No precisa en su artículo, sin embargo, qué entiende por clase. Escribe sobre este tema a propósito de algunas tesis sostenidas por Petro en varios discursos que en su opinión contribuyen a aumentar la polarización. Plantea que Petro ha sido hábil en amplificar dichas divisiones al señalar a la oligarquía como su enemigo principal y responsable de todos los males; afirma que Petro se “autodenomina el defensor de los sectores marginados ante el establecimiento”.
El discurso de Petro, continua, “encuentra eco en millones de ciudadanos que han sido víctimas mayoritarias de un clasismo histórico y cotidiano. Desde sectores de clase media y alta, términos como “manteco”, “lobo”, “indio” o “levantado” siguen siendo utilizados para denigrar a los pobres, a los que marchan, a quienes se forman en universidades públicas, a los trabajadores o a los de izquierda.” Y complementa diciendo que gran parte del electorado que respalda a Petro lo hace porque cree que representa “una defensa auténtica ante los atropellos y la falta de derechos.” Reconoce que en esto tienen algo de razón. Por ejemplo, considera que en la educación la discriminación es evidente y ha perpetuado las divisiones de clase. Las élites consolidan sus privilegios mientras que los más desfavorecidos enfrentan barreras insuperables.
Y reitera un lugar común: “Colombia es uno de los países más desiguales de América Latina, y América Latina, a su vez, la región más desigual del mundo.”
Propone una fórmula para superar el conflicto: “Para superar el populismo de ambas orillas y la retórica polarizadora que tanto le impide a este país caminar para adelante, es fundamental enfrentar la exclusión. Sin un esfuerzo por reducir las desigualdades y acabar los prejuicios, marchas y discursos tan anacrónicos como los del jueves continuarán. Porque mientras no se supere el clasismo, la retórica populista seguirá encontrando oídos atentos en la ciudadanía que, de derecha o de izquierda, no ve otra alternativa.”
Todo parece indicar que Pizano no tiene claro qué son las clases sociales en el capitalismo. En ningún momento en su artículo menciona a los capitalistas ni a los terratenientes ni a los trabajadores asalariados. Habla de la oligarquía, de las élites, del establecimiento, de sectores de clase media y alta, de los pobres y los desfavorecidos y de la ciudadanía. Solamente una vez menciona a los trabajadores en general, sin precisar si se refiere a los asalariados o a los cuenta propia. Esta ausencia de términos precisos indica que, a su vez, no tiene una noción clara de los conflictos y antagonismos fundamentales que surgen de la estructura económica y las relaciones sociales de clase.
La polarización estructural se encuentra en la división de las personas en clases según su lugar en la estructura de la producción. No hay que esforzarse mucho para darse cuenta que una parte de la población (proporcionalmente una minoría) es dueña del dinero y de los medios de producción, mientras que otra parte (proporcionalmente la gran mayoría), solamente cuenta con su fuerza de trabajo como única mercancía que debe vender en el mercado (los trabajadores asalariados) o con unos reducidos medios de producción y comercialización (los trabajadores por cuenta propia).
Las dos clases fundamentales tienen una relación antagónica dado que la fuerza de trabajo de los asalariados es una mercancía que están forzados a vender y, por tanto, es un costo para los capitalistas cuyo propósito es obtener las mayores ganancias posibles. Si aumenta la participación del salario en el total del valor producido se reduce la parte de los capitalistas. Adicionalmente la dinámica del sistema genera un excedente constante de fuerza de trabajo que hace que el mercado sea desfavorable a los trabajadores asalariados que en su gran mayoría reciben ingresos alrededor del salario mínimo y cuyas condiciones de vida son precarias, lo cual se observa en las cifras de pobreza y miseria. A esto se suma una masa enorme de población degradada (delincuencia, prostitución, mendicidad) y forzada a migrar a otros países en busca de empleo. Por su parte los trabajadores por cuenta propia, en su gran mayoría, son en la práctica parte del ejército económico de reserva y obtienen ingresos igualmente bajos e insuficientes.
El malestar de sectores de la clase trabajadora como producto de estas relaciones sociales de explotación está en la base de la votación por candidatos de izquierda que ofrecen resolver algunos de sus problemas.
Pizano, sin embargo, ignora estos asuntos: o no los conoce o simplemente no les presta atención como si fueran algo irrelevante. Prefiere enfocarse en el “clasismo[2]” de las clases medias y altas que desprecian y maltratan a las clases pobres y vulnerables. Es cierto que existen estos fenómenos de desprecio que se manifiesta en diversas formas. Es cierto que existen actitudes que promueven las diferencias de clase y la discriminación. Es cierto que se producen tratos desiguales a las clases pobres. Pero es de una pobreza enorme limitarse a estas actitudes y comportamientos y no mirar la contradicción fundamental y la desigualdad de clase estructural que está en la base de todas las demás desigualdades y discriminaciones.
Pizano repite que Colombia es uno de los países más desiguales del mundo, pero no identifica la desigualdad esencial entre clases sociales. Y sus propuestas son simplemente buenos deseos expresados en una forma vaga. Nos dice que es necesario enfrentar la exclusión. Plantea que es necesario hacer un esfuerzo por reducir las desigualdades pero pone el énfasis en acabar los prejuicios. Es un discurso vacío. No hay en su artículo un mínimo esfuerzo de reflexionar sobre las razones por las cuales a pesar de todos los discursos indignados con la desigualdad, esta se mantiene incólume y Colombia sigue siendo de los más desiguales del mundo. El “problema” de la desigualdad en Colombia es insoluble.
A Pizano le preocupa que la desigualdad y la exclusión lleven a muchos trabajadores a escuchar a políticos como Petro. A la OCDE[3] le preocupa que la desigualdad sea una traba para el desarrollo y el crecimiento. A muchos defensores del capitalismo les indigna la desigualdad y la consideran intolerable. Se concibe la desigualdad como un problema como un indicador de fracaso de la sociedad colombiana. Pero desde la perspectiva del objetivo fundamental del capitalismo la desigualdad es todo lo contrario: un indicador de éxito. ¿No es la finalidad de los capitalistas ganar siempre más llegando al punto en el cual unos pocos concentren toda la riqueza y el ingreso? El capitalismo colombiano es, en esta perspectiva, muy exitoso.
Resulta interesante observar que la Constitución Política de Colombia, no tiene dentro de sus propósito erradicar la desigualdad fundamental. El artículo 13 dice: “Artículo 13. Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica.” No dice que no habrá discriminación por razones de clase social. Los constituyentes, a pesar de contar con muchos representantes del M-19, muy prudentemente evitaron mencionar las clases sociales. De este modo, con base en la Constitución podrán adelantarse acciones para combatir la discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica, pero no por razones de clase social. Ni siquiera por clasismo.
Quizá dentro de sus propuestas para reducir las desigualdades y acabar los prejuicios Pizano debería proponer una reforma constitucional que prohíba la discriminación por razones de clase en el artículo 13. Y también podría proponer que en el artículo 17 se prohíba además de la esclavitud y la servidumbre el sistema del trabajo asalariado, lo cual implicaría la abolición de las clases y por sustracción de materia la supresión del clasismo.
La posición de Pizano es común entre la mayoría de analistas y opinadores en la prensa colombiana, así como en la academia. Al renunciar a un estudio serio del modo de producción capitalista los economistas, politólogos, sociólogos, etc., carecen de las categorías necesarias para comprender su estructura y dinámica que es el fundamento de las clases sociales básicas: los capitalistas, los trabajadores asalariados y los terratenientes. Al ignorar o rechazar la teoría de Marx en El Capital sobre el modo de producción capitalista muchos científicos sociales, como Larisa Pizano, se condenan a aproximarse a los fenómenos políticos en forma superficial e imprecisa.
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[1] https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/lariza-pizano/anacronicos-y-responsables/
[2] Actitud o tendencia de quien defiende las diferencias de clase y la discriminación por ese motivo. https://dle.rae.es/clasismo?m=form
[3] Colombia debe reducir la informalidad y desigualdad para crecer: ¿cómo lograrlo? Un estudio elaborado por la OCDE resalta las bondades que ha tenido la macroeconomía colombiana, pero también sus desaciertos y desafíos. ¿Qué hacer para que repunte el desarrollo en el país? https://www.elespectador.com/economia/macroeconomia/colombia-debe-reducir-la-informalidad-y-desigualdad-para-crecer-como-lograrlo/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: ElCato.org
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