Dados sus antecedentes, creo que sus adversarios mediáticos y políticos en el seno de la UE no abrigaban la más mínima esperanza de que no aprovechara el cargo para dar la nota discordante. Pero creo igualmente que ninguno de ellos pudo siquiera imaginar que Orbán fuera tan lejos. Tan lejos como a Kiev, Moscú y Beijing, capitales en las que se entrevistó con Zelenski, Vladimir Putin y Xi Jinping, con el fin de explorar caminos en busca de la paz en Ucrania. Y hacerlo justamente en los días previos a la cumbre en Washington con la que la OTAN celebra los 75 años de existencia, encabezada por un Biden inesperadamente rejuvenecido y decidido a prolongar la guerra en Ucrania hasta la derrota final de Rusia. No hay más que leer su discurso del martes en la sesión inaugural de la cumbre para confirmar cuan irreductible es su triunfalismo. ¿Hablar de paz o siquiera de negociaciones de paz con el enemigo? ¡Por favor! ¡Estamos en guerra!
Cierto, Orbán concluyo su periplo en Washington, donde participa en la cumbre de la OTAN. Pero no sin antes rendir un informe de su gira, del cual cito algunos de sus apartes más significativos. Antes aclaro que Orbán es partidario de un alto al fuego y el inicio inmediato de negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania. Empieza señalando que “Basándome en mis conversaciones, creo que ahora hay mayores posibilidades de que se reciban positivamente propuestas de alto al fuego y de una ruta para las conversaciones de paz (…) el liderazgo proporcionado por Estados Unidos es limitado debido a la campaña electoral en curso. Por lo tanto, no podemos esperar que presente ninguna propuesta de este tipo en los próximos meses. Debemos considerar que está en el espíritu de la autonomía estratégica europea lanzar una estrategia europea”.
Es en el marco de esta concepción y de estas consideraciones que se reunió con Zelenski, quien se mostró firme en su rechazo a un alto el fuego y sobre todo a la apertura de negociaciones con Rusia. El presidente en “funciones” de Ucrania se mostro en cambio receptivo a la petición de Orbán de poner fin al maltrato que actualmente sufre la minoría húngara en Ucrania, semejante al que padecen las minorías eslovaca y polaca y desde luego la rusa.
En Moscú, Putin escuchó a Orbán y le comunicó su sorpresa porque Kiev hubiera rechazado su propuesta de un alto al fuego, precedido de la retirada de las tropas ucranianas que aun ocupan territorios del Donbas, a pesar de que sus bajas en el frente de batalla suman actualmente entre 40.000 y 50.000 mil al mes. En cuanto a su visita a Beijing, Orbán aconseja al Consejo de la UE, que “hable con el gigante asiático” y escuche su propuesta de paz para el conflicto ucraniano, que incluye propuestas para “generar condiciones para el diálogo”. Orbán, sin embargo, no pasa por alto las reticencias de Xi Jinping con respecto a una eventual victoria electoral de Donald Trump. “Expuse la idea de que en Estados Unidos un nuevo presidente electo enfrentará la presión de presentar un resultado político rápido, incluso antes de asumir el cargo. Un alto el fuego que preceda a las conversaciones de paz, rápidas e intensas, podrían ser de interés para una nueva administración”. Xi Jinping – remata Orbán – “no hizo ningún comentario sobre la posibilidad de este escenario”.
Quizás no sobre añadir que el informe de Orbán ha sido todo menos bien recibido por la cúpula de la UE encastillada en Bruselas.
Carlos Jiménez
Foto tomada de: Euronews.com
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