Las nociones de izquierda, centro y derecha que expone parecen flotar en el aire. Cuervo no hace referencia alguna a la estructura económica dentro de la cual se desarrolla la política: el modo de producción capitalista.
La palabra capitalismo no aparece una sola vez. Cuervo habla de ciudadanos, grupos vulnerables, Estado, desigualdades, élites, mercado, justicia social, igualdad de oportunidades, orden social jerárquico, sociedades pobres, cambios graduales, eficiencia tecnocrática y conflicto social.
Pero parecería que en el mundo teórico de Cuervo no existen los capitalistas (productivos, comerciales, financieros, prestamistas a interés), ni los trabajadores asalariados, ni los trabajadores por cuenta propia. Por supuesto tampoco las clases sociales ni las diferencias fundamentales existentes entre la clase capitalista, dueña del dinero y de los medios de producción, y la clase asalariada, dueña solamente de su fuerza de trabajo. Esta desigualdad social no se menciona, se hace alusión a la desigualdad cuantitativa de ingresos, pero no a la cualitativa que determina las fuentes de dichos ingresos.
El conflicto por el reparto del valor agregado entre las ganancias, los salarios, las rentas de la tierra y los impuestos, no aparece por ningún lado. El conflicto social se menciona, pero no se precisa en qué consiste.
Menciona el Estado en general, sin precisar que es un Estado capitalista y que por tanto tiene como función garantizar la existencia de una estructura fundamentada en una determinadas relaciones sociales de producción.
Todos estos vacíos resultan en mi opinión de una perspectiva teórica determinada. Cuervo no concibe la sociedad como una estructura conformada por diversas dimensiones (económica, política, ideológica) que se relacionan y condicionan nuevamente. Me parece que no tiene una noción de un todo estructurado y mucho menos del papel que juegan las relaciones económicas dentro de dicha totalidad. La política no está aislada de las relaciones sociales económicas, pero parecería que para Cuervo sí.
Lo anterior quizá le impide “ver” el capitalismo. No tiene una comprensión de la estructura y dinámica del modo de producción capitalista. Su mirada se queda en una superficie vacía de contenido. No concibe que los “problemas” de los trabajadores (la carencia de propiedad, la falta de un trabajo digno, los ingresos insuficientes, el hambre y la miseria, la extrema desigualdad) sean consecuencia del capitalismo sino del Estado, con lo cual libra de toda culpa a los capitalistas. Nos dice que los de izquierda quieren un Estado fuerte que corrija las desigualdades mediante políticas distributivas; los de centro buscan un equilibrio entre mercado y justicia social: la causa fundamental de los males de los trabajadores es el Estado.
Concibe la situación de las clases trabajadoras como un problema de injusticia social, algo en lo cual coinciden parcialmente los de izquierda y los de centro. Piensa que en el capitalismo es posible la “justicia social”.
Su clasificación de izquierda, centro y derecha se refiere a un esquema dentro del capitalismo, aunque no lo vea y por tanto no lo plantee explícitamente. Tanto los de izquierda, centro y derecha tienen en común la defensa del capitalismo: unos un capitalismo más humano otros un capitalismo inhumano, los de centro un capitalismo mesurado y respetuoso.
Todos están de acuerdo con un sistema en el cual el 2.8% de la clase alta del país vive a expensas del 97% restante, especialmente del 65% de pobres y vulnerables que son trabajadores asalariados y trabajadores por cuenta propia con ingresos miserables.
Cuervo menciona de pasada que cuando aparece el marxismo (¿Se estará refiriendo a la aparición de Marx o de sus seguidores?) y la revolución rusa “el debate izquierda-derecha adopta una nueva dimensión”. Pero no nos dice en su artículo cuál es esta nueva dimensión. Convendría que la explorara. El conflicto de fondo es entre capitalismo y comunismo.
Marx planteó claramente que no es posible la solución de la situación de los trabajadores en el marco del modo de producción capitalista. Insistió a los trabajadores en su época que además de luchar por un salario mejor, deberían buscar la supresión de la relación asalariada.
En el contexto colombiano, sin embargo, el comunismo no está a la orden del día, a pesar de que el Centro Democrático nos asusta todo el tiempo con este fantasma. No existen partidos de los trabajadores y estos en su gran mayoría y sus organizaciones buscan un mejoramiento de su condición económica y social en el marco del capitalismo. Buscan la “justicia social”, lo cual se reduce a decir que quieren que siga existiendo el capitalismo pero que les paguen un poco mejor.
La izquierda comunista también busca la justicia social: Aída Abella y Gabriel Becerra, de la Unión Patriótica y el Partido Comunista dicen en X: “Retomamos como UP y PH la tercera legislatura con la convicción y el compromiso con las ideas de siempre: Paz, democracia y justicia social”[2]. Con gran claridad la izquierdista Margarita Rosa de Francisco dice en su X: “soy zurda pero de comunista no tengo un pelo[3]”. Y mucho pelo si tiene. Describe a la perfección a la izquierda colombiana. No puede haber mejor escenario político para el capitalismo.
Al final de su artículo Cuervo invita a los lectores a que hagan su propio test y encuentren con cuál posición se identifica más. Rodrigo Uprimny, se aplicó el test y resultó ser de izquierda: “quienes nos consideramos de izquierda por cuanto estamos comprometidos en la lucha contra las desigualdades y las discriminaciones.[4]” Suena muy profundo pero, en mi opinión, se queda en la superficie. ¿Se refiere a la desigualdad estructural entre clases? Seguramente no. Con toda probabilidad está pensando en la desigualdad de ingresos, en el resultado de una estructura y un proceso contra el cual Uprimny no se compromete a luchar.
¿Se habrá preguntado un investigador tan serio como Uprimny por qué razón no se cumple el mandato constitucional de la igualdad entre los colombianos? Seguramente no.
La crítica moral al capitalismo: la justicia social
En un mensaje enviado al Congreso Panamericano celebrado en Bogotá el político de izquierda de Estados Unidos, Bernie Sanders en muy pocos minutos hace una radiografía de las tendencias del capitalismo y la situación de los trabajadores[5]. Nos dice que la desigualdad de ingresos y riqueza ha aumentado a niveles sin precedentes, menciona el crecimiento de una oligarquía global y muestra como un pequeño número de billonarios ejerce un poder extraordinario. Señala las enormes fortunas escondidas en paraísos fiscales, que no pagan impuestos. Presenta datos sobre la concentración del ingreso y sobre el estancamiento de los salarios de los trabajadores. Y se pregunta ¿Por qué los muy ricos se vuelven cada vez más ricos mientras que la gente común, los trabajadores promedio, no pueden pagar la vivienda, la educación u otras necesidades básicas? No responde esta pregunta, pero si adopta una posible explicación: los gobiernos no encuentran soluciones a estos problemas. Finaliza señalando que el problema de fondo es la injusticia económica y la injusticia social.
Bernie Sanders muestra las consecuencias, los resultados, los dados, los hechos evidentes de las condiciones de vida de los trabajadores, pero no da el paso a una explicación de fondo. Decir que el sistema es injusto económica y socialmente no nos permite conocer qué es este sistema. Las demandas por justicia económica y social no apuntan a lo fundamental.
Esta concepción refleja una percepción inmediata y comprensible en los trabajadores. En su conflicto cotidiano con los capitalistas interpretan la situación como que el capital se extralimita en sus pretensiones y va más allá de lo que legítimamente le corresponde. No ven que la explotación se basa en el sistema salarial, sino en un salario inadecuado e injusto. Es una crítica moral del capitalismo. Algunos intérpretes han planteado que Marx hace una crítica moral al capitalismo o que enfoca su análisis desde la perspectiva de la justicia social. Se piensa que las concepciones socialistas entienden la apropiación del plusvalor como un cambio injusto.
Sobre esto plantea Heinrich[6]:
“El fin de la producción capitalista es la valorización del valor y no las condiciones de vida de los trabajadores. Las personas solo cuentan para el capital en la medida en que son absolutamente necesarias para el proceso de valorización. El capital tiende a reducir al trabajador a la condición de apéndice de las máquinas y los medios de producción: es una deshumanización de los trabajadores, pero no un juicio moral.”
“Los resultados científicos de la economía política pueden ser utilizados en una crítica política del capitalismo para mostrar que el proceso de valorización ocurre a expensa del trabajador. Pero Marx no pretende hacer una crítica moral del capitalismo: el punto no es la justicia o la violación de determinadas normas, sino la constatación de un hecho. La producción capitalista viola los intereses vitales elementales de los trabajadores. Para establecer esto no es necesario postular un derecho a una vida íntegra.”
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[1] https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/jorge-ivan-cuervo-r-/que-es-ser-de-derecha-centro-o-izquierda/?s=09
2] https://x.com/BecerraGabo/status/1814776035679891707?t=_hyQvb81mYUx_yGLUVrpDw&s=08
[3] https://x.com/Mafalda_2020_/status/1815454087548125356/video/1
[4] https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/rodrigo-uprimny/izquierda-democracia-y-venezuela/
[5] https://x.com/arielanaliza/status/1819799410546557135?s=48&t=t3czpnm-4Y5K36oJt7i9YQ
[6] Michael Heinrich, La scienza del valore. La critica marxiana dell ´economia política tra rivoluzione scientifica e tradizione classica. A cura de Riccardo Bellofiore e Stefano Breda, Traduzione di Stefano Breda, PGRECO Edizioni, 2023.
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Desde Abajo
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