La figura de Trump en el poder plantea grandes preocupaciones. Su primer mandato fue objeto de críticas debido a políticas migratorias que llevaron a la separación de familias, a su retiro del Acuerdo de París sobre cambio climático y a una retórica que implicó un auge de los movimientos supremacistas. Este retorno al poder no solo refuerza esas posturas, sino que también encuentra respaldo en un contexto global en el que la ultraderecha ha ganado terreno, con líderes que comparten o apoyan abiertamente sus políticas. Así, personajes como Viktor Orbán en Hungría, Jair Bolsonaro en Brasil, y líderes emergentes de extrema derecha en países como Argentina, España, Suecia e Italia, se perfilan como parte de una ola conservadora que refuerza las visiones de Trump y su impacto en la sociedad mundial.
Política económica y enfoque proteccionista
La agenda económica de Trump propone un modelo abiertamente proteccionista, con el objetivo de “revitalizar” la producción nacional a través de la imposición de aranceles a productos importados. Esta estrategia de encarecimiento de importaciones busca incentivar la manufactura interna y reducir la dependencia de bienes extranjeros, especialmente en sectores como el acero y la tecnología. Trump también ha planteado aumentar la producción de petróleo y gas para disminuir los precios de la energía y lograr una mayor “independencia energética”. Si bien estas políticas podrían generar beneficios temporales en ciertos sectores de la economía, también tienen el potencial de desatar conflictos comerciales con aliados y competidores internacionales, como ya se observó en su primer mandato con la guerra comercial contra China. Además, el enfoque en combustibles fósiles y la retirada de regulaciones ambientales coloca a Estados Unidos en una posición contradictoria respecto a los esfuerzos globales por frenar el cambio climático, generando tensiones con socios que priorizan políticas de transición energética.
Análisis comparativo y contexto global
La reelección de Trump se enmarca en una tendencia internacional en la que el ultraconservadurismo ha escalado posiciones en diversas democracias. En Europa, el caso de Viktor Orbán en Hungría representa un referente del iliberalismo, un concepto que rechaza la democracia liberal y, en cambio, promueve valores tradicionales y restrictivos. En Italia, Giorgia Meloni ha hecho eco de estos valores desde su llegada al poder, mientras que en América Latina, figuras como Javier Milei en Argentina se presentan como símbolos de esta nueva extrema derecha. Aunque cada contexto es diferente, existen similitudes en los métodos empleados para consolidar estas fuerzas: retórica contra inmigrantes, apelaciones a valores nacionalistas, y una clara defensa de intereses empresariales que muchas veces pasan por encima de los derechos individuales.
En el caso estadounidense, Trump no solo plantea políticas de exclusión y nacionalismo, sino que tiene la capacidad de influir en la política global debido al peso geopolítico de Estados Unidos. En este sentido, su victoria fortalece la influencia de figuras afines en otros países, generando una red de apoyos ideológicos que puede perpetuar la erosión de los derechos humanos y la inclusión social. Esto, además, podría llevar a una mayor radicalización en contextos nacionales donde estos movimientos han encontrado resistencia, generando escenarios de polarización y conflicto social.
Implicaciones en derechos humanos y política exterior
El enfoque de Trump en temas de inmigración, por ejemplo, ha sido particularmente polémico. Durante su primer mandato, su administración implementó políticas que llevaron a la separación de familias y a la creación de centros de detención en condiciones deplorables, y ahora pretende incrementar las deportaciones y restaurar políticas migratorias restrictivas, como el programa “Quédate en México”. Estas medidas apuntan a un endurecimiento de la política migratoria que, según organismos de derechos humanos, viola principios fundamentales de protección a la infancia y a los refugiados.
En cuanto a la política exterior, Trump plantea reducir significativamente el apoyo militar a Ucrania en medio del conflicto con Rusia, y cambiar la “asistencia militar” por la “venta de material de guerra” a ese país. Trump también ha manifestado su apoyo incondicional a Israel, en un momento en que Israel, como poder de ocupación, lleva a cabo un genocidio en Gaza. Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han acusado a Israel de implementar políticas de apartheid en Palestina, y el apoyo de Trump a estas prácticas genera una tensión ética y diplomática para Estados Unidos en momentos en que la sociedad civil en diferentes países del mundo se moviliza para parar el genocidio.
Además, el posible nombramiento de Marco Rubio como secretario de Estado representa un giro hacia una postura mucho más rígida frente a América Latina. Rubio, con antecedentes de una política de línea dura, podría tensionar significativamente las relaciones con países de la región, particularmente aquellos con gobiernos de izquierda o con políticas progresistas. Su inclinación hacia medidas más estrictas en materia de inmigración y su apoyo incondicional a los intereses de seguridad estadounidense en América Latina generarán, probablemente, un distanciamiento entre Estados Unidos y varios de sus vecinos del sur. Asimismo, esta elección podría también impactar negativamente el rol de Estados Unidos en los movimientos globales en defensa de la democracia, ya que Rubio favorece políticas que privilegian la seguridad y los intereses estadounidenses sobre el apoyo a las estructuras democráticas internacionales y los derechos humanos.
Impacto en movimientos supremacistas y en la misoginia estructural
Otro aspecto que ha generado preocupación es la relación de Trump con movimientos supremacistas y misóginos. Su retórica ha alentado en el pasado a grupos supremacistas blancos, y su retorno podría fortalecer estos movimientos dentro de Estados Unidos. De manera similar, su postura ante derechos reproductivos y su propuesta de políticas “pro-vida” representan un retroceso en los derechos reproductivos y la autonomía de las mujeres, en un contexto global donde movimientos feministas han trabajado por décadas para obtener avances significativos. Así, se anticipa una consolidación de estructuras de poder basadas en la exclusión y la discriminación, que podrían exacerbar la polarización social.
Reflexión final
La presidencia de Trump simboliza un giro profundo hacia un gobierno de valores excluyentes y autoritarios, que prioriza intereses económicos y de seguridad nacional sobre el bienestar común y los derechos humanos. En este contexto, el panorama global se enfrenta a un periodo de incertidumbre y posible retroceso en términos de derechos y libertades. La influencia de Trump y su respaldo en otras figuras de extrema derecha en el mundo presagian un periodo de tensiones sociales y políticas que afectarán la dinámica de poder a nivel internacional en los próximos años. La elección de Marco Rubio en un cargo clave de política exterior, como secretario de Estado, refuerza esta orientación, amenazando con tensiones adicionales en América Latina y con un debilitamiento de los sectores que históricamente han luchado en defensa de la democracia y los derechos humanos en el mundo.
Jaime Gómez Alcaraz, Analista de política internacional
Foto tomada de: CNN en Español
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