Los objetivos de ambas fueron claramente contrastables, los convocantes del 21A; es decir, el establecimiento con todos sus juguetes, los partidos que controlan el poder político mayoritario en el Congreso, las corporaciones que ostentan el poder económico con todos sus gremios y sus arsenales mediáticos, sectores sindicales minoritarios, algunos solo de papel, financiados por la patronal, sectas religiosas apalancadas por el capital privado y el uribato, las EPS que financian campañas políticas de los partidos de la corrupción y sus candidatos y candidatas al Congreso, levantaron las consignas que les permitieron agruparse en un frente único contra el gobierno en el Congreso de la República, derrotar todas las reformas sociales, de la salud, laboral de pensiones, de la Justicia, etc., impedir que Petro pueda gobernar y avanzar en la realización de su programa progresista para el cambio y, por supuesto, desprestigiar y aniquilar moralmente al presidente, demostrar que es incapaz de gobernar y, contra toda evidencia, sustentar que lleva el país al despeñadero. Todo, con el propósito principal de sembrar odio contra el primer mandatario; no en vano, las principales consignas agitadas por los animadores fueron las de ¡Fuera Petro!, ¡Que se vaya Petro! ¡Muerte a Petro!. Las consignas contra las reformas sociales fueron intencionalmente silenciadas.
El primero de mayo, Gustavo Petro, las centrales obreras y los movimientos sociales, con el apoyo de RTVC y la cadena de radiodifusoras públicas, convocaron a la clase trabajadora, obreros, campesinos, indígenas, feministas, afrocolombianos, LGBTIQ+, vendedores ambulantes, juventudes, acción comunal, maestros y maestras, en fin, la población empobrecida que ha sido sometida durante siglos a la exclusión, la marginalidad y la pobreza, con apoyo de las redes sociales, además de agitar las consignas libertarias propias del día internacional de la clase trabajadora, antimperialistas, por la recuperación de los derechos que les fueron despojados por regímenes neoliberales, de solidaridad con el pueblo palestino, contra el genocidio Nazi – sionista; fue claro su objetivo de apoyo a las reformas sociales y democráticas que cursan en el Congreso y de respaldo al gobierno.
Fue nítido el contraste de clases sociales que asistieron a las dos marchas. La del 21A, que, sin duda alguna, fue fuerte en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga y, menos numerosa en otras 14 ciudades, pero amplificada y magnificada por los medios corporativos. Asistieron principalmente, las clases altas, medias altas, trabajadores de las empresas privadas presionados y transportados, según dicen, por los patronos, camioneros y conductores duramente afectados con las alzas de los combustibles, y por supuesto gentes de los sectores populares, fanáticos fieles sin causa del uribismo. Hay que reconocer que a la marcha se unieron, sin ser uribistas, ni claramente opositores al gobierno, sectores de empleados estatales, funcionarios y profesores de las universidades públicas, que se sienten amenazados con la reforma pensional, porque, de ser aprobada con el umbral del 2.3 salarios mínimos, pasarían a ser obligatoriamente afiliados a un fondo privado, lo cual causaría grave disminución de su mesada pensional a la hora de su jubilación Se sumaron también sectores minoritarios de médicos y profesionales de la salud que fueron engañados con el supuesto manual tarifario, filtrado por los medios, aparentemente elaborado por el Ministerio de Salud. No obstante, su copiosa asistencia, su cobertura nacional fue reducida, pero acompañada por sectores sociales, no uribistas, desencantados por la ausencia de resultados positivos en materia de las reformas, fruto del saboteo por parte del frente único de las bancadas opositoras; así como, por los escándalos de corrupción que empezaron a conocerse, (el de los carrotanques) amén de los exiguos resultados en las elecciones de gobernadores y alcaldes.
La marcha del primero de mayo fue una apoteósica demostración de las multitudes en las calles de las capitales departamentales y 37 ciudades más, cientos de miles de hombres y mujeres en todo el territorio nacional se tomaron las calles y las plazas públicas. He asistido, desde mi adolescencia, militantemente, durante 60 años, a las marchas del primero de mayo en Bogotá y debo confesar que no hay antecedente de las multitudes que concurrieron al llamado del presidente en esta oportunidad a defender el programa democrático prometido y a ratificarle su adhesión y respaldo al presidente. Así lo reseñó Petro en su discurso: “Hace unos días vinieron unos señores y llenaron esta plaza; nosotros llenamos la plaza y todo el centro de Bogotá”. Las muchedumbres eran obreras y populares, trabajadores, trabajadoras, indígenas, negras, palenqueras y racializadas, campesinas, barriales y comunales, de juventudes trabajadoras y estudiantiles, se desbordaron los nadie y las nadie de las que ha hablado la vicepresidenta Francia Márquez.
El contraste político y cultural de las marchas también fue notorio, mientras en la del 21A, promovieron la rabia, el odio, la violencia y el repudio al presidente Gustavo Petro, la convirtieron en una marcha lúgubre, luctuosa. de los ataúdes, el odio y la muerte, la del primero de mayo fue la marcha de la alegría, el folklor, el colorido, las comparsas, los batuqueros, la esperanza y el amor, la democracia y el internacionalismo solidario. Así lo expresaron las consignas: “Te queremos Petro te queremos” “Petro no se va Petro se queda”, “Si a la Paz”, “Reforma a la salud ya”, “Reforma laboral Ya”, “Viva Palestina libre”, “alto al genocidio del pueblo palestino” entre muchas otras. Sin dejar de reconocer la importancia del 21A, es indudable que el pulso por la toma de las calles lo van ganando Petro y los sectores populares que apoyan y ratifican su esperanza en el programa progresista y democrático del cambio. Todas las encuestas que dan cuenta artificiosa de la baja popularidad del presidente quedaron en ridículo.
Los y las marchantes del 21A, demostraron absoluto desconocimiento de las bondades de las reformas sociales, solo coreaban las consignas del odio contra el gobernante; en tanto que y en contraste, los y las manifestantes del primero de mayo agitaron consignas de respaldo a las reformas sobre las cuales expresaron amplio saber y conocimiento del contenido de las mismas y apoyo al gobierno.
El discurso del presidente fue memorable y de especial proyección internacionalista, al anunciar con especial acento: “Les informo que a partir de mañana romperemos relaciones diplomáticas con Israel” y condenó el genocidio del pueblo palestino a manos del régimen Nazi – sionista del criminal Netanyahu. Con esta declaración el presidente se colocó del lado correcto de la historia, se alineó con los cientos de miles de estudiantes de mas de cien universidades de las Estados Unidos que montaron carpa en sus respectivos Campus, para solidarizarse con Palestina y exigir al hipócrita gobierno de Biden suspender las ayudas económicas y militares al criminal gobierno sionista y genocida; así como, del lado de millones de los pueblos del mundo que se movilizan contra el genocidio y por la libertad del pueblo palestino.
Petro radicalizó su posición por las reformas democráticas y contra la corrupción en su gobierno, anunció que no va a hacer concesiones que las desvirtúen y advirtió a sus ministros y ministras “que sientan miedo” que se hagan a un lado y advirtió que funcionario de su gobierno que incurra en actos de corrupción se va del gobierno y a la cárcel caiga quien caiga. Una vez más, llamó a fortalecer el proceso constituyente que impulsa en cada una de sus exposiciones donde quiera que convoca y concentra a la gente, para informar sobre sus acciones y ejercer gobierno desde los pueblos y los sectores marginales.
José Arnulfo Bayona, Miembro de la Red Socialista de Colombia.
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