En Colombia el segmento opositor parece agrupar dos grupos, uno más al centro y el otro a la derecha; sin embargo, ambos terminan en el fondo defendiendo lo mismo, salvo que el centro pase a la izquierda en coalición, alianza o convicción. Quizá la diferencia entre sí radica en sus estrategias gramaticales de defensa, ya que mientras los que se ubican en el centro intentan lucir más «moderados», la derecha intimida creando «monstruos» y ojalá capaces de provocar cólera social, además se caracterizan porque «se alimentan entre ellos con su odio mutuo», como lo señala Laval y Dadot en su libro: La pesadilla que no acaba nunca: el neoliberalismo contra la democracia.
Sin embargo, vale la pena diferenciar la resistencia al cambio del discurso del miedo. Ambos son estrategias, pero el segundo es utilizado para lograr oponerse con falsa «legitimidad» al cambio. Por eso crearon en materia económica especialmente el monstruo de Venezuela como espejo, el dólar a 5.000 y 7.000 pesos, la fuga de capitales, la salida de inversionistas y la quiebra de empresas por el simple hecho de que llegara un gobierno de izquierda. Hay que decir también que intimidaron a trabajadores con la pérdida de sus empleos si ganaba el Pacto Histórico e hicieron desfilar por sus improvisados salones de capacitación a venezolanos y otros personajes con la intención de crear pánico e inclinar la balanza hacia Rodolfo Hernández que, dicho sea de paso, además de no haber sido capaz de asumir con dignidad y altura su curul en el Senado, como sí lo hizo Petro hace cuatro años, se refugió en su ciudad natal para seguir con sus «actividades» políticas. Son infinitos los monstruos creados y la rabia social que han querido generar a partir de prejuicios y distorsionando la realidad, es decir, creando posverdad, donde algunos medios de comunicación son protagonistas, pero no vale la pena extenderse sobre este último tema sabiendo que semana tras semana el colombiano corriente se intoxica con sus «noticias».
La resistencia al cambio manifestada por dichos grupos conjuga el anhelo de recuperar el poder para utilizar el Estado a su favor, como ha quedado en evidencia en los múltiples casos de corrupción investigados, pero también, mantener unas relaciones de producción e intercambio inalteradas, donde justamente radican serios desequilibrios y hay suficiente evidencia de generar desigualdad. De manera que dicha resistencia no es por asuntos altruistas ni loables, es sencillamente por mantener una ideología dentro de las políticas de Estado (neoliberalismo) que defienden todo, menos la justicia social.
¿Por qué fracasó el discurso del miedo?
A casi un año de ese gobierno «monstruo» que quiso dibujar la derecha colombiana, acolitada por buena parte del centro, nada de su discurso se ha cumplido. La inflación, que todavía es alta, ya lleva tres meses disminuyendo y es alentador que los precios de los alimentos hayan empezado a rebajar. Preocupa el precio de los combustibles, pero tiene la ventaja de que es un producto que hace parte de la canasta de regulados. En lo corrido del año la inflación va en 6,15%, pero el primer semestre siempre se ha caracterizado por ser más inflacionario que el segundo, por lo tanto, si este patrón de comportamiento se mantiene, es posible cerrar el año con un nivel inferior al 10%.
Sobre la fuga de inversionistas habría que decir que la Inversión Extranjera Directa (IED) creció 27% el primer semestre de este año frente al mismo periodo de 2022 y solamente en junio aumentó 70%. Este hecho demuestra la mentira de que los inversionistas no vendrían a Colombia. Además, no hay que olvidar que este gobierno recibió un país altamente endeudado (60% del PIB), lo cual ponía en aprietos la política social y obligaba a un ajuste severo en las finanzas públicas, pues había que pagar la deuda y al mismo tiempo cumplir con los compromisos sociales adquiridos en campaña. Ambos desafíos se han enfrentado y sirvió para aprobar una reforma tributaria por primera vez progresiva, es decir, se corrigieron las fallas de la tributación y se puso límite y prohibiciones a beneficios de los ingresos más altos, quienes tributaban poco y era parte de la explicación de la desigualdad y la concentración del ingreso. Las medidas adoptadas por el gobierno han sido bien evaluadas por organismos internacionales y ahora el camino es mantener esta estabilidad para recuperar el grado de inversión que dejó perder el gobierno de Iván Duque, pues, así como se recuperaron millas en San Andrés, ahora habrá que recuperar puntos para mejorar las calificaciones de inversión.
También es importante decir que el gobierno tuvo que tomar la medida de subir el precio de los combustibles (gasolina corriente) dada la irresponsabilidad del gobierno anterior que aplazó la medida hasta el último minuto. Así sea un esfuerzo para quienes utilizan este tipo combustible, es una medida que evita gastar recursos del presupuesto general en favor de un pequeño segmento que venía consumiendo combustible con un precio inferior por el subsidio otorgado y pagado por todos, equivale al caso de salir a comer a restaurante, pero pedirles a sus vecinos que le ayuden a pagar la cuenta.
Por otro lado, el dólar está bajando actualmente y se cotiza sobre 3.980 pesos, sin embargo, no es atribuible a acciones directas del gobierno, luego tampoco es serio decir que cuando subió fue por su culpa. Lo que ha ocurrido con el mercado de divisas y el tipo de cambio se explica por razones externas y ajenas a la política nacional. Lo que sí se puede afirmar es que están llegando dólares al país producto de la inversión extranjera y las remesas, entre otras razones, que han presionado la divisa a la baja, por lo tanto, se puede inferir que el gobierno es bien visto por los inversionistas y la confianza que les genera ha motivado su interés por invertir en el país. En consecuencia, este hecho desmiente las falacias de la derecha.
En materia de empleo la tendencia muestra una disminución y en mayo se ubicó en 10,5%, indicando que la dinámica económica, por lo menos, se mantiene constante frente a hace un año cuando el desempleo fue 10,6%. Entonces, es mentira que las empresas iban a cerrar y les mintieron vergonzosamente a los trabajadores, lo que indica que, si hubiesen permitido que la gente votara libremente, la victoria habría sido abrumadora. He aquí el punto sobre el nudo en el cuello que algunos empresarios le pusieron al elector, incurriendo incluso en el delito de constreñimiento e impidiendo la profundización de la democracia, que tanto invocan.
En síntesis, se puede decir entonces que las estrategias de resistencia al cambio y el discurso del miedo no tienen ningún sustento, son simplemente cálculos políticos para mantener divisiones e impedir que el país pueda soñar y avanzar hacia nuevas formas de relacionarse, producir y vivir. Los discursos del centro y la derecha parecen estar más interesados en que al gobierno le vaya mal, por eso aquella sentencia De Maistre podría tener su versión contraria: en ocasiones el gobernante tiene pueblos que no lo merecen.
Jorge Coronel López, Mg. en Economía, Profesor, Columnista de Portafolio
Foto tomada de: Agencia Efe
maribel says
iluminante!!!
cuánta razón en un escrito!!