Aunque virulentas, las palabras de Rueda se convertían en la vívida voz del establecimiento: la dinámica mediática de los medios de comunicación tradicionales, durante el 8 de febrero (8F), no tuvo reparo en emitir durante horas titulares alarmistas y noticias falsas a la velocidad del sonido, principalmente desde el turbulento mundo de las redes sociales. El pico de dicha estrategia tuvo lugar durante las horas posteriores a la negativa de la Corte Suprema a elegir Fiscal[2], tiempo en el que se creó una falsa narrativa de caos y hostigamiento a los magistrados, protagonizada por una horda de supuestos “desadaptados” tratando de ingresar al Palacio de Justicia.
La andanada mediática tenía por objetivo hacer un símil entre la supuesta toma del recinto judicial durante el 8F, y lo sucedido con el ataque del M-19 al Palacio en 1985, replicada por medios como El Tiempo[3], principal diario del país, y de la tradicional revista Semana[4], medio liberal ahora devenido en portal al servicio del ultraconservatismo nacional.
El insight de la estrategia también buscaba revivir el pedestre ataque de los seguidores de Trump al Congreso de Estados Unidos, el día de la posesión de Biden. De otro lado, y en clave con los agitados acontecimientos, el “tiro en el pie” del oficialismo y sus seguidores sigue siendo inexplicable ¿a quién se le ocurre la brillante idea de hacer una manifestación en el mismo lugar y al mismo instante en que los togados decidían el futuro del nuevo Fiscal?
Paradójicamente, la distópica jornada protagonizada por la lánguida escaramuza mediática de unas pocas horas, generó el efecto contrario: la diplomacia oficialista de Petro logró revertir la situación al generar presión internacional para evitar cualquier intento de desestabilización al Gobierno, como se desprende de los pronunciamientos de la ONU, la CIDH[5] y la declaración de la Organización de Estados Americanos (OEA)[6], firmada por su secretario General Luis Almagro, en la que se condena la negativa de la Corte Suprema de elegir fiscal general pronto. Irónicamente, Almagro es el mismo Secretario de la OEA que no condenó los múltiples golpes de Estado contra mandatarios progresistas entre 2015 y 2024.
A pesar de la inusitada solidaridad internacional, lo sucedido el 8F revivió los temores en las huestes del Partido de Gobierno (Pacto Histórico), y del presidente Petro, por lo que académicos caracterizan como “golpe blando”, término acuñado por el filósofo estadounidense Gene Sharp en 1973[7] y que pone de relieve la necesidad, para derrocar a un gobierno, de escalar los conflictos y antagonismos sociales, promover el descontento, e inducir al malestar mediante el boicot de los gremios –creando desabastecimiento, criminalidad, manipulación del dólar-. Para nadie es un secreto que este tipo de “golpes blandos” dependen casi siempre de la resonancia de los medios de comunicación, para que esas múltiples acciones inducidas generen insatisfacción ciudadana y desestabilización institucional.
Lo anterior legitima la válida preocupación del presidente Petro sobre los deseos de facciones ultraconservadoras en Colombia por derrocarlo. Es de público conocimiento que sectores terratenientes, económicos y financieros, han intentado crear las condiciones para minar su credibilidad, acudiendo a la guerra mediática, económica y jurídica (Lawfare) para sacarlo del camino. Sin embargo, hay factores histórico-políticos objetivos que desvirtúan dicha preocupación: los golpes de Estado en Latinoamericana se fraguan de afuera hacia adentro, casi siempre con el beneplácito y la participación del Departamento de Estado y la CIA: así sucedió Chile (1973), Bolivia (2019), Guatemala (2009), Venezuela (2002), Ecuador (2010). También ocurrió de la misma manera en los impeachments contra Lugo en Paraguay (2012) y Dilma Rousseff en Brasil (2016)[8].
En el caso colombiano que se desarrolla en la acualidad las condiciones son diferentes: las cercanas relaciones del primer mandatario de Colombia con el actual Gobierno de Estados Unidos, que se traducen en los múltiples encuentros bilaterales con el secretario de Estado Antony Blinken, y el presidente Joe Biden, sumado a que su discurso no evidencia ninguna animadversión “antiyanki”, descartan la posibilidad de que el Lawfare y el golpe blando, creado por fuerzas reaccionarias en Colombia, prospere. Además, la afugia del Partido Demócrata por ganar la reelección en noviembre requiere, en el plano geopolítico, del rol de Gustavo Petro como mediador en la transición democrática de Venezuela y en una futura tregua entre Hamas e Israel. Es posible que el escenario político cambie con una victoria Republicana, pero por ahora los vientos golpistas carecen objetivamente del impulso necesario para concretarse.
Además de lo anteriormente mencionado, las relaciones que ha tejido Gustavo Petro con el Partido Demócrata son de vieja data: desde 2005, en el marco de la campaña de reelección presidencial de Álvaro Uribe Vélez, el actual presidente ha establecido cercanos nexos con el “partido de la gente común”, para impulsar una agenda en defensa de los derechos humanos y las libertades sociales y democráticas en Colombia[9]. Ese primer acercamiento, con congresistas de izquierda de esa colectividad como Tim Mc Govern (Massachusetts), Jan Schakowsky (Illinois), Tammy Baldwin (Wisconsin), así como con el Sindicato de Trabajadores del Acero de Estados Unidos (USWA)[10], con amplia ascendencia en las decisiones Demócratas, le permitieron al entonces Senador Petro establecer puentes de comunicación posteriormente con el oficialismo Demócrata, encabezado por la presidenta de la Cámara Nancy Pelosi y por los precandidatos presidenciales demócratas de aquel entonces (2008) Hillary Clinton y Barack Obama. De ese momento en adelante, las relaciones entre Petro y los Demócratas se hicieron cada vez más estrechas.
Sin duda, la complejidad de los desafíos que enfrenta el Gobierno Petro, en los próximos 30 meses, está por encima de la “amenaza de Golpe Blando”. La dinámica interna y el momento político requiere, por parte del presidente, de soluciones que se salgan de los marcos establecidos, y de acciones perentorias que prioricen la Gobernabilidad y la Gobernanza en el plano local: ensanchar los linderos de la institucionalidad, redemocratizar el Estado mediante la participación, y crear nuevas certezas entre aquellos sectores ciudadanos que miran con desconfianza al proyecto político oficialista, son algunos de los retos que en el corto plazo debe liderar la Administración Nacional.
De otro lado, desde el oficialismo el impasse del 8F debería leerse como una ventana de oportunidad para dejar atrás la nostalgia del antagonismo y superar la disputa del pasado con la derecha tradicional. Únicamente en manos del Gobierno Nacional está la solución para concebir soluciones gubernamentales robustas, jalonadas por la ejecución del Plan Nacional de Desarrollo. Solo con una gestión sólida es posible crear nuevos marcos institucionales que permitan que hasta los escépticos consientan la idea de que sí es viable hacer política social y dar resultados prescindiendo de la cleptocracia tradicional.
No basta solo con repetir el mantra, a veces gaseoso, de “otro país es posible” sin reordenar el caos institucional heredado. Es necesario, en clave propositiva, crear un nuevo orden desde el Estado que facilite las transformaciones y redefina los límites de lo que se entiende por instituciones y democracia en el país. Aunque lacónica, ojalá la frase de William Ospina, en columna reciente, haga eco en el círculo cercano y en el mismo presidente Petro “Un capitán de barco tiene el deber de maniobrar en la tempestad: nadie le hará una estatua por gritar todo el tiempo que los vientos están en contra”[11].
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[1] Semana. (2024, febrero 9). ¿Qué opina María Isabel? ¿Qué le pasó a Almagro? Revista Semana. https://www.semana.com/nacion/articulo/que-opina-maria-isabel-que-le-paso-a-almagro/202411/
[2] Rodríguez, M. A. (2024, febrero 18). Elección fiscal: las cuentas que dejan mal parada a la Corte Suprema por demora en escoger el reemplazo de Francisco Barbosa. infobae. https://www.infobae.com/colombia/2024/02/18/las-cuentas-que-dejan-mal-parada-a-la-corte-suprema-por-demora-en-escoger-el-reemplazo-de-francisco-barbosa/
[3] Jesús Blanquicet, A. N. (2024, febrero 10). Las graves implicaciones del asedio al Palacio de Justicia. El Tiempo. https://www.eltiempo.com/politica/gobierno/las-graves-implicaciones-del-asedio-al-palacio-de-justicia-853700
[4] Semana. (2024b, febrero 10). La Corte Suprema se respeta: Petro se equivocó y el ataque contra el Palacio de Justicia es un golpe a la democracia que pone al país en alerta. Editorial de Vicky Dávila. Revista Semana. https://www.semana.com/politica/articulo/la-corte-suprema-se-respeta-petro-se-equivoco-y-el-ataque-contra-el-palacio-de-justicia-es-un-golpe-a-la-democracia-editorial-de-vicky-davila/202436/
[5] Portafolio. (s/f). ONU pide a Colombia garantías para la elección del nuevo fiscal general. Portafolio.co. Recuperado el 19 de febrero de 2024, de https://www.portafolio.co/economia/gobierno/onu-pide-a-colombia-garantias-para-la-eleccion-del-fiscal-general-598329
[6] OEA. (2009). OEA – Organización de los Estados Americanos: Democracia para la paz, la seguridad y el desarrollo. https://www.oas.org/es/centro_noticias/comunicado_prensa.asp?sCodigo=C-007/24
[7] Sharp, Gene (1973). Politics of Nonviolent Action: Part One : Power and Struggle. Extending Horizons Books. Page 132
8] La era de los golpes de Estado suaves en América Latina. (s/f). Mondiplo.com. Recuperado el 19 de febrero de 2024, de https://mondiplo.com/la-era-de-los-golpes-de-estado-suaves-en-america
[9] El Tiempo, R. (2007, marzo 8). Gobierno está incómodo por lobby de Petro en Washington. El Tiempo. https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-2409542
[10] Semana. (2008, marzo 20). Futuro complicado. Revista Semana. https://www.semana.com/futuro-complicado/91733-3/
[11] Ospina, W. (2024, febrero 10). El enemigo. El Espectador. https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/william-ospina/el-enemigo/
Felipe Pineda Ruiz, Publicista, candidato a Magister en Gobierno y Relaciones Internacionales, investigador social. Director del colectivo Somos Ciudadanos.
Foto tomada de: Cambio Colombia
Edgar Montenegro says
Se fué el primer cuarto de hora del cambio. Llega la medía hora definitiva 2024 2025 porque el último cuarto 2026 no se puede contar. Será de cosecha si se hizo bien la siembra y el cuidado. En medio del fuego cruzado de todas las erizadas campañas políticas por la Presidencia no hay tiempo que perder. 🍀🚩