Claramente María Fernanda Cabal, quien aspira a ser presidente de Colombia, se identifica con, y admira, a Milei y Meloni. En los dos mensajes señala que ganó el “sentido común” pero no dice cuál sentido perdió: ¿el sentido extraordinario? ¿el sentido crítico? ¿el sentido científico? ¿los tres sentidos anteriores?
Vale la pena revisar algunos aspectos del programa de gobierno de Milei para tener una idea del sentido común que tanto le gusta a María Fernanda Cabal.
Milei considera que la causa de todos los problemas de Argentina es el Estado. En un primer momento habla en términos generales: “sin lugar a duda, el corazón de todo el problema argentino está en el Estado”, razón por la cual buena parte de su programa de gobierno consiste en una reforma neoliberal del Estado. Luego precisa un poco más el problema argentino, no se trata de todos los argentinos sino especialmente de los más pobres: “El Estado argentino es la principal causa del empobrecimiento de los argentinos”, frase en la cual no precisa quienes son dichos pobres; cabe anotar que con el mismo Estado si se ha enriquecido un grupo pequeño de “argentinos” (¿Se los podrá llamar una casta?) que aparecen muy sonrientes en la Revista Forbes[1] que nos cuenta cuántos miles de millones de dólares tienen en sus bolsillos. Cabe notar que en la primera frase el Estado parecía ser la causa única, pero en la segunda pasa a ser la principal, junto a otras que Milei no menciona. Señala a continuación algunos otros problemas de los “argentinos pobres”: 5 millones de personas cuyos ingresos no les alcanzan para comer, millones sin vivienda, adecuada, etc.
Pero ¿por qué el Estado ha empobrecido a millones de argentinos? Dice Milei que primero por su tamaño elefantiásico, que lo torna impagables, y segundo por la excesiva regulación en las oficinas públicas que entorpecen el funcionamiento de la economía. Hasta aquí no queda claro cómo se relaciona esto con el empobrecimiento de millones de argentinos, ni tampoco como unos pocos, a pesar de dicho Estado obstaculizador, han logrado enriquecerse.
Pasa luego a criticar la función del Estado y a especificar su propuesta. Dice en primer lugar que “la función del Estado no es entrometerse en cada aspecto de la vida de los individuos, ni para bien, ni para mal.” Ya sabemos cuál no debería ser la función, ahora nos cuenta cuál debe ser: “La función del Estado es proteger los derechos fundamentales, es decir, proteger el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad.” No precisa todavía a cuál libertad se refiere ni tampoco a qué tipo de propiedad (privada, pública, cooperativa, comunal, ancestral, etc.), pero ya veremos que en su corazón se encuentra únicamente la propiedad privada y no de cualquier cosa, sino de los medios de producción y del dinero.
Sobre el modelo económico de Argentina nos dice que es colectivista: “el modelo económico implementado por los políticos, durante los últimos cien años es un modelo colectivista que pretende centralizar todas las decisiones económicas de los individuos en las manos de unos burócratas que casualmente terminan todos millonarios. Qué producir, cuánto, cómo, de qué manera, a quién venderle, a quién no, cuánto cobrar, que se puede importar, que se puede exportar, todo esto está en manos de burócratas inescrupulosos. Este modelo no funciona, no va a funcionar nunca…El único modelo que funciona para que un país crezca es el modelo de la libertad, con un Estado limitado, comercio libre y respeto a la propiedad privada.”
El diccionario de la lengua española dice que colectivismo es: “Doctrina que tiende a suprimir la propiedad particular, transferida a la colectividad y confiar al Estado la distribución de la riqueza”. De acuerdo con Milei, en Argentina esta doctrina se llevó a la práctica y existe desde hace cien años. Según esto, sería algo parecido a la Unión Soviética o Corea del Norte, lo cual no parece ser cierto. Hasta dónde llega mi información, las empresas argentinas (de todos los tamaños) deciden autónomamente qué producir, cuánto, cómo y de qué manera. Parecería que Milei está exagerando, para no decir, mintiendo. ¿O será que al hablar de burocracia incluye también a las grandes organizaciones capitalistas?
Pero en este párrafo ya precisa por dónde va su noción de libertad y sus intereses: le interesa fundamentalmente la libertad económica y especialmente la propiedad privada en esta esfera. Su preocupación son las regulaciones y obstáculos a los señores capitalistas, dentro de la cual hay una muy importante y frecuente, los salarios de los trabajadores y las normas establecidas para garantizarles derechos laborales: “la regulación laboral en Argentina es arcaica y solo sirve para entorpecer la generación de puestos de trabajo.” (Y ofrece una ilusión sin sustento: pasar de 6 millones de puestos de trabajo a 14 millones).
Pero además cae en algunas contradicciones. Afirma, por ejemplo, que “dos de cada tres niños argentinos son pobres o no tienen acceso a derechos básicos como acceso a la educación, agua vivienda y otros servicios. Este es el resultado de las políticas implementadas en los último cien años.” Al mismo tiempo observa que una buena cantidad de argentinos depende la “asistencia estatal para sobrevivir”: “los argentinos que dependen de la asistencia estatal para sobrevivir son las víctimas del sistema, no los victimarios. Los victimarios son los políticos” (Según esto, los empresarios capitalistas que pagan salarios miserables y no cumplen las leyes laborales no han tenido nada que ver). Resulta entonces que la causa de la pobreza es el Estado pero al tiempo es el Estado quien garantiza que puedan sobrevivir millones de personas: Milei no se detiene a examinar esta aparente contradicción.
En su enfoque el Estado no debería dar asistencia social. Lo que hay que hacer es promover un modelo de la libertad y respeto a la propiedad privada que genere ingresos adecuados para todos, de forma tal que cada persona compre la educación que requiera, la salud que necesite, la vivienda que quiera, etc., libremente. Pero como Milei no es bobo, afirma que aunque ofrece desmontar una cantidad de ministerios, no va a suprimir la asistencia social porque esto “sería un crimen” y precisa que para ir hacia su sociedad ideal de provisión privada de casi todo, hay que esperar a que Argentina sea un país próspero, hasta que haya adoptado el modelo económico de la libertad que permita la creación de la riqueza” (como si lo la estuviera produciendo actualmente: ¿cómo entonces se han enriquecido los ricos que aparecen en la revista Forbes?) Es decir, como cualquier Cantinflas, Milei dice que va a recortar el aparato estatal, eliminar ministerios (principalmente los sociales) pero a continuación afirma que esto no lo hará hasta que el país no sea próspero (Es decir, no se sabe cuándo); mientras tanto, continuarán los subsidios estatales, pero enfocados a la demanda y no a la oferta.
¿Pensará María Fernanda Cabal desmontar la seguridad social y los subsidios a la población más pobre? Ni su jefe político cuando fue presidente dio ese paso.
Varios puntos se pueden destacar aquí:
- Milei responsabiliza casi por completo al Estado y a las políticas de los últimos cien años, por el bajo o nulo crecimiento económico y la pobreza de millones de personas.
- Milei, al hacer lo anterior, exculpa implícitamente de responsabilidad al sistema capitalista, el cual aparentemente no tiene nada que ver con los bajos ingresos de la población, la pobreza y la miseria
- En el discurso de Milei aparecen referencias al enriquecimiento de funcionarios públicos, pero nada sobre la concentración y centralización de la riqueza y de los ingresos privados en unas pocas manos.
- Milei desconoce abiertamente que el Estado argentino es un Estado capitalista y como tal ha estado al servicio de los intereses capitalistas; es como si no tuvieran nada que ver. Tampoco menciona las relaciones entre la corrupción pública y los privados.
Es evidente que existen fenómenos de corrupción e ineficiencia en el Estado, los cuales generan malestar entre sectores amplios de la población, incluida en buena medida las clases trabajadoras. Igualmente, las regulaciones estatales son complicadas y se prestan para abusos. Las normas sobre sanidad, ruido, usos del suelo, parqueo, disposición de basuras son un estorbo para tenderos, dueños de restaurantes, droguerías, panaderías, talleres de mecánica, etc., así como para toda suerte de productores; les generan costos y demoras. Las normas laborales son un fastidio para todos los patronos, afectan su libertad de pagar salarios de hambre. Por esta razón, mucha gente tiene fastidio con el Estado y sus funcionarios. Además, hay una gran corrupción bajo diferentes modalidades y en distintos niveles, lo cual también genera malestar e indignación entre muchos productores privados que violan sistemáticamente las normas laborales y otras. Milei, muy hábilmente, se enfoca en estos fenómenos reales para desviar la atención sobre las causas de fondo de la miseria y la pobreza de la mayoría de trabajadores.
El sentido común
El sentido común es un nivel de conocimiento básico, operativo, que nos permite movernos en la vida cotidiana. Pero no nos permite entender los fenómenos en los cuales vivimos inmersos. Somos capaces de prender y apagar la luz e incluso quizá de cambiar un fusible, pero no tenemos idea alguna sobre qué es la luz. Podemos utilizar cotidianamente el dinero, pero no somos capaces de responder a la pregunta qué es el dinero, más allá de que es algo que nos sirve para comprar.
Milei se mueve en un nivel muy básico del conocimiento cotidiano. Por esto lo admira María Fernanda Cabal. Se basa en unos hechos concretos y reales, pero no los ubica en un contexto más amplio. Su misión es clara: defender a ultranza el sistema capitalista que se basa en la explotación de la mayoría de los trabajadores.
Este esquema teórico es viejo y está consolidado entre otros espacios, en la ciencia económica. En la teoría que enseñan a los economistas en las facultades se les dice que el sistema de mercado es el mejor sistema económico posible, pero que, desafortunadamente tiene fallas: monopolios y oligopolios, escaso provisión de bienes públicos, externalidades, deficiente distribución del ingreso, bajo crecimiento y pobreza y miseria. ¡Unas pocas fallitas!. Para estos economistas, la razón del Estado es corregir estas fallas mediante diversas medidas, pero resulta que el Estado también tiene fallas. Entonces se culpa al Estado de no garantizar dichos resultados. Es una lógica interesante pero falsa; todo su propósito es exculpar al sistema económico, es decir al capitalismo. El terreno de la discusión se sitúa entonces en si se necesita mayor o menor intervención del Estado, dejando de lado la causa principal de todas las desgracias de la clase trabajadora, esto es, la existencia del sistema capitalista.
En el debate político entonces se da una discusión, aparentemente fuerte y enconada entre libertarios e intervencionistas (autoritarios). Pero las dos posiciones son a favor del capitalismo, con lo cual se logra sacar de escena los debates sobre socialismo. La gran mayoría de los trabajadores cae en este juego y se ilusiona esporádicamente con líderes y movimientos que defienden alguna de estas posiciones. Mientras tanto los capitalistas, sea con Estados intervencionistas o con Estados liberales, con crisis y sin crisis, siguen enriqueciéndose a costa de los trabajadores.
Milei y Cabal defienden claramente unos intereses concretos. A nivel general se trata de la defensa del sistema capitalista. Saben lo que quieren. Tienen claro que hay que quedarse en el nivel del sentido común y no profundizar.
El problema no son Milei ni Cabal. El problema son los millones de trabajadores que piensan como ellos. Y votan por ellos.
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[1] https://www.forbesargentina.com/rankings/50-argentinos-mas-ricos-lista-completa-n700; https://www.forbesargentina.com/rankings/ranking-forbes-2023-estos-son-hombres-mas-ricos-argentina-n31734
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Red + Noticias
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