Al respecto es importante recordar los principales momentos vividos por esa insurgencia. Porque no sabemos si el VI Congreso va a ser el principio del fin de la misma o el inicio de un momento más; eso lo decidirán los deliberantes en ese evento.
El primer momento es el fundacional, ligado al auge de la Revolución Cubana en la región y la idea de replicar en otros países procesos similares, allí va a ser muy importante la influencia de Ernesto el Che Guevara y demás líderes de ese proceso y el grupo de colombianos que inicialmente viajan a La Habana y que allí van a ser liderados por Fabio Vásquez Castaño, pero que al regresar encuentran en suelo santandereano, en San Vicente de Chucurí y con el apoyo de antiguos guerrilleros liberales liderados por José Ayala y José Solano Sepúlveda y el importante trabajo local-regional liderado por Heliodoro Ochoa y también por Claudio León Mantilla, para crear las condiciones donde ese núcleo inicial comienza a crecer y desarrollarse en la región del Magdalena Medio Santandereano, a partir del 4 de julio de 1964 fecha de la llamada ‘primera marcha guerrillera’. Este momento se prolonga hasta el año 1973 en que con la operación Anorí el ELN recibe un golpe político y militar contundente y va a dar paso a una serie de recomposiciones internas en su conducción y orientación.
Posteriormente se va a iniciar un proceso de recomposición de sus estructuras organizativas y de mando –luego de la salida hacia Cuba de Fabio Vásquez-, con lo cual se comienza a conformar una estructura más colectiva de dirección, abandonando el modelo caudillista y centralista de su primer momento. Luego del período de la Dirección Nacional Provisional se va a ir configurando una dirección más colectiva, que dará origen posteriormente a la conformación de las instancias de coordinación y mando conocidas como Comando Central (COCE) y Dirección Nacional, e igualmente se comienzan a desarrollar, dentro de la búsqueda de ese manejo más colectivo y democrático de la organización, de los Congresos que van a ser la instancia máxima de análisis, discusión y toma de decisiones. Este momento va estar orientado en lo fundamental por Manuel Pérez y Nicolás Rodríguez, como primer y segundos responsables, hasta la muerte de Manuel Pérez y la elección posterior de Nicolás Rodríguez como primer responsable o comandante y Antonio García como el segundo, seguido de Pablo Beltrán.
Durante todo este período esta insurgencia va a continuar expandiéndose y buscando cada vez más hacer presencia en la mayoría del territorio nacional, con todas las complejidades y dificultades que esto conlleva a cualquier organización.
Por ello señalamos anteriormente que este VI Congreso tendrá la importancia de definir, si es el principio del fin de esa organización político-militar y su tránsito hacia otro tipo de estructura organizativa, en lo cual va a ser fundamental el análisis y valoración que ellos hagan de la situación internacional, y nacional y qué decisiones de política derivan de allí.
Porque no hay duda que el triunfo electoral del Presidente Petro, los tomó por sorpresa, por así decirlo, igual que a sectores de las izquierdas colombianas y ha llevado a que surjan nuevas tensiones frente al proceso de conversaciones en curso, porque, si bien el ELN comenzó a realizar conversaciones con el Gobierno de César Gaviria (1990-94) –junto con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar que la formaban además del ELN, las FARC y el sector no desmovilizado del EPL-, luego lo intentó en los Gobiernos de Ernesto Samper (1994-98), Andrés Pastrana (1998-2002), Álvaro Uribe (2002-2010) y Juan Manuel Santos (2010-2018), pero la diferencia era que en estos casos era claro, con matices por supuesto, para el ELN que se trataba de ‘gobiernos enemigos’, lo que no es claro con el actual Gobierno de Gustavo Petro, con el cual parece existir identidades en muchas de sus políticas –seguramente no en todas-, pero no parece fácil que lo puedan caracterizar como otro ‘gobierno enemigo’. Eso es parte de lo que deben analizar, discutir y definir en el VI Congreso, para que tengan unas plataformas políticas remozadas y puestas a tono con los tiempos actuales, contradictorios ellos por supuesto, pero que le permitan a esa insurgencia tener una hoja de ruta acerca de su quehacer político.
Sin lugar a dudas, uno podría decir que lo más importante que acaba de darse –más allá de si se hace o no el ciclo de conversaciones previsto para realizar en Venezuela- es justamente esa convocatoria al VI Congreso, donde deben revisar y definir sus orientaciones políticas, sus estrategias y tácticas y por supuesto, algo muy importante, elegir o ratificar sus estructuras de conducción y mando, para que las mismas tengan toda la legitimidad que se requiere y sin duda tomar decisiones acerca de la relación con las estructuras regionales, que como en el caso del llamado grupo ‘Comuneros del Sur’, ha estado en el centro de esta crisis en los diálogos. Porque, al parecer con razón, el ELN encuentra inexplicable que al tiempo que adelanta una Mesa de Conversaciones nacional con el Gobierno, éste adelante en simultanea una mesa de diálogo regional con este grupo; pero ahí existe un problema que deberían las instancias del ELN resolver y es definir si ese grupo sigue siendo parte del ELN o no y en ese caso, el Gobierno podría adelantar el proceso de conversaciones con ese grupo sabiendo que se trata de otro grupo u organización y que ese grupo dejara de denominarse como parte del ELN. Pero eso requiere una definición de las instancias de dirección de esa insurgencia.
El ELN requiere dejar claro, para sus miembros los procesos de manejo de tensiones, diferencias o eventualmente rupturas. Ya dejados atrás los tiempos ‘pre-históricos’ en que esas diferencias y tensiones se manejaban con juicios y en muchos casos con fusilamientos, el ELN ha vivido varios casos de separaciones o rupturas, unos mejor tramitados que otros seguramente, pero que deben revisarse porque seguramente seguirán estando al orden del día en un mundo cada vez más cambiante –‘líquido‘ dirían algunos-.
Me atrevería a sugerir, que si la preparación y realización del VI Congreso requiere que se suspendan por unos meses los ciclos de conversaciones –eso sí, en lo posible manteniendo vigentes los acuerdos de cese del fuego-, creo que valdría la pena hacerlo, porque seguramente la Delegación de esa insurgencia que se haga presente después del Congreso, seguramente tendrá ideas, propuestas, procedimientos y mandato que puedan llevar este proceso de conversaciones a un derrotero más claro que la incertidumbre que pareciera rondar las actuales conversaciones.
Alejo Vargas Velásquez, Profesor Titular Universidad Nacional, Investigador Emérito de Minciencia
Foto tomada de: Verdad Abierta
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