Derecha y ultraderecha sustentan su discurso en la mentira y en un delirio por el poder empujado por grandes medios de su propiedad. Las “muñecas de la mafia” es cierto, como ciertos son los “feos de la mafia”. El centro, conformado por liberales y verdes, son como satélites dañados viajando sin rumbo por el espacio. Y la izquierda se mueve entre un progresismo que alienta un cambio y una ortodoxia que no entiende que los dogmas de hace cuarenta años, poco sirvieron y ahora menos porque no se inspiran en la realidad del presente y en nuevas visiones del futuro. Por eso en el gobierno hay problemas de ejecución y de comprensión, por eso el presidente dice muchas cosas ciertas y unas pocas que no se sabe de dónde vienen y para dónde van. Pero no son errores estructurales, son errores pasajeros que la oposición promueve como imperdonables, porque es la única manera que tiene para alimentar su espantoso discurso político y su mentiroso discurso económico y social. Ahí no hay contenido. Es un agujero inmenso donde caben todas las ideas convertidas en desperdicios que ni en el relleno Doña Juana, reciben.
No hay nada bueno en las mayorías en el Congreso, no hay nada bueno en las Cortes y organismos de Control, pero tampoco existe un gobierno homogéneo con capacidades homogéneas como primer gobierno progresista. En el progresismo de Petro, no hay nada radical, como para que los radicales del atraso, de la infamia y la corrupción no se sumen a las reformas sociales con el fin de construir un capitalismo más humano, menos injusto y depredador.
Las élites son atrasadas. Poderosas sí, por el uso de la fuerza que impone la sinrazón, y la imposición del atraso y la violencia en la mayoría de la población. El Estado colombiano es atrasado, su modelo de desarrollo no se diga, su visión de la equidad es primaria y mentirosa, sus reiteraciones a la justicia y el respeto a la independencia de los poderes, son hipócritas discursos detrás de los cuales se esconde la injusticia y el camino desviado de los poderes.
El progresismo ha permitido mostrar la destrucción ética e ideológica para la reproducción invasiva de la corrupción en todos los espacios de la gestión pública asociada a “empresarios exitosos” que son bandidos que saben asaltar el erario público.
La avaricia autoaniquiladora los conduce a pensar que todavía son tiempos para las energías fósiles, que no entienden que ya hay daños irreparables al medio ambiente, incluso, si por gracia de una utopía, todos los sistemas de movilidad y de producción fueran sostenibles, el daño ya se hizo y no es reparable. Horas antes de sentarme a escribir este artículo, estuve en una Institución Cancerológica, y me contaron que en 2024 el principal cáncer es el de piel porque los rayos de sol pasan sin filtros a la tierra y abrasan las especies. Entonces, la gente morirá más por cáncer de piel que por otro tipo de cáncer conocido. Por eso los fabricantes de protectores solares abren tiendas en cantidades, porque detrás del maquillaje debe ir el protector solar. Es el calentamiento global por los combustibles fósiles, como el ACPM, que paró el país durante cuatro días y cuatro noches, porque unos poderosos empresarios, como en los demás sectores, acumulan basados en la destrucción institucional por las desastrosas reglas de juego del mercado y la actitud permisiva de los gobiernos que eligen.
La destrucción del medio ambiente viene con el atraso, el abandono y la desposesión, y el atraso general viene por la dependencia en el pensamiento y la tecnología. Colombia es un país que poca teoría estructura, y escasa tecnología desarrolla y produce, sus procesos de aprendizaje de terceros son débiles por eso tienen dificultades para aprender y desde ahí construir visiones, teorías, economía, instituciones y tecnologías sustentadas en principios de soberanía y no de dependencia. Esto que parece carreta, es la base del atraso de Colombia, y culpable de sus puestos intermedios en el mundo. En cualquier clasificación importante que considere cien o más países, Colombia está entre los puestos sesenta a cien. Y cuando la clasificación es entre cincuenta países, siempre está entre los cinco últimos.
La reforma que apuntaba a cambios de fondo en el sistema de educación, fue abortada, y quedaron dos artículos para salvar y en algo mejorar la educación pública, donde se forma la gente de menores recursos. Una educación de baja calidad para la mayoría de la población, es una perversidad, como perverso es el sistema de salud que por abusos de privados desaparece billones de pesos, igual en infraestructura, donde los puentes se caen o quedan como acordeón por errores técnicos, mientras que China asombra por la perfección constructiva de inmensos viaductos y autopistas que parecen ficción y no realidad.
Y un sistema de ciencia y tecnología que nunca ha superado el 0.30% del PIB para investigación y desarrollo, por lo cual los centros de investigación perecen espacios juveniles para el aprendizaje de la ciencia y la tecnología.
Entonces, cuando no es la corrupción, son los errores de los tecnócratas. Las tasas de interés del Banco de la República son el enemigo del Pacto del Crédito entre gobierno y bancos para reactivar la economía y reindustrializar la nación. Y nada iluminador emerge desde los otros gremios empresariales, salvo críticas y más críticas al gobierno, pero cero propuestas estructurales, porque fueron cooptados por el poder neoliberal que les anuló la función de pensar y crear. Y pocos son los textos iluminadores desde la academia sobre nuevo pensamiento, desarrollo y sociedad para Colombia. Ser ilustrados, no basta para superar la dependencia. Colombia lleva dos largos siglos intentando ser una nación soberana y autónoma, y no lo logra, y en la medida que se ahonda la crisis política, el sueño de una Colombia inteligente, sensible, transparente, emprendedora, innovadora y creadora, se aleja. El discurso en Colombia da lástima, porque está basado en el conocimiento de otros y no en derivaciones propias.
Las pocas victorias del gobierno se deben a que la dirigencia le deja ganar una iniciativa, acuerda otra, y aniquila las demás. Entonces, la gente cree que la democracia representativa funciona, porque si las reformas son “buenas”, las aprueban, y si son “malas”, las rechazan. Las Cortes no actúan con independencia, son dependientes de la inmensa mesa de corrupción que se creó para cruzar nóminas entre ellas, los políticos y el presidente de la república afín. Su ideología es conservadora. No está en ellas aprobar ninguna ley que afirme los cimientos del cambio. Están para frenarlo y destruirlo.
El caso del software “Pegasus” es dramático. Se usó desde organismos de seguridad del Estado, con plata de terceros. Entonces, no hubo contrato público con Israel, hubo una compra ilegal para uso del Estado contra ciudadanos progresistas. Por supuesto que el software y el lugar de operación, ya no existen, pero levanta sospechas que todos los ataques de espionaje digital al presidente sobre su campaña y otros momentos, seguramente vinieron de ese software clandestino. Bueno, esa es la ideología de la oposición en Colombia: construir ilegalidad, violencia, corrupción y acumular a corto plazo. El futuro no existe, solo el presente.
A todas estas, la pregunta es cómo se va a incorporar y desarrollar la Inteligencia Artificial en Colombia, porque ya vimos que con las tecnologías digitales se lograron pocas cosas, que hasta software espía han tenido que comprar porque en treinta años insuficientes capacidades ha desarrollado Colombia. Por eso las redes viven caídas, los sistemas también, no se diga las plataformas de servicios. Las historias clínicas no están en un sistema central, sino que el paciente debe contar su historia en cada visita al médico.
En los dos cortos años que quedan del gobierno progresista, la oposición actuará de la peor manera para bloquear al gobierno y conducirlo al fracaso. Serán las elecciones más sucias de la historia. El primero de enero de 2025 las cartas del progresismo tienen que ponerse sobre la mesa para que en una consulta interna decidan los candidatos y candidatas y luego elegir la persona que llevará el liderazgo en el 2026: veo dos mujeres y un hombre para la contienda final. La oposición tiene un problema, no tiene a nadie, salvo que convenzan a José Antonio Ocampo. Lo demás es malo y regresivo. Por ejemplo, un candidato de un neoliberalismo a ultranza, sería lo peor para Colombia, pero hay quienes creen que el calendario se puede devolver a 1991.
Finalmente, la paz está embolatada, porque si le incumplieron a las FARC ¿por qué les van a cumplir a los que siguen armados, si la dirigencia basa su discurso en el fanatismo ideológico y su poder en la violencia, la mentira, la inequidad y la corrupción?
Jaime Acosta Puertas
Foto tomada de: Pulzo.com
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