Las nuevas matanzas de palestinos en Gaza ponen a Biden entre las cuerdas dentro y fuera de EEUU y evidencian su fracaso para detener la estrategia genocida de Israel.
El fracaso de la diplomacia del presidente Joe Biden para detener la ordalía de destrucción desencadenada por Israel en Gaza ya tiene sus efectos en la política estadounidense y pasa su factura entre los votantes musulmanes de Estados Unidos. En Gaza, las matanzas han alcanzado un hito sangriento con el brutal ataque a una multitud de palestinos que intentaban conseguir comida. La tregua que Biden anunciaba como inminente queda, de momento, en papel mojado.
El aislamiento internacional de Israel crece a pocos días de cumplirse cinco meses de guerra. También aumentan las condenas al salvajismo de sus ataques contra la población civil palestina. Un nuevo punto de no retorno lo marcó este jueves el asesinato de al menos 112 palestinos cuando trataban de conseguir comida de un convoy en el barrio de Rimal, en Ciudad de Gaza.
Los aparentes esfuerzos de la Casa Blanca para alcanzar una tregua entre Israel y las milicias palestinas de Hamás antes de que comience el mes de Ramadán, el 10 de marzo, son torpedeados una y otra vez por sus aliados israelíes, empeñados en esa estrategia de destrucción contra la población palestina.
El pasado mes de enero, el máximo tribunal de la ONU conminó al Gobierno de Benjamín Netanyahu a adoptar una serie de «medidas provisionales» que impidieran la matanza de civiles por las tropas israelíes en Gaza y a prevenir actos de genocidio en ese territorio palestino. En vano, como lo demostró la masacre del jueves, a la que la Casa Blanca llegó a calificar de «incidente».
«Incidente» como los bombardeos de las ciudades gazatíes, la muerte de más de 30.000 palestinos, junto a 70.000 heridos, desde que Israel comenzó su ofensiva sobre Gaza el pasado 7 de octubre o el acorralamiento de casi un millón y medio de los 2,3 millones de habitantes de la Franja, en la localidad de Rafah, que se ha convertido en un callejón sin salida.
La hambruna, el otro enemigo de los gazatíes
El ataque israelí contra los cientos de palestinos hambrientos que habían rodeado los camiones de ayuda humanitaria puso en evidencia la crueldad de la ofensiva israelí. Pero también mostró el gravísimo problema de la falta de comida para los palestinos de Gaza.
La ONU ha advertido del altísimo riesgo de hambruna que existe en Gaza derivada de la devastación causada por Israel en la Franja. Al menos diez niños han muerto ya por desnutrición y muchos más se sumarán a los 12.000 menores masacrados por las bombas israelíes desde el 7 de octubre. En esta fecha, Israel inició su ofensiva contra Gaza en represalia por el asesinato de 1.200 israelíes y ciudadanos de otras nacionalidades en una incursión masiva de milicianos de Hamás en territorio israelí.
Según la OMS, el hambre es una realidad para al menos un millón de gazatíes
«Lamentablemente es de esperar que sean más altas las cifras no oficiales» de niños fallecidos por la falta de alimentos en Gaza, explicó este sábado el portavoz de Organización Mundial de la Salud (OMS), Christian Lindmeier.
Según el representante de la OMS, el hambre es una realidad para al menos un millón de gazatíes. «La gente está tan desesperada por comida, por agua fresca, por cualquier suministro, que arriesgan sus vidas para conseguir cualquier alimento, cualquier ayuda básica para sus hijos», dijo Lindmeier para explicar el intento de hacerse con alimentos por parte de los desplazados que acabó con la matanza del jueves bajo el fuego de los fusiles y morteros israelíes.
«Éste es el verdadero drama. Ésta es la verdadera catástrofe aquí, que los alimentos y suministros son tan escasos que vemos surgir estas situaciones. Y los suministros de alimentos han sido cortados deliberadamente. No nos olvidemos de esto», agregó Lindmeier.
Una «injustificable» carnicería
El alto representante para Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell, responsabilizó directamente a Israel de la «carnicería» de los 112 palestinos que trataban de conseguir comida y consideró «injustificables» los disparos realizados por los soldados israelíes. Una postura, la de Borrell, mucho más comprometida con la condena a Israel que la de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, o el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Estos dos políticos se limitaron a pedir una investigación, sin mencionar a Israel.
EEUU, el principal aliado de Israel y suministrador de buena parte de la munición que utiliza el ejército judío en su ofensiva de Gaza, tampoco quiso sumarse a la condena internacional al asesinato masivo del jueves. «No conocemos todos los hechos, ese es el problema», dijo su embajador adjunto ante la ONU, Robert Wood.
EEUU vetó la declaración de condena presentada por Argelia ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Los otros catorce miembros del Consejo de Seguridad respaldaron la declaración argelina que acusaba a Israel de «atacar y matar intencionadamente» a esos palestinos que reclamaban comida en Rimal.
El ejército israelí se ha lavado las manos y ha indicado que no fueron ellos sino milicianos palestinos los que acribillaron a su propia población, y que muchas de las víctimas fallecieron atropelladas por los camiones del convoy de ayuda humanitaria.
Lavar la cara con paquetes de comida en paracaídas
En un intento de lavar la cara, el Gobierno de Washington puso este sábado en marcha un lanzamiento sobre Gaza de paquetes de alimentos y medicinas desde tres aviones militares C-130.
Esta operación, criticada por organizaciones humanitarias por su poca eficacia, muestra algunas de las incongruencias de la relación entre Estados Unidos e Israel. Siendo Washington el principal garante de la seguridad israelí, llama la atención que sus camiones con ayuda humanitaria tampoco puedan atravesar el bloqueo de alimentos y bienes básicos impuesto por Tel Aviv.
«Los lanzamientos servirán principalmente para aliviar las conciencias culpables de altos funcionarios estadounidenses», dijo Scott Paul de Oxfam America
«Oxfam no apoya los lanzamientos aéreos de Estados Unidos a Gaza, que servirán principalmente para aliviar las conciencias culpables de altos funcionarios estadounidenses cuyas políticas están contribuyendo a las atrocidades en curso y al riesgo de hambruna en Gaza», afirmó Scott Paul, asesor de política humanitaria de Oxfam America.
La iniciativa estadounidense tampoco es nueva, pues Jordania ha estado haciendo lo mismo, lanzar comida desde aviones, en los últimos días para evitar el férreo bloqueo israelí.
Malestar de musulmanes y sectores progresistas estadounidenses
En todo caso, estos esfuerzos mínimos estadounidenses no están sirviendo para acallar las crecientes críticas a Biden por parte de los electores estadounidenses, sobre todo los pertenecientes a la minoría musulmana que vive en EEUU.
El tiempo para intentar enmendar los desaguisados israelíes en Gaza vuela y EEUU se ve cada vez más condicionado por la política de oídos sordos de Netanyahu y sus ministros extremistas en el poder. Por eso, el fracaso de las negociaciones entre los israelíes y Hamás que tienen lugar en Egipto y Catar puede ser un golpe muy duro para la política exterior de Biden.
Este domingo se reanudan las negociaciones sobre un alto el fuego en El Cairo. Hasta la masacre de Ciudad de Gaza las partes habían acordado que Hamás pondría en libertad a entre 30 y 40 rehenes del centenar que aún permanecen en manos de Hamás a cambio de unos 300 presos palestinos actualmente en cárceles israelíes. En la tregua de noviembre fue liberado ya un centenar de los 240 rehenes capturados el 7 de octubre en Israel.
El alto el fuego debería durar seis semanas al menos, en parte durante el mes sagrado musulmán de Ramadán. Durante este tiempo se buscarían acuerdos parciales para liberar más rehenes y se trataría de asentar las bases de un alto el fuego permanente.
Pero sobre todo se intentaría parar el anunciado ataque israelí contra la ciudad de Rafah, en la frontera con Egipto, donde hay 1,4 millones de desplazados y donde la entrada del ejército de Israel causaría una hecatombe. Rafah es la última ciudad que no ha caído aún bajo los ataques israelíes. En las negociaciones quedaba pendiente lo más complicado, es decir, la retirada del ejército israelí del norte de Gaza demandada por Hamás.
El Gobierno egipcio ya ha subrayado que el inicio del Ramadán, entre el 10 y el 11 de marzo, es el punto límite para lograr un acuerdo. El ministro de Exteriores de Egipto, Sameh Shukri, insistió este sábado en que un desacuerdo sería «muy nefasto».
Gaza, un altísimo riesgo electoral para Biden
Sería nefasto también para Estados Unidos. Biden se ha comprometido personalmente en la consecución de esta tregua y, si su fracaso se añade a los fallos que está mostrando día tras día la diplomacia estadounidense en este conflicto, el golpe irá también para el propio presidente.
De momento, las primarias de la carrera hacia la Casa Blanca celebradas esta semana en Michigan mostraron que uno de cada ocho demócratas votó en blanco. Aunque Biden ganó el proceso, la fuerza de la población musulmana de ese Estado se ha dejado sentir y podría hacerlo con mucha más contundencia en las elecciones presidenciales de noviembre próximo.
La consigna de las organizaciones progresistas es clara: Biden puede parar la guerra, pero no lo hace
Y no son solo los grupos demócratas propalestinos los que están ejerciendo su presión sobre Biden. Hay organizaciones y lobbies progresistas, formados sobre todo por jóvenes, que no pueden tolerar que Estados Unidos siga entregando armas y cubriéndole las espaldas a un Gobierno genocida. La consigna de estos grupos es clara: Biden puede parar la guerra, pero no lo hace.
Si las negociaciones para conseguir una tregua se malogran en los próximos días, el prestigio de Biden caerá más, sobre todo si Israel lanza el asalto de Rafah. Esta situación demostraría que Estados Unidos, la primera superpotencia mundial, es rehén de un país que utiliza los crímenes de guerra para cubrir sus errores en el ataque de Hamás el 7 de octubre y para conseguir una anexión forzada de los territorios palestinos.
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