No pude asistir en el último minuto. Sin embargo, participé por zoom en una sesión y he recopilado una serie de documentos que me parecieron interesantes e importantes. Así que creo que hay mucho que puedo transmitir de los debates sobre muchos temas de interés para los lectores.
1- ¿El fin de la hegemonía estadounidense?
Permítanme comenzar primero con el tema y el debate de la sesión en la que participé. La sesión se llamó “Imperialismo, hegemonía y la próxima guerra”, un título grandioso y ambicioso. Fui el primero en intervenir con una breve presentación de diapositivas titulada Rentabilidad y olas de globalización.
Sostuvé que la globalización, definida como la expansión del comercio y los flujos de capital a nivel mundial, ha tenido lugar en oleadas, es decir, períodos de rápida expansión del comercio y el capital a nivel mundial y luego períodos en los que el comercio y los flujos de capital decaen y los países vuelven a las barreras comerciales y de capital. Calculé que podíamos distinguir tres olas de globalización, desde alrededor de 1850-80; desde alrededor de 1944-70; y la más grande desde mediados de la década de 1980 hasta finales del siglo XX.
¿Qué impulsa estas olas? Argumenté que podrían estar vinculadas a un cambio en la rentabilidad del capital. En cada uno de los períodos anteriores a estas olas, la rentabilidad del capital en las principales economías cayó significativamente. Con el fin de contrarrestar esta caída de las tasas de ganancias nacionales, las principales economías capitalistas buscaron expandir el comercio exterior y las exportaciones de capital con el fin de obtener ganancias adicionales de las economías con costes laborales más bajos y menos desarrolladas tecnológicamente y de lo que ahora llamamos, de forma resumida, el “Sur Global”.
Marx había incluido el comercio exterior como uno de los factores que contrarrestan su ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancias en la producción capitalista. Y como mostró con precisión Henryk Grossman, la caída de la rentabilidad durante la depresión de finales del siglo XIX fue una de las razones por las que las principales economías capitalistas comenzaron una expansión significativa de las exportaciones de capital. Esto aumentó la tasa de ganancia, pero solo por un tiempo porque la ley de Marx eventualmente anularía los factores de contrapeso (como Al Campbell en la sesión me pidió a explicar). Así que, en las décadas previas a la Primera Guerra Mundial, la rivalidad interimperialista se agrabó.
Esta fue también la situación a finales del siglo XX. La ola de globalización desde mediados de la década de 1980 fue la respuesta a la gran caída de la rentabilidad del capital en las principales economías desde finales de la década de 1960 hasta principios de la década de 1980. La globalización (entre otros factores) impulsó la rentabilidad a lo largo de las décadas de 1980 y 1990. Pero (especialmente después de la Gran Recesión de 2008-9), la ola de globalización finalmente se agotó a medida que la rentabilidad retrocedió. Ahora hemos entrado en un período de barreras comerciales, proteccionismo y peligrosa rivalidad entre las principales potencias económicas, especialmente Estados Unidos y China.
Y el declive de la economía hegemónica de EEUU en relación con las economías emergentes de China, la India y Asia Oriental ha aumentado. Este relativo declive fue abordado en el siguiente papel de Maria Ivanova (Goldsmiths University). Señaló que Estados Unidos tiene un déficit comercial significativo y duradero con el resto del mundo. Solo puede pagarlo debido a su emisión monopolística del dólar estadounidense, que es la mayor moneda de transacción y reserva del mundo. Sin embargo, la hegemonía del dólar se está debilitando gradualmente y ahora hay intentos de otras potencias económicas, como el grupo BRICS (que aumenta de tamaño), de reducir su dependencia del dólar y reemplazarlo con alternativas.
Cuenta corriente de EEUU en relación con el PIB %
Sergio Camera de la UA de México nos presentó una batería de datos y análisis para mostrar que la economía de los Estados Unidos está en una crisis estructural, todavía gradual tal vez, pero que sin embargo muestra señales claras de que la capacidad del capital de los Estados Unidos para expandir los recursos productivos y mantener la rentabilidad está disminuyendo. Esto explica su esfuerzo intensificado por estrangular y contener la creciente fuerza económica de China y así mantener su hegemonía en el orden económico mundial.
Los datos de Sergio mostraron “un estancamiento prolongado” de la tasa de ganancias de EEUU en el siglo XXI. La tasa general de ganancias fue del 19,3 % en la “edad de oro” de la supremacía estadounidense en las décadas de 1950 y 1960; pero luego cayó a un promedio del 15,4 % en la década de 1970; la recuperación neoliberal (coincidencia con una nueva ola de globalización – MR), empujó esa tasa de nuevo al 16,2 % en la década de 1990. Pero en las dos décadas de este siglo, la tasa media cayó a solo el 14,3 %, un mínimo histórico. Eso ha llevado a un menor crecimiento de la inversión y la productividad (especialmente en la década de lo que he llamado la Larga Depresión de la década de 2010), de modo que, en palabras de Sergio, la “base económica de EEUU se ha debilitado seriamente”. Esto está debilitando la posición hegemónica del capitalismo estadounidense en el mundo.
Sean Starrs del Kings College de Londres proporcionó un refrescante contrapeso a la teoría de que el imperialismo estadounidense y el dólar están a punto de perder su dominio en la economía mundial. En su presentación, señaló que la mayoría de las exportaciones clave de China fueron realizadas por empresas extranjeras (70%), no por empresas chinas; y que la mayoría de las ganancias de las exportaciones de China se obtuvieron en el bloque imperialista, no en China (esto es algo que G Carchedi y yo también encontramos en nuestro trabajo sobre la economía del imperialismo moderno).
Además, China aún no es un serio contendiente para los EEUU en las industrias tecnológicas a nivel mundial, a pesar de la exageración. Estados Unidos sigue siendo la potencia tecnológica dominante y también tiene la mayor parte de la riqueza personal del mundo (45 % sin cambios en las últimas dos décadas).
La discusión en la sesión giró en torno a cómo equilibrar estas tendencias. ¿Están los EEUU perdiendo su poder hegemónico o no? ¿Están los BRICS+ en condiciones de reemplazar la hegemonía de EEUU en la próxima década más o menos? ¿Estas rivalidades conducirán a grandes conflictos militares?
En mi opinión, si bien ha habido un declive relativo en la hegemonía económica y política de los Estados Unidos desde los días dorados de las décadas de 1950 y 1960, a partir de la década de 1970 ese declive ha sido un desafío gradual y potencial para la hegemonía de los Estados Unidos, por ejemplo: Japón en la década de 1970; Europa en la década de 1990; y ahora China (+BRICS); no han logrado reemplazarla y no tendrán éxito.
He comparado la situación usando la analogía del declive y el colapso del antiguo Imperio Romano en el siglo III dec. Algunos eruditos argumentan que el Imperio Romano se derrumbó debido a fuerzas externas, es decir, invasiones y un aumento de los estados enfrentados (¿es decir, los BRICS?). Pero otros argumentan, con razón en mi opinión, que la verdadera causa fue la desintegración económica de la economía esclavista dominante dentro de Roma. Las conquistas romanas habían terminado a finales del siglo II dec y no había suficientes esclavos para sostener la economía, por lo que la productividad disminuyó y finalmente debilitó el apoyo financiero al ejército. El aumento y la extrema desigualdad en Roma fueron un síntoma de este declive y eventual colapso.
En el siglo XXI, la globalización ha disminuido y la regionalización está emergiendo. La desigualdad de riqueza e ingresos en los EEUU y el G7 son extremos. Pero, sobre todo, la rentabilidad del capital en el bloque imperialista está cerca de mínimos históricos. El colapso del Imperio Romano también puso fin al dominio del modo de producción esclavista , que finalmente sería reemplazado por un sistema feudal. La mayor desintegración interna de la economía de los Estados Unidos no solo podría poner fin a su hegemonía global, sino también marcar el comienzo de un nuevo modo de producción.
2- China
Hubo muchas otras sesiones sobre diferentes temas en el IIPPE. En esta segunda parte, destacaré algunas sesiones/documentos que me parecieron interesantes y en los que pude obtener las presentaciones de los autores.
Empecemos por China. Antes de la conferencia propiamente dicha, el Grupo de Trabajo sobre China dentro del IIPPE organizó una serie especial de sesiones sobre China. El profesor Dic Lo de SOAS London reflexionó sobre cómo China se enfrentó a la pandemia de COVID y qué lecciones se podrían extraer de ello.
Elias Jabbour, ahora asesor especial de la expresidenta de Brasil, Dilma Roussef, Directora del Nuevo Banco de Desarrollo en Beijing, analizó las posibilidades de una mayor integración del comercio y la inversión entre Brasil y China.
Y Salam Alshareef, de la Universidad de Grenoble, abordó si la iniciativa Belt & Road de China para financiar y construir proyectos en países de todo el mundo ha tenido éxito; si aumentó las alternativas a las fuentes de financiación occidentales tradicionales como el Banco Mundial; y si representó un cambio en el equilibrio de poder global de los Estados Unidos frente a los “estados contendientes”. El Grupo de Trabajo sobre China ha publicado una serie de vídeos de You Tube sobre estas sesiones, así que dejaré los comentarios sobre estas presentaciones por ahora.
En la conferencia principal del IIPPE hubo otras presentaciones sobre China. Solo seleccionaré dos. La primera fue de nuevo del profesor Dic Lo, llamada “La economía política de la “nueva normalidad” de China”. Abordó una pregunta clave que se plantea en los medios de comunicación occidentales, a saber, ¿es permanente la reciente desaceleración económica de China, o, peor aún, es una señal de la inminente desaparición de China? El profesor Lo analizó si la desaceleración se debe a la falta de demanda interna, como afirman muchos expertos keynesianos en China como Michael Pettis, o si se debe a la caída de la rentabilidad del capital en China, como podrían sugerir los marxistas. Lo tiende a argumentar a favor de esta última causa principal (de hecho, esa es mi posición: véase el libro, Capitalismo en el siglo XXI, pp213-14).
Pero Lo señala que la rentabilidad del sector industrial sigue siendo alta; es la rentabilidad de sectores improductivos como los bienes raíces y el mercado de valores la que ha retrocedido, y sabemos que China se enfrenta a una crisis inmobiliaria. Además, la rentabilidad ha caído debido a una creciente participación de los salarios en el valor añadido (a diferencia de Occidente) y a un aumento de la composición orgánica del capital, siguiendo la teoría marxista.
Para mí, el documento de Lo señala la principal contradicción en la extraña economía híbrida de China. Si la rentabilidad del capital cae, eso reduce el crecimiento de la inversión y la productividad en el sector capitalista. Para mí, eso aumenta la necesidad de que China expanda su sector estatal para que la economía no dependa tanto de la rentabilidad, particularmente en tecnología, educación y vivienda.
En otra sesión, Grzegorz Kwiatkowski y David Luebeck de la Escuela de Economía de Berlín analizaron el grado de control estatal sobre las empresas en China. De las 100 empresas chinas más grandes, 78 empresas son estatales. El dominio de las empresas estatales en la economía china es mucho mayor que en la mayoría de los otros países, lo que refleja el papel único que desempeñan en el sistema económico de China.
Una vez más, esto es algo que he descrito en mi propio trabajo (ver Capitalismo en el siglo XXI p214). Utilizando los datos del FMI sobre el tamaño del sector público para todos los países, descubrí que, en 2017, China tenía una relación entre la inversión pública y el PIB más de tres veces superior a cualquier otra economía comparable, con las otras promediando alrededor del 3 % del PIB. China tenía una relación entre el capital público y el PIB que era un 30 % más alta que la de Japón y casi tres veces más que las demás. Y China tenía una relación entre acciones públicas y privadas casi el doble que la de la India y Japón y tres veces la del Reino Unido y los Estados Unidos. Pero el sector privado creció paulatinamente en China hasta 2017, lo que, en mi opinión, si continuaba, representaba un riesgo para la economía estatal de China, como muestra de hecho la reciente crisis inmobiliaria.
3- La ley de la rentabilidad de Marx
A menudo vuelvo a considerar los movimientos en la rentabilidad del capital como un indicador clave de las tendencias en una economía, incluso en una como China, donde domina la inversión estatal. Hubo dos documentos en la IIPPE que apoyan la validez de la ley de la rentabilidad de Marx y su relevancia para las crisis en las economías capitalistas. El primero es un análisis innovador de Tomas Rotta de Goldsmiths, Londres, y Rishi Kumar de la Universidad de Massachusetts, titulado “¿Estaba Marx en lo cierto?” Rotta y Kumar analizan la rentabilidad del capital en 43 países de 2000-14 utilizando la Base de Datos Mundial input-output (WIOD) para sectores productivos e improductivos concretos.
Muestran la alta proporción de capital fijo productivo en China en comparación con otros países y, por el contrario, la alta proporción de capital improductivo en los Estados Unidos. Y compilan una tasa de ganancias mundial, que disminuyó durante el período, principalmente porque la composición orgánica del capital aumentó más rápido que el aumento de la tasa de plusvalía, según lo previsto por la ley de Marx. Las tasas de beneficio disminuyeron a nivel global agregado, entre países y dentro de los países. Descubrieron que los países ricos tienen tasas de ganancias más bajas debido al aumento del capital fijo vinculado a la actividad improductiva.
El problema con estos datos es que solo cubren un corto período en el siglo XXI y también se basan en tablas input-output que no son dinámicas, sino fotos fijas de categorías económicas. Pero incluso así, su análisis justifica la ley de Marx. Y hay más por venir de estos autores.
4- Trabajo productivo e improductivo
La cuestión de qué constituye trabajo y sectores productivos e improductivos en las economías capitalistas se debate continuamente entre los marxistas. Costas Passas, investigador principal del Centro de Planificación e Investigación Económica (KEPE), en Grecia, dio una explicación clara en su presentación.
Según Adam Smith, el trabajo productivo produce ganancias y solo produce productos tangibles. Para Marx, la primera parte de esta definición, la producción de un beneficio, es correcta, mientras que la segunda es incorrecta. “Marx critica explícitamente a Smith por mezclar una definición de trabajo productivo basada en el valor (excedente) con una definición basada en los atributos físicos de la mercancía”. Los sirvientes son improductivos porque no son empleados por el capital, no porque no produzcan objetos externos. Y el trabajo que supervisa a los trabajadores es improductivo. Los sectores improductivos son aquellos que no producen nuevo valor, sino que obtienen valor y plusvalía de nuevos sectores que generan valor. El primero incluye las finanzas, los bienes raíces y el gobierno. Como es de esperar, en las economías capitalistas avanzadas y maduras, la proporción de valor que va a sectores improductivos aumenta. Passas encontró esto para Grecia.
El otro documento sobre rentabilidad fue de Carlos Alberto y Duque García de la AU de México sobre la distribución de las tasas de beneficios en Colombia. Los autores ya han hecho un gran trabajo sobre las tasas de ganancia en Colombia. Su nuevo documento estima la distribución de las tasas de ganancias entre y dentro de las industrias en Colombia mediante el empleo de datos a nivel de empresa. Es muy técnico, pero descubrieron que había una dispersión significativa en las tasas de beneficio a nivel de la empresa, así como en las tasas de beneficio promedio en todas las industrias. Y alrededor del 15 % de las empresas no lograron una tasa de beneficio por encima del coste promedio de la deuda; son, en efecto, empresas zombis.
Alberto y García señalan que la dispersión de las tasas de ganancia está en línea con la ley de Marx de la tendencia de las tasas de ganancia a igualarse debido a la competencia. Si se toma una instantánea de las tasas de ganancia en sectores y empresas y se encuentra un amplio abanico, no se debe concluir que la tendencia de las tasas de beneficio a igualarse no esté teniendo lugar, como han argumentado algunos marxistas (ver Farjoun y Machover). Como dijo Marx, la tendencia a la ecualización de las tasas de ganancia promedio en todas las industrias es, en sí misma, un proceso dinámico, turbulento y estocástico en el que “en en conjunto de la producción capitalista, siempre es solo de una manera muy intrincada y aproximada, como un promedio de fluctuaciones perpetuas que nunca se pueden fijar firmemente, como la ley general prevalece como la tendencia dominante” (Marx, 1991, p. 261)
5- Financiarización
A pesar de la creciente evidencia de que la ley de rentabilidad de Marx es válida tanto teórica como empíricamente y muy relevante para explicar las crisis regulares y recurrentes bajo el capitalismo, muchos siguen negándolo. De hecho, la tesis post-keynesianas de las crisis financieras sigue siendo dominante. La “hipótesis de la financiarización” es que la causa de las crisis capitalistas modernas se encuentra en la “financiarización” de lo que solía ser el capitalismo industrial; y esto ha causado un aumento de la desigualdad y las crisis capitalistas, no la caída de la rentabilidad o el aumento de la explotación en la inversión y la producción.
En la IIPPE se presentó un documento que cuestionaba este punto de vista. Niall Reddy de la Universidad de Witwatersrand, Johannesburgo, Sudáfrica, argumentó que la evidencia no muestra que las empresas no financieras se involucraran cada vez más en la inversión financiera en lugar de la inversión productiva. Los aumentos en las tenencias de efectivo de estas empresas fueron impulsados sobre todo por las ventajas fiscales y la necesidad de crear fondos para la investigación. “Ninguna de estas implica una sustitución de la inversión financiera por la real, lo que pone en tela de juicio un mecanismo importante que se cree que conecta la financiarización con el estancamiento secular y el aumento de la desigualdad”.
He escrito extensamente sobre la tesis de financiarización. Pero la refutación más devastadora de la hipótesis de la financiarización (FH), tanto teórica como empíricamente, proviene de un nuevo documento no presentado en la IIPPE, de Stavros Mavroudeas y Turan Subasat.
Sobre la teoría, los autores dicen: “Las versiones marxizantes de la FH finalmente están de acuerdo con los ortodoxos y los post-keynesianos en que el capital improductivo domina al capital productivo, y que el primero adquiere fuentes autónomas de beneficio (de plusvalía). En consecuencia, convergen en gran medida con la teoría keynesiana de las clases y consideran a los industriales y financieros clases separadas. Para el análisis keynesiano, esto no es un problema, ya que postula que diferentes factores afectan el ahorro y la inversión. Sin embargo, el marxismo concibe que el interés es parte de la plusvalía y las ganancias financieras dependen de la tasa general de ganancias, el marxismo no subraya el carácter distintivo del capital monetario y el capital productivo hasta el punto de ser clases separadas. Por último, las corrientes marxistas de la FH defienden una teoría de las crisis problemática. En lugar de una teoría general de la crisis capitalista, optan por una coyuntural… la FH finalmente atribuye a una teoría keynesiana de la posibilidad de las crisis que tiene deficiencias bien conocidas. En conclusión, las distintas variantes de la FH no ofrecen una relación realista del aumento de las actividades de capital ficticio durante el reciente período de débil rentabilidad y aumento de la acumulación de capital. La teoría marxista “lo hace manteniendo de manera realista la primacía de la esfera de la producción sobre la circulación y también la noción de que el interés es parte de la extracción de plusvalía”.
Y empíricamente: En primer lugar, la afirmación de que la mayoría de las empresas multinacionales más grandes son financieras no es cierta. En los últimos 30 años, la participación del sector financiero en el PIB ha disminuido en un 51,2 % y la participación del sector financiero en los servicios ha disminuido en un 65,9 % de los países de nuestro estudio. “Aunque la rápida expansión del sector financiero observada en algunos países antes de la crisis de 2008 sugiere que el sector financiero puede haber desempeñado un papel importante en la desindustrialización, esta situación parece ser cíclica cuando se trata de un marco de tiempo más amplio”.
Clasificación de los países según la participación del sector financiero en el valor añadido total (% en 2015)
En lugar de buscar crisis basadas en demasiada deuda, imprudencia financiera o inestabilidad financiera a lo Minsky, la ley de la rentabilidad de Marx sigue siendo la explicación más convincente de las crisis.
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