Cuando digo ahora tienen mejores condiciones de realización que las que tenía antes la estrategia de cerco y aniquilamiento de Rusia, pienso en primer lugar en el apoyo decidido que la misma esta recibiendo actualmente de los países europeos de la OTAN y del conjunto de la Unión Europea. Especialmente de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y España, para no hablar de Bélgica, Holanda y Polonia. Todos estos países no solo han reafirmado su compromiso con la guerra, sino que lo han ampliado y profundizado. A los más de 50.000 millones de euros de ayuda militar y económica al régimen de Kiev, han añadido el compromiso solemne de elevar e incluso sobre pasar la inversión en gasto militar del 2% del PIB. Cuando el presidente Trump lo exigió con su estilo agresivo se indignaron los mismos medios que hoy apoyan ese notable incremento, justificado con el argumento de que hay que rearmarse para impedir a como dé lugar que Putin triunfe en Ucrania, porque si lo hace el siguiente paso es invadir el resto de Europa.
El presidente Macron ha cumplido, como bien sabemos, el papel de halcón. Ha dicho públicamente no respetar ninguna línea roja trazada por Putin en el conflicto ucraniano, incluido el veto tácito ruso al empleo de los misiles de largo alcance suministrados por Occidente a los ucranianos para atacar blancos situados en el interior de Rusia. Y ante la difícil situación que padecen actualmente las fuerzas armadas ucranianos en el frente de batalla que hay que pensar seriamente en la posibilidad de enviar tropas europeas a combatir en suelo ucraniano. También hay que contar en este punto con los tratados bilaterales de ayuda militar al régimen de Kiev que en las últimas semanas han firmado o están a punto de firmar la mayoría de los países de la UE, empezando por Gran Bretaña, Francia, Alemania y España.
El gran salto adelante dado por los lideres atlantistas europeos en su compromiso con la guerra de Ucrania ha sido respaldado por el electorado en las pasadas elecciones al parlamento europeo, en las que triunfó el bloque belicista formada por los partidos populares, socialistas y liberales, además de los verdes alemanes. El bloque se dispone a elegir, para la dirección de la Unión Europea, a un triunvirato firmemente comprometido con la guerra a Rusia. Me refiero a Úrsula von der Leyen, que renovará su cargo de presidente de la Comisión Europea, a Antonio Costa, que se hará cargo de la presidencia del Consejo de Europa y a Kaja Kalla, una líder extremista lituana que reemplazaría a Josep Borrell como alto representante para asuntos exteriores de la UE.
A estas recientes ganancias políticas de Washington hay que sumar algunas igual de importantes obtenidas previamente. Me refiero a la incorporación de Finlandia y Suecia a la OTAN. A los cerca de 150.000 millones de ayuda militar a Ucrania proporcionada hasta la fecha, que, como reconocen sus promotores políticos no ha sido un gasto sido una inversión en el complejo industrial militar. El senador Mitch McConnell lo dijo sin tapujos: “la mayoría de la ayuda que damos a Ucrania se queda en este país”. Lo que no sale, sino que por el contrario entra y va a seguir entrando cada vez más, son los miles de millones euros que los países europeos de la OTAN pagan por sofisticado armamento que le compran a la industria armamentística norteamericana. Con el argumento o el pretexto de seguir interviniendo en la guerra en Ucrania.
Carlos Jiménez
Foto tomada de: NBC News
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