“Éramos muy jóvenes, casi niños; iniciábamos los primeros años del bachillerato en el centenario Colegio Académico de Buga, marchábamos por las calles del pueblo gritando ¡“libros sí, fusiles no!”. El referente inmediato era la lucha contra la dictadura…En realidad, no sabíamos, ni entendíamos mucho lo que sucedía, pero sí que el país había atravesado por un violento conflicto bipartidista…” Víctor M. Moncayo, Palabras Preliminares, Rebelión Universitaria 1971 1972, p. 11.
En el año 2023, el ex rector Víctor Manuel Moncayo, a través de la facultad de Derecho y Ciencias Políticas y Sociales, propició la publicación de un libro especial “Rebelión Universitaria 1971-1972. Una búsqueda de Ruptura.” Él es quien hoy funge como uno de los miembros del Consejo Superior Universitario, CSU, de la Universidad Nacional.
Para este libro, el profesor Moncayo escribió el ensayo Cogobierno en la Universidad Nacional: entre el reformismo, la ruptura antisistémica y la represión.[1] Situación en la cual fue protagonista como uno de los dos representantes de profesores, y uno de los expulsados durante el conflictivo desenlace con los “rectores policías” de los años de 1971 y 1972. Este ensayo de Moncayo, él lo advierte en la presentación del libro que comparte con Hernán Darío Correa, es la continuación de un ejercicio investigativo que empezó con la historia de los procesos de organización estudiantil entre los años 1954 y 1966.[2]
Esta fue la primera parte sobre la historia de la Universidad Nacional que se continuó con un ensayo de Manuel Ruiz Montealegre, “Sueños y Realidades” (2002), que después se interrumpió por la desvinculación de Moncayo de la coordinación general de la Universidad en abril de 2003.[3] Entonces hubo que esperar dos décadas más para completar esta saga, que, como se menciona, la componen tres momentos hasta hoy. No ha tenido conclusión, el tránsito de la guerrera fórmula amigo/enemigo a la luz de lo que ocurre en el corriente año 2024.
Porque a la fecha tenemos un conflicto producido por la sucesión rectoral que enfrenta al designado, profesor José Ismael Peña,[4] con su adversario el colega Leopoldo Múnera, quien obtuvo un triunfo rotundo en la consulta no vinculante entre tres estamentos, estudiantes, profesores y egresados. En los nuevos desarrollos de las dos últimas semanas, al centro del conflicto universitario ascendió el asunto de la autonomía, porque el designado , ante la orden del ministro de educación encargado, Juan Carlos Correa de reunir al CSU en sesión extraordinaria para nombrar un rector encargado, para hacer menos traumática la transición, alegó en público que defendía el gobierno autónomo de la Universidad Nacional ante la injerencia indebida del presidente Petro.[5]
La contraparte en esta disputa, a cuya cabeza está el ex rector Moncayo, tuvo la pretensión de aprovechando el quórum actual darle curso a lo ordenado por el ministro de educación (e). Esto no fue posible, porque tres de los siete miembros del CSU, – el octavo estaba por nombrarse-, disolvieron el quórum. Lo que sí ocurrió fue la aceptación de la renuncia formal presentada por Sara Jiménez, cuyo trámite estaba pendiente de aprobación desde el 23 de marzo.
El combate judicial en el interregno
En el entretanto, de una parte, el designado demandó al ministro Correa por prevaricato, alegando que ordenó sin fundamento ni competencia reunirse al CSU; y, por la otra, se adelantó la elección de la nueva representación estudiantil al CSU. Resultó electa Laura Quevedo, estudiante de la maestría de medio ambiente, con algo más de 3.000 votos de estudiantes, y una abstención superior a los 40.000. La posesión deberá producirse el 1o. de junio en sesión del CSU, con el problema previo de reunir el quórum requerido.
A la vista tenemos los intríngulis de un gobierno autónomo de la Universidad Nacional, que no es democrático, porque hay una discordancia entre la consulta democrática a tres estamentos, sin que se incluya a los trabajadores, y el modo cómo se designa quien será rector. La consulta democrática está en parte separada de la designación del rector. Esta no se hace en forma directa,[6]así que no es democrática sino autoritaria[7]. Esta fórmula mixta se diseñó desde 1994, con la pretensión de garantizar la gobernabilidad universitaria, porque su arquitectura institucional dizque inducía un acuerdo entre los potenciales adversarios. Los resultados son contrafácticos.
Tenía como fiel de la balanza una mayoría decisoria en cabeza del gobierno nacional de turno. Esta vez aquella “constante” se quebró, porque el cuarto integrante, proveniente del CESU fue un nombrado por el gobierno saliente de Iván Duque, el profesor Rosanía, a quien la rectora saliente Dolly Montoya intentó que se le ampliara su mandato, pero fracasó. El electo fue Víctor Manuel Moncayo. En suma, la estructura actual del gobierno universitario del SUE es corporativa, y devela una conciencia política económico corporativa autoritaria.
Genealogía de la Universidad de la Guerra
“Ahí están los peces gordos…esto se debe a inconfesables propósitos extremistas encaminados a perjudicar el gobierno de las Fuerzas Armadas.” Gustavo Berrío Muñoz, ministro de guerra, Ver El Tiempo, 11/06/1954.
“De acuerdo con Ruiz, la UNEC empezó su declive luego del Tercer Congreso realizado en Barranquilla. La organización intentó proyectarse como una confederación nacional de estudiantes sin contar con las bases sociales necesarias, puesto que su estructura dejaba por fuera los canales institucionales de representación de los estudiantes de las universidades…Además, la influencia que el Partido Comunista tenía sobre la organización la hacía poco atractiva para la naciente nueva izquierda”. Cruz Rodríguez E (2016). La izquierda se toma la Universidad. La protesta universitaria en Colombia durante los años sesenta. Universidad Nacional. Bogotá.
“Como ciudadano y como universitario quiero pedirles que no se dispersen. Deben buscar la unidad a través de aquellos ideales que reconocen el valor de defender la concepción misma de la universidad como motor de realización del pueblo y del desarrollo nacional, como herramienta al servicio del país,…” Orlando Fals Borda, Carta abierta los estudiantes, desde Columbia University, New York, 11/1966.
El gobierno de la Universidad Nacional no siempre fue así. No fue un ejercicio autoritario. Hubo un hiato político, que con “la distancia del tiempo histórico,” – la experiencia del 1971-1972-. Moncayo la caracteriza en su prolijo ensayo publicado en 2023 como “una verdadera Rebelión Universitaria en búsqueda de una ruptura sistémica, como un caldero efervescente de tendencias y orientaciones teóricas, políticas e ideológicas.”[8]
Bien, ahora, intentemos una corta genealogía del problema. La organización estudiantil moderna comenzó en 1922, con el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, en Medellín, que coincidió con la novedosa experiencia de los concejos municipales socialistas de esa ciudad, y del puerto de Girardot.
Eso sí, la primera federación de estudiantes tuvo que esperar al Congreso de Ibagué, donde se creó la FNE, que tomó como base las iniciativas reformistas del grito de Córdoba de 1918, y tuvo como uno de sus mentores más caracterizados al periodista y ensayista Germán Arciniegas que dirigía la revista Universidad.
La Federación Nacional de estudiantes, FNE, tuvo su baño de sangre en 1929. Con la muerte del estudiante de derecho Gonzalo Bravo Pérez, en las protestas contra la hegemonía conservadora, que tuvo diversos episodios luctuosos. Luego hay un segundo momento relevante, la lucha estudiantil contra la dictadura de Rojas Pinilla, que tuvo a la FUC, la federación universitaria de Colombia.[9] Bajo los auspicios del gobierno conservador de Laureano Gómez, a contrario de la primera que tuvo inspiración y orientación liberal socializante. Esta vez hubo otro muerto, Uriel Gutiérrez, el 8 de junio de 1954. Y la cuenta dolorosa se incrementó al siguiente día, cuando el batallón Colombia les quitó la vida a 13 estudiantes más cuando protestaban en la carrera 7ª., de Bogotá.
Luego de la FUC, vino una tercera estructura organizativa, la FEC, de inspiración liberal, con anclaje en las Universidades Libre y Externado, como organización gremial que recuperaba el Manifiesto de Córdoba y exigía democracia para Colombia. Enfrentaba en la calle la imposición de la doctrina del enemigo interno, y la transformación de la Universidad Pública como un territorio de guerra. Quería la restitución de la Ley 68 de 1935, durante la república liberal, cuando fue presidente Alfonso López Pumarejo, en su primer periodo, y restauró la Universidad Nacional, dándole el espacio físico y las primeras construcciones a la Ciudad Blanca.
La FEC creció se fortaleció, y con sus luchas contribuyó a la salida del dictador Rojas Pinilla, el 10 de mayo de 1957. Cumplida esta misión se estructuró una nueva organización, la UNEC, fruto del primer Congreso Nacional de Estudiantes el 27 de junio de 1957, que fue afectada por la presencia de la JUCO en el Segundo Congreso de la UNEC del 20-24 de julio de 1958.[10]Hubo, sin embargo, el Decreto 13 de 1958, que redefinió el gobierno de La Universidad Nacional, dándole cabida a los estudiantes, a través de los Consejos Estudiantiles de Facultad y el Consejo Superior Estudiantil, CSE.
Vino la prueba con el primer gobierno del Frente Nacional, con Alberto Lleras, quien nombró a Mario Laserna como rector de la Nacional, con el proyecto de replicar la fórmula estadounidense de los Andes en la Nacional. Y fracasó, porque la organización estudiantil rechazó el llamado Acuerdo de San Carlos, al que concurrió el propio presidente.
Vienen nuevas luchas, que recibirán la realidad de un nuevo estatuto orgánico de la Universidad, la Ley 65 de 1963, que dio cabida a la autonomía, y algunos postulados liberales herederos del manifiesto de Córdoba. Se crea la FUN, en noviembre de 1963, en el Congreso universitario nacional. En el Consejo Superior Universitario se le dio participación a dos estudiantes, que reemplazó a la consiliatura. En su debut se opuso a la reelección del civilista Hernando Morales Molina, y en cambió respaldo al médico reformista José Félix Patiño (1964-1966).
La reforma Patiño pronorteamericana, pues se hacía eco del Informe Atcon y el Plan Básico, fue rechazada por el movimiento estudiantil. Tuvo como punta de lanza la marcha de los estudiantes de la UIS, asociados en AUDESA, y con el apoyo de la FUN. La orientaba un célebre militante de la JUCO, Jaime Arenas Reyes. Vino entonces el congreso de la FUN del 11-13 de octubre de 1964.
Animaron todos los procesos huelguísticos y expresaron simpatía por las formulas armadas e insurreccionales que empezaron a conformarse también en Colombia. El último momento de gloria agónica de la FUN fue su congreso de 1966, cuando distinguió como presidente honorario al excapellán de la Nacional, Camilo Torres, muerto en combate con la guerrilla, y a Julio César Cortés y Jaime Arenas, quienes ya eran también militantes del ELN.
El gobierno de Carlos Lleras le cortó alas al activismo estudiantil con el Decreto 2128 de 19 de agosto de 1966, que prohibió la cesación de actividades académicas, y autorizó suspensiones y expulsiones. Luego de la visita de la FUN al Palacio de San Carlos y la entrega del documento del Quinto Consejo Directivo Nacional. El presidente anunció la ruptura por televisión:
“…La universidad comunista es la que nos quieren imponer, o nos han querido imponer los jovenzuelos agresivos de la FUN, es la universidad intolerante donde el que no esté de acuerdo con las ideas de ese grupo no puede hacerse oír.”[11]
El quiebre de la relación pacífica con el gobierno lo marcaron dos actos de rechazo al político liberal Carlos Lleras Restrepo, uno primero cuando quiso dictar una conferencia en el auditorio de la facultad de Derecho, hallándose en campaña, y terminó siendo rescatado por la policía de su refugio en el salón de la decanatura.
El segundo acto ocurre cuando siendo ya el tercer presidente del Frente Nacional acompañaba al invitado especial John Rockefeller para inaugurar el ICA,[12]en las postrimerías de la Alianza para el Progreso. Ambos fueron recibidos con gritos, piedras y tomates el 22 de octubre de 1966. Se ordenó la invasión del campus por las fuerzas del orden, y el allanamiento siguiente de los espacios donde funcionaban la FUN y el CSE. Se suspendió el funcionamiento del CSE y de los representantes ante el CSU.[13]
(Continúa)
___________________
[1] El escrito abarca las pp: 17-108, y, además, incluyó unas Palabras Preliminares.
[2] Parte de la serie Historia de la Universidad Nacional de Colombia. Unibiblos, Bogotá. Un trabajo que orientó y coordinó el historiador Mario Aguilera.
[3] Es lo que recuerda el autor, Víctor Manuel Moncayo, en Palabras preliminares, de Rebelión Universitaria 1971-1972. Vicedecanatura de Investigación y Extensión. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2023, p. 11.
[4] La designación de Peña, que había sido vicerrector general de la saliente administración de Dolly Montoya, se dio mediante voto secreto, y la “novedosa” y polémica metodología Borda, que funciona mediante una técnica de eliminación por preferencias, que en su primer round dio como triunfador por cinco de los ocho consejeros. Quien fue tercero en la consulta democrática terminó ganando enfrentado al voto en blanco, por el voto decisivo de la representante estudiantil Sara Jiménez. Ella había prometido respetar al ganador de la consulta, Leopoldo Múnera, y la actuación de la representante fue señalada como una traición a lo prometido.
[5] En la primera visita del presidente Petro a la Nacho, para poner la primera piedra de la construcción del edificio de Artes, un día antes de la consulta a los estamentos, prometió que apoyaría al ganador de la consulta democrática. Al hacerlo cantaba el compromiso de tres votos bajo control del gobierno, los cuales no eran ya suficientes para la designación de rector.
Situación nueva frente a los procesos de designación realizados a partir de 1992-1994, cuando se reglamentó la Ley 30 de 1992, estatutaria de la educación superior.
[6]Como, por ejemplo, sí hacemos lo colombianos cuando elegimos presidente, que por lo demás a la fecha contempla el ballotage, si no se alcanzó un límite de votos prefijado para elegir en primera vuelta al aspirante.
[7] Esta fórmula, un consejero actual, el profesor Diego Torres la califica de “meritocrática”. Calificativo que cuestiona el constitucionalista, y también profesor de la facultad de Derecho, Rodrigo Uprimny, muy activo en el examen del presente conflicto de la autonomía. Él señala que en la escogencia de buena parte de los consejeros el proceso no es meritocrático si se examinan las reglas del concurso de méritos existente en el país.
[8] Op. cit. Palabras preliminares, p.11.
[9] Se creó en el Congreso Nacional Universitario, 8-12 de abril de 1953. Influido por el ala laureanista conservadora, y el ministro de gobierno, Lucio Pabón Núñez, nombrado por el general Gustavo Rojas Pinilla. Ver V.M. Moncayo, op. cit., p.34.
[10] Ver el ensayo de Ruiz Montealegre, M. (2002): Sueños y Realidades. Procesos de organización estudiantil 1954-1966. Universidad Nacional.
[11] Ruiz Montealegre, op. cit., pp: 207-209.
[12] Carlos Lleras recibió rechifla, cuando siendo candidato del Frente Nacional fue a realizar una conferencia en el auditorio de la Facultad de Derecho, 6/11/1964. Tuvo que refugiarse en la sala de la decanatura, y el presidente Valencia tuvo que mandar tropas a “liberarlo” del encierro.
[13] Se anunció la imposición de cárcel en consejos de guerra verbales a los estudiantes con la expedición de los Decretos 2688, 2687, 2686 de 1966.
Miguel Ángel Herrera Zgaib, PhD, Director Grupo Presidencial y participación, Unijus/Minciencias
Foto tomada de: Señal Colombia
Deja un comentario