Alex Char y Eduardo Verano emergieron como indiscutibles ganadores de la contienda electoral. De los 1.154.703 votantes inscritos en la ciudad, el 55.29% (638.499 ciudadanos) concurrieron a las urnas. De estos, Alex Char recibió el apoyo del 73.24% (415.632 votantes), mientras que Antonio Bohórquez obtuvo el 9.31% de los votos (52.860 ciudadanos). En cuanto a la Gobernación, aunque el triunfo de Eduardo Verano no fue tan abrumador como el de Char, sí confirmó las predicciones en la intención de voto de los atlanticenses. De los 2.065.796 ciudadanos aptos para votar, el 61.60% (1.272.732 atlanticenses) acudió a las urnas. Verano de la Rosa obtuvo el 48.75% de los votos (536.243), mientras que Alfredo Varela recibió el 30.64%, es decir, 337.005 votos.
¿Estos resultados sorprenden? Empíricamente no. Eran resultados previsibles y esto no obedece a que confirmen las encuestas, ya que estas, en últimas, solo son un indicador de la posible intención de voto y, en más de una ocasión, sus proyecciones no han sido precisas. Lo que realmente se destaca es que los resultados electorales regionales reflejan las dinámicas políticas que sustentan las elecciones en Colombia a nivel regional: el clientelismo, el control burocrático del Estado y las alianzas partidistas como potentes maquinarias electorales. Estos factores persisten más allá de lo que podría ser una expresión más libre del comportamiento ciudadano en las elecciones presidenciales. ¿Por qué afirmamos esto? La razón es sociológica. Para muchos analistas y medios de comunicación, las elecciones regionales se percibieron como un termómetro político para medir la consolidación del proyecto representado por Gustavo Petro. Si bien este análisis no es completamente erróneo o innecesario, no puede asumirse como totalmente válido basándose en una simple relación mecánica.
Se ha sugerido repetidamente, antes, durante y después de las elecciones, que los resultados locales podrían interpretarse como una especie de plebiscito que respalda o rechaza la gestión del gobierno nacional liderado por Gustavo Petro. ¿De dónde viene esta idea de querer generar este contexto de interpretación sobre los resultados electorales regionales? La respuesta radica en la lucha por el poder. Como lo sostiene Jorge Senior[3], los sectores tradicionales de la derecha colombiana vieron en las elecciones territoriales de 2023 una oportunidad de revancha para recuperarse de la derrota sufrida en las elecciones presidenciales del 2022.
En este sentido, queremos analizar los resultados para Barranquilla y el Atlántico en este contexto nacional, pero sin olvidar las dinámicas consolidadas en la política local. Lo hacemos así, porque todo fenómeno social tiene una realidad empírica respaldada por evidencias. Este es siempre nuestro punto de partida para cualquier análisis, ya que esta primera aproximación a la realidad nos proporciona una comprensión inicial de la misma. En este caso específico, nos referimos a las cifras electorales, tanto las proyecciones de las encuestas como los resultados efectivos de los comicios.
El estudio de lo social exige tres niveles de análisis. El primer nivel es la realidad empírica, que se constata con evidencias. Sin embargo, el análisis no puede detenerse ahí. Un segundo nivel de aproximación implica valorar societalmente esa realidad. Esto significa intentar comprender cómo los actores sociales interpretan las situaciones que viven y les dan sentido, buscando que ese sentido sea reconocido como válido. Es lo que Peter Berger y Thomas Luckman[4] llamaron la construcción social de la realidad. Argumentan que la sociedad es un producto dialéctico entre lo que se da objetivamente y los significados subjetivos de lo fáctico. En otras palabras, la sociedad está constituida por la interacción recíproca entre lo que se experimenta como realidad exterior y lo que se experimenta como algo interior a la conciencia del individuo.
En esta dialéctica entre lo exterior al individuo y su conciencia, se genera lo que los autores llaman contexto. Este puede definirse de tres maneras: primero, como el conjunto de circunstancias dadas que posibilitan o no ciertas acciones; segundo, como un campo de actividad humana producido por acciones que, al combinarse, generan nuevas circunstancias, tensiones e inestabilidades, haciendo del contexto algo dinámico, sujeto a las acciones humanas; y tercero, en una acepción más cercana al nivel de valoración societal, el contexto se define como el sentido que se quiere imponer a la realidad debido a la rivalidad entre los actores sociales. Como lo expresó el Teorema de Thomas popularizado por Robert Merton[5]: “Si los individuos definen las situaciones como reales, son reales en sus consecuencias”. En términos coloquiales: lo que la gente piensa de la realidad forma parte de la realidad, incluso si no es cierto.
Generar contexto es una tarea crucial de los medios de comunicación —de allí su poder—; de los líderes de opinión —lo que subraya su relevancia—; de los actores políticos —lo que destaca su responsabilidad—; y de los sectores económicos influyentes —lo que señala su influencia potencialmente peligrosa. Cada vez que se celebran debates electorales, los discursos mediáticos —tanto en el ámbito de la opinión pública reproducida por los medios, como en las estrategias de campaña de los sectores políticos y en las posiciones ideológicas de los líderes políticos– intentan construir estos contextos.
Tanto las proyecciones de las encuestas (lo que se espera que ocurra) como los resultados electorales (lo que realmente ocurrió) se valoran societalmente para generar contexto. Esto implica interpretar la evidencia empírica de acuerdo con los intereses particulares, independientemente de si dicha valoración puede ser demostrada rigurosamente o no.
Sin embargo, esta valoración societal abre la puerta al debate. En ese sentido, podríamos argumentar que los resultados para la alcaldía y la gobernación del Atlántico no son sorprendentes, ya que simplemente confirman el control burocrático del charismo como proyecto político hegemónico en la ciudad. Las cifras indican que esta hegemonía es indiscutible. La debilitada democracia local, como lo señala Diógenes Rosero[6], es aún más evidente en esta última contienda electoral, donde los candidatos ganadores no participaron en ningún tipo de debate, ni siquiera aquellos de carácter nacional promovidos por los grandes medios de comunicación. Este es un resultado desalentador de dicha hegemonía. La democracia, además de su ámbito formal que establece reglas y procedimientos para el traspaso del poder, y de su ámbito sustantivo que exige respuestas efectivas a las necesidades de la gente, tiene un tercer ámbito igualmente importante: el ámbito deliberativo. En este ámbito, las preferencias de los ciudadanos se consolidan gracias al debate público de las ideas.
Desde la década de los 90 cuando se produjeron transformaciones significativas en el orden político tradicional debido a la apertura democrática de la década de los ochenta y la nueva Constitución de 1991, comenzó a declinar el poder clientelista tradicional de los clanes que se habían consolidado durante el período del Frente Nacional, principalmente las casas Name y Gerlein. En este proceso, y siguiendo las tesis de Vilfredo Pareto[7] sobre la circulación de las elites, el charismo surgió como una posible fuerza renovadora en la política local.
Voluntad Popular, liderada por Fuad Char Abdala, se abrió paso en ese momento de cambio, al igual que el Movimiento Ciudadano que se convirtió en un actor clave de los procesos políticos locales. Sin embargo, la caída de su máximo líder, el cura Bernardo Hoyos Montoya y su populismo poco democrático, junto con los intereses mezquinos y las disputas internas de sus cuadros, llevaron al Movimiento a una debacle marcada por la corrupción que llevó a juicio a quienes ocuparon el primer cargo de la ciudad, incluyendo al propio Hoyos Montoya.
No sucedió así con el charismo. La estrategia política del patriarca se consolidó en un clan familiar donde él les abrió camino a sus hijos y sobrino para consolidar una presencia político electoral no solo en lo local sino en lo nacional, ganando representación en el Congreso de la República. Arturo Char fue Senador de la República de Colombia desde 2006 hasta 2023, año en que debió renunciar por las denuncias de Aida Merlano que lo vincularon a la compra de votos; David Char Navas, sobrino de Fuad Char, fue representante a la Cámara en el 2002 y luego senador en el 2006 y confesó ante la JEP el apoyo paramilitar para ambas elecciones.
Pero el punto de consolidación hegemónica del charismo en la política local de Barranquilla y el Atlántico se evidencia en la carrera política de Alex Char. Este inició su trayectoria como concejal de Barranquilla en 1997 y luego se convirtió en Gobernador del Atlántico en 2003. Desde 2008, la alcaldía de Barranquilla ha estado en manos de la familia Char. Los resultados electorales lo demuestran: Alex Char fue elegido alcalde para el período 2008-2012; Elsa Noguera ocupó el cargo durante el período 2012-2016; Alex Char fue reelegido para el período 2017-2020; Jaime Pumarejo fue elegido para el período 2021-2023 y, finalmente, Alex Char obtuvo su tercer mandato este 29 de octubre para los próximos cuatro años. Estos resultados confirman la existencia de un bloque hegemónico de poder que se ha consolidado aún más con las tres elecciones a la gobernación encabezadas por Eduardo Verano de la Rosa (2008 – 2011; 2016 – 2019) y la elección de Elsa Noguera (2020-2023).
Las elecciones de 2023 parecieron ser reflejo de las elecciones de 2015. Los mismos candidatos dominantes se enfrentaron a sus contendores de hace 8 años. Alejandro Char y Eduardo Verano resultaron victoriosos nuevamente, esta vez con un mayor respaldo electoral. En términos absolutos, Alex Char aumentó su votación de 355.844 (73,28%) a 415.632 (73.24%), mientras que Eduardo Verano pasó de 350.114 (38,21%) a 536.243 (48.75%). Ambos candidatos estuvieron respaldados por las mismas colectividades políticas, Cambio Radical y Partido Liberal, respectivamente. Sus oponentes, por otro lado, presentaron sus candidaturas como individuos dentro de diferentes colectividades, lo que demuestra la escasa tradición y capacidad organizativa de las fuerzas alternativas para consolidarse como opción de poder. En el caso de la gobernación, Alfredo Varela fue nuevamente el contendiente. En 2015, fue respaldado por una coalición programática y política entre el Partido Alianza Verde y el Partido de la U, lo que probablemente contribuyó a su mejor desempeño en términos absolutos y porcentuales en comparación con la reciente elección: obtuvo 343.291 votos en 2015 (el 37,47% de los votos) contra 337.005 votos en 2023 (el 30.64% de los votos), cuando fue respaldado por la Coalición Atlántico Avanza, compuesta por los partidos Alianza Verde y En Marcha. En cuanto a Alex Char, la contienda por la alcaldía no representó ningún riesgo: en 2015 venció a Rafael Sánchez Anillo, quien obtuvo 86.790 votos (el 17,87%), y en 2023, enfrentado al candidato del Polo Democrático, su victoria fue aún más amplia, ya que Antonio Bohórquez solo obtuvo 52.860 votos, un escaso 9.31% del total.
Es importante tener en cuenta esta tendencia histórica para entender el triunfo hegemónico del Charismo. Algunos argumentaron que el resultado podría haber sido diferente, señalando el desgaste del movimiento político de los Char debido a las evidentes fallas en su gestión. No solo se han realizado análisis rigurosos sobre la deuda en la que la ciudad se encuentra sumida debido a un proyecto de modernización urbana vinculado a sus intereses en grandes contratos de inversión en obras públicas, sino que los escándalos políticos han pasado de ser simples rumores para convertirse en denuncias serias ampliamente divulgadas en los medios de comunicación. Análisis en textos académicos documentados como “Los clanes políticos que mandan en Colombia” de León Valencia y “La Costa Nostra” de Laura Ardila. Como en una espiral de acusaciones y denuncias, los escándalos han ido envuelto a la familia Char: la renuncia forzada de Arturo Char como senador tras ser imputado por la Corte Suprema de Justicia, debido a las denuncias de Aida Merlano, las cuales, por la relación sentimental extramatrimonial sostenida con Alex Char, lo compromete aún más a éste en los mismos delitos de compra y venta de votos y de fuga de presos. Recientemente, ha surgido un nuevo escándalo igualmente peligroso: los vínculos de Serfinanza con el cártel de Sinaloa, organización mafiosa mexicana, que ha establecido nexos con 10 organizaciones criminales de la ciudad y el área metropolitana, según una reciente alerta temprana emitida por la Defensoría del Pueblo.[8]
En este contexto, se pensaba que el desprestigio de la casa Char podría debilitar su hegemonía y que estas elecciones podrían resultar en un voto de castigo. Sin embargo, los resultados demuestran lo contrario. A pesar de lo que pueda representar la deteriorada imagen pública de los Char para un sector de la sociedad barranquillera, las dinámicas del control electoral burocrático prevalecen. Esta no es una experiencia nueva; el desprestigio social de los grandes clanes electorales clientelistas anteriores, tanto en Barranquilla como en otras ciudades y regiones del país, permanece incólume cuando se trata de obtener votos en las urnas.
Pero en el contexto nacional se ha querido arrojar una lectura de que los resultados electorales en las grandes ciudades del país demuestran una debilidad del proyecto colectivo de nación de Gustavo Petro. Si bien la conclusión puede ser verdadera, la premisa que la respalda es falsa. El proyecto de nación de Gustavo Petro, él lo encarna como esperanza de los sectores progresistas por un cambio, pero está muy lejos de consolidarse como opción política real en lo local, donde la capacidad organizativa del proyecto que lo avala, el Pacto Histórico, es poco más que nula.
Si a nivel nacional, los liderazgos que podrían haber consolidado una propuesta colectiva se fracturaron en la tradicional separación de las fuerzas de izquierda y no se ha encontrado una forma de unirlas, con las crisis ministeriales que aglutinaba sectores del centro, esa propuesta colectiva se debilitó aún más. Figuras que acompañaron al gobierno desde los ministerios y que eran garantías para una gestión de articulación de fuerzas como Cecilia López Montaño, José Antonio Ocampo y Alejandro Gaviria, para mencionar desaparecieron del panorama político. A nivel local la articulación en Barranquilla y en el Atlántico es más que nula. Esto no es culpa de Gustavo Petro, sino del interés por figurar sin estar preparado política ni socialmente. Es el resultado del arribismo político que busca llegar al poder, ignorando las posibilidades de consolidar seriamente fuerzas renovadoras organizadas desde el territorio mismo. Los resultados: un escándalo similar en términos de dinero y morbosidad sentimental al caso de Aida Merlano y Alex Char, pero sin poder real para defenderse.
Gustavo Petro no tiene la responsabilidad de desmantelar las hegemonías regionales y locales que dominan las ciudades y departamentos de Colombia, y ojalá que no caiga en el error de asumir un talante mesiánico que lo lleve a intentarlo. Esa es una tarea colectiva que le compete a la sociedad civil, a los movimientos y partidos políticos progresistas en cada ciudad y región. La responsabilidad de Petro como presidente de la República es lograr las grandes transformaciones que formaron parte de plataforma de gobierno, banderas que ha enarbolado durante todos sus años de lucha, para hacer realidad un Estado Social de Derecho establecido en una Constitución que fue producto, en parte, de un grupo colectivo de hombres que históricamente interpretaron con sabiduría los momentos que vivía la nación y el mundo, y se insertaron en un proceso democrático como lo hizo el M-19. Las metas son: consolidar la Paz Total, reducir las desigualdades sociales, disminuir la pobreza, mejorar los sistemas de salud y protección social, ampliar las oportunidades de educación y trabajo para el pueblo colombiano; ejemplificar con sus acciones de gobierno políticas de transparencia y de modernización institucional que erradiquen la corrupción rampante, desvergonzada y agresiva que depreda los recursos del Estado a través de la contratación y la burocratización ineficiente.
Las elecciones locales y departamentales determinan las posibilidades de gobernabilidad a nivel doméstico. ¿Persistirá el charismo y sus aliados tradicionales en el aprovechamiento de la inversión en proyectos de obras públicas —la cultura del cemento—, que son los que más beneficios les proporcionan? Muy seguramente que sí ¿Serán capaces de colaborar, demostrando grandeza, en la solución local y regional de problemas que se abordan desde el ámbito nacional, como el proyecto de negociación y sometimiento a la justicia de los actores armados ilegales —La Paz Total— que tanto impactan en la violencia urbana evidente en Barranquilla y su área metropolitana? Ojalá que sí.
Tocará esperar que pasen los cuatro años de hegemonía charista que tenemos por delante para hacer el balance respectivo.
_____________
[1] Encuesta de Invamer cuyos resultados fueron publicados en Noticias Caracol, Blu Radio, y El Espectador.
[2] Encuesta de Datanálisis, estudio que fue contratado por medios de Barranquilla, le da al exgobernador Verano 41.0 por ciento y ubica como segunda a Alfredo Varela (Partido Verde) con 28,1 por ciento.
[3] Jorge Senior. 29 de octubre: la derecha busca la revancha. El Unicornio, 28 de octubre de 2023. Tomado de: https://www.elunicornio.co/29-de-octubre-la-derecha-busca-la-revancha/
[4] Peter Berger y Thomas Luckmann (1993). La construcción social de la realidad.
[5] Robert Merton (1972). Teoría y Estructuras sociales.
[6] Diógenes Rosero. La debilitada democracia local en Barranquilla, la Silla Vacía, 28 de octubre de 2023. Tomado de: https://www.lasillavacia.com/red-de-expertos/red-social/la-debilitada-democracia-local-en-barranquilla/
[7] Vilfredo Pareto (1980). Forma y Equilibrios sociales.
[8] Zona Cero, tomado de: https://seguimiento.co/la-region-caribe/en-atlantico-hay-10-bandas-criminales-y-los-carteles-de-sinaloa-y-los-balcanes.
Blas Zubiría Mutis
Foto tomada de: Diario La Libertad
Marilena Márquez Villarreal says
Excelente análisis, una muy buena compilación.