“Entonces reunió Ulises a los príncipes en asamblea. Y con aquella voz grave, de la que él solo era capaz, empezó a hablar: amigos, vosotros seguís confiando en vuestras almas y en vuestro coraje. Pero mientras tanto vamos envejeciendo aquí, sin gloria, consumiéndonos en una guerra sin fin. Creedme: será con la inteligencia, y no con la fuerza, como nosotros conquistaremos Troya” (HOMERO. Ilíada. Versión novelada de Alessandro Barico. Editorial Anagrama. Madrid. 2005)
Palabras claves: guerra, paz, verdad, filosofía, virtud, ideología, religión, política, nacionalismos, imperialismo.
RESUMEN
Aquí se pretende realizar una pesquisa sumamente sintética, acerca de los principales pensamientos sobre la guerra, para intentar una reflexión filosófica, muy personal; es decir, por fuera de una escuela de pensamiento académico y filosófico, en sentido estricto. Por lo tanto, se acudirán a varios pensadores, obras y situaciones históricas, con el fin de fustigar las afirmaciones tradicionales y oficiales, colocadas hoy en mención, para tratar de justificar, sobre todo los conflictos bélicos entre Rusia y Ucrania y entre Israel y Hamas.
En primer lugar, en cierto orden histórico, se acude a los principales conceptos de Sun Tzu en su clásico tratado “El Arte de la Guerra”; empezando por sospechar críticamente del valor de la categoría arte, incrustada dentro de todo el dispositivo que se erige para establecer los fundamentos acerca del accionar militar.
Así mismo, se acuden a algunos preceptos del Antiguo Testamento y del Corán, para tratar de desentrañar sus pretendidos postulados de amor y verdad, en función real de su espíritu bélico, desde tiempos premodernos; pero que siguen inspirando las contiendas más atroces del Siglo XXI.
Se harán referencias a Rousseau, Hobbes y Freud en cuanto a la polémica tradicional de la naturaleza virtuosa y pacífica del ser humano o su tendencia congénita a la violencia y el egoísmo; con el fin de retrotraer la discusión a la contemporaneidad, donde se ven grandes avances científicos y tecnológicos de las diversas civilizaciones, aparejados a los mayores crímenes de lesa humanidad y a las cotidianas expresiones de barbarie de los ciudadanos civilizados de las actuales sociedades, sobre todo, las más desarrolladas.
Merecen una mención puntual, las expresiones clásicas de Clausewuitz, Marx y Lenin, en el sentido de caracterizar la violencia, la guerra, la lucha de clases y la historia, como manifestaciones familiares en la realidad y en el pensamiento de la filosofía política y la economía política; que siguen vigentes en las actuales argumentaciones y justificaciones de la barbarie contemporánea.
Ante los intentos fallidos de la ONU y su Consejo de Seguridad, de la Corte Penal Internacional, de la Organización de los Estados Americanos y de los distintos cónclaves, tratados de paz y negociaciones; para enfrentar las guerras, los conflictos y las violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario; es preciso volver a colocar en el tapete teórico, filosófico, político y jurídico temas tan huidizos como la verdad, la justicia, el derecho y la ética, en tiempos tan aciagos y frente a instituciones internacionales y gobiernos tan desprestigiados.
Frente a los fracasos del desbarajuste de la Unión Soviética, del desmonte del Pacto de Varsovia, de la continuidad agresiva de la OTAN, de la ineficacia de los Acuerdos de Minsk, Campo David y Oslo; y de la violación a los distintos tratados sobre armas nucleares y químicas; es necesario volver a la discusión filosófica y política acerca de la posibilidad o no de una Paz Perpetua y de una Federación de Pueblos, de una Ciudadanía Universal y de una Constitución Cosmopolita en los términos expuestos por Immanuel Kant, en su clásico opúsculo “La Paz Perpetua”.
Finalmente se harán una serie de reflexiones críticas sobre la guerra, el porvenir de la humanidad, el papel de los pensadores y los gobernantes, el papel de la nueva Ilustración, para cimentar la esperanza y la utopía que aún nos asiste a los humanistas.
A pesar de la brevedad de la disertación, queremos abrir nuevamente perspectivas de discusión desde otros horizontes de sentido, por fuera de la ortodoxia filosófica y política, en el interés general del pensamiento, la humanidad y la paz.
ALGUNOS PENSADORES Y CONCEPTOS SOBRE LA GUERRA.
En este apartado no se van a agotar los pensadores de la guerra y la paz, tampoco su cronología histórica y sus contextos socio políticos; solo se escogen algunos para ilustrar la polémica y repensar la actualidad; ya que las situaciones críticas de hoy eluden todo pensamiento y soslayan las fundamentaciones que hay detrás de los actos de barbarie, solo cayendo en el amarillismo, en la falsación y en un humanitarismo trasnochado, que solo ve una cara de la moneda.
“El Arte de la Guerra” del general y pensador chino Sun Tzu, escrito cinco siglos antes de Cristo, sigue siendo uno de los textos más vendidos y populares de nuestra época, con múltiples ediciones, incluyendo las piratas de toda índole (https://biblioteca.org.ar). Es decir, atrae a militares, estudiosos y lectores no comprometidos en el belicismo, e incluso, se recomienda para afrontar cualquier vicisitud en la vida personal y cotidiana. Pero lo cierto es que el pensamiento y las tramoyas sobre la guerra, concitan a casi todas las mentes. Teoriza y desarrolla una serie de temas específicos sobre la guerra: sus variables y sus maniobras, lo relacionado con los terrenos, la táctica y la estrategia en las operaciones militares y su cálculo. Conviene entresacar algunas afirmaciones para repensar la guerra hoy:
Frente al postulado “La mejor victoria es vencer sin combatir, y esa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”, conviene apuntar: En la guerra, en términos generales, como lucha por la vida y en la vida de todos, él recomienda la prudencia para llegar a la victoria; lo que se ha olvidado en todos los siglos posteriores a su disertación, prevaleciendo la ignorancia y profundizando en su degradación. Y, es más, la prudencia en el sentido clásico griego, nunca se ha tenido en cuenta en este “arte”.
“Todo el arte de la guerra se basa en el engaño”. Esta máxima antes se tomaba como estratagema, hoy nos permite decir, en la voz de casi todos los observadores, particularmente los periodistas y reporteros, que “en la guerra la primera víctima es la verdad”. Cada bando tiene hoy el poder de los medios de comunicación directos o influenciados, para contar su relato y adobar la verdad de la crueldad, pareciendo que desaparece la posibilidad, harto resbaladiza, de una pretendida objetividad en las causas, hechos y consecuencias de este imperativo catastrófico sobre la humanidad y la vida.
Cuando él afirma que la guerra “es el terreno de la vida y de la muerte” no hay que eludir la sin salida del ser humano, cuando ya está abocado a esta terrible situación, haya sido llevado por su voluntad o reclutado por la fuerza. Diversos poderes y situaciones llevan a la persona a la mayor encrucijada de su vida, no pudiendo escoger otra alternativa, siendo la vida normal, todo un abanico de posibilidades, aquí oscurecida y cercenada.
“De los cinco factores de la guerra, la virtud es el primero”. Así como la prudencia ha desaparecido, la virtud también; pues antes se acudía a ella, para enarbolar la bandera de los hombres en las llamadas causas nobles.
“El mundo de la guerra es una cuestión de conocimiento, de credibilidad, de humanidad, de resolución y de severidad”. De estas características, tal vez solo quedan la de la resolución contundente de los bandos y la máxima severidad en el accionar. El conocimiento humano y el acumulado de la ciencia y la tecnología de las civilizaciones, se ha puesto al servicio de la creación de las armas de destrucción personal, grupal y masiva, sin promediar ninguna ética. La humanidad está acorralada, haciendo tabula rasa de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario.
Rousseau en “El Emilio o de la Educación” (1762), se había fundamentado más en el naturalismo bondadoso del ser humano, desde donde se popularizó la máxima que afirma que “el hombre es bueno por naturaleza y, que la sociedad es la que lo corrompe”; sin embargo, en la teoría política propiamente dicha, ha tenido más influencia Hobbes. La expresión originaria de “El hombre es un lobo para el hombre”, que se le adjudica al filósofo inglés Thomas Hobbes en su obra “Leviatán, o la materia, forma y poder de un estado eclesiástico y civil” (1651), tiene el siguiente antecedente: el comediante Plauto (254-184 a.C) en su texto “Asinaria”, la escribió como “Homo homini lupus”, que posteriormente se tradujo como “Lobo es hombre para el hombre, cuando desconoce, quien es el otro” (www.thelatinlibray.com)
Esto ha permitido hablar del estado natural de la barbarie y de la proclividad del hombre a la agresión, sin mediar la evolución social y la construcción cultural de esta condición. Pero aquí lo más importante es la significación acerca del desconocimiento del otro; lo que ha llevado en la guerra, a la eliminación del otro; y a la intolerancia social, al marginamiento de las otredades y las diferencias. Además, recuérdese que Hobbes, con su teoría ha sustentado una teocracia distinta a la católica, uniendo filosofía y religión para fundamentar otro despotismo, aunque fuese republicano, constitucional y parlamentario, que se convirtió en el Imperio Inglés, que sigue alimentando la barbarie en todo el mundo, llamado civilizado. Él ha desconocido la otredad en su propio imperio y en el orbe.
En cambio el filósofo y político hispánico Séneca (4 a.C.- 65 d.C), a pesar de haber sido consejero de Nerón, acuñó una máxima bastante humanista; la que reza: “Homo, sacra res homin”, que fue traducida como “El hombre es algo sagrado para el hombre”; contenido en: Séneca el joven: Epistulaes morales ad Lucilium, conocidas posteriormente como “Cartas a Lucilio” o “Cartas Morales a Lucilio”, que son doce cartas escritas tres años después de trabajar con el emperador, precisamente razonando filosófica y espiritualmente sobre la vida, la moral, la ética y la política. (Epístula XCV, párrafo 33), más allá de su estancia al lado de un reconocido bárbaro de los gobiernos clásicos. Aquí es preciso recordar que la antigüedad clásica griega y romana estaba emparentada al olimpo de los dioses, y por su cercanía, consideraba también sagrado al hombre; pero, además, es bueno anotar, que muchos filósofos estaban al lado del poder como consejeros. Este reconocimiento de la dimensión sagrada de la humanidad; tal vez, no siempre, llevaba al tratamiento virtuoso y prudente de los súbditos; sin olvidarnos, con justicia histórica, de la malsana relación con los esclavos, los extranjeros y los categorizados como bárbaros. Pero en la sentencia, se incuba, esencialmente un humanismo; del que bebió, incluso el Renacimiento.
El fundador del psicoanálisis, el médico y filósofo alemán Sigmund Freud, en su texto “La Civilización y sus descontentos” (1930), señala precisamente que los hombres no son criaturas amables, que poseen una dote instintiva como parte poderosa de la agresividad; que los lleva a considerar a los otros como objeto sexual, a explotar la capacidad de trabajo de los seres humanos, a utilizar sus bienes y a causar en ellos humillación, tortura y muerte; en lo cual se combinan el principio del placer y una función thanática (Newcomb Libraria Press. 17 de marzo 2023). Es lo que da origen al denominado por él como “pulsión de muerte”, que permanentemente amenaza la sociedad y la civilización; cuando aflora principalmente “el principio del placer”, en contravía del “principio de realidad”, que la cultura va construyendo. Todavía Freud tiene mucha vigencia, aunque muchas investigaciones neurológicas, atenúan sus afirmaciones y otras filosofías le conceden poder de emanación al deseo, más que al sexo como tal (Deleuze, Guattari y Foucault).
Son totalmente conocidas las sentencias del general prusiano (CLAUSEWITZ, Carl von (1780-1831). De La Guerra), acerca de la relación entre guerra y política, y la dependencia de aquella sobre esta; en los siguientes términos: “El único elemento racional de la guerra es la política”. Siendo un hombre de batallas, su contexto es la Ilustración, y, por lo tanto, el racionalismo. Nos dice, pues, que las operaciones militares son irracionales, y que solo la política, es racional. Dándole una categoría de conocimiento y dilucidación conceptual al ejercicio de la lucha por el poder y su mantenimiento.
La expresión más conocida de este pensador es “La guerra es la continuación de la transacción política” o “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Esto no nos puede hacer olvidar, que fundamentalmente en la actualidad, existe más operación militar que transacción política, y que justo, después de las batallas se llega a una negociación política y económica, donde un bando obliga a negociar y a rendirse al otro, para imponer los tratados de paz, cobrando cuantiosas indemnizaciones, haciéndose cargo interesadamente, con alto valor, de las reconstrucciones y humillando los pueblos vencidos. Pero si, la sabia sentencia nos advierte que la guerra no es un producto espontáneo de los hombres, los pueblos y los Estados; que detrás existen ideologías, partidos e intereses. Por lo tanto, ni la guerra, ni la paz, surgen por generación espontánea; son construcciones culturales y productos de las civilizaciones.
El siguiente concepto es totalmente evidente: “La victoria resulta de: 1o. El incremento de la pérdida física del adversario. 2o. El incremento de la pérdida moral del adversario y 3o. De la confesión pública de estas desventajas” (elartedelaestrategia.com/clausewitz.html.). Es decir, ese irracionalismo y esa deshumanización llevan al exterminio físico y moral, y a la humillación pública en los actos de rendimiento. Ese es el teatro de la guerra, y todo lo que conlleva una victoria.
Durante la Revolución Industrial, de paso, bastante deshumanizada, y en tiempos de las revoluciones europeas y el nacimiento del sindicalismo, surge la concepción filosófica del materialismo dialéctico, el materialismo histórico y la crítica de la economía política, donde se concibe la lucha de clases como el motor del desarrollo de la historia; y en la cual, en cada etapa se producía una revolución violenta que daba lugar a otro período histórico; para justificar la revolución proletaria y la dictadura del proletariado, que darían origen al comunismo. En este contexto, es donde MARX acuña su famosa frase “La lucha de clases es la partera de la historia” (MARX, Carlos y ENGELS, Federico. (1847-1848) Manifiesto del Partido Comunista. Londres); dando lugar a toda una tradición revolucionaria violenta y a una estirpe del pensamiento que justifica la misma; de la cual se han alimentado todas las guerrillas latinoamericanas.
Así mismo, Marx, en El Capital, al desentrañar el modo de producción capitalista; sobre todo inglés y alemán, expresa que “el capitalismo nació chorreando sangre por los poros”; para decir, que no solo es violenta la revolución, sino, que el mismo sistema, lo es desde sus comienzos.
Iniciando el Siglo XX, es el filósofo y dirigente revolucionario Lenin, quien va a seguir inmediatamente esta tradición, precisando la frase, ya no como lucha, sino expresamente como violencia, al afirmar y publicitar aquello de que “la violencia es la partera de la Historia” (LENIN, Vladimir Ilich (1917-1918). El Estado y la Revolución. En: Obras Completas. Editorial Rusa. Moscú o En:” Diccionario de Filosofía y Sociología Marxista (1959). Pág. 29-29). Todo esto será retomado por el filósofo francés Sorel; aunque no tan conocido como los anteriores teóricos. (SOREL, George. (1908). Reflexiones sobre la violencia. Paris). Esto, para afirmar, que, tanto en el pensamiento alemán, como en el inglés y el francés, ha habido una tradición bastante cargada de consideraciones irracionales acerca del actuar del hombre en el desarrollo social y político. Pero además agregó que “la política es la expresión concentrada de la economía”; dando lugar a un análisis más allá de lo ideológico, para desenmascarar los intereses económicos que están detrás de toda expresión política y de todo partido político.
Estas son apenas algunas muestras, brevemente comentadas, de los filósofos y pensadores de la violencia, la guerra y una supuesta condición originaria de la barbarie de la humanidad.
ACERCA DE LOS ORÍGENES TEÓRICOS DE LA VIOLENCIA ACTUAL.
La fundamentación de las guerras y su barbarie ha tenido ropaje filosófico, ideológico, religioso y teológico. Recordemos que el hombre de la cultura occidental y católica supuestamente está condenado a la desdicha, desde que fue arrojado del paraíso (Génesis), para vivir en medio de las vicisitudes humanas, donde ha imperado la “ley del más fuerte” (Darwin). Pero después de La Caída, viene el bautizo violento del hombre con el fratricidio y el arma de Caín, que todos heredamos. Mas adelante llegaría el parricidio, el filicidio, el matricidio, el feminicidio y el genocidio. De todo ello, han dado cuenta las mitologías y la literatura; y los investigadores de la cultura ahondan allí, para indagar los orígenes de la desgracia humana.
Lastimosamente son las tres religiones abrahámicas; es decir, catolicismo, judaísmo e islamismo, todas ellas hermanas, las que han llegado hasta nuestros días protagonizando una lucha a muerte, por territorio, recursos y salvación, cada una a su manera. Y en cada una de ellas, existe un mesianismo ortodoxo interminable, manifestado en las banderas de las tribus, los pueblos, las naciones, los partidos y los estados.
En esta dirección, supuestamente, cuando llegue Yahvé, caracterizado como El Mesías definitivo, el ungido, el elegido y el salvador del pueblo de Israel y hoy día, por extensión a toda la humanidad; esta será su labor:
“Y juzgará entre las gentes, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces: no alzarán espada gente contra gente, ni ensayarán más para la guerra” (Isaías 2:4. Antiguo Testamento. En La Biblia, de Nácar Colunga). Pero mientras esto llegue, asistiremos a las guerras y a los exterminios. Pero la promesa es la siguiente:
Los judíos regresarán, reinarán, serán reconocidos y vengarán el mal que les han hecho, por ejemplo, a través del horrendo HOLOCAUSTO perpetuado por los Nazis; haciendo juicio y castigo a quien lo merece: nazistas, fascistas, comunistas, masones, árabes, palestinos y musulmanes. Todos adorarán a Yahvé, leerán mentalmente La Torá y serán los guías espirituales del mundo. (http/www.org>viki> antiguo testamento).
Aquí está, de manera concentrada, toda la inspiración divina, que justifica la misión terrenal del pueblo judío, y hoy día, de la república de Israel; con los corolarios de las guerras que han protagonizado durante el siglo XX y esta atroz del XXI.
Aquí es pertinente aclarar que son distintos los árabes, los palestinos y los musulmanes; pero en ciertos territorios y épocas coinciden estas denominaciones. No entraremos en esto exhaustivamente; pero es muy diferente hablar de razas, pueblos, naciones, estados y religiones.
Los musulmanes como tal se acogen fielmente a otras escrituras, a otro profeta y a otro enviado; mientras tanto, su misión está consagrada, dentro del Corán, en los siguientes términos:
Ellos van de la mano del Verso Sura IX, 29. Que reza: “Combatid contra aquellos que no crean en Allah ni en el último día”: es decir, contra cristianos, judíos y sabeos. Y ahora, casi que en general contra Occidente.
El siguiente mandato ha inspirado, incluso el terrorismo, en cualquier parte, más allá del Medio Oriente, llevando sus consecuencias hasta la inmolación, propia del “síndrome de salvación”; pues están seguros, que haciendo todo por Allá, tendrán la recompensa divina y eterna. Esto, según el Verso IX, 123, que reza: “Vosotros que creéis, combatid contra los incrédulos que tengáis al alcance, y que encuentren dureza en vosotros. Y saben que Allah está con los que cumplen su deber.” (http/www.jzb.com.es>elsagradocorán)
En la Biblia también se llama a la guerra permanentemente, sustentándola en la lucha hacia la tierra prometida y en contra de la esclavitud del pueblo; y por tanto allí conviven postulados bélicos y de amor, desde el Pentateuco. En el caso del Corán, tampoco, todo no es violencia; existen muchas otras disertaciones éticas y virtuosas. Pero de los 6.223 versos, 65 o 70 pueden asumir una actitud violenta. ¿Una religión violenta o la violencia dentro de una religión? (DEMICHELIS, Marco. La Mirada Humana. El Corán y la Yihad. En: Proyecto Sociedad Civil y Religión. 17 de octubre de 2017)
La llamada “Guerra Santa”, no solo debe ser entendida exclusiva o principalmente como un llamado al terrorismo; sino como un compromiso personal de lucha contra el pecado original, desde hace más de 1400 años de antigüedad. Pero ahora se ha adaptado, como la lucha constante contra el mal; prácticamente representado en occidente.
Los pensamientos y las categorías principales de estas divisiones históricas de la cultura y las civilizaciones se han venido adaptando, desvirtuando; pero conservan, de todas maneras, un influjo nefasto original. Acudiendo, a un salto histórico, político y conceptual bastante grande; es preciso citar los discursos que vienen animando las últimas guerras y ensombreciendo el entendimiento. El político conservador Ronald Reagan expresó categóricamente: “Rusia es el Imperio del Mal”, justamente en la Convención Anual de la National Association of Evangélicas en 1983; calificando así a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, precisamente antes de la Caída del Muro de Berlín (1989), con la que se había sostenido una larga y conflictiva “Guerra Fría”; después de los EE.UU. mostrar los dientes a la humanidad, arrojando las dos primeras bombas atómica. Aquí es necesario puntualizar que “el mal” es categorizado desde la perspectiva de un líder reconocido y bautizado evangélico; para descalificar otra nación, supuestamente atea, pero en realidad mayoritariamente cristiana ortodoxa.
El acto terrorista más estruendoso del oriente musulmán y sus grupos suicidas fue perpetuado el 11 de septiembre de 202, contra el corazón del Imperialismo Norteamericano y el centro del capitalismo mundial. Posteriormente la calificación política e ideológica de “Eje del Mal” (axis of evil) la expresaría el presidente y confeso metodista, George Busch en su Discurso del Estado de la Nación el 29 de enero de 2002; para agrupar en esta categoría a “los regímenes que apoyan el terrorismo”. Aquí entraron Irak, Irán, Corea del Norte, Libia y Siria. Después se extendería a Cuba, Venezuela, Bielorrusia, Myanmar y Zimbabue Esta declaración religiosa, política e ideológica daría pie a conflictos, guerras, exterminios y crímenes de lesa humanidad: La Biblia contra el Corán, Occidente contra Oriente y viceversa.
En términos más folclóricos y tropicales, el 20 de septiembre de 2006 en el discurso del presidente de Venezuela Hugo Chávez ante la ONU expresa: “Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar”; pues había terminado la alocución Busch, y aquel inmediatamente lo calificó como el “Capitán de la tiniebla”, devolviéndole el bautizo infernal.
Ahora se repite la confrontación retórica, para animar de lado y lado la guerra y el genocidio. El 9 de octubre del 2023 Raúl Almalki embajador de Palestina en Colombia expresó así el objetivo genocida; ante las atrocidades de Hamás: “Mientras quede un solo palestino sobre la faz de la tierra, esta causa no va a morir” (revistaraya.com). Y seguidamente el 9 de octubre 2023 se escucha en la televisión del mundo que “Estamos luchando contra animales humanos”, según Yoav Gallant Mindefensa de Israel. A lo cual Benjamín Netanyahu aclaró según su credo: “Nosotros somos el pueblo de la luz, ellos son el pueblo de las tinieblas”; estableciendo una vez más la división tajante entre los preceptos y adeptos de la Torá y el Corán. Y de inmediato se apega a la misión establecida por el profeta: “haremos realidad la profecía de Isaías, ya no habrá robos en tus fronteras y tus puertas serán de gloria” en el Discurso del 27 de octubre de 2023. De acuerdo a este precepto bíblico, ya no habrá más Gaza, convirtiéndose en un Protectorado Israelita, cuando se consume la misión divina.
Antes y después de este torrente de retórica religiosa occidental, se han escuchado las invocaciones al Corán y a Allha; desde Yemen, Irán, Egipto, Líbano, Palestina, Siria, Irak, Turquía y todos sus adeptos en el mundo; también justificando su acción y su defensa. En este contexto la humanidad, los Derechos Humanos y el Derecho Internacional, entran a ser reemplazados por “derechos divinos” y “misiones celestiales”; que cada pueblo, cada religión y cada estado se abogan, para apropiarse de la categoría de “bien” a su manera y propinarle la de “mal” a quien ellos determinen. En este marasmo histórico y filosófico han quedado entrampados el colonialismo, el capitalismo, el comunismo, el nazismo, el antisemitismo y el sionismo; sin ver más allá “la banalidad del mal” como lucidamente la denominó la filósofa Anna Arendt, en la cual no ahondo y remito a otro ensayo (CIFUENTES, Francisco. (2023). En torno a Eichmann, Rusia y Ucrania. Rev. Sur. Bogotá).
En estos términos la religión, la teología y la ideología, han venido escondiendo la lucha política por los territorios, los interese geopolíticos y geoestratégicos y los recursos también estratégicos para el sostenimiento de sus industrias, sociedades y defensas. Cada pueblo dice seguir a su profeta, a su Dios, a su palabra y al texto divino que la consagra. El resto, son derivaciones y manifestaciones ideológicas y políticas, concretizadas en Estados, conflictos y guerras como tal.
LA POSIBILIDAD DE LA PAZ PERPETUA O RELEYENDO A KANT.
Kant es uno de los filósofos que más ha influenciado la modernidad, tanto en epistemología, como en axiología; sin escapársele gran parte de la doctrina y el ordenamiento jurídico actual. Sus reflexiones acerca de la Ilustración y la llamada por él “la mayoría de edad”, siguen vigentes. Pero, además, ahora es bueno recurrir a él en materia de paz, derechos humanos, derecho internacional humanitario; frente a los actuales conflictos y guerras. (KANT, Immanuel (1967). La Paz Perpetua.
Traducción de Baltasar Espinosa. Madrid. Aguilar y En: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes Saavedra. www.cervantesvirtual.com).
La primera expresión del filósofo de Königsberg, relacionada con los usos indebidos de los Estados y los ejércitos, es totalmente violada en este momento, cuando se usan normalmente mercenarios, paramilitares y ejércitos paralelos o miembros militares velados y de otros países, en el conflicto. Al respecto dice en su Sección Primera:
Artículo 3o. “… tener gentes a sueldo para que mueran o maten parece que implica un uso del hombre como mera máquina en manos de otro – el Estado -; lo cual no se compadece bien con los derechos de la humanidad en nuestra propia persona”. Ahora ya no solo existe el hombre como máquina de guerra, tal como se aprecia en la realidad y en todas las películas; sino que es preciso hablar de “máquinas de guerra” y “máquinas de control” en el sentido de Deleuze y Guattari, expresadas en territorios de combate, en el lenguaje, y en su configuración en varios sitios y por distintos motivos, difícil de aprehender bajo una sola óptica.
Frente a lo que viene sucediendo en los EE.UU. con la famosa y recurrente “ampliación del trecho de la deuda”, para financiar guerras externas, él advierte en su Artículo 4o. sobre la posible bancarrota del Estado que lo hace y la ampliación de este fenómeno financiero a otros Estados; lo que ya está sucediendo; en detrimento de las finanzas públicas y el uso de los impuestos de connacionales y extranjeros..
En su Artículo 5o. habla categóricamente de la soberanía nacional: “Ningún Estado debe inmiscuirse por la fuerza en la constitución y el gobierno de otro Estado”; lo que es moneda normal hace mucho tiempo en el mundo. Recordándonos que nadie tiene este “derecho”; pues “¿Con qué derecho lo haría? ¿Acaso fundándose en el escándalo y mal ejemplo que un Estado da a los súbditos de otro Estado?”; pues, a propósito, quien determina o califica “el mal ejemplo” y porque no mirarnos hacia adentro; como en el caso de los EE.UU. donde prima una profunda crisis social por el consumo crónico de drogas, la violencia en los colegios, el apartheid moderno, las injurias y la violencia contra su democracia. El mismo recomienda la lucha interna “…con su enfermedad interior.”.
La categoría de invalidez para los pueblos y naciones en conflicto se viene usando todo el tiempo; frente a lo que Kant aduce en su Artículo 6o. “… ninguna de las dos partes puede ser declarada enemigo ilegítimo – lo cual supondría ya una sentencia judicial -” y la relaciona así: “como en los llamados juicios de Dios”; lo que ahora es casi normal, ya que, como hemos disertado antes, se viene haciendo un uso de los conceptos de bien, mal, luces y sombreas, de acuerdo con sus religiones, ideologías y políticas.
Frente a las posibilidades de negociaciones, Tratados de Paz y la utopía de la Paz Perpetua; lo que vemos es exterminio, y frente a lo cual señala: “De donde se sigue que una guerra de exterminio, que llevaría consigo al aniquilamiento de las dos partes y la anulación de todo derecho, haría imposible una paz perpetua, como no fuera la paz del cementerio de todo el género humano”
Kant tercia en la polémica histórico-filosófica acerca de la tendencia bélica o socio pacifista del hombre, apuntando lo siguiente en la Sección Segunda: “La paz entre hombres que viven juntos no es un estado de naturaleza – status naturalis -; el estado de naturaleza es más bien la guerra, …” Y, aunque habla de “permisividad de la naturaleza humana”; también establece que son el Derecho y el Estado, los que permiten la convivencia; pues “… el homenaje que tributan así los Estados al concepto de Derecho – por lo menos de palabra – demuestra que en el hombre hay una muy importante tendencia al bien moral”
Más allá del Estado Nacional y de cada pueblo, Kant ve la posibilidad de Paz Perpetua como producto del pacto entre los pueblos y de una Federación de Naciones; pero, que sean Estados Republicanos, en los que se aplique en principio el Derecho de Gentes. A través de la historia esto ha sido muy complicado; pues la ONU y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; en parte tenían ese gran papel; pero allí se imponen los macro poderes y el Derecho al Veto; lo que ha obstaculizado, las meras condenas en resoluciones.
Este requisito y supuesto de que es en el republicanismo y en la democracia, donde se fragua la paz, ya ha sido muy discutido en filosofía política; dados los estragos permanentes que han causado los estados y los países, donde prima esta condición; como son los casos de EE.UUU. Y Reino Unido, comprometidos en diversos conflictos regionales, muy externos a su territorio. Rusia, Ucrania e Israel, también son formalmente democráticos. Al respecto, el hecho de querer extender el modelo democrático a toda costa, en otros pueblos, ha dado con lo que se califica hoy día como “fundamentalismo democrático” (BUENO, Gustavo. El Fundamentalismo Democrático. Obras Completas. Pentalfa, Oviedo. 2022). Este se ha convertido en la principal concepción ideológica (p. 135); pero, lo más triste, es que ella misma ha llevado a la degeneración del principio de poder judicial (p.195).
En su famoso Tercer Artículo Definitivo de la Paz Perpetua; él declara: “El derecho de ciudadanía universal debe limitarse a las condiciones de una universal hospitalidad” y precisa: “Fundándose este derecho en la común posesión de la superficie de la tierra”. En lo primero, como hombre de la Ilustración, recurre aquí al lema de Libertad, Igualdad y Solidaridad; pues esta última tiene empatía con la hospitalidad. Y en lo segundo, es un adelantado al tema de moda y necesidad, acerca de los estragos del calentamiento global y al llamado papal al “cuidado de la Casa Común” (Francisco I. (2015) Laudato sí. II Encíclica). Si esto fuera así, muy bien se podría “… llevar a la raza humana a instaurar una constitución cosmopolita”
Pero no ha sido posible: La Globalización es para el capital y los capitalistas, no para el ser humano en general; muestra de ello son los desplazamientos y las migraciones, así como la esclavitud moderna dentro de los países civilizados, en el tratamiento salarial a los inmigrantes.
El colonialismo antiguo y moderno y su conducta son denunciados por Kant así: “La conducta “inhospitalaria” que siguen los Estados civilizados de nuestro continente, sobre todo los comerciantes, espantan las injusticias que cometen cuando van a “visitar” extraños pueblos y tierras”; es decir, “visitar para ellos es lo mismo que conquistar”. Con lo cual, en América, África y Asia, frente a negros y naturales “ocasionaron hambre, rebelión, perfidia; en fin, todo el diluvio de males que pueden infligir a la humanidad”. Ahora, más bien se puede hablar de la globalización de la injuria humana; pues “… una violación del derecho, cometida en un sitio, repercute en todos los demás”.
Sin embargo Kant es osado en la concepción de esta utopía o “fantasía jurídica”, como el mismo la califica: tempranamente nos habla de Derecho de Ciudadanía Universal, como un “Código no escrito del derecho político de gentes” y de una “Categoría de Derecho Público de la Humanidad”; con el fin de conquistar la Paz Perpetua y el Estado Pacífico; precisando que “La garantía de la Paz Perpetua es ese gran artista llamado Naturaleza”; porque, al decir del filósofo, en ella existe un finalismo, armonía y concordia. Es decir, filosóficamente él es bastante romántico, idealista y naturalista; basándose en cierto finalismo; recurriendo a la voluntad ética del hombre y a una buena marcha del universo; fundando otra teleología, proclamándola así: “Como profunda sabiduría de una causa suprema a realizar el fin último objetivo de la humanidad, predeterminando la marcha del universo”
Hoy día ya se ha ejercido de análisis crítico desde diversas perspectivas filosóficas y políticas; frente a los determinismos, finalismos y teleologías; iniciando por dudar de la razón, de la ciencia y de la tecnología. El mismo Kant calificaba su construcción así: “la República es un Estado de Ángeles” y reconocía “Tendencias egoístas del hombre”; pero advertía: que “El hombre, aun siendo moralmente malo, queda obligado a ser un buen ciudadano”; por objeto de la ética, el derecho y el Estado; tanto que decía: “… aunque se trate de un pueblo de demonios; basta que estos posean entendimiento”; o sea, que confió mucho en aquellas cualidades y calificativos, sin haber asistido ni al Holocausto, ni a Nagasaki y Hiroshima.
En su Apéndice I refuerza la relación entre política y moral, hablando de la prudencia política como compatible con la moral, y nos disculpa así: “…el mal principio que mora en nosotros, espejuelos de sofismas, excusan la violencia y la ilegalidad, con el pretexto de las flaquezas humanas”. Como buen hombre, buen ciudadano y maestro de la ética, la virtud y e derecho, declara finalmente en el Apéndice II: “El amor a los hombres y el respeto al derecho del hombre son deberes ambos”, y califica así su Utopía: “Si es un deber, y al mismo tiempo una esperanza, el que contribuyamos todos a realizar, un estado de derecho público universal, aunque sea sólo de aproximación progresiva”. También en la concepción de Ernest Bloch (El Espiritu de la Utopía. 1918) se pretende la conquista de la utopía paso a paso, sin considerar que ya, de hecho, se consigue o que simplemente es inalcanzable. Por eso es mejor tenerla siempre como un horizonte de sentido y una pretensión humana, cada día por trabajar y escalar; siempre guiada por la esperanza.
CRITICA Y EXPLORACION: “Mirar la historia a contrapelo” (Walter Benjamin).
Frente a las recomendaciones del filósofo para los políticos y los gobernantes, se viene disertando desde antes de La República de Platón, así mismo, sobre el papel del filósofo en la sociedad. Aquí no se agotan, ni más faltara, las referencias a la filosofía de la guerra, la política y la posibilidad de la paz, desde el razonamiento filosófico; pero de la mano de Kant, queremos agregar: En la polémica, de quién le sirve a quién, el autor de la Crítica de la Razón Pura, precisa: “Pero no se aclara bien si su servicio consiste en preceder a su señora, llevándole la antorcha, o en seguirla, recogiéndole la cola”.
De todas maneras, como diría un intelectual judío-alemán, atormentado por las atrocidades de los nazis, y mirando retrospectivamente la historia de toda la humanidad, “Todo documento de cultura es un documento de barbarie”, según lo sintetizara Walter Benjamín, poco antes de suicidarse (Tesis sobre la historia o Concepto sobre la historia. 1942. París).
Basándose en una pintura de Gustav Klim, Benjamín hablaría de “El Ángel de la Historia”, como la desesperación, producto de los horrores del progreso como un huracán humano, histórico y atroz. Y, basado en Dostoyevski y Gottfried, rescatará aquello de que “el error es lo que nos hace humanos, es el camino a la verdad”. Por lo tanto, el pasado se nos escapa, el pasado nos amenaza; por lo cual es necesario mirar la historia a contrapelo.
Desde esta perspectiva Benjamín desnudó el mesianismo y la teleología en la que coinciden el cristianismo, el judaísmo, el islamismo y el comunismo. Todos a sangre y fuego, tratando de alcanzar la tierra prometida y el paraíso, tanto en la tierra como en el cielo. El nazismo persiguiendo la pureza de la raza, el paneslavismo regresando por lo suyo, el sionismo que no se quiere desterrar en vida, el capitalismo desesperado creyendo que todo lo consiguió con la globalización y el cristianismo, reivindicándose para encaramarse a las estrellas.
Ante la incertidumbre, la perplejidad y la insistencia en el acabose de los grandes relatos, que proclamaba el postmodernismo, es preciso volver a “El principio esperanza” de Ernest Bloch; para revalorar la utopía de la paz, y en sus términos, aquí adaptados, podamos ir escalando paso a paso, conquista a conquista lo más virtuoso del ser humano. Por consiguiente, es necesario darle un carácter supremo a la esperanza y asumir con Fichte “La dignidad de la esperanza”. Para lo cual se requiere mucha y mejor educación, en los términos de Paulo Freire: “La pedagogía de la esperanza”
Siempre la libertad será el mayor de los cometidos para el hombre. Ante los totalitarismos de izquierda y de derecha, las ortodoxias religiosas, los nacionalismos a ultranza y los estragos de los imperialismos de todo color y cualquier ubicación geográfica, valga reivindicar las banderas de la libertad personal, la de los pueblos y las naciones oprimidas a nombre de cualquier causa mezquina e interés soterrado. En consonancia, valga citar una ensayista lúcida:
“El auténtico mal y el verdadero absurdo para un ser humano es la falta de libertad, la eterna reiteración de lo mismo, eso que lo equipara a las cosas, impidiéndole devenir y hacerse según su voluntad, encadenándolo a lo preterido y cancelando el futuro como lugar de liberación” (LOPEZ Domínguez, Virginia. (2022). “De la nostalgia a la esperanza”. En: Filosofía & co. Nro. 3. Madrid. P. 42)
Ante el nihilismo contemporáneo, producto de la desesperación del cambio climático, las guerras y la pobreza, paradójicamente, cabe citar al nihilista mayor, para proponer metas más humanas, sembrar semillas de esperanza y salirse de las pretendidas normalidades de la globalización y reconocer nuestro caos como civilización y como humanidad, y a partir de ahí “engendrar estrellas danzarinas”, al decir del maestro de Silz María.
“Ha llegado el momento de que el hombre se proponga su meta. Ha llegado el momento de que el hombre siembre la semilla de sus más preciosas esperanzas. Todavía su suelo es lo bastante rico. Más llegará el día en que el suelo tal será bastante estéril y miserable, y ningún árbol elevado podrá ya crecer en él. Yo os lo anuncio: es preciso llevar aún algún caos dentro de sí para poder engendrar estrellas danzarinas” (NIETZSCHE, Federico. (1981) El último hombre En: Así habló Zaratustra. Alianza, Madrid, 9a. Edición. P.39-40)
Francisco A. Cifuentes S, Ponencia en el “V FORO NACIONAL DE PROFESORES DE FILOSOFÍA”. 14-17 de noviembre 2023. Universidad del Quindío (Armenia. Q). Francisco A. Cifuentes S. Lic. Sociales A.M. Historia (Universidad del Quindío). Mag. Filosofía Latinoamericana (Universidad Santo Tomás). Profesor universitario, escritor y columnista.
Foto tomada de: Onda Cero
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