La invitación a la movilización contó con el amplio espacio que las principales cadenas radiales y otros medios de comunicación dieron a la oposición en los días previos y en el curso mismo de la jornada de protesta. Lamentablemente fueron agredidos varios periodistas, pero en general todo transcurrió sin violencia, sin vandalismo y sin agresión a la fuerza pública. Por su lado, el gobierno dio garantías a las manifestantes, como es normal en las democracias.
Al escuchar algunas entrevistas a manifestantes, es evidente que una parte de los mismos desfiló motivada por informaciones falsas o verdades a medias, y que abundaron las consignas llamando a poner fin al mandato presidencial de Petro. Repetir y repetir que “quiere perpetuarse en el poder”, como lo han hecho políticos de derecha en medios de comunicación y redes sociales, raya en la mala fe. El presidente siempre ha afirmado que entregará el gobierno al finalizar sus cuatro años. Otra cosa bien distinta, es la aspiración legítima del Pacto Histórico a ganar las elecciones en 2026.
Tampoco es cierto que Petro “quiere imponer su reforma a la salud mediante la intervención de las EPS por la Superintendencia de Salud”. Esta entidad no tiene el piso legal para introducir los principales cambios al sistema de salud que traía dicha reforma. Que “la reforma pensional le quita el bono pensional a quienes lo necesitan”. Otro infundio, el proyecto establece una renta pensional para adultos mayores sin recursos. Y así mismo, se escucharon otras “perlas”… ciertamente, a fuerza de machacar las falsedades, éstas se vuelven “realidades” en el imaginario de las personas.
Las declaraciones de algunos dirigentes gremiales también pesaron en la balanza. No les falta razón en temas específicos y sus propuestas deben ser atendidas por el gobierno. Pero no se puede tapar el cielo con las manos: una parte de la clase dirigente no tiene vocación reformista en lo sustancial.
Sin embargo, todo lo anterior no demerita las manifestaciones. Aquí tampoco se puede tapar el cielo con las manos: más allá de las explicaciones e interpretaciones de unos y otros, han tenido lugar una serie de hechos que han suscitado cuestionamientos, críticas, desconfianzas y reacciones adversas en la opinión pública. El sainete de la licitación de los pasaportes, la pérdida de los juegos panamericanos en Barranquilla, el escándalo de corrupción de los carro tanques en la Guajira, la polémica sobre la “vaca” para las vías 4G en Antioquia, el manejo ideológico y la falta de experiencia en la dirección de entidades públicas, el aumento del precio de los combustibles y la baja ejecución del presupuesto de la nación, entre otras noticias, casi siempre cargadas de sensacionalismo, han minado la imagen del presidente y su gobierno en sectores populares y de clase media.
A su vez, la percepción que deja el estilo de comunicación de Petro, parece que no le ayuda. Con frecuencia sus mensajes traen un aire de pendencia que le quita fuerza a sus argumentos, aleja a la gente, debilita opciones de alianzas y dan combustible a la oposición. Pues en las relaciones humanas siempre las formas son tan importantes como los contenidos. Y en los escenarios políticos también: la idea de una asamblea constituyente –que de llevarse a cabo podría convertirse en una caja de pandora- debería ser el resultado de un pacto nacional y en todo caso pasar por el Congreso.
Ese cielo se oscurece aún más con algunas nubes que circulan: el fuerte incremento de la violencia en el Cauca, el empoderamiento de ciertos grupos armados ilegales poniéndole conejo a la política de Paz Total, el aparente laxismo del Estado ante la retención de miembros de la fuerza pública por comunidades rurales y el recurrente bloqueo de las carreteras como forma de protestar.
El gobierno nacional tiene por delante algo más de dos años y el presidente en sus manos la opción de asumir un estilo más tranquilo. El gran reto: comunicar de manera más efectiva los avances del programa del cambio. En 2023 se formalizaron 1.700.000 hectáreas de tierra, se compraron 240.000 y en 2024 se prevé adquirir 800.000 para su distribución entre familias campesinas pobres; en 2023 la deforestación disminuyó a nivel nacional en cerca de 30 %; se regularizó la situación en la frontera con Venezuela y se ha trabajado para apoyar a los colombianos en el exterior; se incautaron 697 toneladas de cocaína en 2023; el presupuesto asignado en 2024 a la educación pública, 70 billones, es el más alto de la historia; y la inflación anual continúa a la baja, entre otros importantes logros.
Desde luego, no todo está en el campo del ejecutivo, la bancada del Pacto Histórico tiene a su vez enorme cuota de responsabilidad en su actuación legislativa. Hay voces que advierten sobre la falta de coordinación y trabajo mancomunado, y cierto aislamiento en las regiones de la gente que votó por el cambio. De cara al país, mucho serviría retomar el proyecto para disminuir el exorbitante ingreso mensual de los congresistas. Un clamor nacional que debe ser escuchado.
“Las fuerzas populares deben responder, este 1 de mayo”, ha recalcado el presidente Petro. Más que una medición de fuerzas en el Día del Trabajo, el espíritu de la movilización debe centrarse en el respaldo a las reformas sociales que cursan en el Congreso: la aprobación de las reformas pensional, laboral y política –sin el articulito del transfuguismo-, son necesarias para que nuestra sociedad progrese y juntos avancemos hacia un país más justo y moderno.
Si le va bien al presidente, sea quien sea, le va bien al país. Tanto más en un mundo tan complicado.
Mauricio Trujillo Uribe
Foto tomada de: El Colombiano
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