La saga del Cogobierno y el Termidor del Frente Nacional
“…Haber implantado la nueva conformación del Consejo y su sistema de elecciones directas
para solucionar un conflicto estudiantil y para anticipar un aspecto demagógico del proyecto
de ley, era para el Gobierno entregar la carnada y quedarse sin el pez. Desde luego, esto
indicaba que el fin de mi rectoría estaba próximo…” Rector Arias de Greiff. En: V. M. Moncayo.
Cogobierno en la Universidad Nacional, op. cit., p. 96.
“El enclave marxista de la asamblea permanente de profesores de la Universidad, que utiliza
los grupos rebeldes como activistas indispensables para la defensa de la preciosa
autonomía administrativa y fiscal, debe ser objeto de una investigación severa…” Editorial
de El Tiempo, 17/4/1972
En Colombia, los resultados del 16 de abril de 1972 desinflaron la fuerza electoral de Anapo. Un año después que este ensayo populista tardío había espantado a la oligarquía bipartidista con la fórmula que rejuntaba al pueblo interpelado por Gaitán. Llegó a movilizar a la militancia de base de los partidos históricos sumándole socialistas a este proto partido-movimiento.[1] El general absuelto en el senado, y la capitana María Eugenia, su hija, los dirigentes vieron cómo la votación obtenida se iba esfumando delante de sus ojos.
Anapo obtuvo apenas el 22% en los departamentos donde había conseguido la mayor votación el 19 de abril de 1970. La aplanadora clientelista del Frente Nacional, y las inconsecuencias de este renacimiento neo populista eran triturados electoralmente La dirigencia política bipartidista en cabeza de Pastrana y Lleras Restrepo empezó a hablar de cierre de la Universidad Nacional, y la expulsión de los profesores en franca rebeldía con el corto pero diciente experimento del cogobierno.
Ahora, el desenlace de aquella coyuntura universitaria de ruptura con las secuelas de la escuela centenarista de comienzos del siglo XX, se precipitó en la sinsalida, propiciada por la caótica actuación del movimiento universitario de los setenta. Primero, cuando se dividió en dos alas; con asiento una en la Universidad del Valle, las Comisiones Paritarias, en rechazo de la propuesta mayoritaria del Cogobierno liderada por la Jupa. Esta se hizo fuerte en la Universidad Nacional y la de Antioquia, con los liderazgos de Marcelo Torres y Amylkar Acosta.[2]
El clima político que favoreció este esfuerzo democratizador de la escuela, en paralelo con la urbanización de Colombia, llegó a su fin con el fracaso del remedo de reforma agraria de Lleras Restrepo y su “nueva frontera”, al enfrentar la radicalización de los usuarios campesinos de la ANUC, que también se fracturó en dos líneas, Sincelejo, la radical, y Armenia. Ésta, plegada al Pacto de Chicoral, como parte del pequeño Termidor del Frente Nacional, clausuró cualquier intento de golpear el poder terrateniente.[3] Después el gobierno Pastrana hundió a la clase media urbana con el entrampamiento de la Upac que dejó en la calle a miles de usuarios del crédito de vivienda.
Los amagos democráticos se evaporaron, una vez que la dirección política del bloque de poder reencauchado con la figura del Frente Nacional, un dispositivo excluyente de cualquier otra fuerza política. Cuando triunfó contra el proyecto Anapo que tenía como dirigente al general Gustavo Rojas Pinilla. Éste “pacificador” del levantamiento guerrillero de los Llanos al servicio de la oligarquía, que luego quiso perpetuarse como presidente, y casi logró ser reelecto.[4]
En la Universidad Nacional, el rector progresista Arias de Greiff expresó el contenido de la nueva situación de manera concluyente: “No se podía esperar ya lealtad del gobierno con su universidad ni prudencia en las manifestaciones del estudiantado. Mis dos lealtades simultáneas y tácitas no tenían ya sentido…”
El gobierno Pastrana dictó el decreto 865 de 23 de mayo de 1972. Así suprimió el CUP, esto es, la fórmula del Cogobierno. Volvió al CSU regulado por la ley 65 de 1963. El argumento era, según su narrativa, que el Decreto 2070 de 1971 que organizó el Cogobierno no recuperó la gobernabilidad en dos frentes, la actividad académica y el orden público.
Esta reacción política se ensoñereó primero con la U. Nacional. La de Antioquia siguió en la caída del cogobierno universitario mediante otro decreto, el 886 de 26 de mayo de 1972. En la Nacional la fecha mítica será el 23 de mayo, cuando el Cogobierno dejó de existir. Pastrana aceptó antes la renuncia del rector Arias de Greiff, el 25 de abril. La cadena de acciones represivas continuó cuando desautorizó la última reunión del Consejo Universitario Provisional, el 29 de abril; luego sustituyó al ministro Galán por el médico cirujano Juan Jacobo Muñoz.[5] Él impuso el orden marcial en la ciudad blanca, sitiándola. Renacía la que llamo “universidad de y para la guerra social” contra los grupos y clases subalternas en resistencia, rebeldía y desobediencia civil.
Así inauguró el país político, en simultánea, la cadena de los rectores policías.[6] Designó al primero, el antropólogo Luis Duque Gómez, una vez cayó el cogobierno de corta existencia reformadora, y nombró nuevos delegados gubernamentales en la restauración del CSU, el 28 de julio de 1972.
De este modo comenzamos la cuarta parte de nuestra serie sobre la Autonomía y el Cogobierno, que arrancamos con menciones a los comienzos del siglo pasado. Lo cierra la cortísima duración del cogobierno, una expectativa democrática universitaria – animada por estudiantes y profesores – aplastada con una fórmula autoritaria. Cuando se impone gobernabilidad cum manu militarii ejercida por un civil, el primer rector policía que da inicio a la universidad de la guerra como política pública educativa.
El “virus” del Cogobierno se expande
“La política unificada y la descentralización del movimiento universitario se manifestó en la
cohesión nacional demostrada durante la huelga de 1964 en la UIS, sostenida por los
estudiantes en contra de la aprobación de un nuevo régimen disciplinario que restringía la
autonomía universitaria e incumplía los acuerdos logrados en 1962 entre estudiantes y
directivas.” Miguel Ángel Restrepo, “El cogobierno y sus antecedentes desde una
perspectiva regional,” en: Rebelión universitaria 1971-1972, p. 240.
“Las directivas han implementado, primero bajo el pretexto moralista y luego con la fuerza legal del Decreto 1821, un régimen de terror en la Universidad, subvirtiendo plenamente el sistema de derecho que le es propio, y desconociendo abiertamente los derechos fundamentales de reunión, asociación, de expresión, de pensamiento y de locomoción. No es otro el significado de las arbitrarias e injurídicas sanciones estudiantiles y ahora profesorales, tendientes a decapitar las organizaciones y a impedir la posibilidad deliberativa; no es otro el sentido de las medidas académicas contenidas en el Acuerdo 27 que pretende profundizar las exigencias de excelencia académica para adelantar la represión política,” Profesores Trujillo, Kalmanovitz y Moncayo. “Rechazo a la reposición,” en: El Tiempo, 20/11/1972.
Con la ayuda del trabajo del investigador universitario Miguel Ángel Restrepo, cuya cita es parte del epígrafe, repasamos el cogobierno universitario en las regiones de Colombia. Este fenómeno da cuenta de la fuerza expansiva relativa de esta nueva forma de resistencia y rebelión democratizante contra la exclusión instaurada por el orden político “pacificador” del Frente Nacional en la sociedad civil posterior a la guerra civil interna, 1947-1957.
Esta narrativa acontecimiental es a la vez la oportunidad para inventariar la política pública de guerra preventiva lanzada por el régimen del estado de sitio que fue contra la clase media urbanizada que acudía a la universidad masivamente. Traía consigo sus reivindicaciones y aspiraciones de movilidad social.[7] Era la estrategia de guerra de posiciones política desplegada en lo urbano por el bloque dominante recompuesto.[8]
Éste buscaba ahora un sometimiento ejemplarizante de la intelectualidad en rebeldía contra la universidad decimonónica, y, en procura de articular un bloque histórico alternativo que, en la realidad, tenía como norte la continuación de la revolución democrática interrumpida por la guerra social desencadenada en las postrimerías de la primera mitad del siglo veinte.
Esta táctica propia de la guerra social que desplegó a la muerte del líder popular Gaitán, complementaba la confrontación de guerra contra insurgente, apoyada por el gendarme imperialista internacional, el gobierno bipartidista estadounidense. Para liquidar de modo ejemplar para todo el subcontinente americano los reductos de resistencia de las guerrillas enmontadas, que no aceptaron la paz sin reformas sociales y económicas.[9]Las que tenía a la vista el “mal ejemplo” de la revolución cubana que ensayaba la estrategia del foco guerrillero con la acción de la insurgencia subalterna en Patio Cemento.[10]
Acción en la cual fue muerto el cura Camilo Torres Restrepo, quien había cosechado fama como sociólogo y capellán de la U. Nacional, y luego como activista de primera línea con el proyecto del Frente Unido, donde un importante contingente de la intelectualidad universitaria radicalizada, con Jaime Arenas de la UIOS, y estudiantes de Audesa, lo acompañó en su campaña abstencionista y de denuncia del Frente Nacional por las calles y plazas de Colombia.
Esta política pública de guerra contra el movimiento universitario nacional, en varios frentes extendió un acta de defunción prematura para el cogobierno en la universidad colombiana que emulaba en forma tardía, en un interregno de paz interna, con las lecciones del Manifiesto de Córdoba (1918). La intelectualidad en rebeldía, que era núcleo de una intelectualidad orgánica que venía forjándose en las luchas contra la dictadura civil ininterrumpida, instaurada por los gobiernos conservadores de Ospina, Gómez, Urdaneta y Rojas Pinilla.
Esta dominación de corte dictatorial, la llamada República de las armas, la legitima el Plebiscito de 1957, que incluyó el voto de las mujeres, en los acuerdos del Frente Nacional, cuyo objeto fue anular cualquier proyecto democrático alternativo, y, en cambio, entronizar una república liberal acoraza de estado de sitio cuasi permanente.
La revolución democrática que recuperaban los subalternos de la ciudad y el campo, después del baño de sangre de 1947/48 chocaba con el escenario de guerra social con el que el Bloque Histórico dominante, de raigambre bipartidista, respondía con la fuerza, la cooptación, la exclusión y el transformismo.
El bloque alternativo encaraba también los dictados imperialistas del hegemon continental, Los Estados Unidos. Éste en la nueva guerra de posiciones continental preconizaba el progreso capitalista, y la táctica de la alianza para el progreso que tenía como pilares en Suramérica a Colombia y Chile. La democracia representativa era el significante vacío de una legitimación que respondía al triunfo de la revolución cubana y su cadena de reformas sociales.
La rebelión estudiantil y la democratización de la fábrica intelectual de cuadros para orientar la sociedad civil y política de posguerra, interna y externa,[11] ponía en entredicho el dizque inexpugnable de “patio trasero” americano. Así, Colombia, que se mantenía bajo la égida de un capitalismo dependiente y periférico cuyo reformismo progresista se reducía más y más.[12]Fue el banco de pruebas de la lucha contra-insurgente, que se fue perfeccionando con el golpe de estado de los militares asesorados por la inteligencia estadounidense, contra el reformismo social de Joao Goulart en la vecina Brasil en 1964.
Ahora bien, el virus del cogobierno primero se incubó en la Universidad Industrial de Santander, UIS, que era publicitada como “el símbolo de la nueva Colombia”, según Carlos Lleras Restrepo, un publicista de primera línea de la Alianza para el Progreso. La UIS hacía parte del boom que se extendió en una década admirable, del año 1953, cuando se contabilizaban 64 universidades oficiales y 35 privados, a 248 universidades en 1963 (143 oficiales y 105 privadas).[13]
Es la UIS que estalla la huelga de 1964, y AUDESA, su organización gremial, organiza con Jaime Arenas a la cabeza la marcha entre Bucaramanga y Bogotá, donde será recibida por más de 100.000 personas. Exigían la renuncia del rector Juan Francisco Villareal y del decano académico Carlos Silva al gobierno de Guillermo León Valencia, segundo en el turno del Frente Nacional.
En lo fundamental, los estudiantes reclamaban la autonomía universitaria desde entonces. Esto supuso el rechazo de representantes de la ANDI, Hernando Reyes Duarte y Manuel Rueda en el Consejo Superior Universitario, y durante el gobierno de Misael Pastrana. La UIS fue la primera que ensayó la nueva modalidad de Gobierno Provisional, puesto que había sido el núcleo de la rebeldía que se movilizó en procura de solidaridad recorriendo a Colombia con una marcha legendaria.
Antes se sucedieron las rectorías d Neftalí Puentes, y luego de Carlos Viviescas que rechazó el estudiantado, por alzas del 300% en las matrículas, el costo del examen de admisión que pasó de $100 a $300 pesos, y en materia de bienestar el pago de todos los servicios de asistencia que eran gratuitos. La presión del movimiento produjo la dimisión del nuevo rector el 25 de febrero de 1971, al que reemplazó Carlos Guerra. Éste buscó acuerdos, y concedió representación estudiantil en el CSU, sin remover la representación de Andi, la Banca y la Iglesia.[14]
El 13 de abril de 1971, la policía invadió los predios de la UIS, cuando había una asamblea estudiantil que discutía la decisión de volver a parar. El rector Guerra entró a mediar en la confrontación que dejó 19 estudiantes heridos, y el propio rector fue también agredido cuando intentó mediar en el enfrentamiento. El ministro Galán intervino, y señaló la pertinencia de avanzar en el cogobierno: “…espero que no se alteren los ánimos y esta reforma que determinará el retiro de los sectores extrauniversitarios se cumpla sin dificultad.”[15]
En estas circunstancias se produjo la creación del primer gobierno provisional, en reemplazo del CSU, mediante el acuerdo 015 de 1971. Se produjo el retiro de los representantes de la Banca, la Sociedad de ingenieros de Santander, y la Andi. Permaneció la Iglesia, según el artículo 3 del acuerdo. El movimiento estudiantil subió su representación a tres, por un año; y los profesores subió a tres por un periodo de dos años.
Sin embargo, este Consejo Provisional apenas duró una semana, porque el presidente Pastrana desconoció los acuerdos y clausuró el semestre pretextando la continuación de las protestas que reclamaban la liberación de estudiantes y presos y demandaban una financiación adecuada. Luego de cuatro años hubo segunda oportunidad para el Consejo Provisional. En 1975,se incorporaron por elección dos representantes de estudiantes, profesores y egresados, así que el gobierno quedó en cabeza de la comunidad de la UIS.[16]
Después del primer triunfo breve de cogobierno en la UIS, vino el cogobierno en la Universidad Nacional, del que ya hablamos en esta genealogía. Lo siguió el Gobierno Provisional en la U. de Antioquia, mediante el decreto 038 del 19 de enero de 1972. La nueva composición fue el gobernador, su delegado o el rector; dos decanos, y dos directores de unidades académicas; dos profesores; dos estudiantes, y un profesional egresado.[17]
Lo anterior fue el resultado de un acuerdo entre las partes, y con base en una comisión mediadora, de cinco profesores, de la que hizo parte Carlos Gaviria Díaz; a raíz de los conflictos desatados por el gobierno Pastrana cuando expidió los decretos 580 y 581 de mayo de 1971. Se pactó una primera fecha, el 27 de noviembre de 1971, que el gobierno incumplió. Hasta que vino “la votación directa y secreta de los electores señalados en la oportunidad y forma que fije el Consejo Directivo de la Universidad.”
Aquí también hubo una disputa al interior del movimiento estudiantil entre los partidarios del Cogobierno y los abstencionistas liderados por la Izquierda Revolucionaria Independiente (IRI). El Cogobierno logró funcionar entre el 25 de febrero y el 6 de junio de 1972. Logró restituir a profesores y estudiantes expulsados en 1971, reclamó ampliación de los servicios de bienestar, aumento de presupuesto, democratización en órganos de decisión y ampliación de cupos. Hubo un permanente bloqueo del gobernador Diego Calle, que, con el pretexto de exigir el retiro de los representantes suplentes del estudiantado, siendo el presidente del Consejo, se retiró: “en esas circunstancias ni presido ni vuelvo a convocar el Consejo.”[18]
Este corto asalto al cielo universitario se interrumpió con el Decreto 886 de mayo de 1972 que eliminó el gobierno provisional y reinstauró el CSU, que, en todo caso, incluyó a cuatro profesores y dos estudiantes matriculados. Luego en enero de 1974, ya sin estado de sitio, reintegró el CSU con la estructura antigua, según el Decreto 0277 de 1958, que reincorporó a la iglesia y los gremios económicos.
Los Comités Paritarios del Valle y Mora Osejo en Nariño
“Los comités paritarios como mecanismos de reivindicación democrática donde las instancias profesoral y estudiantil entran críticamente y en conjunto a presentar y exigir condiciones y pautas en las cátedras, los programas, la investigación y el profesorado”. FEUV, 1973.p. 134.
“Lo fundamental que plantea la reforma Mora Osejo, es aquello que se formula como la actividad teórico-práctica…por primera vez en la vida de la Universidad de Nariño, ésta comienza a plantearse como una universidad científica, crítica y creadora.” Goyes, 2004, p. 76.
En el marco de la breve experiencia del Cogobierno hubo también otro ensayo más radical, las Comisiones Paritarias que se crearon en la Universidad del Valle, que fue el lugar del segundo gran estallido universitario y social.
Este experimento quedó establecido el 17 de marzo de 1971, mediante la aprobación de la asamblea de delegados de la Organización Profesoral, así: “Esta Comisión procederá a buscar formas conciliatorias frente a los planteamientos presentados, los cuales serán sometidos a aprobación del Consejo Superior, previa ratificación de las asambleas de profesores y estudiantes reunidas independientemente…”[19]
El corto periplo de revolución democrática de la década de los setenta en el campo de la escuela a todos los niveles, solamente volvería a recuperarse con el ciclo de las protestas multitudinarias del año 2010. En esta nueva onda de protesta universitaria contra la reacción política neoliberal, nace la MANE, una forma de organización plural con anclaje regional, pero aún con centro en Bogotá contra la reforma neoliberal de Juan Manuel Santos.
Interesado en aclimatar la paz, J. M. Santos buscó también desarticular la posible intelectualidad orgánica de los subalternos, insurgentes y animadores de los movimientos sociales en devenir desde 1999, y la fracasa paz de Andrés Pastrana. Quiso imponer vía Congreso la transformación de la universidad pública deliberante, contestataria y antiimperialista, para reducirla a un modelo empresarial de gestión capitalista que a la vez autofinanciara el sistema universitario estatal deficitario desde los tiempos del programa mínimo.[20]
Este proyecto de contrarreforma neoliberal, en todo caso, a pesar del declinar de la Mane, “hizo agua” de manera ininterrumpida durante el nuevo ciclo de protestas de los años 2018 y 2019, mientras avanzaba por la puerta de atrás con la connivencia de la burocracia y parte del profesorado embelesado con los contratos interadministrativos que unía a las universidades con los privados y las instituciones político administrativas a todos los niveles.[21]
(continúa)
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[1] Existió a su interior un agrupamiento, la Anapo Socialista que repartía su publicación en las manifestaciones más sonadas, y tenía sus comandos como forma organizativa. De allí saldrá un grupo de cuadros que cofundará el M19, luego del fraude electoral, que adoptará los colores de la bandera anapista.
[2] El primero fue senador con la fórmula del sindicalista Santos de la USO, y alcalde de Magangué enfrentado con la Gata y su pandilla, y el otro fue ministro de Minas y Energía, unido a las todas del liberalismo popular.
[3] Parte del bloque histórico dominante, recompuesto con el Régimen de coalición, una fórmula anacrónica de consociacionismo moderno estudiada por Jonathan Hartlyn.
[4] A no ser por el fraude alegado, y nunca probado. A pesar de los comentarios del ministro de gobierno de entonces, el famoso “tigrillo” Noriega.
[5] Conviene leer las declaraciones del nuevo ministro de educación, el payanés Juan Jacobo Muñoz, publicadas en El Tiempo el 17 de mayo y el 30 de junio de 1972. Ver los Anexos del libro Rebelión Universitaria 1971-1972. Una búsqueda de ruptura. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 2023.
[6] Su antecedente más cercano estaba en los nombramientos hechos por el dictador Gustavo Rojas Pinilla, a través de su ministro Lucio Pabón Núñez, el contrareformador de la cultura.
[7] Rama, G.W. (1969). “Origen social de la población universitaria”, en Revista 3, de la Dirección de Divulgación Cultural. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, pp: 133-165.
[8] Con el pacto clasista entre Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez, y la alternación en el poder de la sociedad política posguerra civil contra los subalternos interpelados como pueblo por el líder Jorge E. Gaitán.
[9] Las operaciones contra las autodefensas campesinas asentadas en Marquetalia, El Pato y Guayabero, donde se despliegan acciones de bombardeo con uso de napalm como en las acciones contra el Vietcong vietnamita en la guerra de Indochina.
[10] Fue el choque entre unidades guerrilleras del recién creado ELN y tropas de la Quinta Brigada del Ejército colombiano, y el Batallón de infantería N. 20, comandados por el coronel Álvaro Valencia Tovar. Combate en jurisdicción del Carmen de Chucurí, en el corregimiento de Patio Cemento, en el Magdalena medio santandereano, el 15 de febrero de 1966.
[11] Colombia fue el único país de América Latina que envió el Batallón Colombia a participar directamente en las operaciones de la llamada guerra de Corea, en la disputa de EUA con la China de Mao, a poco tiempo del triunfo comunista en China continental. Un pelotón que había participado en esa guerra fue dispuesto para reprimir al movimiento estudiantil en Bogotá, cuando Rojas Pinilla era dictador militar.
[12] Una realidad económico política que definieron los ensayos del intelectual de izquierda Mario Arrubla en la revista Estrategia en el curso de los agitados años sesenta, donde la revolución era un espejismo que aparecía “a la vuelta de la esquina”, con una trágica cosecha de promisorios intelectuales arrastrados a la guerra interna.
[13] Estadísticas del DANE, 1984, p. 107.
[14] Tarazona, A. (2015). La experiencia del cogobierno en la UIS: Concepciones y divergencias en disputa por la autonomía universitaria, 1971-1976. Ediciones UIS. Bucaramanga, p. 138.
[15] El Tiempo. Aprobado gobierno provisional para la UIS. Bogotá, 14 de abril de 1971.
[16] Tarazona, A. (2015). Op. cit., p. 158.
[17] Ver El Tiempo. Bogotá, 19 de enero de 1972.
[18] Tarazona, A. y Villabona. (2015). El Cogobierno en la Universidad de Antioquia, 1970-1973: Una victoria del movimiento estudiantil y profesoral. Biblioteca Digital Universidad del Valle. Cali.
[19] Tarazona y Villabona (2015). Op. cit., p. 17.
[20] Entonces, en lugar de la guerra los estudiantes exigían un presupuesto para la educación pública del 20%, a lo que nunca se ha llegado.
[21] La Universidad Nacional es un botón de muestra. El actual movimiento estudiantil actual lo denuncia y lo descubre, exigiendo que se exhiban los pagos de nómina que recibe el profesorado y las joint ventures, del tipo de Rotorr con sus contrataciones multimillonarias. Contrataciones que podrían ser mucho mayores. Tal y como lo advirtiera Jorge Iván González en un panel sobre la universidad colombiana, y la Nacional en particular, y él sabe por qué lo dice.
Miguel Ángel Herrera Zgaib, PhD, Presidente IGS-Colombia, y director Grupo Presidencialismo y Participación
Foto de: Consejo de Redacción
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