Los análisis sobre la crisis venezolana son múltiples y una buena parte de ellos poco equilibrados. Para algunos analistas y las cifras que presentan muestran una realidad de la crisis con violaciones de derechos humanos, a raíz de las protestas de la oposición, alta inflación, crisis económica, detenciones arbitrarias de opositores, pobreza, y una migración que diversos organismos internacionales como las propias Naciones Unidas tasan en unos 6.5 millones de venezolanos que abandonaron su país desde el año 2014 en que se desató la crisis más reciente. De esos migrantes venezolanos 2.6 millones aproximadamente se radicaron en Colombia. Así mismo el debilitamiento del sistema de pesos y contrapesos que son características centrales de los Estados liberales en occidente.
Otros analistas destacan el bloqueo y las sanciones internacionales contra Venezuela que también son innegables siendo los principales promotores de ese régimen de sanciones los gobiernos de los Estados Unidos y de la Unión Europea, que asfixiaron a la Empresa de Petróleos de Venezuela, PDVESA y que tomaron de manera arbitraria empresas como Citgo red de gasolineras de PDVESA en los Estados Unidos, han impedido que el gobierno use sus reservas de oro depositados en la banca inglesa que tienen un valor superior a los 5 mil millones de dólares y que luego dio facilidades para que el espurio presidente interino Juan Guaidó recuperara parte de esos recursos que como todo el mundo sabe terminaron en hechos de corrupción que se mantienen en la impunidad. Este bloqueo no permitió que Venezuela accediera a las vacunas contra el covid y sobre más de 300 medicamentos básicos. Quienes denuncian las arbitrariedades del gobierno de Maduro, sin que les falte razón, ignoran el bloqueo y las enormes restricciones aplicadas al gobierno de Maduro desde el año 2015, iniciadas por el gobierno de Barack Obama y continuadas por el gobierno de Donald Trump y Joe Biden. Quizás los más notorio de este bloque e injerencia en los asuntos internos de Venezuela fue el reconocimiento que cerca de 60 gobiernos dieron al autoproclamado Juan Guaidó como presidente interino sin que realmente tuviese más que un poder simbólico, pero que fue utilizado para profundizar el bloqueo y la polarización en la sociedad venezolana.
Esta polarización ha roto la confianza entre los sectores del gobierno y la oposición en la sociedad venezolana. Como se sabe la democracia es un régimen que se basa en un valor cultural que es la confianza. Confío en que si yo gano las elecciones usted me reconozca el triunfo. Y para garantizar que esa confianza se mantenga como valor fundante de la democracia se conforman en las democracias liberales organismos electorales plurales con acceso a los procesos, verificación del Howard y el Software que se utilizan en los procesos electorales, sistema de jurados plurales en las mesas de votación y de testigos electorales con acceso en tiempo real del conteo de los votos y de levantamiento de las actas de escrutinios. Esto no se ha garantizado plenamente en el proceso electoral reciente de Venezuela.
Pero además la oposición muy aliada de quienes impusieron y mantienen las sanciones económicas y el bloqueo se dieron a la tarea desde el comienzo del proceso electoral de minar la confianza denunciando con meses de antelación el fraude electoral. La oposición venezolana casi en todas sus vertientes ha apoyado las sanciones en contra del gobierno, apoyó entusiasta al espurio Juan Guaidó, y llegó incluso a pedir la intervención militar norteamericana en Venezuela en épocas de John Bolt como asesor de seguridad del presidente Trump. Esto fue lo que hizo por ejemplo María Corina Machado en reunión de la OEA y por lo cual esta inhabilitada para ser candidata presidencial acusada no sin razón de traición a la patria. Todos estos elementos han minado la confianza y han acentuado la polarización y la profunda división de la sociedad venezolana. Muchos otros elementos se podrían señalar, pero a mi juicio estos son los principales.
La posición del gobierno colombiano frente a la crisis
En medio de esta profunda crisis el gobierno ha mantenido desde que se conocieron los resultados electorales y las reclamaciones de la oposición por la falta de transparencia una postura que a mi juicio es la acertada. Primero fueron las declaraciones del canciller Luis Gilberto Murillo que pidió que fueran publicadas las actas de votación y que hubiese un clima de paz para resolver las reclamaciones que fueron secundadas por las declaraciones del ministro del Interior Juan Fernando Cristo. Y finalmente este miércoles en la mañana vino el pronunciamiento del presidente Gustavo Petro.
Lo primero que hace el presidente en su pronunciamiento es establecer “las graves dudas que se establecen alrededor del proceso electoral venezolano pueden llevar a su pueblo a una profunda polarización violenta con graves consecuencias de división permanente de una nación que ha sabido unirse muchas veces en su historia. Invito al gobierno venezolano a permitir que las elecciones terminen en paz permitiendo un escrutinio transparente con conteo de votos, actas y con veeduría de todas las fuerzas políticas de su país y veeduría internacional profesional…proponemos respetuosamente llegar a un acuerdo entre gobierno y oposición que permita el respeto máximo a la fuerza que haya perdido las elecciones. Dicho acuerdo puede ser entregado como una declaración unilateral de Estado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Le solicito al gobierno de los EEUU, suspender los bloqueos y las decisiones en contra de ciudadanos venezolanos. El bloqueo es una medida antihumana que solo trae más hambre y más violencia de las que ya hay y promueve el éxodo masivo de los pueblos. La emigración a EEUU desde Latinoamérica disminuirá sustancialmente si se levantan los bloqueos. Los pueblos libres saben tomar sus decisiones…
El presidente Maduro tiene hoy una gran responsabilidad, recordar el espíritu de Chávez, y permitir que el pueblo venezolano regrese a la tranquilidad mientras terminan las elecciones en calma y se acepta el resultado transparente cualquiera que haya sido.
El escrutinio es el final de todo proceso electoral, debe ser transparente y asegurar la paz y la democracia en Venezuela”.
Me parece que este pronunciamiento del presidente de la República, Gustavo Petro, es el adecuado, por una parte, pide la revisión de las actas, la conformación de una veeduría internacional con la presencia de todos los partidos venezolanos y que se proceda al escrutinio final de allí debe salir un ganador y el perdedor debe gozar de garantías democráticas. Hoy se sabe que Petro estuvo y sigue estando en dialogo permanente con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de México Andrés Manuel López Obrador, con quienes ha consensuado esta postura y siguen mediando para encontrar una salida a la crisis. Las dificultades son enormes tanto en el plano interno por la agudización de la polarización entre los dos bandos enfrentados en Venezuela, pero también por la injerencia de los EEUU en donde el gobierno de Biden ha reconocido a Edmundo González como presidente electo paso que seguramente darán otros países a nivel internacional. Pero el gobierno de Colombia debe persistir en encontrar una salida negociada por los propios venezolanos para salir de la crisis.
Pedro Santana Rodríguez, Director Revista Sur
Foto tomada de: Nytimes.com
Miguel Gamboa says
Magnifica argumentación frente a un problema complejo. La posición del presidente Petro es acertada: sugiere una crítica al manejo oficial de las elecciones pero no cae en la crítica de la derecha y de Estados Unidos. Se distancia de la OEA sin volverse un acólito de Maduro.
Carlos Jiménez says
Pedro, el pedido muy sensato del presidente Petro de que se concluya el escrutinio de los resultados de las pasadas elecciones presidenciales en el hermano país de Venezuela, ha sido absolutamente desconocido por la administración Biden, que ayer jueves, reconoció la “victoria” electoral del candidato Edmundo González, proclamándolo de hecho como nuevo presidente de Venezuela. Para la Casa Blanca ya no hay lugar para la revisión de las actas y el recuento voto a voto que pidió Antony Blinken, el secretario de Estado de los Estados Unidos de América, al final de la jornada del 28 de julio, con o sin veedores internacionales. Ya solo admiten su propia evaluación de tales resultados y a partir de ellos han decidido quién es el nuevo presidente del país hermano. Y coloca al presidente Petro ante la disyuntiva que también enfrentó en su día el presidente Iván Duque: o mantiene el reconocimiento de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, hasta que el Consejo Nacional Electoral de dicho país produzca los resultados electorales definitivos o reconoce al gobierno de Edmundo González. Juan Guaidó 2.0.
Ante estos hechos que contradicen flagrantemente los buenos oficios del presidente Petro, así como de Lula y AMLO, no puedo menos que referirme al hecho de que para Washington se ha vuelto prioritario recuperar el control del petróleo de Venezuela debido a que se enfrenta a una situación critica en la que sus reservas estratégicas de crudo casi a cero, conjugadas con una guerra a gran escala en el Oriente Medio puede disparar los precios del petróleo a tal punto que la economía estadounidense se desplome.