Me interesa en esta nota comentar algunos planteamientos que hace con relación al contexto y los antecedentes de la revolución rusa de 1917, con énfasis en la teoría de Marx. Básicamente, Constain hace los siguientes planteamientos: a) Las teorías de Marx y Engels, a pesar de que ellos mismos las consideraban científicas, son fundamentalmente profecías. En forma caricaturesca plantea que Marx y Engels proponían un paraíso en la tierra. Este carácter profético, en su opinión, provenía de Hegel, pero también del ancestro judío; b) Marx acoge de Hegel una filosofía de la historia que básicamente establece que la historia tiene una finalidad y se mueve por contradicciones, pero está determinada de antemano. Pero a diferencia de Hegel, no ve en el Espíritu el motor de dicha historia, sino en las condiciones materiales de vida; c) Las profecías de Marx no se han cumplido.
Constain retoma viejos tópicos de la lucha ideológica contra las teorías de Marx que se basan en exageradas simplificaciones, verdades a medias y mentiras abiertas. No es muy riguroso en su aproximación a la producción teórica de Marx y a sus herencias intelectuales. Salvo la mención al Manifiesto del Partido Comunista, no hay en las casi dos horas de las exposiciones, mención a ningún otro texto escrito por Marx ni por Engels (tan solo que el hermano mayor de Lenin le regaló un ejemplar de El Capital: a Lenin, no a Constain).
Es evidente que en Marx y Engels se encuentran referencias tanto en el Manifiesto, como en otros textos (materiales de la asociación internacional de trabajadores, Salario, precio y ganancia, Anti-Duhring, prólogo a la Lucha de clases en Francia, La guerra civil en Francia, etc.) a su interés en promover la organización y la acción política de los trabajadores con el fin de suprimir el capitalismo, es decir la relación social basada en el trabajo asalariado.
Además, trabajaron políticamente apoyando la formación y organización de los trabajadores y en la conformación de la primera asociación internacional de trabajadores, así como en apoyo teórico y político a diversos partidos obreros. Igualmente, Marx consideró que El Capital era un misil contra los capitalistas al servicio de los trabajadores y sus partidos en su lucha política. Se encuentran también afirmaciones sobre un posible paso dialéctico e inevitable del capitalismo al socialismo en El Capital (menos de una página en un libro de 2.200 páginas), y muchas esperanzas y optimismo con la lucha de los trabajadores. Marx y Engels se entusiasmaban con la llegada de las crisis económicas porque pensaban que con ellas se agudizaría el malestar de los trabajadores y los impulsaría a acciones revolucionarias. Pero también realizaban análisis realistas de las situaciones políticas, una identificación de los momentos de reflujo del movimiento obrero en el cual era necesario replegarse, etc.
Igualmente, en algunas partes de La Ideología Alemana y en el prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política de 1859, Marx identifica los diferentes modos de producción que se han producido a lo largo de la historia (asunto en el cual fue haciendo cambios en la medida en que avanzaba en sus estudios), y vislumbra y espera el paso hacia el socialismo, pero en ningún momento establece que los cambios estén predeterminados y sean inevitables.
En El Capital muestra que las tendencias del propio capitalismo van creando una “socialización” dentro de este modo de producción (sociedades anónimas, cooperativas, papel del Estado en la producción, etc.) y además destaca que el extraordinario desarrollo de la capacidad productiva de la sociedad crea condiciones materiales para el posible desarrollo de una sociedad comunista. Pero en ningún momento considera que el capitalismo se va a derrumbar por sí solo. De aquí su interés y vinculación por la política, por la organización de los trabajadores, por la conformación de partidos políticos obreros, etc. Sin la lucha política no hay posibilidades de transformación.
Igualmente, Marx y Engels pensaban inicialmente que las revoluciones se producirían en los países con capitalismo más desarrollado y alcanzaron a darse cuenta de que esto no ocurría y a explorar algunos de los factores que hacían que las clases trabajadores, por ejemplo, en Inglaterra, asumieran un papel reformista y no revolucionario (tema que por cierto sigue estando en el orden del día). Se entusiasmaron con la Comuna de París de 1871, pero fueron conscientes de sus profundas limitaciones. Hasta el final de sus días, tanto Marx como Engels estuvieron vinculados de una u otra forma con la actividad de los partidos socialistas. El viejo Engels se convirtió en un asesor teórico y político de primera línea del partido social demócrata alemán.
Pero Marx nunca escribió una filosofía de la historia. No es cierto que Marx tenga una filosofía de la historia como afirma Constain. Nunca escribió un texto sobre el particular, ni mucho menos en la línea de Hegel. Se interesó mucho por la situación rusa, aprendió el idioma para poder leer diversos materiales sobre la sociedad rusa, la primera traducción del primer tomo de El Capital fue al ruso, y tuvo contactos con diversos personajes políticos interesados en sus teorías. La revolucionaria Vera Zasulich lo consultó precisamente sobre la relevancia de la comuna rusa para una posible revolución y sobre si era necesario que Rusia tuviera que pasar primero por un desarrollo profundo del capitalismo antes de pensar en una revolución socialista, lo que forzó a Marx a estudiar el asunto. Planteó que no existía un camino predeterminado y vio aspectos muy positivos en la comuna rusa como base para una sociedad socialista.
En carta de 1877 a la redacción de un periódico ruso en respuesta a un artículo de Mijailovsky, afirma que este autor le atribuye indebidamente una filosofía de la historia: “Se ve obligado a transformar mi esbozo histórico del surgimiento del capitalismo en Europa Occidental en una teoría histórico-filosófica de la evolución general que se impone fatídicamente a todos los pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias históricas en las que se encuentren, para alcanzar finalmente aquella formación económica que asegura el desarrollo más pleno del hombre junto con el mayor incremento de las fuerzas productivas del trabajo social. Pero le pido disculpas a mi crítico (Pues al mismo tiempo me honra y me avergüenza demasiado.)” (pp. 244-245). Y concluye diciendo “Sucesos de una incuestionable analogía que tienen lugar en un medio histórico diferente conducen a resultados completamente distintos. Si se estudian cada uno de estos desarrollos por sí mismos y después se comparan entre sí, se encontrará fácilmente la clave para este fenómeno, pero eso jamás se conseguirá con la pauta universal de una teoría histórico-filosófica general cuya mayor virtud consiste en ser suprahistórica.”[2] (p. 245).
Constain dice que no va a entrar en pormenores ni tecnicismos, pero valdría la pena que estudiara más para que su exposición fuera mucho más rigurosa y acertada. Quizá así se podría distanciar del nivel argumentativo de Milei o de María Fernanda Cabal o un Polo Polo.
Tampoco Marx y Engels escribieron tratado alguno sobre el materialismo dialéctico ni sobre el materialismo histórico, de hecho, nunca usaron estos términos. Engels hizo un esfuerzo por organizar una exposición coherente de la visión del mundo en el Anti-Duhring, y acuñó el término socialismo científico (no como dice Constain, materialismo científico). Son otros autores marxistas quienes escribieron textos utilizando dichas etiquetas y en la Unión Soviética se elaboraron diversos materiales y manuales en esta perspectiva.
Afirmar que la teoría de Marx consiste en profecías y utopías es una afirmación no solo incorrecta sino mal intencionada. Es un indicador de pobreza intelectual profunda. Constain mete en el mismo saco textos no publicados en vida de Marx, anotaciones en una hoja que Engels rescata varias décadas después (las tesis sobre Feuerbach), afirmaciones en cartas y artículos, con la obra principal de Marx, El Capital. ¿Se atreverá a decir Constain que El Capital es simplemente un tratado utópico lleno de profecías en el cual se ofrece el paraíso en la tierra? Apostaría doble contra sencillo a que Constain no ha leído nunca, ni mucho menos estudiado seriamente, El Capital (quizá, a lo sumo, leyó el capítulo 24 sobre la acumulación originaria). Es vergonzoso que un escritor e intelectual reconocido como Constain exponga públicamente y con entusiasmo y orgullo su profunda ignorancia de la teoría de Marx. Parece que Constain piensa que con la caída de la Unión Soviética también desapareció la teoría del capitalismo y la crítica de la economía política expuesta en El Capital.
La posición de Constain puede deberse a ignorancia o a mala fe, pero quizá lo real es una mezcla de los dos. Por su formación y experiencia, Constain podría saber y entender mejor el asunto, pero su ignorancia puede ser simplemente una elección, como ocurre con mucha gente crítica de Marx, que opta por criticarlo radicalmente, pero quedándose al nivel de frases ingeniosas, clichés, y afirmaciones superficiales, no abordando nunca a fondo su teoría (varias afirmaciones de Constain en la exposición muestran su analfabetismo en cuanto al conocimiento del capitalismo). Simplemente se lo deja de lado, se declara a priori que está equivocado o que es anacrónico. En el fondo, se trata de una extraordinaria pereza intelectual. Pero esto quizá proviene de la mala fe, asociada a sus intereses. Constain posiblemente es un defensor del capitalismo (así critique algunos aspectos) y por tanto abanderado de la lucha contra el socialismo.
Es evidente que la Unión Soviética dejó de existir, que hubo represión y crímenes espantosos. Una de las víctimas más notorias Leon Trotsky, quien escribió, entre muchas cosas, un texto muy interesante, “La revolución traicionada”, para tratar de entender lo que estaba ocurriendo en la Unión Soviética en su época. Pero en ningún momento renunció a la teoría de Marx ni a su postura política en favor del socialismo. No fue un Vargas Llosa, un impostor intelectual que se atreve a decir falsamente que estudió a profundidad el marxismo y luego se desencantó para convertirse en un adalid de la sociedad capitalista.
Es evidente que las revoluciones socialistas existentes han tenido serias restricciones y que la población en dichos países ha sufrido enormemente en diversas dimensiones; más aún, no se logró implantar siquiera un verdadero socialismo y mucho menos el comunismo. Igualmente, es evidente que el capitalismo aprendió a prevenir y reprimir las revoluciones (Chile, Indonesia, Grecia, etc., etc.) y a ahogar a los países socialistas. Todas estas experiencias deben ser objeto de estudio con el fin de aprender y corregir hacia el futuro. No se trata de glorificar, pero tampoco de demonizar. Las clases trabajadores y sus partidos deben aprender de los fracasos, pero no perder el rumbo, como no lo perdió Trotsky. Constain resume casi toda la historia de la Unión Soviética y otros países socialistas en decir que fueron o son un infierno previsible, una práctica intelectual poco rigurosa por decir lo menos.
Constain que critica el determinismo de Marx y su visión fatalista de la historia, (heredada según él de Hegel), demuestra ser en su exposición un fatalista y un determinista: toda ilusión, utopía, toda propuesta de paraíso conduce inevitable e inexorablemente al infierno. El mensaje a los trabajadores es claro: no sueñen con una sociedad mejor. Probablemente piensa que el capitalismo es el mejor de los mundos. Constain tiene una idea preconcebida y trata de sustentarla dando una apariencia de rigor intelectual. Cumple un papel claro en la lucha ideológica en favor del capitalismo.
Quizá Constain piensa que la ignorancia es razón suficiente. Y practica aquello de que la ignorancia es atrevida. No es su obligación estudiar El Capital, pero si va a criticar la teoría de Marx debería tener la honestidad intelectual de hacerlo.
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[1] https://www.youtube.com/watch?v=QiLyqjXrUo8; https://www.youtube.com/watch?v=7uufYKUWYYM
[2] Rendueles, Cesar. Karl Marx. Escritos sobre materialismo histórico, Alianza Editorial, Madrid, 2012.
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: El Universal
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