A pesar que “entre 2010 a 2019 ocurrieron en el país 364.113 muertes que hubiesen podido ser evitadas por el sistema de salud. Es decir que por cada 100 colombianos que murieron en ese periodo de tiempo, 17 eran evitables.” Según el INS (Instituto Nacional de Salud). Como lo ha reiterado nuestro presidente, es todo un genocidio. Han querido hacer ver al negocio de la salud en Colombia, más bien el negocio de la muerte, como la panacea a perpetuar. No olvidemos que tenemos los más altos índices de deficiencias en la atención medica en la OCDE (Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico).
Por otra parte, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) solamente el 18% de los colombianos puede acceder a una pensión completa. Es decir, la inmensa mayoría de colombianas y colombianos, bajo este sistema pensional nunca conoceríamos este derecho tan esencial hoy en día. Una causal más del empobrecimiento para buena parte de lxs adultxs mayores.
Pero además de los anteriores, es bien sabido que la educación no solo presenta déficit de calidad, sino que esta misma es totalmente excluyente, primordialmente por los costos que deben asumir quienes desean ampliar y profundizar en el conocimiento académico. Y si nos vamos al desempleo y la informalidad del mismo, pues seguimos ahondando en las precarias condiciones de millones de ciudadanos y ciudadanas del país. Una de las razones de gran peso en la migración de ciento de miles de migrantes especialmente jóvenes, año tras año, que buscan en el exterior lo que nuestro país no les ha podido brindar para garantizar su bienestar. Se asegura que no menos de 547 mil colombianxs migraron en el año 2022.
Con este somero panorama no podemos querer asegurar que la población en general está contenta con el día a día que se vive en el país. Una muestra de eso, es la inmensa votación en las elecciones generales del 2022, por la propuesta de cambio, encabezada por el actual presidente de la Republica. El descontento con manifestaciones de odio, ha venido de sectores poblacionales influenciados por la perversa manipulación de aquellos que han desangrado al país, los mismos que se han enriquecido a costa del empobrecimiento del sector popular.
Ahora bien, el tiempo transcurre y esa ciudadanía activa y beligerante, exige que las promesas se cumplan, porque de buenos discursos no se vive. Apoyamos la transformación en la medida que la misma se dé. Y las actuaciones tibias de un gobierno y su gabinete, solo conducirían a la desesperanza de un pueblo ansioso de lograr “vivir sabroso”. Cualquier flaqueza es aprovechada por la misma derecha para quererse mostrar como los salvadores de la crisis a la que ellos nos han llevado.
Necesitamos un gobierno decido que, a pesar de todos los obstáculos leguleyos y parlamentarios, haga lo máximo para cumplirle al pueblo mayoritario que aún lo sigue apoyando. Somos conscientes que las transformaciones socio-económicas no se logran de la noche a la mañana y menos por milagro alguno, solo requiere decisión y acción continua para alcanzar lo soñado. El congreso se ha mostrado mezquino y al servicio de sus patrocinadores, que no quieren perder sus grandes negociados, en los cuales nada se beneficia a las mayorías. Pareciera ser que la estructura del Estado no está para la transformación que la sociedad reclama. Construir la sociedad justa, democrática y en paz con la naturaleza, requiere un gran esfuerzo colectivo.
Nota: En la marcha realizada hoy en la ciudad de Armenia, con una excelente participación ciudadana, se destacó la participación de la mujer, con una presencia mayoritaria y muy activa en su respaldo al gobierno del cambio. Bien por esa.
John Elvis Vera Suarez
Foto tomada de: La Crónica del Quindío
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