que no tiene gracias a ka manipulación de la prensa y las bodegas de las redes.