Se dirá que es lógico, cuando la prensa está en manos de negociantes sin criterios periodísticos, al servicio de su lucro, si no fuera porque así mismo están los grupos políticos de la oposición, centrados en la ofensa personal, y la defensa cerrada de los intereses de esos mercaderes.
Si llegara algún extraterrestre a hacer una tesis de grado sobre la política colombiana, al estudiar la oposición al gobierno llegaría a la conclusión que esos grupos políticos se crearon para denunciar la vida de Gustavo Petro, la de su mamá, la de su esposa, sus hijos, y el perro de la casa.
Desde el Frente Nacional se vive en Colombia el desmantelamiento de la política, donde las diferencias ideológicas, aquellas que dan sentido de ser a partidos y movimientos se difuminan tanto que los pontífices del mercadeo político recomiendan a los candidatos no diferenciarse, sino parecerse. La práctica política se vuelve banal, y criminal. Ya se decía, las únicas organizaciones con programas políticos son las de izquierda, que las de derecha se han reducido a mandaderas de magnates, y a saqueadores del erario.
Así, han llegado al congreso nulidades sin nada qué decir, excepto insultar al presidente y a sus seguidores. No hay propuestas alternativas a las reformas que presenta el gobierno, excepto volver al pasado, pero sí se derrochan babas para poner en entredicho la salud mental del presidente de la República.
Petro es el único presidente de este siglo que no se ha robado nada, ni ha mandado a matar a ningún colombiano, ni ha ordenado violar universitarias, o sacarle los ojos a los estudiantes. Y quieren graduar a Gustavo Petro de Loco porque no lo hace. Esos políticos, con sus patrones, y sus periodistas, parecen adictos a la sangre, y sufrir un síndrome de abstinencia porque demandan los litros de sangre que les daba su general Mario Montoya. Llegan a reclamar masacres de campesinos, por ejemplo: reprochan al gobierno que no haya masacrado una protesta campesina en Los Pozos, San Vicente del Caguán. Se deben hacer votos para que Petro pase a la historia como el único presidente de Colombia que no auspició una masacre.
Pero sí como cualquier pendejo puede ser congresista de oposición, también puede ser comentarista en medios de comunicación corporativos, donde sólo basta con denigrar del señor presidente. Además, constituyeron un club de elogios mutuos donde se celebran las babosadas políticos y periodistas. La inopia intelectual de la extrema derecha, se acompasa con la miseria moral de la injuria, y la falsedad. Esas crisis de intelecto y de ética los arrojarán a la cañería de la historia, independiente del destino de Gustavo Petro.
Asistimos a un proceso electoral local y regional, donde las banderas de la derecha se reducen a ofender al presidente, en menos de dos meses veremos el resultado electoral del insulto como plataforma política, que no debe prosperar en una sociedad sensata, por muchos estudios de opinión que falsee la encuestadora del uribismo.
Gustavo Petro hace gala de una inteligencia excepcional, entendida como la capacidad de resolver problemas, que ni sus más rabiosos detractores puede negar, lamentablemente no parece ser una característica familiar, y de cuenta de sus parientes que no entienden que no llevan el brillo intelectual de Gustavo, salen a los medios enemigos del gobierno a decir sandeces, creyendo que hacen frases para la historia.
Tal fue el caso de la entrevista que le da el hermano del presidente a una periodista de derecha recalcitrante, donde deja como sentencia un diagnóstico que nunca recibió Gustavo Petro, de una enfermedad mental que no existe, ni podría ser enfermedad, el llamado síndrome de Asperger.
Johan Friedrich Asperger fue un médico alemán, militante del partido Nazi, que se dedicaba a diagnosticar niños para determinar quienes debían vivir y quienes no, desde el delirio de la eugenesia de Hitler. Ahí puso su nombre a unos componentes del autismo, entendido este como enfermedad mental, como discapacidad. Parece una anécdota de la historia, pero encierra algo más que un dato.
La clasificación dentro de un marco donde unos son sanos y otros enfermos, o normales y anormales, se hace siempre con criterios que establecen los que se creen libres de patología, para discriminar a los segundos. En la Alemania nazi era claro, porque esa línea era límite entre la vida y la muerte. En el resto de sociedades la etiqueta de enfermo mental equivale a una descalificación, y de la descalificación se pasa a la discriminación: la exclusión de los circuitos educativos, productivos, culturales, sociales… Se patologiza la diferencia para justificar la segregación.
Se ha psicopatologizado a los diferentes para perseguirlos: personajes incómodos para sus familias, para las instituciones educativas, para los sistemas políticos, han terminado excluidos de esos espacios, y en muchísimas ocasiones han pasado su vida confinados en manicomios. En Antioquia el caso del poeta Epifanio Mejía, compositor del himno antioqueño, es conmovedor.
En la cruzada contra la persona de Gustavo Petro se han permitido tantas canalladas que lesionan a muchísimas otras personas. Petro está curado de insultos, eso le resbala hace rato, pero la campaña que emprenden contra las personas con condiciones psíquicas diferentes hace un daño enorme. En una sociedad injusta quienes cargan un diagnóstico de enfermedad mental a cuestas, terminan varias veces más discriminadas que el resto de los discriminados.
Si las crisis son oportunidades, se debe aprender que un diagnóstico médico no es un insulto para arrojar como una flecha, que el mismo diagnóstico es cuestionable porque la diferencia no es enfermedad, sino condición de las sociedades humanas, donde todos viven, aprenden, aman, y producen, a ritmos distintos. La diferencia entre normales y anormales se debe borrar.
Dentro de la perversión de la política y del periodismo está que la salud se la despojaron a los médicos, ahora es tema de negocio, hasta las historias clínicas las quieren avasallar; el psiquismo se lo adjudicaron a quienes por oficio tienen la ofensa, pero el odio a Petro no puede pasar por encima de millones de niños con necesidades afectivas, cognitivas, diferentes. Ellos no pueden ser los daños colaterales en la cruzada contra el presidente de la República, sino el centro de las políticas de inclusión.
José Darío Castrillón Orozco
Foto tomada de: Colombia Humana
Hernan Pizarro says
La derecha llega a la disolución de la política como propuesta de organización de la sociedad.
No han podido entender que el “problema” no es Petro. La pérdida del poder político por parte de las fuerzas oscuras se debe a su obsolescencia y carencia de Humanismo.
La derecha se está enfrentando a un proyecto de país que cada vez logra mayor respaldo social.
Darío Muñetón says
No es gratuito que hace rato la derecha se graduó así misma de psiquiatra y “diagnostica” a quienes no tiene forma de afrontar con argumentos. Ejemplos viciosos de ello son la Cabal MD y Polo Polo PhD.
BARACK SAPHIR ALUMA LUMUMBA says
Saludos cordiales al escritor, por el rigor de su sencillez de los términos utilizados en la reflexión que nos transmite.
Desde mi perspectiva, creo que la columna de José Darío Castrillón, entre otras cosas, nos invita a todos quienes creemos en este gobierno del cambio, no sólo a creer en él, sino también a hacer nuestra contribución con la tarea constante de desarrollar la pedagogía social y comunitaria que en distintos espacios combata la mentira, la calumnia y el descrédito del nombre y la gestión de un gobierno sinigual. GUSTAVO PETRO – El presidente genio que está construyendo los cimientos de la Colombia nueva, de la Colombia justa, libre y soberana. Colombia potencia de la vida. Gracias, gracias y muchas gracias José Darío Castrillón
por la producción de esta columna.
Blanca Echeverri says
Trabajo con la diferencia en una institución educativa y es grave y ominoso que una mal llamada, periodista, con una familia tan descompuesta política y moralmente, haga “matoneo” en redes, públicamente, cuando desde las instituciones luchamos contra esa peste que sufren niños, adolescentes y jóvenes con una condición diferente. El matoneo escolar es un delito y con esa acción, que si se hace muy pública en los pasquines de la derecha, esta autorizando esta conducta que ha llevado a tantos jóvenes al suicidio. Un delito mas que endilgarle a esta representante de un sistema discriminador, represivo e ignominioso..