Menciona igualmente el proyecto Hambre Cero del Gobierno Nacional, uno de los componentes del Plan Nacional de Desarrollo sobre lo cual señala que comenzó con mucho entusiasmo pero que parece que está empantanado por asuntos burocráticos. Nos recuerda que este tipo de programas no son nuevos, siendo un antecedente importante el desarrollado por Lucho Garzón cuando fue alcalde de Bogotá. Todo indica que erradicar el hambre es actualmente un propósito común de la derecha, el centro y la izquierda, lo cual emociona a Lara quien lo considera positivo para que “Colombia salga adelante.” Petro, Fico y Galán tienen en común una política social muy importante.
Lara Salive se entusiasma con las buenas noticias pero no hace mayor esfuerzo por profundizar en el conocimiento de los temas y sus causas. No precisa quiénes son las personas que tienen hambre. Implícitamente considera que el hambre es causada por la ausencia de programas estatales que alimenten a las personas dado que considera que la solución es ofrecer alimentación y nutrición mediante diversas acciones públicas. Es sorprendente que una periodista con tanto reconocimiento no haga el más mínimo esfuerzo por investigar las causas de fondo, es decir por buscar la verdad.
En La Silla Vacía se publica el 3 de septiembre un artículo titulado “Así es la lucha diaria contra el hambre”, escrito por Pablo Añez Held[3]. El texto se basa en la entrevista a Delcy la madre en una familia bogotana, los Mendoza-López, compuesta por una pareja de trabajadores por cuenta propia, que padece hambre cotidianamente. Combina la descripción de la situación de estas personas con estadísticas oficiales y esboza algunas ideas sobre las causas de la situación.
Se trata de personas pobres monetariamente, dado que “el dinero no les alcanza”; la pobreza monetaria se refleja en la pobreza de condiciones de vida (la famosa pobreza multidimensional), ya que toda la familia compuesta por 6 personas vive en un apartamento de 25 metros cuadrados, con una cocineta, pocos muebles y televisor. Evidentemente reciben tan pocos ingresos monetarios que no tienen como comprar la comida necesaria para no tener hambre. Su caso es uno entre 12 millones de colombianos según los reportes más recientes del DANE. Los técnicos del DANE nos dice el autor de la nota hablan, eufemísticamente, de “inseguridad alimentaria” en vez de hambre.
¿Cuáles son las causas del hambre? Responde Añez: “depende de los ingresos, los precios de los alimentos, la cosecha disponible y las políticas públicas vigentes.” No nos explica si hay algún factor más importante que otro ni se mete en honduras: no hace mayor esfuerzo por profundizar en el asunto. No hay que ser un técnico del DANE para darse cuenta que lo fundamental es la carencia de ingresos suficientes para adquirir una canasta básica de alimentos, lo cual obviamente está relacionado con los precios de los alimentos. La variable fundamental es el ingreso real de los trabajadores, que no es suficiente. Lo de la cosecha disponible puede ser un factor que incide en los precios de los alimentos, pero no es la causa del hambre: de hecho en determinados momentos hay exceso de producción en ciertos ramas agrícolas y pecuarias, como por ejemplo la leche, pero la familia Mendoza-López sigue con hambre. Por último, menciona la única causa que Lara Salive tiene en la cabeza: las políticas públicas vigentes (es decir, su ausencia o ineficacia).
El autor no distingue entre un factor que impide adquirir los alimentos (los bajos ingresos reales) y una intervención dirigida a compensar dicha situación pero que no apunta a la causa inmediata. La acción estatal (o de la caridad privada) es una intervención que busca paliar los efectos pero que nunca apunta a la causa.
Adicionalmente, habría que preguntarse: ¿Por qué tienen trabajadores como Delcy y su esposo ingresos tan bajos? ¿Por qué a pesar de haber tanta capacidad de producción como lo muestra el caso de la leche no llegan estos productos a las manos de su familia?
Nuestro periodista de La Silla hace un esfuerzo por avanzar en el diagnóstico. Nos dice en primer lugar que el “hambre es un problema latente y de décadas”. ¿Latente? Nos acaba de decir que en Colombia según el DANE alrededor de 12 millones están en situación de hambre moderada y 2.3 millones en condiciones de hambre severa, así que no resulta muy claro por qué lo tilda de latente. Además, es un problema de “décadas”. Es decir, es un problema persistente que no se resuelve, a pesar de las distintas políticas. Hace unas décadas Lucho Garzón ejecutó un programa de lucha contra el hambre en Bogotá y el hambre sigue ahí. Durante el gobierno de Alfonso López Michelsen (1974-1978) se diseñó y puso en marcha el Plan Nacional de Alimentación y Nutrición, y el problema del hambre sigue ahí. Ni se cerraron las brechas ni se erradicó el hambre.
Luego, dando un paso más, nos dice la nota que las raíces del hambre “se encuentran en la pobreza y la desigualdad”. Aquí precisa un poco más su diagnóstico: ya no es la situación de las cosechas ni las políticas públicas. Las causas se encuentran en la pobreza y en la desigualdad. Delcy y su familia hacen diversas actividades de rebusque de ingresos pero “juntos no llegan ni al millón de pesos a fin de mes” y deben destinar a arriendo y servicios 900 mil. La familia Mendoza López hace parte del 30,6% de hogares que viven bajo la línea de pobreza en el país, nos informa el periodista de La Silla. Es decir, el hambre es consecuencia de la insuficiencia de ingresos.
No es tan clara la argumentación con relación a la desigualdad: “en un país como Colombia, superar la desigualdad es casi tan importante como la pobreza para erradicar el hambre. El índice de Gini, que mide la desigualdad de ingresos, fue de 0.546 en 2023. Esto ubica a Colombia como el país más desigual de América Latina, seguido por Brasil y Panamá.” “La desigualdad alza barreras para que familias como la de Darly salgan de la pobreza. En su situación, acceder a una educación técnica o universitaria de calidad y a un trabajo en el sector formal será más difícil que para una familia con más recursos y comida. Con hambre, es más probable que sus hijos desarrollen más problemas de salud en la adultez que el colombiano promedio.” Es una exposición tautológica: la desigualdad se expresa en pobreza (carencia de un trabajo formal, bajos ingresos, dificultad para acceder a educación superior, etc.) y alza barreras para salir de la pobreza. No explica nada. Nuevamente: ¿por qué hay pobreza y desigualdad?
Añez da vueltas alrededor del asunto, lo mira desde la perspectiva vivencial y desde las estadísticas, presenta los datos del DANE y las opiniones de expertos, describe las condiciones de vida de una familia, menciona las terribles consecuencias del hambre, se aproxima tímidamente a las causas pero, llegado aquí se detiene: no da un paso más allá, no indaga por qué razón hay pobreza y desigualdad en Colombia. Su instinto de periodista al servicio de un medio patrocinado por una empresa capitalista y dirigido por la hija de un gran empresario capitalista le dice que quizá no es bueno adentrarse en la crítica, que quizá no es conveniente indagar si algo tiene que ver el modo de producción capitalista con la situación.
En un artículo sobre el programa de la administración Galán contra el hambre en Bogotá elaborado por la redacción de Bogotá, del 20 de agosto[4], se dicen algunas cosas parecidas. “El hambre o el riesgo de padecerla es un fenómeno mundial”. Es decir no es solo es un fenómeno de décadas (existe siempre) sino mundial (está en todas partes). Se da cuenta de las contradicciones: “aunque Bogotá es una ciudad abastecida, paradójicamente, el 19% de la población se encuentra en inseguridad alimentaria, es decir, 1.529.977 personas, según la secretaría de Integración Social.” Además el 5% de la población está en inseguridad alimentaria grave. El alcalde Galán, también muy perspicaz es consciente de la contradicción: “vivimos en una crisis de hambre en abundancia de comida.” Ya FEDEGAN había dicho lo mismo con respecto a la producción y al consumo de leche.
Galán considera que la causa del hambre es la ausencia de programas públicos compensatorios. Ofrece para resolver el problema: 50 nuevos comedores comunitarios y 30 nuevos comedores escolares; alimentación de todos los estudiantes de Bogotá a través del PAE sirviendo 909 mil raciones al día; incrementos en las transferencias monetarias a los hogares en pobreza. Aunque se da cuenta que el problema no es de carencia de oferta, ofrece también acciones para mejorar la comercialización e incluso intervenir 17 plazas distritales de mercado con embellecimiento y reforzamiento estructural. Seguramente con plazas de mercado más bonitas el hambre es más llevadera. Nuevamente: pretende atacar los efectos pero no las causas.
Lo único que queda claro en estos artículos periodísticos es que no se explica por qué una sociedad democrática que ha ratificado el derecho a la alimentación establecido en el artículo 25 de la Declaración universal de los derechos humanos y cuya constitución política establece el derecho a la alimentación y la nutrición de los niños, no ha podido erradicar el hambre. Tampoco se explica por qué una sociedad en la cual predomina la propiedad privada y el libre mercado permite que millones de trabajadores no consigan los ingresos suficientes para alimentarse. Lo que si queda claro es que tanto el Centro Democrático, como el Pacto Histórico y el centro consideran que el asunto debe resolverlo el Estado. La causa, el modo de producción capitalista, ni se menciona.
Hay muchas estadísticas pero pocas explicaciones
Las estadísticas oficiales muestran constantemente, a lo largo del tiempo y en todos los lugares, la presencia del hambre. El DANE y otras entidades públicas ofrecen múltiples datos. Presento a continuación algunas cifras recientes.
Ingresos insuficientes para comprar la canasta de alimentos: El 13% de la población colombiana, cerca de 7 millones de personas, no recibe ingresos suficientes para comprar una canasta básica de alimentos que le garantice el mínimo de calorías recomendado. Este es un claro indicador de la miseria material a la cual somete el capitalismo a una parte importante de la clase trabajadora.
Número de comidas al día: en junio de 2023 el 1% de los entrevistados en la operación estadística denominada Pulso Social que cubría 23 ciudades y áreas metropolitanas, manifestó hacer solo una comida al día y el 29,9% solamente dos. Es decir, según estas respuestas, el 30% de los colombianos en las 23 principales ciudades no puede hacer tres comidas diarias.
Prevalencia de la inseguridad alimentaria. En el marco de la encuesta de hogares el DANE aplicó en 2022 un módulo sobre inseguridad alimentaria basado en 8 preguntas[5]. Las conclusiones generales muestran la terrible situación: “De acuerdo con los resultados FIES obtenidos de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida de 2022, la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave en los hogares del país fue del 28,1%. Es decir, 28 de cada 100 hogares tuvieron que disminuir la cantidad y calidad de los alimentos consumidos, al menos una vez durante los últimos 12 meses, debido a falta de dinero y otros recursos”. La situación es aún más grave para los más pobres: “En el total nacional, la prevalencia de inseguridad alimentaria grave fue de 4,9%, lo que significa que en 5 de cada 100 hogares al menos una persona se quedó sin comer durante todo un día por falta de dinero u otros recursos en los últimos 12 meses.”
En términos absolutos, aproximadamente 2,5 millones de personas se quedaron sin comer durante todo un día en el período de observación y 14 millones tuvieron que disminuir la calidad y cantidad de los alimentos consumidos. (p. 6). La situación es mucho peor en algunos departamentos siendo el caso extremo La Guajira con 59,7% de los hogares con prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave y 17,5% en situación grave.
El indicador 2.1.2 de los ODS: Prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave entre la población, según la escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES), permite medir el porcentaje de hogares e individuos de la población que han experimentado inseguridad alimentaria en niveles moderados o graves durante los últimos 12 meses. El indicador se produce aplicando la Escala FIES, un estándar internacional definido por la FAO, que tiene como alcance medir el acceso de las personas o los hogares a los alimentos y la gravedad de la inseguridad alimentaria, a partir de ocho preguntas dirigidas a un informante por hogar sobre experiencias relacionadas con limitaciones para acceder a alimentos suficientes y adecuados. Los resultados tienen como unidad de medida las personas, aunque también es posible obtener valoraciones por hogares. Se expresan en porcentaje y en número absoluto de personas en inseguridad alimentaria moderada y grave, a partir de las experiencias vividas por los hogares o individuos (gráfico 1). (página 9[6]) |
Alimentación y nutrición. La encuesta nacional de situación nutricional 2015 presenta los siguientes indicadores:
- Inseguridad alimentaria en el hogar (ISAH). En 2015 el valor del indicador fue 54,2 (porcentaje de hogares que se encuentran en inseguridad alimentaria), que se desagrega en leve (31,9), moderada (22,3) y grave (8,5). (p. 22)[7].
- Retraso en talla menores de 5 años: 10,8%
- Desnutrición aguda menores de 5 años: 2,3%
- Desnutrición global menores de 5 años: 3,7%
- Exceso de peso menores de 5 años: 6,3%
- Dieta mínima aceptable en niños y niñas de 6 a 23 meses de edad: 36,5%
- Retraso en talla en escolares: 7,4%
- Exceso de peso en escolares: 24,4%
- Retraso en talla en adolescentes (13 a 17 años): 9,7%
- Exceso de peso en adolescentes: 17,9%
Mortalidad por desnutrición: en las bases del plan nacional de desarrollo 2022-2026, Colombia Potencia Mundial de la Vida, se informa que la tasa de mortalidad por desnutrición en menores de 5 años es 6,75 por cada 100 mil menores. (p. 89).[8]
La situación de hambre de millones de trabajadores evidencia un estado de cosas inconstitucional. Es una prueba de la imposibilidad de la sociedad colombiana para garantizar alimentación adecuada a todos sus habitantes.
La disponibilidad de estadísticas no se ve acompañada de una oferta similar en materia de explicaciones. En las bases del Plan Nacional de Desarrollo se incluye un capítulo sobre derecho humano a la alimentación que se caracteriza por una pobreza enorme en materia de diagnóstico e identificación de las causas: el lector queda con un hambre terrible de conocimiento al terminar la lectura por cuanto no entiende realmente cuál es el problema. Parece que con el ánimo de reducir el tamaño del plan el anterior director del DNP, un académico, tomo la decisión de recortar un contenido fundamental: el diagnóstico que permite entender la interpretación de los fenómenos objeto de intervención de la política pública.
El hambre no es un problema, es una consecuencia de un modo de producción
El hambre no es un problema para el modo de producción capitalista: es una consecuencia inevitable de la lógica del sistema que reduce a las personas a la condición de mercancías que deben venderse en el mercado. Es un problema para los Mendoza-Leal y millones de familias más que no consiguen los ingresos suficientes para alimentarse, pero tampoco para tener una vivienda digna, ropa adecuada, muebles, etc., etc. El hambre es un horror para los Mendoza-Leal. Pero es un efecto necesario del funcionamiento normal del sistema capitalista y del mecanismo del mercado. El sometimiento de la mayoría de los trabajadores a niveles ínfimos de ingreso, al desempleo y al trabajo informal, son el fundamento de la saciedad de los capitalistas y sus servidores en las capas medias. El “problema” del hambre no tiene solución en el marco de las relaciones sociales capitalistas de producción en Colombia.
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[1] https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/patricia-lara-salive/por-fin-llega-la-lucha-contra-el-hambre/
[2] Ya en nota anterior había declarado que era una buena noticia la disminución de la pobreza a pesar que el 65% de la población continúa siendo pobre y vulnerable. https://www.sur.org.co/el-65-de-la-poblacion-colombiana-es-pobre-y-vulnerable-una-buena-noticia/
[3] https://www.lasillavacia.com/especiales/asi-es-la-lucha-diaria-contra-el-hambre-en-colombia/
[4] https://www.elespectador.com/bogota/bogota-sin-hambre-20-servira-el-plan-de-galan-por-la-seguridad-alimentaria/
[5] 1. Se preocupó por no tener suficientes alimentos para comer; 2. No pudo comer alimentos saludables y nutritivos; 3. Consumió poca variedad de alimentos; 4. Tuvo que saltar una comida (desayuno, almuerzo, comida o cena); 5. Comió menos de lo que pensaba que debía comer; 6. El hogar se quedó sin alimentos; 7. Tuvo hambre pero no comió; 8. No comió un día entero. DANE, Boletín técnico, Escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES) 2022, 4 de julio de 2023, p. 5.
[6] https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/notas-estadisticas/NotaEstadistica-FIES-DANE-FAO-ene2024.pdf
[7] https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/ED/PSP/presentacion-lanzamiento-ensin-2015.pdf
[8] https://www.icbf.gov.co/bienestar/nutricion/encuesta-nacional-situacion-nutricional
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: GNDiario
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