Del total de personas ocupadas, cerca de 12 millones, la mitad, son trabajadores asalariados y elaboran casi el 80% del valor agregado por la economía, pero se quedan apenas con menos de la mitad de la torta. El 3% de patronos se queda con la otra mitad todos los años. Esta es la desigualdad fundamental en el sistema capitalista, algo que prudentemente tratan de ignorar los capitalistas y sus voceros políticos.
Casi la mitad de los trabajadores colombianos no vota ni le interesa la política. Y entre quienes votan, la gran mayoría usualmente lo hace por los partidos tradicionales, defensores comprometidos del sistema capitalista en general y de los grandes capitalistas en particular; votan, por ejemplo, por Álvaro Uribe, por Juan Manuel Santos, por Iván Duque y por Rodolfo Hernández. Recientemente, con la elección de Gustavo Petro a la presidencia, se observó que un poco más de la mitad de los trabajadores votó por un candidato de “izquierda”, pero la otra mitad se mantuvo firme en su apoyo a los capitalistas y sus voceros; en las elecciones de Congreso la situación fue peor para los partidos representantes de los intereses de los trabajadores, dado que el Pacto Histórico apenas obtuvo el 20% de las curules en el Senado. La situación es peor en las entidades territoriales. El hecho concreto es que el presidente Petro y los partidos del Pacto Histórico, supuestos representantes de los trabajadores, no logran que la gran mayoría vote por ellos.
Por lo anterior, la posibilidad de aprobar un conjunto de reformas favorables a los trabajadores en materia tributaria, de salud, laboral y pensional es limitada. Durante los primeros meses el gobierno de Petro logró mediante alianzas con partidos tradicionales avanzar en la reforma tributaria, que realmente no le hace mayores cosquillas a los grandes capitalistas, pero cuando se llegó a la reforma de salud, que toca directamente intereses de un grupo de capitalistas y sus voceros en el Congreso y los medios de comunicación, la situación se puso más difícil. La clase capitalista se une en contra de leyes que les recorten sus ganancias. Es probable que finalmente el Congreso apruebe reformas en estos temas, pero muy seguramente saldrán recortadas y limitadas en sus alcances. Las grandes reformas estructurales esperadas por algunos sectores se quedarán en simples reformitas que no cambian nada de fondo.
Petro no es marxista ni comunista, ni propone un cambio hacia el socialismo. Como lo ha dicho en varias oportunidades, aspira a hacer algunas reformas que el liberalismo histórico no pudo realizar en Colombia. Su referente progresista es un oligarca, Alfonso López Pumarejo, que se apropió de la bandera de la “revolución” con el fin de realizar cambios que no cambiaran nada de fondo; dice González: “en su segundo gobierno (1942-45) cambió de enfoque, y gobernó más para sus amigos de la élite conservadora y liberal, y para los gremios nacientes, que para los trabajadores.[2]”
Petro tiene como meta conseguir un capitalismo más dinámico y productivo y al mismo tiempo más justo, más humano. Petro, y su gobierno, representan una aspiración de millones de trabajadores en Colombia: mejorar sus condiciones de vida dentro del capitalismo. Su concepción básica de la sociedad consiste en considerar que el mejor sistema existente es el capitalismo, pero que necesita controles y regulaciones por parte del Estado para que se garanticen mejores condiciones de vida a los trabajadores. Estos millones de trabajadores consideran que aunque imperfecta, existe en Colombia una democracia, y que la Constitución Política establece derechos fundamentales que no se han cumplido plenamente por limitaciones en la gestión estatal, egoísmo de los capitalistas y corrupción. Es una interpretación profundamente inadecuada de la realidad del modo de producción capitalista, pero comprensible en la medida en que no se quiere enfrentar a fondo a los poderes dominantes. Esta concepción espontánea de la gran mayoría de los trabajadores es expresada teóricamente por movimientos políticos como el Pacto Histórico y por numerosos intelectuales progresistas.
Petro destaca la figura del general José María Melo y del movimiento de los artesanos y las sociedades democráticas en el siglo XIX, quienes compartían fundamentalmente la ideología del socialismo utópico (Fourier y Saint-Simon, por ejemplo) y del socialismo reformista de Proudhon. Aún con sus limitaciones, estos autores y dirigentes políticos tenían como meta una sociedad socialista, que superara el capitalismo y sus vicios. Hasta dónde llega mi información, ni Melo ni los artesanos proponían el socialismo en Colombia, estaban enfocados en la defensa de los artesanos contra la competencia externa. Petro no habla de socialismo, en esto está incluso por detrás, en cuanto a progresismo, de los socialistas utópicos. Petro sueña con reformas para un capitalismo bueno.
En una nota para Credencial dice Daniel Samper Pizano[3] que los artesanos eran apoyados por intelectuales que conocían el Manifiesto Comunista de Marx y Engels:
“Apoyaban a los artesanos grupos de intelectuales influidos por el Manifiesto comunista de Carlos Marx y Federico Engels (1848) y las aventuras socialistas europeas del mismo año. Uno de los más destacados era Joaquín Pablo Posada, quien agitaba el cotarro desde una publicación satírico-política llamada El Alacrán.”
Es necesario investigar sobre esta información de Samper Pizano para verificar si realmente hubo tal influencia del Manifiesto Comunista en la Colombia del siglo XIX.
En 1864 en los estatutos de la Asociación Internacional de Trabajadores se incluyeron los siguientes considerandos:
- que la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos; que la lucha por la emancipación de la clase obrera no es una lucha por privilegios y monopolios de clase, sino por el establecimiento de derechos y deberes iguales y por la abolición de todo privilegio de clase;
- que el sometimiento económico del trabajador a los monopolizadores de los medios de trabajo, es decir de las fuentes de vida, es la base de la servidumbre en todas sus formas, de toda miseria social, degradación intelectual y dependencia política;
- que la emancipación económica de la clase obrera es, por lo tanto, el gran fin al que todo movimiento político debe ser subordinado como medio;
- que todos los esfuerzos dirigidos a este gran fin han fracasado hasta ahora por falta de solidaridad entre los obreros de las diferentes ramas del trabajo en cada país y de una unión fraternal entre las clases obreras de los diversos países;
- que la emancipación del trabajo no es un problema nacional o local, sino un problema social que comprende a todos los países en los que existe la sociedad moderna y necesita para su solución el concurso teórico y práctico de los países más avanzados;
La gran mayoría de los trabajadores colombianos, incluyendo los que votaron por Petro y por el Pacto Histórico, no consideran que el sometimiento económico del trabajador a los monopolizadores de los medios de trabajo, es decir de las fuentes de vida, es la base de la servidumbre en todas sus formas, de toda miseria social, degradación intelectual y dependencia política. La gran mayoría de los trabajadores colombianos no considera que la fuente de sus males sea el capitalismo. La gran mayoría de los trabajadores colombianos no quiere emanciparse económicamente ni tampoco políticamente. La gran mayoría de los trabajadores está rendida a sus amos capitalistas y por tanto no lucha por su emancipación. En estos considerandos se afirmaba que los esfuerzos realizados en dicho momento en la búsqueda de la emancipación habían fracasado por falta de solidaridad entre los obreros de las distintas ramas y por carencia de unión fraternal entre los obreros de los distintos países. En otros términos, los trabajadores no se han unido y de este modo han sido vencidos.
¿Por qué no se ha desarrollado la solidaridad entre los trabajadores? Pero, antes de esto, ¿por qué razón no consideran que están sometidos a poderes económicos y políticos, por qué no consideran que deben emanciparse? ¿Por qué la gran mayoría de los trabajadores tiene una concepción conservadora de las relaciones sociales existentes? ¿Por qué las condiciones extremas de desigualdad, pobreza y miseria no conducen a una clase trabajadora revolucionaria?
Es evidente que el poder económico, la propiedad sobre las condiciones materiales de producción, permite que los capitalistas también controlen la propiedad de los medios de producción intelectuales. Los capitalistas controlan la educación universitaria y el sistema educativo en su conjunto, por medio del Estado; los capitalistas controlan los principales centros de investigación y la producción intelectual, así como las editoriales más poderosas. Dentro de la clase capitalista una parte puede dedicarse, por su libertad económica, al estudio de las diferentes ciencias sociales y a la producción académica y de este modo concentran parte de la producción intelectual. Los capitalistas controlan además los grandes medios de comunicación. En estas condiciones, tienen una capacidad enorme de adoctrinamiento, de promoción de los valores capitalistas y de restricción de la difusión de ideas alternativas. Los medios de comunicación claramente toman partido en favor del capitalismo; los periodistas más destacados e independientes a lo máximo que llegan es a criticar fuertemente la corrupción y a censurar esporádicamente a capitalistas corruptos y abusivos, pero no critican el modo de producción capitalista en su conjunto. Por tanto, en la esfera de la opinión y la información pública masiva hay un dominio absoluto, por parte del capitalismo. La intelectualidad, en general, no es crítica del capitalismo. Cree en la democracia política aislada de la económica.
La principal crítica teórica del modo de producción capitalista no se estudia en las universidades. El Capital de Marx ha sido expulsado de las facultades de economía. La gran mayoría de economistas es analfabeta en cuanto al conocimiento del capitalismo y toda su ciencia se limita a la cuantificación de los fenómenos superficiales. Los críticos de Marx usualmente no han leído El Capital, en el mejor de los casos el Manifiesto Comunista y El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Las organizaciones sindicales han sido sistemáticamente perseguidas, incluyendo el uso recurrente de la violencia. Se ha perseguido violentamente a los partidos políticos marxistas. De otra parte, la caída de la Unión Soviética y las limitaciones de las experiencia socialistas en algunos países han disminuido el entusiasmo por la búsqueda de alternativas al capitalismo. El dominio político e ideológico es casi absoluto, y las perspectivas de los trabajadores son representadas por movimientos políticos como el Pacto Histórico que promueve la defensa del capitalismo, es decir, de las relaciones sociales que son la causa de la esclavitud asalariada.
El sistema capitalista cuenta además con la ventaja de la costumbre y la generación espontánea de concepciones favorables al propio capitalismo. La vida cotidiana dentro del capitalismo hace que los trabajadores desarrollen algunas ideas básicas que les permiten moverse dentro del sistema, pero que no sirven para comprenderlo. Todos manejan el dinero, reciben el salario y ven que el patrón obtiene ganancias, pero no entienden qué son estas cosas. Los trabajadores consideran que el salario es el pago por su trabajo, con lo cual no captan la noción básica que explica la explotación y piensan que la ganancia es un simple excedente entre los ingresos y los costos que es la remuneración merecida por el capital. Los trabajadores no logran ver más allá de las relaciones en las cuales están inmersos.
El abandono de la teoría marxista se encuentra también en los partidos políticos que defienden los intereses de los trabajadores. La Colombia Humana y el progresismo nunca se identificaron con la teoría de Marx en El Capital, el MOIR borró de su página web las referencias a Marx y en los únicos partidos que se reclaman ideológicamente inscritos dentro del pensamiento de Marx no se estudia sistemáticamente El Capital. En un escrito al final de su vida Engels señalaba que la participación electoral del partido socialdemócrata alemán tenía, entre otras ventajas, la de permitir que las ideas marxistas se expusieran en el parlamento y que los partidos oficiales se vieran obligados a responder a las críticas de la oposición[4]. Pero los políticos marxistas en el Congreso colombiano nunca mencionan a Marx, ni hacen análisis y críticas basada en la teoría sobre el modo de producción capitalista.
Por su parte, el sistema político dominante pro-capitalista, adoctrina sistemáticamente en los medios de comunicación, la escuela y la universidad, pero también en las prácticas religiosas. Las encuestas sobre participación ciudadana en organizaciones sociales y espacios de participación muestra que es mínima, con la excepción de las organizaciones religiosas. Buena parte de los trabajadores colombianos interpreta el mundo a partir del idealismo religioso, es decir, considera que la realidad es creada por un ser superior. Siglos después de la ilustración y de la llegada del imperio de la razón, las ideas cotidianas de la mayoría de los trabajadores son religiosas. El sistema político encuentra aquí un campo extraordinario para la promoción de una concepción religiosa del mundo y para facilitar el crecimiento y desarrollo de todo tipo de organizaciones religiosas; dirigentes políticos y funcionarios actúan como beatos furibundos (ver el caso del Procurador Ordóñez o del director de la Policía Henry Sanabria recientemente desvinculado del cargo). Es evidente que el sostenimiento del sistema se fundamenta en parte en una población que no entienda los fundamentos de su situación social.
Pero no se trata solamente de un adoctrinamiento externo. Las ideas religiosas no podrían solamente infundirse desde fuera si no existiera un fundamento real. En la sociedad capitalista la gran mayoría de la gente vive en una continua lucha por su supervivencia, algo muy cercano a la inmediatez del mundo animal, es como si la lucha darwiniana por la existencia se hubiera trasladado del mundo animal al social. Los trabajadores principalmente están sometidos a fuerza sociales que los dominan -el mercado, la ley de la oferta y la demanda-, como si fueran fuerzas naturales. Así como en las etapas originarias de la humanidad el dominio por parte de la fuerzas naturales condujo a los seres humanos a explicar la situación a partir de dioses que simbolizaban dichas fuerzas, en la etapa actual del capitalismo el dominio por parte de fuerzas sociales que no se controlan ni se entienden crea una base fértil para las explicaciones religiosas. Después de varios siglos de la ilustración, del desarrollo científico y tecnológico, la religión continúa dominando la concepción del mundo de la mayoría de los trabajadores.
El panorama es claramente favorable al capitalismo. Las protestas y las rebeliones de los trabajadores son conservadoras, no pretenden suprimir el modo de producción capitalista. En las protestas de los últimos años, que Petro señala como causa de haber llegado a la presidencia, no se hicieron planteamientos comunistas y socialistas. La rebelión de los jóvenes se enfocaba en las terribles consecuencias del capitalismo para su calidad de vida y sus planteamientos en asuntos económicos se concentraban en pedir más empleo y mejores ingresos en el marco del capitalismo. En este sentido Petro está muy bien sintonizado con el carácter de estas protestas.
Para los capitalistas las protestas de los trabajadores en búsqueda de empleo digno y mejores ingresos es una acción subversiva y comunista, dado que les puede afectar sus ganancias. El Centro Democrático y María Fernanda Cabal comprenden muy bien la situación y por tanto hacen todo lo posible por combatir la acción política de los trabajadores y no les va nada mal en este propósito. Van ganando. González en artículo en La Silla Vacía afirma que “los capitalistas y sus emisarios políticos han logrado imponer su flexibilidad laboral y sus bajos salarios.” Y menciona las dificultades de organización de los trabajadores y la baja tasa de sindicalización, aunque no menciona la fuerte represión de la que ha sido objeto históricamente la clase obrera y sus sindicatos (Ver la exposición de motivos sobre el proyecto de reforma laboral). González piensa que “el contexto abierto por un gobierno de corte progresista debería animar a los trabajadores formales e informales a afianzar las organizaciones colectivas…” y considera que “el movimiento social-sindicatos, indígenas, feministas, estudiantes, ambientalistas, etc.-, menos contaminado con los vicios de la clase política y posiblemente más democrático, podría dar un ímpetu al anhelado cambio social, económico y cultural en Colombia.” Hasta el momento, parecería que el gobierno progresista de Petro no está animando suficientemente a los trabajadores a organizarse ni se ve que los movimientos diversos se comprometan con el “anhelado” cambio.
El problema de fondo se encuentra en los propios trabajadores que no quieren cambiar su situación y aceptan el dominio del capitalismo como un designio divino. La consigna del “pueblo unido jamás será vencido” en las marchas parece más un grito de impotencia. Petro convoca a los trabajadores a manifestarse en favor de las reformas el 1 de mayo y no logra que vayan en Bogotá siquiera 100 mil personas, a pesar de que hay en Bogotá según el DANE 3,7 millones de trabajadores, de los cuales 2,5 millones son asalariados. En ciertos momentos el discurso de Petro se sentía como un lamento, una ilusión, una súplica, a esos trabajadores cuyos intereses quiere defender.
El pueblo está desunido y sigue vencido. Los capitalistas están unidos, en lo fundamental, y por tanto siguen sin ser vencidos.
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[1] De acuerdo con el DANE en febrero de 2023 había 22,2 millones de personas ocupadas de las cuales 9,4 millones obreros o empleados de empresas privadas, 918 mil obreros o empleados del gobierno, 658 mil empleadas o empleados del servicio doméstico, 697 mil jornaleros o peones, que suman 11,7 millones de trabajadores que reciben un salario. A estos se suman 9,4 millones de trabajadores por cuenta propia y 504 mil trabajadores familiares sin remuneración, y 642 mil patronos o empleadores. https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/mercado-laboral/empleo-y-desempleo; archivo en Excel disponible en anexos. La cifra de patronos capitalistas debe ser muy inferior, dado que el DANE incluye aquí también a los pequeños empleadores.
[2] https://www.lasillavacia.com/la-silla-vacia/opinion/articulos-columna/el-1-de-mayo-petro-y-las-fuerzas-de-izquierda/
[3] https://www.revistacredencial.com/noticia/desde-el-foso/el-cuartelazo-del-general-melo
[4] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/francia/francia1.htm
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Diario La Libertad
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