Hay rebeldías y protestas muy diversas, más o menos amplias. Hay una reacción contra el imperialismo norteamericano y se está conformando un nuevo orden mundial. Pero a revolución socialista no está a la orden del día. En las distintas resistencias no hay un modelo alternativo de sociedad.
“El problema que a mí me queda como pregunta abierta es que en esas múltiples resistencias no veo a la orden del día, no quiero ser falsamente optimista, me parece que en la agenda contemporánea el socialismo, por lo menos el socialismo del siglo XXI que nos planteó el comandante Hugo Chávez, o el socialismo latinoamericano de Fidel Castro y del Che Guevara, no lo veo a la orden del día. Veo sí el emerger de nuevas resistencias populares, creo que eso es progresivo, creo que eso hay que apoyarlo, no podemos ponernos en un purismo extremo que no conduce a nada más que al derrotismo y a quedarse en la casa, a la pasividad absoluta que es lo que quieren nuestros enemigos. Sin embargo, simplemente dejo sentado como preocupación que en las resistencias no veo un modelo alternativo de sociedad, comunitaria, socialista. Están resistiendo. Ahora, ¿qué proponen cómo alternativa? [1]” (Nuestra América Latina).
“Pero yo a fines de enero del 2024 no la veo de una abrumadora actualidad, por ahora el proyecto socialista comunista quedó a la espera. Los sueños más nobles que elaboró la humanidad, para usar una expresión del Che Guevara están a la espera, no están muertos, no están olvidados, pero están a la espera, no están más vigentes que nunca[2]”. (Lenin y el imperialismo, Escuela de Cuadros)
Paradójicamente Milei considera que Occidente[3] está en peligro por el socialismo y ve comunismo por todas partes. En Colombia, los defensores acérrimos del capitalismo, ubicados en la extrema derecha, consideran comunista al gobierno del presidente Petro, pero incluso calificaron de igual forma al expresidente Santos, claro representante de la oligarquía y los partidos dominantes tradicionales. Mientras que los representantes de los movimientos populares de resistencia y los partidos progresistas no mencionan ni por equivocación a Marx o al comunismo, sus adversarios políticos los acusan todo el tiempo de comunistas y marxistas.
Las reflexiones de Kohan se refieren a la situación mundial, con énfasis en América Latina. Coincido plenamente en que el socialismo y el comunismo no están a la orden del día. Tampoco la teoría de Marx, especialmente en El Capital, como instrumento teórico en la lucha contra el capitalismo. El misil más poderoso lanzado contra el capitalismo y los terratenientes se conoce poco y no se utiliza por parte de los trabajadores asalariados y por cuenta propia.
Si por Argentina llueve, en Colombia no escampa.
La situación en Colombia es muy similar a la descrita por Kohan, quizá peor: ni el socialismo, ni el comunismo, están a la orden del día. Menciono a continuación algunos aspectos generales del panorama del socialismo.
La participación de la población en partidos políticos es, según datos del DANE[4], mínima, apenas de 0,5%, lo cual sobre un total de 35,8 millones de personas con 18 o más años, da 1.790.250. En esta encuesta no se discriminan los resultados según la posición ocupacional de las personas, pero dado que cerca del 97% de la población ocupada son trabajadores, es evidente que la clase trabajadora (asalariada y por cuenta propia) en su gran mayoría no pertenece a un partido político.
En la misma encuesta se consulta por la pertenencia a otras organizaciones o movimientos y los mayores resultados son grupos u organizaciones religiosas con 4,6% y las Juntas de Acción comunal con 4.1%, mientras que en las demás los resultados son muy bajos: cooperativas de trabajo 1,1%; veedurías ciudadanas, 0,2%; organización étnica, 0,9%; organización cultura o deportiva, 1,2%; organización educativa 0,8%; organización ambiental, 0,3%; organización comunal de vigilancia y seguridad, 0,2%; organización campesina, 0,5%; organizaciones comunitarias, 0,6%; espacios de participación promovidos por el Estado (0,2%).
La afiliación sindical es bajísima: apenas 0,4% de la población de 18 años y más (1.432.000 personas) manifiesta pertenecer a un sindicato. Según otras fuentes, menos del 5% de la población económicamente activa está sindicalizada, lo cual da una cifra absoluta de aproximadamente 1.000.000 de afiliados. Es necesario tener en cuenta que Colombia es uno de los países con mayor persecución a los sindicalistas (asesinatos, amenazas, etc.) y donde los capitalistas han realizado toda suerte de acciones para combatirlos e impedir su formación[5].
De otra parte, cerca de la mitad de los trabajadores trabaja en empresas unipersonales o de menos de 5 trabajadores, y algo similar ocurre con los trabajadores asalariados. Solo una proporción muy baja y reducida en términos absolutos está vinculada a organizaciones grandes en las cuales exista el trabajador colectivo y se creen vínculos directos de solidaridad. En la industria manufacturera colombiana formal (establecimientos que ocupan 10 o más trabajadores), se ocupan apenas 680.000 personas (dato de 2021), de las cuales solo 140.000 en establecimientos con más de 800 empleados, y 395.157 en establecimientos con más de 200 empleados.
Los partidos y movimientos políticos.
Casi la totalidad de los partidos y movimientos son favorables al capitalismo, aunque con diversos matices. Desde la extrema derecha, defensores a ultranza de las políticas neoliberales y reaccionarios en materia de derechos de las mujeres, población LGBTI, población indígena, negra y raizal, hasta la izquierda progresista que promueve un capitalismo humano, parecido al “humanismo mexicano” de AMLO y MORENA. Partidos que incluyan en sus estatutos y programas políticos como modelo de sociedad el socialismo, solamente el partido comunista y el partido comunes (formados por antiguos miembros del grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- FARC), que tienen un peso electoral mínimo; adicionalmente, hay algunos otros movimientos que se fundamentan en la teoría marxista y proponen el paso al socialismo o el comunismo, pero que son aún mucho más marginales.
Estos partidos y movimientos políticos marxistas y socialistas tienen una afiliación reducida de unos pocos miles de militantes (no existen estadísticas confiables). El partido Comunes cuenta actualmente con 5 senadores (de un total de 114) y 5 representantes (de un total de 267), pero se debe a que lograron estos cupos como resultado del acuerdo de paz firmado con el Estado. Electoralmente obtuvieron en la elección para Senado en 2022 apenas 31.000 votos en todo el país (sobre una votación total de cerca de 18 millones). El Partido Comunista tampoco ha obtenido históricamente un número de votos altos; en las pasadas elecciones para Congreso y presidente hizo parte de la coalición del Pacto Histórico y debido a que en las elecciones para Congreso se presentaron listas cerradas no se dispone de datos sobre su caudal electoral.
Formalmente no hay ningún congresista electo perteneciente al partido comunista, pero si 3 pertenecientes al partido Unión Patriótica, que hace parte de la coalición del Pacto Histórico, algunos de los cuales cercanos al partido comunista y a la teoría marxista leninista.
Engels decía que uno de los efectos positivos de la participación de los partidos socialistas en elecciones era que permitía medir las fuerzas electorales. Las cifras o aproximaciones disponibles para Colombia evidencian la extrema debilidad de los partidos favorables al socialismo. Adicionalmente, los representantes comunistas en el Congreso no utilizan su participación en este escenario político para difundir las ideas de Marx, Lenin y otros teóricos y políticos marxistas; su discurso e intervenciones públicas se sitúan en el marco del discurso general del Pacto Histórico y de la Colombia Humana. Engels, igualmente, decía que la participación en los congresos y otras instancias del aparato estatal debería servir para difundir la concepción del mundo marxista y el programa socialista. Pero esto no ocurre en Colombia.
El partido Unión Patriótica surgió hace unas décadas en el marco de conversaciones de paz con las FARC y es cercano al partido comunista. Pero en su programa político no propone avanzar hacia el socialismo. Hasta hace algunos años el Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (MOIR) de origen marxista, tenía en su página web una mención a Marx, pero la borró. Abandonó por completo el ideario socialista y se ha aliado con sectores de centro; se dedica actualmente a una fuerte oposición al gobierno progresista de Gustavo Petro. Igualmente, durante algún tiempo existieron movimientos socialistas, muchos de ellos cercanos a las corrientes trotskistas, pero no tienen actualmente mayor presencia política. En conclusión, no hay partidos ni movimientos políticos marxistas y socialistas con fuerza política y electoral en Colombia actualmente.
En las últimas elecciones presidenciales y de Congreso de 2022 se conformó una coalición denominada Pacto Histórico, que logró ganar las elecciones de presidente con Gustavo Petro para el período 2022-2026, y obtener 20 senadores y 15 representantes a la Cámara. Se trata de un cambio significativo en la medida en que es la primera vez que llega un gobierno progresista y de izquierda a la presidencia con cierta fuerza en el Congreso. En las entidades territoriales el Pacto Histórico obtuvo algunas gobernaciones y alcaldías, pero su peso relativo con respecto a los partidos tradicionales es menor.
Pero se trata de un gobierno de izquierda en el marco del capitalismo. El presidente Petro planteó explícitamente en campaña que su objetivo era realizar las reformas liberales en favor de los trabajadores que históricamente nunca realizó el liberalismo. Se propone desarrollar el capitalismo, hacerlo más productivo y dinámico, al tiempo que más humano y responsable con los derechos de los trabajadores y el ambiente. Se podría decir que el propósito social es garantizar que se cumplan los derechos establecidos en la Constitución, muchos de los cuales se quedan escritos. Se trata, por así decirlo, de un gobierno de corte sindicalista, que no se propone eliminar la relación salarial (es decir, abolir el capitalismo) sino lograr que los trabajadores asalariados vendan mejor su fuerza de trabajo, al tiempo que por la vía del gasto social se garanticen ingresos indirectos (monetarios y en especie) tanto a los trabajadores asalariados, como a los trabajadores por cuenta propia, especialmente los de menores ingresos. El Pacto Histórico no se propone para nada un modelo comunista, socialista, bolchevique y proletario.
La movilización social y la resistencia popular. Durante los últimos años previos a la elección de Gustavo Petro como presidente, existió un conjunto de movilizaciones y resistencia populares, principalmente de carácter sectorial, territorial o étnico: movilizaciones y protestas de campesinos, indígenas, población negra, estudiantes, transportadores, población LGBTI, mujeres y jóvenes. En su conjunto se trata de movilizaciones que no cuestionan el capitalismo, sino algunas de sus consecuencias.
Durante el gobierno de Iván Duque ciertas medidas neoliberales, una práctica policial represiva de la protesta social, y propuestas de reforma lesivas de los trabajadores, aglutinaron una protesta popular fuerte, especialmente en las ciudades, y algunas zonas indígenas, la cual en buena medida está en la base del triunfo del Gobierno de Petro y los resultados del Pacto Histórico. En general se trató de una movilización espontánea, con poca organización, sin mayor vínculo con estructuras de los partidos políticos, que perdió fuerza rápidamente. En la mayoría de los casos las reivindicaciones populares consistían en mejoras parciales en temas concretos que afectan las condiciones de vida de las poblaciones que protestaban, sin que apareciera por ningún lado el fantasma del comunismo. Muchos de los jóvenes más aguerridos y valientes, simplemente estaban pidiendo mejores oportunidades de empleo.
La lucha ideológica es netamente favorable al capitalismo. Ni los partidos de izquierda y progresistas se fundamentan en El Capital ni en la concepción materialista de la sociedad; ni siquiera, como ya mencionamos, los propios representantes comunistas utilizan en el Congreso un discurso marxista y socialista. No hay programas de formación marxista sólidos en los partidos que se declaran afines a esta corriente. En las facultades de economía desde hace décadas el marxismo fue expulsado de las aulas, y persisten algunos profesores e investigadores, contados con los dedos de la mano, que dictan algunas cátedras relacionadas con la teoría marxista. En la década de los sesenta y setenta en Colombia hubo un mayor número de profesores e investigadores marxistas, pero nunca al nivel de lo ocurrido en otros países como México, Brasil o Argentina. Muchos de dichos investigadores terminaron vinculados a altos cargos como el Banco de la República o en gremios financieros, renunciando por completo a sus pecados marxistas de juventud. Podría decirse que el analfabetismo teórico sobre el modo de producción capitalista es enorme entre la clase trabajadora en Colombia. La lucha ideológica se va perdiendo por goleada.
Los capitalistas y sus voceros -los partidos políticos, los políticos, las diversas fundaciones empresariales y sociales, las universidades, los intelectuales, los medios de comunicación, los periodistas- han hecho todo lo posible por ignorar o combatir las ideas marxistas y socialistas. A pesar de la debilidad de las organizaciones vinculadas al marxismo y a la poca adopción por el proletariado de esta filosofía, mantienen siempre su preocupación por el comunismo: el fantasma nunca desaparece. Hacen todo lo posible por impedir la propagación de estas ideas y además amplían su noción de socialismo y comunismo a todo acto o política orientada a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores en el marco de la sociedad capitalista.
Resulta interesante que, en esta cruzada anticomunista, son los defensores del capitalismo quienes mantienen por lo menos en el discurso la presencia de Marx, del socialismo y del comunismo. Hablan más del comunismo en Colombia los representantes del partido Centro Democrático, de extrema derecha, que el partido comunista y comunes[6]. Hay que agradecerles por mantener en la opinión público estos nombres y términos.
Son muy pocas las publicaciones de izquierda que manifiesten explícitamente una cercanía con el marxismo en Colombia. (Revista Taller del Partido Comunista, Semanario Voz, también del partido comunista, Revista Izquierda, La Rosa Roja), las cuales tienen una difusión muy precaria. Cercanas al progresismo podrían mencionarse Cuarto de Hora, de la Colombia Humana, y Revista Sur. No hay emisoras de radio, canales de televisión o programación en redes que divulguen las ideas marxistas.
Sobre la utilización de las clasificaciones de izquierda y derecha
Kohan se refiere a la derecha y a la izquierda. Menciona incluso que existen diferentes izquierdas. Esto es algo común en el análisis de estos asuntos. Utilizar esta clasificación me parece poco preciso y es además una forma de aceptar el discurso de los contradictores. Debería siempre, como mínimo, plantearse que la referencia a la escala política de derecha a izquierda se refiere principalmente a un esquema dentro del capitalismo. Las posiciones comunistas y socialistas, en esta perspectiva, no deberían incluirse dentro de este abanico, dado que su propósito es abolir el capitalismo.
Son los trabajadores los únicos responsables de liderar y llevar a cabo su liberación de la opresión capitalista. Actualmente la gran masa de trabajadores y sus organizaciones no se plantean la supresión del capitalismo. Sus luchas consisten en la consecución de mejoras dentro del capitalismo. Los millones de trabajadores por cuenta propia cuentan aún con menos organización y formación política; en buena medida asumen la postura de la lucha individual en el mercado, la búsqueda de oportunidades económicas mediante empresas personales o pequeñas.
La competencia entre los propios trabajadores es feroz y se traduce en fenómenos preocupantes de discriminación. Los esfuerzos se centran en ascender en la escala jerárquica y alejarse de las capas más pobres. La educación se concibe como una herramienta principal en este sentido.
Políticamente terminan apoyando a partidos de derecha que objetivamente van en contra de sus propios intereses. Ante situaciones de crisis o de agravamiento de sus condiciones económicas incluso se acercan a la extrema derecha.
¿Qué hacer?
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[1] https://www.youtube.com/watch?v=zuWMyIpKHEs&t=2019s, 9 de febrero de 2024.
[2] https://www.youtube.com/watch?v=uWBBDL9ZiGA&t=3063s, 17 de febrero de 2024; Minuto 47.55. NK: No quiero ser pesimista, pero yo no la veo a la orden del día, por lo menos en la inmediatez. Tal vez se reinstale porque no creo en el determinismo, a veces suceden procesos sociales donde emerge lo nuevo, lo inesperado, ya pasó muchas veces en la historia y la dialéctica es justamente un método que nos permite captar esos saltos en la historia, la historia nunca tiene un tiempo lineal, como lo criticó Walter Benjamin, como lo critica Lenin, como lo critica Gramsci, como lo critica Lukacs. Hay saltos, entonces no puede haber un salto hoy a fines de enero del 2024, no veo a la orden del día la actualidad de la revolución socialista, por eso comenzaba la exposición diciendo que lo que yo veo es una lucha antiimperialista mundial que ha puesto en crisis al imperialismo occidental y sionista, que no es, digamos, sino la extensión de su brazo en medio oriente, pero lo que predomina hoy es una lucha antiimperialista no un programa socialista rojo, bolchevique, comunista. Por eso Rusia, China, Irán, la India, Suráfrica, Brasil, todos lo que forman los BRICS etcétera, convergen en la resistencia frente al mundo unipolar, al predominio del dólar, a la digamos, a la prepotencia de la OTAN, pero no se proponen un proyecto de una nueva sociedad socialista, comunista, al menos por ahora. Entonces esa hipótesis fuerte de Lukacs que celebra frente al fallecimiento de su maestro Lenin, hoy me parece que habría que tomarla con pinzas en enero de 2024, no quiere decir que en marzo no cambien las cosas, o no quiere decir que en el 2026 no cambien las cosas porque la historia pega saltos inesperados. Pero yo a fines de enero del 2024 no la veo de una abrumadora actualidad, por ahora el proyecto socialista comunista quedó a la espera. Los sueños más nobles que elaboró la humanidad, para usar una expresión del Che Guevara están a la espera, no están muertos, no están olvidados, pero están a la espera, no están más vigentes que nunca. (Lenin y el imperialismo, Escuela de Cuadros)
[3] https://cnnespanol.cnn.com/2024/01/18/5-frases-principales-javier-milei-foro-economico-davos-orix/
[4] Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, Encuesta de cultura política.
[5] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/uno-de-los-lugares-mas-peligrosos-del-mundo-para-los-sindicalistas/
[6][6] Recientemente el senador Miguel Uribe Turbay acusó al gobierno Petro de comunista blandiendo en su mano el Manifiesto del Partido Comunista.
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: barricadatv.org
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