Este estilo de política consensuada incluye trabajar articuladamente con el gobierno nacional: “Yo tengo una responsabilidad de sentarme a trabajar con el gobierno y no quedarme pensando en esas heridas de campaña, sino más bien en cómo podemos trabajar y articular con el Gobierno Nacional. Estoy listo para hacerlo.” Aunque no le reconoce resultados positivos al gobierno de Petro si sus buenas intenciones: “Yo le valoro al presidente su preocupación por la problemática social de este país, coincido en que este es un país con graves problemas de desigualdad y de pobreza, pero debo decir que su fórmula para enfrentarlo es equivocada. Es bueno para diagnosticar, pero malo para recetar.”
Y adicionalmente destaca la importancia de la verdad y la transparencia para reconstruir la esperanza de los bogotanos: “Uno es hablar con la verdad, la transparencia, decirle a la gente lo que se puede y lo que no se puede hacer. Es muy importante mostrar la capacidad de construir acuerdos, superar peleas y dar resultados rápidos en lo que se puede. Para que la ciudadanía sienta que esos acuerdos llevan a algo, que realmente representen cambios en política pública e impacto directo en la calidad de vida de la gente.”
Consenso sobre lo fundamental
En la Constitución Política ya se encuentra un consenso sobre lo fundamental. Se ordena allí que: 1) se garantice un trabajo digno a todas las personas; 2) se garantice la propiedad para todos; 3) se garantice un ingreso y un salario adecuado y un mínimo vital. El problema de fondo es la carencia de ingresos suficientes por parte de los trabajadores para comprar los bienes y servicios que necesitan para tener una vida digna en términos materiales. Hasta María Fernanda Cabal, con su elemental sentido común, sabe que si las personas tienen plata en sus bolsillos podrán comprar los alimentos que necesitan para nutrirse bien, la ropa, la vivienda, los muebles, los vehículos, la educación, la salud, la vivienda, el cuidado de los niños y los ancianos, el mantenimiento del hogar, etc., etc. Recientemente dijo en revista Semana, muy en la línea de Fico: “lo que necesitamos es trabajo, plata en el bolsillo, plata para comer y seguridad.[2]” Esta es una verdad de Perogrullo. Con buenos ingresos se garantizarían los derechos económicos y sociales establecidos en la Constitución.
Desafortunadamente, la terca realidad muestra que millones de trabajadores (una proporción enorme de ellos) no tiene los ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas, ni cuenta con propiedad de medios para producir por su cuenta, lo cual hace que vivan en la miseria y la pobreza. Bogotá es, en términos de producto interno bruto, el territorio más rico del país y en términos de producto por habitante ocupa uno de los lugares superiores. Pero al mismo tiempo tiene cerca del 60% de su población en pobreza ampliada (pobres más vulnerables), 10% en miseria, cientos de miles de desempleados, más una cantidad enorme de mendigos, delincuentes y personas forzadas a ejercer la prostitución.
De acuerdo con el DANE en 2020 el 56% de los bogotanos, casi 4,5 millones de personas, eran pobres y vulnerables. EN 2022 el porcentaje de población pobre en términos monetarios era 28%, es decir 2.240.000 personas no tenían ingresos para comprar la canasta básica, y 8% era extremamente pobre, 640.000 personas que no tienen ingresos para alimentarse decentemente. El índice de desigualdad de ingresos, Gini, era de 0.549 el más alto de las ciudades colombianas. En julio agosto de 2023, el 9% de la fuerza de trabajo estaba desempleada (419.000 personas) y subocupada el 7% (337.000 personas). Del total de 4.129.000 ocupados, 1.153.000 eran trabajadores por cuenta propia (el 28%). |
Al mismo tiempo, la ciudad tiene el mérito de ser el territorio más desigual en materia de ingresos en Colombia, en un país que se destaca por ser uno de los más desiguales del mundo y de América Latina. A lo largo de las últimas décadas ha habido variaciones, que responden en buena medida a los ciclos económicos, momentos de mejoría y de empeoramiento, pero en su conjunto el balance muestra que junto a la enorme riqueza que se concentra en la ciudad, existe una masa gigante de miseria y de pobreza material.
Por la alcaldía de Bogotá ha pasado desde la promulgación de la Constitución de 1991 lo mejor que da la tierra en sus distintas vertientes políticas, pero la situación no se resuelve.
Galán quiere ser honesto y transparente.
Considera que es necesario decirles a los bogotanos que se puede hacer y qué no. Debería por tanto explicarles si es posible garantizar un trabajo digno a todos, un ingreso adecuado que permita eliminar la pobreza y la miseria, garantizar propiedad para todos y reducir la desigualdad sustancialmente. En otros, términos, debería decir si es posible hacer que la Constitución Política se cumpla en Bogotá.
De acuerdo con la teoría de Marx en El Capital no es posible conseguir estos resultados. El modo de producción capitalista consiste precisamente en que la riqueza de unos se fundamenta en la pobreza de otros, en que los capitalistas se enriquecen mediante el trabajo de los asalariados; adicionalmente, el capitalismo se caracteriza porque genera permanentemente, por su propia dinámica, una población excedente para las necesidades del capital, excedente que por cierto es muy beneficioso para los capitalistas en sus negociaciones sobre el salario con los trabajadores.
Sobre esto no hay consenso. Hay diferencias sustanciales entre diversas corrientes económicas. Pero más allá del debate teórico el asunto se puede abordar desde el pragmatismo, desde los resultados prácticos que busca alcanzar Carlos Fernando Galán. Es muy sencillo controvertir las tesis marxistas: simplemente bastaría con adelantar políticas que garanticen un trabajo digno a todos, un ingreso que elimine la población pobre y vulnerable, el acceso a propiedad productiva para todos, y la reducción de la desigualdad en ingresos y riqueza. Parece que Galán tiene la receta para esto.
En su búsqueda de consensos Galán debería promover un mecanismo de acuerdo sobre lo fundamental. Con respecto al gobierno nacional dice que comparte el diagnóstico, pero no las fórmulas de solución; suena bien que haya consenso en el diagnóstico, pero no resulta claro entonces la diferencia en las propuestas de solución, dado que el diagnóstico debería incluir la identificación de las causas. Pero es un buen punto de partida.
Pero la coordinación entre niveles de gobierno no es solo un asunto de buena voluntad, las normas exigen que el gobierno nacional y el gobierno distrital trabajen articuladamente. Existe un plan nacional de desarrollo aprobado por el Congreso, que de acuerdo con la ley 152 de 1994 es marco de referencia para la elaboración del plan distrital de desarrollo. El artículo 32 le dice claramente a Galán que debe tener en cuenta las políticas del gobierno de Petro: “Los planes de desarrollo de las entidades territoriales, sin prejuicio de su autonomía, deberán tener en cuenta para su elaboración las políticas y estrategias del Plan Nacional de Desarrollo para garantizar la coherencia.”En el plan nacional de desarrollo y sus bases se incluyen políticas en materia de empleo e ingresos que se ejecutan en todo el territorio nacional, incluyendo el distrito.
La nación debe entonces también propiciar espacios de encuentro con las autoridades distritales y sus políticas en materia de ingresos, empleo, propiedad y desigualdad. El alcalde debe realizar una coordinación de la acción nacional en su territorio. Además, en sus objetivos finales están de acuerdo y en el plan nacional de desarrollo se encuentran muchas líneas de acción y programas que coinciden (por lo menos en los nombres) con los esbozados en el programa de gobierno de Galán y con el plan de desarrollo distrital de Claudia López.
Este espacio de coordinación debería aprovechar el conocimiento y la experiencia acumulada. Galán puede recoger ideas de diferentes perspectivas como hizo en la campaña, del centro derecha y del centro izquierda. Podría invitar a Fedesarrollo, ANIF, la facultad de economía de la Universidad de los Andes, las facultades de economía de otras universidades, a la CEPAL, a la OIT, al PNUD, a la cooperación internacional que ha trabajado en estos temas desde hace décadas, a Cedetrabajo, a la Escuela Nacional Sindical, a los sindicatos y a los gremios. Debería incluir a representantes de todos los partidos políticos, especialmente a la bancada de Bogotá en la Cámara, y sus centros de investigación. Convocar a los economistas más reconocidos del país de diferentes corrientes como José Antonio Ocampo, Cecilia López, Juan Carlos Echeverry, Alberto Carrasquilla, Alejandro Gaviria, Santiago Montenegro, Rudolf Hommes y a consultores internacionales como Mazzucato, Stiglitz y Jefrry Sachs. Sería un espacio muy interesante para buscar consensos entre los economistas de izquierda del gobierno nacional, la ministra del trabajo comunista, el sabio que dirige el Departamento Nacional de Planeación, y los economistas de centro y de derecha que seguramente poblarán el equipo de gobierno de Galán.
Todos los gobiernos distritales (y nacionales) durante las últimas décadas, de derecha, de centro, de izquierda y progresistas, han fracasado en resolver los problemas de bajos ingresos, desempleo, carencia de propiedad productiva, pobreza, miseria y desigualdad. Se han logrado resultados marginales y precarios, que con frecuencia se revierten. Estos gobiernos han sido asesorados por muchos especialistas, universidades, centros de investigación, economistas reconocidos, organismos internacionales y… nada de resultados de fondo. Galán dice que Petro no tiene la fórmula, pero él sí: por tanto, es conveniente que muestre su receta.
Vale la pena intentar un nuevo tipo de política, como propone Galán. Apuesto a que al final llegarán a la conclusión de que no es posible garantizar el cumplimiento de la Constitución en Bogotá con lo cual le darán la razón a Marx. Espero perder esta apuesta.
Nota adicional: En la entrevista en El País de España a Carlos Fernando Galán se afirma
“Entre ellos Juan Daniel Oviedo, segundo en los comicios, una postal refrescante en tiempos de incesante polarización.” Refrescante: “Que es agradablemente distinto de aquello a que se está acostumbrado”. Quien sabe que estaría pensando el periodista, pero Oviedo consideraba que Alberto Carrasquilla es un crack, una de cuyas ideas centrales es que el salario mínimo en Colombia es ridículamente alto. “Muy refrescante”. Sin embargo, hay que reconocer que Oviedo luego se retractó[3].
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[1] https://elpais.com/america-colombia/2023-11-05/carlos-fernando-galan-voy-a-enfocarme-en-construir-acuerdos-superar-peleas-y-dar-resultados-rapido.html
[2] https://www.semana.com/politica/articulo/maria-fernanda-cabal-lanza-preocupante-advertencia-petro-con-fiscal-complicara-mucho-a-este-pais/202308/
[3] https://noticias.caracoltv.com/politica/elecciones-colombia/debates-regionales/juan-daniel-oviedo-aclara-que-llamo-crack-a-alberto-carrasquilla-pero-antes-del-estallido-social-rg10
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Radio Nacional de Colombia
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