Dura campaña
Las encuestas reiteraban que en cualquiera magnitud de participación (alta, media, pequeña), se daría una diferencia de 20 a 34% a favor de la oposición, y que el 71,3% defendía la urgencia de un cambio de gobierno. Y así lo confirmaban en las calles las grandes movilizaciones lideradas por María Corina Machado (MCM) y el candidato unitario de la oposición, Edmundo González Urrutia (EGU). Al tiempo aumentaban las protestas contra el derrumbe de la economía, la crisis socio política, la represión gubernamental en la campaña electoral.
La mayoría de la oposición democrática mostró que esta era la mejor oportunidad para iniciar el camino de la democratización, de la generación de oportunidades de trabajo con libertad económica, política, social, así como de reunificación familiar, posibilitando el retorno de millones de venezolanos que han salido del país buscando refugio o alternativas de vida.
Aunque en octubre 2023, el gobierno de Maduro se comprometió -en el Acuerdo de Barbados con la Plataforma Unitaria de la oposición-, a fortalecer una cultura de tolerancia y convivencia política, que materializaría las garantías en todos los procesos electorales y rechazaba toda forma de violencia política, en la campaña presidencial hizo todo lo contrario. Dijo que solo él garantizaba la paz y que la oposición quería subvertir el orden y llenar las calles de violencia: “Están buscando una hecatombe, una tragedia, algo fuerte que cambie el curso de lo que va a ocurrir en Venezuela”.
Maduro, que llegó al poder en abril 2013, luego de la muerte de Hugo Chávez, ahora se lanzó para tercer mandato consecutivo, de otros 6 años. Usando el control que ejerce sobre el entramado institucional, mostró no estar dispuesto a ceder el poder y obstaculizó de muchas formas a la oposición. De los 4 millones de migrantes que podrían votar, sólo 69.200 lograron registrarse pues abrió un mes el registro electoral en el exterior; en algunos países lo redujo a dos semanas, a muchos les pidieron documentos innecesarios o cerraron los consulados. A los opositores los califica de “extrema derecha”, a EGU le dice “Viejo decrépito del capitalismo salvaje”; inhabilitó a María Corina Machado, MCM, a quien llama “vieja decrépita de la ideología del odio y del fascismo”. El régimen cierra hoteles, restaurantes, comercios donde MCM y EGU han entrado; allana la casa en la que MCM se alojó en la campaña; le hicieron atentado en Barquisimeto; a las dos camionetas que usa las llenaron de pintura, a una le vaciaron el aceite del motor, a la otra le cortaron los frenos, y a su jefe de seguridad lo detuvieron a la madrugada sacándolo de su vivienda en Caracas. Bloquea medios de comunicación, genera desinformación, decomisa equipos de sonido y tarimas para evitar eventos opositores. Encarceló y convirtió en presos políticos más de 300 personas, como Rocío San Miguel, luchadora por los derechos humanos, de la que no se ha vuelto a saber nada.
El 17 julio, para infundir miedo al electorado, Maduro advirtió: “Si no quieren que Venezuela caiga en un baño de sangre, en una guerra civil fratricida, producto de los fascistas, garanticemos el más grande éxito, la más grande victoria de la historia electoral de nuestro pueblo” votando por él, y condicionó la paz a la victoria contundente del oficialismo.
La oposición denunció que el Consejo Nacional Electoral (CNE) diseñó las elecciones presidenciales para confundir a los 21,3 millones de venezolanos que pueden votar y crearles obstáculos para sufragar: -a muchos les cambiaron su lugar de votación a otro estado lejos de su hogar, con una sola urna, lo que provocó largas colas; en la papeleta las fotos de Maduro aparecían por 13 partidos, ocupando la primera línea y parte de la segunda, mientras los otros candidatos figuraban dispersos; interfirió la labor de testigos electorales y la distribución de credenciales fue lenta[1].
Ante las malas perspectivas para ganar, hubo temor de que alegara excusas como las fricciones con Guyana por la reclamación del Territorio Esequibo, para declarar emergencia nacional y suspender las elecciones; que suprimiera la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática y el tarjetón electoral, lo que podría generar muchos votos nulos para EGU, y convertirse en fraude electoral. Maduro al aferrarse al poder, destruye las aspiraciones democráticas y los derechos fundamentales de los venezolanos.
Difícil jornada electoral
Desde temprano, el domingo 28 de julio, se mostró en redes sociales con fotos y videos, mesas en que se demoró la posibilidad de votar, funcionarios policiales y representantes del CNE que dificultaban la labor de testigos y el voto, colectivos chavistas amedrentando a electores, máquinas de votación que fallaban. En Elorza, Apure, personas identificadas como del ELN impidieron acceso a las vías para llegar al centro de votación[2].
Después de que la oposición cuestionó esos problemas, el secretario de Naciones Unidas, António Guterres, pidió a las autoridades electorales realizar su trabajo de forma independiente y sin interferencias para garantizar la libre expresión del electorado, transparencia en el conteo de votos, publicar puntualmente los resultados de las elecciones y desglosar la información. Dijo que habían tomado nota de anuncios hechos por autoridades electorales y de preocupaciones expresadas por actores políticos.
El régimen oficialista fue anulando la participación nacional e internacional para observar las elecciones. El CNE retiró la invitación a la Unión Europea, la OEA fue vetada, expertos electorales de Naciones Unidas sólo podían entregar un informe interno después de las elecciones.
Uruguay, Costa Rica, República Dominicana, Panamá, Ecuador pidieron garantías para que estas elecciones fueran realmente libres en Venezuela. Colombia y Chile cuestionaron algunos problemas que se fueron presentando. Lula abogó por elecciones libres y aplicación de los Acuerdos de Barbados[3], expresó preocupación por el veto a MCM[4]; lo que fue contestado en duros términos por Maduro, ante lo cual Brasil cambió de opinión sobre si enviar o no observadores electorales a Venezuela; el Tribunal Superior Electoral brasileño decidió cancelar esa presencia como respuesta al cuestionamiento de Maduro. El expresidente de Argentina, Alberto Fernández, fue excluido por Maduro de la función de observador internacional[5]. El gobierno colombiano también decidió no servir de observador en la jornada electoral en Venezuela. Maduro dijo que sólo confiaba en el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla como veedores.
Enviaron observadores el Consejo de Expertos Electorales Latinoamericano, la Unión Africana y El Centro Carter. Esta última, una organización estadounidense invitada por Maduro a observar esos comicios, le pidió al CNE que publique inmediatamente las actas de todas las mesas de votación. Esta información, señaló en comunicado, es indispensable para que puedan completar su evaluación. Esto mismo es lo que ha pedido la oposición, que asegura que ahí puede demostrar sus mayorías.
Sin embargo, contra todas las encuestas que auguraban amplio triunfo de la oposición, con 80% de los sufragios escrutados, a media noche el CNE proclamó a Maduro vencedor anunciando 51,2% de los votos frente a 44,2% de EGU. Entretanto la oposición reivindicaba la victoria de su candidato, EGU. Será necesario que genere alianzas en los territorios nacionales y en el ámbito internacional, que evite caer en provocaciones o discursos de confrontación, garantice la gestión de una transición política que asegure estabilidad y redemocratización de Venezuela.
Transición
En diversos países y organismos internacionales hubo cuestionamientos de la situación en que se desarrollaron la campaña y las elecciones presidenciales, luego de que el chavismo-madurismo limitara la observación internacional. Todo lo ocurrido en estas elecciones también suscitó involucramientos internacionales en favor de una transición pactada.
Como han dichos varios analistas, un proceso electoral no se reduce a un ganador y un perdedor, y menos a la capitulación del gobierno o la rendición de la oposición. La etapa que abren las elecciones, requiere con urgencia la construcción de un acuerdo para la transición[6], no sólo para resolver los problemas que dejan estas elecciones, sino para que este medio año -entre la elección y la posesión en enero 2025-, permita preparar las elecciones del 2025 de legisladores, gobernadores, alcaldes; para el nuevo periodo de gobierno, etc.
Ojalá se inicie una negociación entre gobierno y oposición, que dé garantías de que no habrá retaliaciones de unos contra otros, ni contra quienes continúen en la actividad política. Esto es esencial para hacer posible la construcción y la garantía de realización de una transición pacífica y ordenada hacia una democracia plena.
El conflicto venezolano requiere un sustantivo proceso de reconciliación nacional. Esto implica la construcción y desarrollo de un acuerdo político que facilite la alternancia en el poder a partir de la consolidación de una solución electoral que garantice no sólo ausencia de persecución al perdedor después de las elecciones, sino posibilidad de reconstrucción del país y propicie hacerle frente a tantas problemáticas acumuladas y agravadas en Venezuela.
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[1] https://www.elnacional.com/venezuela/elecciones-en-venezuela-denuncian-que-logistica-de-los-comicios-busca-confundir-a-los-votantes/
[2]https://elecciones2024venezuela.com https://www.elnacional.com/venezuela/disparos-lentitud-presencia-del-eln-e-impedimento-de-entrada-a-testigos-de-mesa-algunas-de-las-denuncias-en-centros-de-votacion/
[3] https://www.elnacional.com/mundo/lula-aspira-a-mantener-buenas-relaciones-argentina-venezuela/
[4] https://efectococuyo.com/politica/el-insultometro-de-maduro-durante-la-campana-electoral/?utm_medium=email
[5] https://www.lasillavacia.com/en-vivo/venezuela-brasil-no-va-a-enviar-observadores-a-las-elecciones-del-domingo/
[6] https://www.elnacional.com/opinion/entregara-maduro-el-poder-en-caso-de-perder-las-elecciones-2/
Socorro Ramírez
Foto tomada de: Agencia EFE
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