La noción de trabajadores es también imprecisa. Trabajador o trabajadora en una acepción general, es alguien que trabaja. En la sociedad capitalista es mucho más preciso hablar de trabajador/a asalariado/a, lo cual diferencia claramente de los siervos y los esclavos, que, por supuesto, también trabajan.
Pero el asunto es mucho más complejo en la realidad de la economía colombiana concreta. De acuerdo con las cifras del DANE para 2023 la población total del país es 50,8 millones de personas, de las cuales 39,4 millones están en edad de trabajar. Pero de este total hacen parte de la fuerza de trabajo 25,3 millones, de los cuales estaban ocupados 22,8 millones y desocupados 2,5 millones. Por fuera de la fuerza laboral había 14 millones de personas, lo cual incluye estudiantes (3,4 millones), otros (incapacitados, rentistas, pensionados, jubilados, 2,8 millones) y oficios del hogar (7,9 millones). El DANE no considera que las personas dedicadas a oficios del hogar hagan parte de la fuerza de trabajo. Reagrupando esta información tendríamos que la población que hace parte de la fuerza de trabajo, ocupada o no son 33,2 millones que se distribuyen en:
- Población ocupada por fuera del hogar: 22,8 millones
- Población desocupada: 2,5 millones
- Población ocupada en oficios del hogar: 7,9 millones
Se encuentra aquí una primera diferencia sustancial entre los trabajadores y las trabajadoras: un número elevado, cerca del 25%, trabaja, pero no recibe ningún ingreso monetario o en especie proveniente de una relación salarial o la venta de un producto o servicio; la mayor parte, 69%, está ocupada en algún tipo de actividad y otra parte, cerca del 6% está desocupada.
La población ocupada por fuera del hogar se divide en tres grandes categorías: a) Obreros o empleados que reciben un salario o jornal; b) Trabajadores por cuenta propia que reciben un ingreso por la producción o venta de un producto y servicio; c) Empleadores que reciben un ingreso principalmente por las ganancias de una actividad en la cual contratan a otros trabajadores.
Se observa entonces una primera diferencia importante. Un poco más de la mitad trabaja en empresas o unidades en las cuales existe una relación entre dueños o patrones y trabajadores que reciben un salario. Hay cerca de 12 millones de asalariados y 642 mil patronos. Esta relación social de producción es la relación fundamental en el capitalismo, el elemento básico que distingue a la producción capitalista de otras formas de producción.
Pero, nuevamente, mirado de cerca el asunto es más complejo. Las personas ocupadas mediante una relación salarial se dividen en: obreras y empleadas de empresas privadas capitalistas; obreras y empleadas del gobierno; empleadas del servicio doméstico; y jornaleros y peones
Aunque aquí tienen en común el hecho de trabajar a cambio de un salario hay diferencias importantes entre ellos. Los obreros y empleados (incluyendo jornaleros y peones) de empresas privadas elaboran productos (bienes y servicios) con destino al mercado y producen, por tanto, un excedente; en la terminología de Marx, un plusvalor. En esta categoría se pueden incluir algunos trabajadores del gobierno que trabajan en empresas que producen bienes y servicios con destino al mercado, como petróleo, gasolina, electricidad, etc. Pero la gran mayoría produce bienes y servicios colectivos, útiles (valores de uso), pero que no se venden en el mercado ni tampoco generan un excedente. De hecho, estos trabajadores se pagan a partir del excedente que se extrae por la vía de los impuestos a las actividades productivas de valor agregado. Pero las trabajadoras del servicio doméstico no producen un servicio que sus patronos vendan y a partir del cual obtengan un excedente; estas trabajadoras producen un servicio para consumo directo por los patronos que las contratan para satisfacer una necesidad de sus hogares. En conclusión: todos estos asalariados se parecen en cuanto a que reciben un salario, pero su actividad en términos de generación de valor agregado y excedente es muy diferente.
De otra parte, hay diferencias notables entre los trabajadores asalariados en cuanto al lugar que ocupan en los procesos productivos y en cuanto a la magnitud de sus salarios. En toda organización existe una jerarquía de trabajos la cual está bastante desarrollada en las grandes empresas; existe por tanto una división jerárquica desde los trabajos más simples en la base, pasando por los trabajos más especializados, hasta los trabajos de supervisión, control y dirección; en la cima se encuentran los gerentes. Las diferencias salariales son enormes, tanto en el sector privado como en el sector público y por tanto las condiciones de vida de los trabajadores varían sustancialmente. Puede que un gerente, jefe de área o supervisor sea también asalariado, pero gana 4, 5 o 50 veces más que el obrero raso y por tanto su acceso a bienes de consumo es muy superior. La diferencia no es solo cuantitativa. Parte de los trabajadores asalariados cumple funciones de coordinación y control de otros asalariados ubicados en la parte baja de la escala, pero, principalmente, labores de explotación y represión. Esto establece una diferencia más profunda dado que los asalariados ubicados en la escala superior, que obtienen ingresos mucho mayores, se sienten más cercanos a, y guardan principalmente lealtad, los patronos.
Se observa también una diferenciación de los trabajadores en cuanto a las funciones internas: algunos están directamente en las áreas productivas, otras en los procesos de comercialización, de cobranzas, de administración del personal, etc. Todas son tareas necesarias para elaborar y vender el producto total, pero muestra diferencias enormes entre los trabajadores. Al interior de los trabajadores dedicados a las funciones administrativas de distinta naturaleza hay también una jerarquía salarial.
Desde una perspectiva social, se observa también una diferencia entre los trabajadores dedicados a las actividades productivas (agricultura, ganadería, minería, industria manufacturera, servicios de energía, acueducto y comunicaciones, transporte, servicios de educación, salud, y culturales, etc.) y los dedicados al comercio y a las finanzas. Los trabajadores dedicados a estas dos últimas ramas no están concentrados en elaborar bienes y servicios consumibles, sino en los procesos de transferencia de los productos y del intercambio de dinero correspondiente. Desde la perspectiva marxista se ha debatido si son trabajadores que generan también plusvalor y por tanto explotados. Marx en El Capital establece una distinción clara: los trabajadores en estas ramas no son productores directos de plusvalor, pero son necesarios (como las funciones generales que desempeñan estas ramas) y por tanto permiten que los capitalistas comerciales y financieros se apropien de parte del plusvalor generado en la economía. En la práctica concreta, generan ganancias para los propietarios del capital y en este sentido son también explotados por el capital, en forma indirecta. Los funcionarios públicos no generan ganancias, pero cumplen funciones necesarias para el mantenimiento de la relación social capitalista. Son asalariados y por tanto también se observa la tendencia del capital, por medio del Estado, a reducir sus salarios lo máximo posible, punto en el cual tienen elementos en común con sus hermanos de clase en las empresas capitalistas.
Como puede verse el mundo de los trabajadores asalariados está bastante fragmentado.
De otra parte, la gran mayoría de asalariados trabaja en organizaciones muy pequeñas. Son pocas las empresas en la cuales se agrupan cantidades significativas de trabajadores y en las cuales aparece el obrero colectivo. Por ejemplo, de acuerdo con las cifras de la Encuesta Anual Manufacturera en 2018 había solamente 815 establecimientos industriales con más de 200 trabajadores que ocupaban en total un poco menos de 400.000 personas. Algo similar se observa en todas las ramas industriales.
Los trabajadores por cuenta propia
Un número grande de trabajadores, cerca de 10 millones, son trabajadores por cuenta propia. Se caracterizan porque no venden su fuerza de trabajo a un patrón a cambio de un salario, sino por la producción o comercialización de un bien o servicio. Nuevamente, aquí la situación concreta es bastante compleja por cuanto aquí se incluyen:
a. Trabajadores por cuenta propia en actividades profesionales especializadas junto a trabajadores por cuenta propia sin mayor formación.
b. Trabajadores por cuenta propia de las ciudades (artesanos, pequeños productores, tenderos, vendedores callejeros ambulantes y estacionarios, etc.).
c. Trabajadores por cuenta propia del campo (campesinos) que tienen una propiedad o posesión de la tierra y que viven en una mayor dispersión y aislamiento físico que sus semejantes en las ciudades.
La independencia o autonomía es bastante relativa. Muchos de estos trabajadores son en la práctica una forma en transición o incompleta de trabajadores asalariados, dado que en la práctica trabajan indirectamente para patronos capitalistas. También hay una enorme diferencia en cuanto a los ingresos y las condiciones de trabajo.
A partir de lo anterior se observa que los trabajadores:
- Están aislados, tanto los asalariados, como los otros.
- Compiten fuertemente entre ellos
- Objetivamente no hay vínculos estrechos que los agrupen
- Tienen una visión del mundo fragmentada y aislada
- Están sometidos a la ley de la selva
- No hay factores objetivos que estimulen la solidaridad.
Son muchos los factores que dificultan la agrupación y la solidaridad de los trabajadores asalariados y por cuenta propia. Muchos trabajadores se consideran empresarios, iguales cualitativamente a los grandes empresarios capitalistas. Los productores campesinos luchan por sostener su producción privada. Hay diferencias jerárquicas y salariales entre los asalariados que dirigen y controlan las empresas y la gran masa de trabajadores rasos.
En conclusión, es una situación muy favorable para el sistema capitalista. Los elevados niveles de pobreza, miseria, explotación y desempleo, en vez de unir a los trabajadores generan barreras para su coordinación. Cada cual está luchando por sobrevivir de la mejor manera posible, compitiendo con sus hermanos de clase. No se ve que el problema de fondo es el propio sistema capitalista. Y políticamente buena parte de los trabajadores termina adoptando las ideas e intereses de los capitalistas y votando por sus representantes políticos.
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Alcaldía de Cali
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