Datos verificados1
Ahora mismo, las 10 personas más ricas del planeta tienen en su poder más riquezas que las 3.100 millones personas más pobres. Igualmente, el 1% más rico ha acaparado el 38% de toda la riqueza acumulada desde mediados de la década de 1990, mientras que al 50% inferior solo le ha llegado el 2%. Finalmente, el 10% más rico posee el 52% de todas las rentas del planeta y el 50% más pobre ha pasado a ser de 8,5 a 15 veces más pobre en solo 20 años.
El hecho de que el 1% más rico posea el doble que 6.900 millones de personas se traduce en un reparto de recursos muy desigual. En efecto, el 15% de población que vive en los países de ingresos más elevados consume un 56% del total mundial y el 40% más pobre que vive en países de bajos ingresos solo consume un 11%. En cuanto a energía, el 10% más rico consume 20 veces más que el 10% más pobre.
Dos ejemplos de la extrema desigualdad que estamos viviendo son: que el 1% más rico se quedó con el 95% del incremento de ingresos generado en Estados Unidos de 2009 a 20122 y, en los dos primeros años de pandemia, las 10 personas más ricas duplicaron su riqueza, mientras que el 99% de la humanidad veía reducidos sus ingresos3.
Causas de tan formidable desigualdad
En primer lugar, debido a las crecientes financiarización y globalización4, se han producido los siguientes fenómenos: el deterioro de las relaciones laborales, el desempleo, el subempleo, el empleo informal, el empleo precario y los salarios muy bajos.
Sobre todo, porque el aumento de ganancias por productividad (un 49% desde 1990) se ha venido aplicando al capital, que se ha incrementado el doble que los salarios. Mientras que la renta destinada a dichos salarios no ha dejado de descender desde 1980. También han crecido las diferencias entre las retribuciones salariales. En 1970, los ejecutivos mejor pagados en Estados Unidos tenían un sueldo de 30 a 40 veces mayor, mientras que en 2020 lo fue 351 veces más.
En segundo lugar, las políticas monetaria y fiscal han tenido un impacto muy negativo en la población mundial. El 10% más rico posee el 84% del mercado de valores en Estados Unidos. Las políticas de dar más a los ricos los ha enriquecido todavía más, sin que haya aumentado como contrapartida el volumen de empleo pleno.
En tercer lugar, el crecimiento continuado de la deuda pública y privada, porque su pago recae en quienes están en peores condiciones. Sin embargo, favorece a quienes más tienen porque la pueden comprar.
En cuarto lugar, el cambio climático ha provocado docenas de sucesos funestos que han supuesto cuantiosas pérdidas para los miles de millones de personas más pobres o de más bajos ingresos.
En quinto lugar, el debilitamiento de las políticas sociales, educativas y sanitarias ha recaído en los más necesitados, que no han encontrado ningún tipo de apoyo, ya que la financiarización y la globalización económica potencian el individualismo y la falta de empatía con los más pobres.
La desigualdad como fenómeno
No es exclusivo del capitalismo, pero sí que lo es su extraordinario crecimiento a lo largo de los últimos 40 años, a pesar de que existen suficientes recursos para aliviarla e, incluso, evitarla.
¿Qué procesos acompañan a la actual desigualdad?
Por un lado, generar un debilitamiento de los mercados y la actividad productiva. Como el ingreso y la riqueza se concentran en tan pocas manos, los recursos se destinan al ahorro y la inversión financiera, por lo que se reducen las ventas y la producción necesarias para cubrir las necesidades humanas. De hecho, un presente de mayor financiarización y desigualdad coinciden con un menor crecimiento de la economía, el empleo y la inversión productiva. La consecuencia más grave es que ese aumento de la desigualdad provoca crisis y bloqueos en cadena.
Por el otro, que aumente la desigualdad es muy peligroso para el capitalismo que la generó y debería aplicar una política económica compensatoria.
La población es muy consciente de la existencia de la desigualdad
y la rechaza. Incluso miembros de esa minoría privilegiada como Larry Fink, CEO de BlackRock, ha reconocido que «en todo el mundo estamos observando cómo el sentimiento de frustración, derivado de años de estancamiento salarial, del efecto que ha ejercido la tecnología en el mercado laboral y de la incertidumbre sobre lo que deparará el futuro ha impulsado el malestar social, los nacionalismos y la xenofobia5».
Por su parte, Patrick Artus Natixis, director de estudios de la banca francesa, apunta que el actual capitalismo está «cada vez más cuestionado (…) disminuye la tolerancia hacia el espectáculo de la desigualdad6».
Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional, ha mencionado a qué grado de desigualdad se ha llegado: «Si los diez hombres más ricos del mundo perdieran el 99,999% de su riqueza mañana, seguirían siendo más ricos que el 99% de todas las personas de este planeta7».
¿Por qué se ha tolerado hasta ahora la desigualdad?
Porque el capitalismo ha potenciado el individualismo y controla los medios de comunicación y de socialización.
Los vínculos sociales tradicionales se han deteriorado y los lugares de encuentro y de relación personal anteriores han sido sustituidos por redes que impulsan el aislamiento en uno mismo. El resultado es la ausencia de todo tipo de debates, como las consecuencias que puede tener una desigualdad tan radical. La pérdida de relaciones directas entre las personas ha favorecido el crecimiento de las desigualdades, lo que ha derivado en conflictos graves y cada vez más frecuentes.
En detrimento de la democracia
La desigualdad sigue creciendo tanto que es imposible seguir ocultándola y está originando conflictos sociales y políticos muy graves, como, por ejemplo, una merma importante de democracia.
El rechazo de la ciudadanía hacia sus instituciones, es ya muy elevada, porque no se ve representada por ellas. Si nos basamos, por ejemplo, en las cifras que dan las encuestas promovidas por el Parlamento Europeo, la confianza de los ciudadanos en sus gobiernos está por debajo del 50%. Tampoco creen que las decisiones del Parlamento Europeo vayan a mejorar sus vidas ni que representen sus intereses. Saben que sus Gobiernos no han hecho absolutamente nada por evitar la cada vez mayor concentración de tanta riqueza en tan pocas manos y constatan que así es imposible su mejoramiento en general.
El problema más grave derivado de esa falta de confianza es que se convierte en caldo de cultivo de situaciones y movimientos tan violentos y peligrosos que hacen imposible cualquier equilibrio. Lo vimos en el ascenso al poder del nazismo en Alemania; lo estamos viendo en la acelerada derechización que se está produciendo en todo el mundo8.
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1 Informe del World Inequality Lab.
2 Saez, Emmanuel, «Striking it Riher: The Evolution of Top Incomes in the United States». UC Berkeley Working Paper Series (2009).
4La globalización económica es un proceso por el cual las economías y mercados, con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación, adquieren una dimensión mundial, de modo que dependen cada vez más de los mercados externos y menos de la acción reguladora de los Gobiernos (RAE).
6 Artus, Patrick y Virard, Marie-Paule, La dernière chance du capitalisme, Odile Jacob (2021).
8 Artículo basado en los datos que aporta el libro Más difícil todavía del profesor Juan Torres López.
Pepa Úbeda
Rosa Kochubey says
Parece ser que los datos son irreversibles. Terroríficos. Y lo peor es que seguimos en una caída de derechizacion. No se entiende, pero allí está.