Parece representar el punto de inflexión del colapso irreversible de la democracia norteamericana, cuyo origen se remonta por lo menos a la guerra de Vietnam y el magnicidio de J.F Kennedy, seguido del escándalo de Watergate[1] con Richard Nixon, que marcan la criminalización de la contienda presidencial norteamericana. Es una escena espectacular que revela, una vez más, la irrupción de la violencia letal en la disputa por la Casa Blanca. Violencia que el propio Trump propició el 6 de enero de 2021, alentando la toma del Capitolio[2], al desconocer su derrota electoral frente Joe Biden, a quien tilda en sus discursos como el “más corrupto de todos los presidentes” y todavía impugna su legitimidad presidencial. Aún más grave, recientemente en un mitin en el mes de marzo, Trump advirtió: “Ahora, si no soy elegido será un baño de sangre para todo el mundo, eso será lo de menos, será un baño de sangre para el país”. Cuando se llega a semejantes extremos es casi inevitable que la política discurra por los cauces impredecibles de la violencia. Y, la verdad, es que Biden tampoco desperdicia oportunidad para recordarle a Trump que es un convicto de 34 cargos criminales[3]. En estas circunstancias, las balas pueden sustituir los tarjetones electorales y los francotiradores y pistoleros definir los candidatos y los gobernantes.
Nosotros sí que hemos padecido esa violencia política: Jorge E Gaitán, Jaime Pardo Leal, Luis Carlos Galán Sarmiento, Bernardo Jaramillo Ossa, Carlos Pizarro y Álvaro Gómez, seis magnicidios en poco más de medio siglo, sin por ello dejar de preciarnos, oficial y académicamente, de ser la democracia más sólida y estable de América Latina. Lo cual es una contradicción en los términos y es un violento oxímoron antidemocrático, pues son las balas y los poderes de facto[4] los que deciden quiénes gobiernan y no los ciudadanos en las urnas. En Estados Unidos, el último magnicidio presidencial fue en 1963 cuando el vicepresidente Lyndon B. Johnson sucedió al sacrificado John F Kennedy. Pero a dicho magnicidio, siguieron los de su hermano Robert Kennedy y el del líder de los derechos civiles, Martin Luther King. Derechos civiles sin los cuales la democracia norteamericana era una mascarada, pues negaba el principio de igualdad para la población negra, como todavía sucede en la realidad para la mayoría de sus miembros. Especialmente en el respeto a sus vidas por parte de algunos agentes del Orden, para quienes ser negro ya es motivo de sospecha criminal.
Según informe de Human Rights Watch: “Desde 2015 hasta 2018, 3.943 personas fueron atacadas con armas de fuego y murieron a manos de policías en EE. UU., según los registros del Washington Post sobre muertes provocadas por policías. Casi una cuarta parte de las personas asesinadas eran negras, aunque los negros representan solamente el 13,4 % de la población general”[5]. Estados Unidos es “Un país bañado en sangre”[6], como se titula uno de los últimos libros de Paul Auster: “un millón y medio de norteamericanos han perdido la vida a balazos desde 1968: más muertos que la suma total de todas las muertes sufridas en guerra por este país desde que se disparó el primer tiro de la Revolución Norteamericana”, nos lo recuerda en la página 170 de su ensayo. Al respecto, es conocido el respaldo irrestricto de Trump y los republicanos a la Asociación Nacional del Rifle[7], que apoyó generosamente su campaña presidencial en el 2016 a cambio de no limitar o prohibir la venta de armas de asalto, como la que utilizó el joven Thomas Matthew Crooks[8] con la que casi acaba con su vida. Cría cuervos y te sacarán los ojos y además perforarán orejas, pero todo parece indicar que millones de norteamericanos prefieren quedar ciegos y cerrar sus oídos para siempre, antes de renunciar al derecho de poseer y portar armas que les concede la segunda enmienda de su Constitución[9].
Hannah Arendt Vs la criminalidad presidencial
Comentando el magnicidio de John F Kennedy, Hannah Arendt, en una entrevista realizada por Roger Errera en octubre de 1973, afirmó: “Por primera vez desde hacia mucho tiempo en la historia americana, un crimen directo logró influir sobre los procesos políticos, perturbándolos…Pero, para volver a las cuestiones generales: entre las peculiaridades de nuestra época figura también la irrupción masiva del crimen en los procesos políticos”, refiriéndose obviamente al holocausto. En parte como reacción a esa violencia política magnicida y sus guerras de intervención, desde entonces en Estados Unidos, continúa Arendt: “la seguridad nacional se coloca en primer plano y es invocada para justificar todo tipo de crímenes”, entonces “el presidente siempre tiene razón… No puede hacer nada incorrecto. Es decir, es un monarca en una república. Está por encima de la ley y, haga lo que haga, siempre puede justificarlo diciendo que tal cosa ocurre en aras de la seguridad nacional”, como en efecto lo hizo Nixon declarando la “guerra contra las drogas”, cada día más errática e interminable.
Esa “infalible” inmunidad presidencial es la que acaba de ratificar la Corte Suprema de Justicia[10] norteamericana con su providencia sobre la inmunidad presidencial en desarrollo de actos oficiales. Habilita así a Donald Trump para ocupar de nuevo la Casa Blanca, pues durante la toma del Capitolio desempeñaba esas funciones presidenciales. En otras palabras, la inmunidad presidencial otorgada por el alto tribunal consagra la impunidad criminal de Trump quien, de ganar las elecciones, estará al mando del Estado militarmente más poderoso y destructivo del planeta. Sin duda, una situación temeraria para la seguridad mundial y la misma supervivencia de la humanidad, que supera todas las ficciones políticas y policíacas. Incluso hasta la apocalíptica cinta de Netflix “Dejar el mundo atrás”[11], de la que fueron productores los esposos Obama, y pronóstica la guerra civil en Norteamérica como consecuencia de la desinformación algorítmica que explota la desconfianza, xenofobia y el belicismo de las milicias de extrema derecha, las retaguardias sociales y políticas de Trump, como lo vimos en la toma al Capitolio.
Trump y Putin, viejos mejores amigos
Siguiendo con las ficciones, podría uno imaginar, dada su cercanía con su viejo y mejor amigo Vladimir Putin, que Trump, como ya lo ha dicho, “terminará la guerra en Ucrania en 24 horas”. Es probable, entonces, que le proponga a Putin una sociedad para repartirse a Ucrania. Una posibilidad que cabe entre dos gánsteres de la política internacional, pues ambos esgrimen la “seguridad nacional” y el “enemigo interior” como la piedra angular de sus respectivos gobiernos y Estados, igual como lo hace Netanyahu, otro criminal de guerra, para eludir la justicia de su propio Estado.
Así pasamos de la clásica “Razón de Estado”[12] a la “Razón de los criminales de Estado”, pues en aras de la “seguridad y la soberanía nacional” de sus Estados no hacen parte del Estatuto de Roma y escapan a la Corte Penal Internacional. Para comprender mejor esta deriva contra la democracia, recomiendo ver el documental “El enemigo Interior”[13], de la Deustche Welle, que revela precisamente como los seguidores de Trump –la mayoría veteranos de guerra– hacen de la apología de la violencia su principal argumento contra la aceptación de los resultados electorales. Precisamente por ello es imperioso y vital condenar el criminal atentado contra Trump. Pues de no hacerlo, se estaría aceptando que el poder nace de la punta del fusil y no de la palabra y la voluntad ciudadana expresadas libremente en las urnas, más allá de la manipulación y del miedo a un supuesto “enemigo interior”, formado por los emigrantes y aquellos que se oponen y critican esos falsos discursos patrioteros y chovinistas de todas las derechas.
Discursos, en últimas, sustentados en la defensa de supuestas razas superiores y sus privilegios sociales. Tal el trasfondo de “Make America Great Again”[14]. Entonces probablemente la política internacional se parezca cada vez más a una película del Oeste, pero con pistoleros que portan armas de destrucción masiva. Podría ser la última película para millones de personas atrapadas en medio del fuego cruzado, incluso para sus protagonistas y cientos de actores de reparto, que se creen figuras históricas y no pasan de ser fantoches criminales de guerra: Trump, Putin y Netanyahu, quienes ordenan asesinar indiscriminadamente en nombre de la “Seguridad Nacional y la Soberanía” de sus respectivos Estados.
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[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Esc%C3%A1ndalo_Watergate
2] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-55568590
3] https://cnnespanol.cnn.com/2024/05/30/34-cargos-declararon-culpable-donald-trump-orix/
4] https://core.ac.uk/download/pdf/52202463.pdf
5] https://www.hrw.org/es/news/2019/09/12/ee-uu-como-el-abuso-y-la-parcialidad-de-la-policia-destruyen-vidas
6] https://www.youtube.com/watch?v=Dlaz7kJ40I0
7] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-61560239
8] https://es-us.noticias.yahoo.com/thomas-matthew-crooks-atacante-dispar%C3%B3-090129564.html
9] https://es.wikipedia.org/wiki/Segunda_Enmienda_a_la_Constituci%C3%B3n_de_los_Estados_Unidos
10] https://www.nytimes.com/es/2024/07/04/espanol/fallo-corte-suprema-trump-que-dice.html
[11] https://co.video.search.yahoo.com/search/video?fr=mcafee&ei=UTF-8&p=dejar+el+mundo+atr%C3%A1s+pel%C3%ADcula&type=E210CO1490G0#id=4&vid=cfb6031f4ea0e5a025b51025bfd63cb4&action=view
12] https://economipedia.com/definiciones/razon-de-estado.html
13] https://www.youtube.com/watch?v=m1Us0Kid27Y
14] https://elpais.com/cultura/2016/11/22/actualidad/1479844381_053085.html
Hernando Llano Ángel
Foto tomada de: France 24
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