“Pero si se cae Petro, al país se le haría un mayor daño que si se queda. Explico por qué…En el caso de Petro, el plan B es Francia Márquez. Sobre ella se la pasa diciendo casi con placer que “quieren que Colombia retroceda a la esclavitud y odie solo a la gente por ser negra.” María I. Rueda, Que no caiga Petro. ET, 11/6/23, p. 1.19.
La guerra sigue
“En su informe (CICR) del año pasado dice que hay siete conflictos armados en Colombia, tres de grupos subversivos contra el Estado, y cuatro de grupos armados, entre ellos, en que ni siquiera participa el Estado…Este es un país en guerra, desgraciadamente.” Roberto Carlos Vidal, La guerra sigue, no hemos logrado pararla, ET, 5/06/23, p. 1.13.
“El Pacto es desgobierno histórico”. Cambio Radical, PPP.
El presidente de la JEP, Roberto Carlos Vidal en una charla reciente con Yamid Amat, un periodista muy atendido, recordó cómo en Colombia en 2022-23, “tuvimos un millón de desplazados nuevos. O sea, el conflicto sigue vivo. Por eso es por lo que también le digo…este país va a tener que seguir trabajando por la paz hasta que la logremos.”[1]
El jueves 13 de julio, el presidente Petro después de un connato de crisis de gobernabilidad, finalmente no viajó a San Andrés y Providencia, y tuvo que celebrar en Bogotá el fallo de la Corte Internacional de La Haya que no reconoció a Nicaragua su pretensión de extender su plataforma marítima más allá de las 200 millas. Había dispuesto unidades de la armada colombiana en la frontera, para garantizar los límites internacionales del país en los mares y océanos, que fijó la Constitución de 1991.
Eso sí, la gran tarea del primer gobierno de oposición que dirige el Pacto Histórico, sigue siendo la consecución de la paz total después de más de 200 años. Gustavo Petro y Francia Márquez, a un año de posesionados, tienen un conjunto de conflictos políticos y jurídicos por resolver.
Con todo, Petro coincide con el profesor de derecho constitucional Roberto Carlos Vidal, presidente de la JEP, en su decir:
“Yo no creo que seamos violentos ni nos gusta la guerra; creo que tenemos un problema que debemos resolver.”
En el frente global, después de la elocuente perorata de Petro en la asamblea general de la ONU, Susana Muhamad, ministra de ambiente y desarrollo sostenible de este gobierno, estuvo en la Cumbre del Clima, con más de 190 países reunidos. Ella, en una columna de opinión, Los dilemas del cambio climático exigen decisiones, señala:
“El debate es vívido en Colombia, las contradicciones de la sobre explotación ganadera y agrícola en La Mojana, más la minería ilegal del bajo Cauca, conjuran el desastre: la inundación. El mal ordenamiento territorial en la mayoría del país, la deforestación…los límites ambientales…o la inexistencia de los mismos, ponen a millones de personas en riesgo.”
Muhamad recuerda también, que “la realidad impone decisiones,”[2] así que el gobierno actual insiste en el ordenamiento territorial de Colombia alrededor del agua, en la transición energética justa, en el canje internacional de deuda por naturaleza, así como en la resiliencia territorial y comunitaria, detener la deforestación amazónica, y exigir la descarbonización del mundo.
Muhamad resalta cómo la jefa negociadora de la Cumbre Climática, destacó que era la primera vez que un presidente se sentaba a acordar la posición colombiana en la materia, cuando en Colombia se vive el fenómeno de la Niña de mayor extensión territorial y uno de los mayores en duración, con 700.000 damnificados, regiones enteras por reconstruir y una situación fiscal agravada por el endeudamiento del país.
El exministro de hacienda, Rudolf Hommes, ex rector de los Andes, es un crítico acérrimo de varias reformas sociales pendientes, que son bandera del binomio gobernante, en desarrollo de lo prometido en el art. 13 de la Constitución.
Hommes, entrevistado por la periodista María I. Rueda, – de filiación conservadora-, presume de haber votado por Petro en la segunda vuelta, y anota: uno vota, pero no deja después de eso de pensar y opinar.”[3] Para referirse a la polémica reforma de la salud, señala: “Ahora este gobierno está tratando de hacer un sistema de salud que le sirva al 7%; y al resto, que somos más del 93% de los colombianos que ya estábamos en el sistema, nos lo va a cambiar…lo que han debido haber hecho es incorporar a ese 7%.”
Enseguida destapa la carta principal: “Lo que no me parece es que con el Estado que tenemos pueda funcionar un sistema de salud estatal. Ni siquiera la crítica es ideológica…es práctica.”[4] De manera contundente comenta a la periodista: “Suponga que esto del sistema de salud les falle. Quedaríamos gravemente afectados 50 millones…y ahoritica solo había un grupo muy pequeño que estaba desatendido.”
También le preocupa la suerte de las EPS, porque según el nuevo Min salud Jaramillo las acabará. Hommes lo califica así: “Él es simpático y de buen humor, pero es igual de malo que la Corcho (ja,ja,ja)…Se queja de que el problema es de desinformación y él es un desinformador neto…en la entrevista que le mencioné. Que es que se le fue una palabrita.”[5]
El familiar y socarrón Rudi concluye con rudeza: “Voté por Petro por dos motivos. Uno, porque no teníamos candidato del otro lado. Y dos, porque vi la votación de esas zonas marginales del país y me dije: si esa gente tiene algún chance de alcanzar al país, porque está muy subdesarrollada, va a ser con Petro. Pero hasta ahora no he visto nada …”[6]
Nueva estrategia y guerra de posición democrática
“Petro gobierna – aún bajo su crisis política reciente- con testaruda ideología izquierdista que desconoce los hechos en prácticamente todos los temas que aborda. Sergio Clavijo, en la columna Ideología vs. Hechos. ET, 11/6/23, p. 1.19.
“Todo ministro y ministra debe obedecer el mandato popular. Ministro o ministra que no haga caso se va.” Presidente Petro. ET 11/06/23, p. 1.2.
Armando Neira, el atildado editor político de El Tiempo, escribió sobre la manifestación convocada por Petro, a la plaza de Bolívar en Bogotá, el miércoles 7 de junio. Incluía una movilización general de los subalternos y demócratas del país.
Enseguida, Armando establece un contraste entre el decir presidencial del 7 de agosto de 2022, y el discurso agitacional de junio, para marcarle un cambio en la estrategia; sin embargo, en el subtítulo de su escrito de lo que habla es de “su táctica para superar la crisis y mover sus reformas.”[7]
Petro habló desde una tarima improvisada, a boca de plaza, en medio de dos fatídicos lugares, el Palacio de justicia reconstruido, y el Museo del 20 de julio. En éste, cómo olvidar que los rescatados del incendio provocado y la balacera contiguos, los rescatados, varios que se sepa, tuvieron como destino la tortura y la desaparición, como pasó con Carlos Rodríguez, administrador de la cafetería del Palacio, Irma Franco, militante del M19, y el magistrado Carlos H. Urán.[8]
Diez meses antes, en la Plaza de Bolívar, Petro hizo traer la espada de Bolívar, – contrariando las artimañas del expresidente saliente-, anticipó en su posesión:
“Dialogaré con todos y todas, sin excepciones ni exclusiones. Este será un gobierno de puertas abiertas para todo aquel que quiera dialogar…”[9]
El respaldo a su decir eran los triunfos obtenidos, en la primera vuelta, con 8.527.768 votos, la más alta votación obtenida por cualquier fuerza o coalición de izquierda, independientes y demócratas en Colombia. La segunda, 11.281.013 votos, aumentó la hazaña obtenida con el voto subalterno el 19 de junio.
Esa vez enfrentó al candidato Rodolfo Hernández, con quien se agruparon los rivales de derecha y reacción para derrotar a la pareja Petro/Márquez. Ellos alcanzaron el segundo más alto guarismo de la historia electoral colombiana, casi supera el de la consulta anticorrupción realizada en 2018, cuya pregunta dos obtuvo 11.463.662 votos por el sí, sin que tampoco fuera aprobada.[10]
No pocos sostienen que la moderación en el discurso previo a la segunda vuelta atrajo a votantes y figuras del centro, y de otras procedencias, incluidas figuras de la derecha neoliberal. Así recibió los apoyos de Rudolf Hommes, Alejandro Gaviria, hoy críticos acérrimos suyos, y del rebelde Antanas Mockus que mantiene su respaldo.
Petro formó para el arranque un gabinete pluralista. Puso al frente el trío variopinto de Alejandro Gaviria, educación, José A. Ocampo, hacienda, y Cecilia López, agricultura, que resumen tres épocas del liberalismo colombiano. Con este alineó un trío de mujeres radicales, Carolina Corcho, Susana Muhamad e Irene Vélez, quien por estos días está también de salida.[11]
En las votaciones para congreso, el Pacto Histórico tuvo buenos resultados, los mejores de esta coalición de centro izquierda, pero no los suficientes para poder gobernar solo, sin alianzas y coaliciones. De ahí que, para avanzar en la construcción de un nuevo bloque histórico, y desmontar el ya existente, desarrolló la estrategia de un Frente Amplio, en parte, emulando con la experiencia uruguaya de los Tupamaros que llegaron a ser gobierno con Tabaré Vásquez, primero, y después, con un exguerrillero, el carismático y campechano abuelo, José Mujica Cordano.
De ese modo, dominaron el senado, de 106, integraron a 76 en los proyectos de ley más urgentes. El primero de todos, la llave maestra, la reforma tributaria, que sepultó al gobierno de la continuidad reaccionaria, de Duque y Carrasquilla. Para el primer año quedaron listos 19,7 billones, y un promedio de 20 billones para los siguientes tres años. Para un jugoso total de 80,2 billones.
Con las arcas bien provistas hay que alimentar un ramillete jugoso y provocador de reformas sociales, laboral, salud, pensional, y 29 proyectos de ley más.[12] Al conocerlas llovieron las críticas. La primera de todos, Salud, que concluyó con el sacrificio de su más aguerrida mentora, Carolina Corcho, médica y sindicalista probada.
En el mismo banco de pruebas se hundió también el liberal Alejandro Gaviria, un promocionado arquitecto de la revolución educativa, como él la llamaba. Se dedicó a criticar la reforma a la salud, manzana de la discordia del capital financiero, con el ardor militante de defensor de las EPS, que ellas alimentan con pingues ganancias durante un cuarto de siglo.
Salieron también Cecilia López, quien tenía acreditada la tarea de impulsar, por fin, la reforma agraria integral pactada en los acuerdos con las Farc Ep.[13] En los primeros meses la cuestión agraria tenía un paso paquidérmico, y su reemplazo, la abogada Jhenifer Mojica, que creo recordar como alumna en derecho, tiene una tarea gigantesca por cumplir. Cecilia, con Ocampo y Gaviria elaboraron un escrito crítico que se coló a los medios. Con este antecedente, el 25 de abril, a las 10 45 pm., un día antes de la partida de los ministros, vino el lacónico trino presidencial:
“La coalición política pactada como mayoría ha terminado en el día de hoy y por decisión de unos presidentes de partido.” Los presidentes concernidos era Gaviria del Liberalismo, Dilian Toro del partido de la U, y Cepeda del Conservatismo.
Con este viraje táctico la marcha del Ejecutivo en el Congreso se ralentizó; brotaron los congelamientos y las triquiñuelas acostumbradas. Por los mismos días, al interior de la “guardia civil” presidencial, se precipitó un conflicto en la casa de Nari entre Laura Sarabia, jefa de gabinete, y su mentor Armando Benedetti. En apariencia, la punta del iceberg fue el robo de una maleta con us $7.000 de la casa de Sarabia.[14] Esclarecimiento de este hecho que aún no concluye, pero que condujo a la salida de ambos funcionarios, y al suicidio de un coronel de la policía, al servicio del palacio de Nariño. La muerte ya fue certificada por medicina legal días después.[15]Y el presidente Petro reaccionó, señalando que “el coronel Dávila se suicidó por presiones en los últimos instantes de su vida.”
Así las cosas, en este episodio de crisis de gobernabilidad inducida por factores concurrentes se le puso como colofón, el escándalo de la nota roja. Con la perspectiva de armar un golpe blando contra el primer mandatario de la oposición electo presidente, sin dejarlo, de ser posible, cumplir el primer año de gobierno.
La gobernabilidad hace agua
“Nos hundimos todos, nos acabamos todos, nos vamos presos.” Armando Benedetti, embajador en Venezuela, Conversación grabada con Laura Sarabia, jefa del gabinete Petro.
“Quieren hundir las reformas y luego destruir al presidente desde la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes para concretar el golpe blando, como en el Perú;” Gustavo Petro, manifestación del 7 de junio.
En esta precisa coyuntura estratégica se desprende el connato de crisis, su climax. Recibe todo el bombo y platillo del que es posible su vibrante ampliación en la telaraña mediática privada, con la revista Semana y su directora estrella Vicky Dávila al redoblante.
Entre bambalinas están los Gilinski, los multimillonarios asociados con el capital internacional de los Emiratos árabes. Gabriel, el delfín de esta familia valluna, que arrancó con la industria del plástico Rimax, es el gerente del proyecto de comunicaciones, y el soporte corporativo principal. Jaime, junto a Luis Carlos, David Vélez y Beatriz Dávila es una de las cabezas del bloque de poder real, afectado por los anuncios de disciplinar el capital bancario y financiero, que no pierden la posibilidad de disciplinar a Gustavo Petro y su ramillete de reformas sociales.
De este modo en este tiempo privilegiado de desenlace de la más importante crisis de hegemonía de un cuarto de siglo, el país político despliega todos sus cálculos, así como las artes políticas non sanctas, para la pesca “milagrosa”. Mientras tanto, el país nacional, y las mayorías subalternas permanecen a la expectativa, y sorprendidas por semejantes audacias.
Sobre este penúltimo episodio, el campo de batalla se traslada a la sociedad civil, es el yunque de prueba de la credibilidad del presidente, la puesta al asedio de la legitimidad para el ejercicio adecuado de su mandato. Para contener y desestimar la crisis, ya no solo en la sociedad política, con el retiro de los dos funcionarios, Petro y Márquez respondieron con la participación ciudadana en la calle, y lo fue de modo indicativo. En aquel escenario de la primera semana de junio se produjo el cambio de táctica para sellar las heridas inflingidas a la gobernabilidad.
El concurso de las centrales sindicales fue fundamental para la guerra de movimientos ensayada por el establecimiento. Fue una respuesta eficaz al urgente llamado del presidente. El blitzkrieg de la reacción había sido alertado por el presidente en compañía de su esposa, y secundado con las movilizaciones que confluyeron a la escucha en el llamado balconazo del 1o. de mayo.
Desde antes las movilizaciones se replican en cascada, y ganan momento, sin que el número de participantes tenga un conteo adecuado ni siquiera por la Policía, cuya credibilidad se pone en cuestión de cuando en vez. En todo caso, el Pacto Histórico y las Centrales sindicales, que reúnen a la minoría trabajadora del país,[16] se anticipan al partido de la guerra que maneja desde la clandestinidad un frente político corporativo. Quieren doblegar a toda costa las energías reformistas del neoprogresista gobierno de la modernización capitalista por la vía democrático burguesa.
Avisado, Petro decidió proclamarse gobernante de izquierda. Aquel histórico primero de mayo recordó el golpe contra el general de ancestro indígena, José María Melo y sus apoyos civiles principales, Las Sociedades Democráticas. Petro hizo también a un lado, en público, la fórmula que compartió con su archirrival Uribe Vélez por varios años: derecha e izquierda, ya no va más en política. Que alimentó la tercera vía de la dupla Blair/Giddens. ¡Mamola!!!
Petro empezó a desatar la madeja coyuntural, al desentrañar la lucha de clases aupada por el establecimiento colombiano, al despejar el significado de la guerra social que libran las elites bipartidistas contra las disgregadas mayorías subalternas por más de sesenta años en Colombia.
Descubrió así, con su oratoria pedagógica que los animadores de la lucha de clase en el país son ellos y ellas, que, al contrario, se la enrostran a la que llaman extrema izquierda, como es la costumbre de Germán Vargas Lleras, Álvaro Uribe, Fico Gutiérrez, entre otros gesticuladores del bloque de la guerra.
Desde entonces se preparó al toque de diana para conjurar el peligro del golpe de Estado, el llamado golpe blando. Tocó a somatén, y llamó a su retaguardia de confianza. Así que Petro no call(y)ó. En cambio despachó su palabra de orden:
“Todo ministro y ministra debe obedecer el mandato popular (…) Ese es el cumplimiento del programa de gobierno. Ustedes lo vigilarán.”[17]
(continuará)
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[1]El Tiempo, La Guerra sigue, no hemos logrado pararla, Op. cit., p. 1.13.
[2] En ET, 27/11/22, p. 1.11.
[3] En ET, 29/05/23, p. 1.4.
[4] Op. cit. Ídem.
[5] Ídem.
[6] Ibídem.
[7] En ET, Armando Neira, Editor de Política, 11/6/23, p. 1.2.
[8] Ver el testimonio de Alejandra Rodríguez, y la sentencia de la Corte Interamericana de D.H., que condenó al Estado colombiano por la desaparición de 11 personas y la retención ilegal y tortura de cuatro civiles. Ver ET, 12/1272014.
[9] ET, 11/6/23, p. 1.2.
[10] La pegunta era si las personas condenadas por corrupción y delitos contra la administración pública deben cumplir la totalidad de las penas en la cárcel, sin posibilidad de reclusión especial, y que haya terminación unilateral de los contratos con ellas y las personas jurídicas, sin lugar a indemnización alguna ni posibilidad de volver a contratar con el Estado
[11] A raíz del incidente producido por su hijo menor de edad, intrigando ante la autoridad de migración, para permitir ilegalmente la salida de su hijo.
[12] Sin embargo, en las sesiones extraordinarias del Senado, hubo una adición presupuestal de 16.9 billones, para destinar parte de estos recursos al gasto social. La aprobación de la partida se hizo el 19 de junio. El proyecto empezó a tramitarse desde el 17 de febrero.
[13] Tuve ocasión de verla compartiendo con un sobrino nieto de Zapata, en el pabellón de México en la feria del libro en Bogotá, cuando ya estaba de salida del ministerio.
[14] La revista Semana y su directora pusieron el grito en el cielo de la opinión pública, y el incidente se convirtió en tragedia, con el suicidio del coronel de la policía, Oscar Dávila, que aparecía como implicado en las chuzadas al personal doméstico con prueba de polígrafo incluida.
[15] Este martes los dos estaban citados a declarar, y pronto conoceremos, si lo harán o no, y con qué revelaciones. Entre otras, el comentario sobre el recibo por debajo de cuerda de $15.000 millones recolectado por el acucioso, recursivo y hablador ex senador de la República.
[16] Diezmadas por el terror asesino, la intimidación y la represión a los procesos de sindicalización desde la década de los años setenta del siglo pasado.
[17] Ídem.
Miguel Angel Herrera Zgaib, PhD, Director Grupo Presidencialismo y Participación, Minciencias/Unijus, IGS- Colombia. Red Latinoamericana y caribeña de Estudios Gramscianos
Foto tomada de: Publimetro
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