No obstante, ningún proceso de paz con el ELN ha tenido la relevancia y exposición que tiene el actual. Esto es debido a varios aspectos: 1. Es el último grupo armado que se puede considerar con un objetivo político en el país (además de ser la más antigua). 2. Es la organización guerrillera más grande después de la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). 3. Es el centro de la política de paz del gobierno Petro, mencionando los avances esperados con dicha organización desde el planteamiento de la Paz Total. 4. Es el grupo con el que más se tienen progresos en la negociación en medio de la Paz Total con la consecución de 27 acuerdos, los cuales se busca que se cumplan al tiempo que se adelante el diálogo.
A pesar de ser la más relevante de las negociaciones en este momento, no ha estado exenta de desafíos. Por el contrario, ha tenido momentos de crisis de los cuales se busca salir en la actualidad con el regreso a la mesa a inicios del 2025, después de las conversaciones llevadas entre las delegaciones en el periodo del 19 y 25 de noviembre en Caracas. Esta es una oportunidad única que se presenta, pero que, de no cambiar su rumbo, se podría desgastar y no concretar.
El ELN en retrospectiva
Interpretar al ELN es complejo, no es uniforme y demanda una evaluación espacio temporal. La complejidad y organización de este grupo armado lleva a que sea necesario interpretar de acuerdo con las circunstancias específicas, sin dejar de lado el hecho de que tiene características especiales dentro de los grupos guerrilleros, como es su relacionamiento con la doctrina católica, así como una organización de carácter horizontal antes que vertical.
El ELN no es una organización con una voluntad constante; así como su comportamiento representa rupturas entre las acciones que llevan a cabo y los discursos que se dan en el marco de la paz. En el campo discursivo han reiterado que están en pro de la paz y de las transformaciones estructurales para el mejoramiento de las condiciones sociales; no obstante, en el marco de las acciones, se han dado desde hostigamientos a población civil, paros armados, expansión de negocios ilegales, enfrentamientos con otras organizaciones ilegales o con fuerzas estatales, afectaciones a infraestructura y al medio ambiente, entre otros.
Para el caso del actual gobierno, se ha tenido un proceso diferente con el ELN a los que tradicionalmente se han tenido en el país, comenzando por el principio de “implementar lo que se va pactando”, el buscar una mayor participación por parte de la sociedad civil en la definición de los acuerdos y una hoja de ruta en la que se ponen a consideración diversas temáticas, dentro de las que se incluyen aspectos económicos. Este proceso se basa precisamente en la voluntad de la administración Petro, la cual ha manifestado su disposición, así como ha direccionado las capacidades estatales para llegar a acuerdos.
Mientras esto se produce, las tensiones no han sido pocas. Siendo las siguientes las principales que han marcado la negociación:
- La discusión sobre el secuestro y el planteamiento de que, para continuar con la negociación, era necesario dejar de practicarlo por parte de la guerrilla. Al respecto, es fundamental tener en cuenta que en medio del debate se produjo el secuestro de Luis Díaz (papá del futbolista Lucho Díaz), lo cual mostraba que el ELN no era necesariamente estratégico en las acciones que llevaba frente a la opinión pública.
- Las divisiones internas en el ELN derivadas de su misma estructura y la desconexión que se ha presentado entre los líderes y las bases de la organización llevaron a que surgiera una facción en Nariño, Comuneros del Sur, con quienes se han tenido acercamientos por parte del gobierno, a pesar de que esto va en contra de los puntos establecidos en las negociaciones.
- La solicitud por parte del ELN para ser sacado de la lista de los Grupos Armados Organizados, a pesar de que cumplen con todos los requisitos para estar en dicho listado y que el cambio no significaba una transformación en la negociación, más sí en la forma de combatirlos.
- Atentados hechos por el ELN, especialmente el producido el 17 de septiembre de 2024 a la base militar de Puerto Jordán (Arauca), en el que murieron 3 uniformados y 22 más resultaron heridos; siendo un punto en el que se presentó un quiebre con las negociaciones.
- Los señalamientos mutuos entre el ELN y el gobierno de incumplimientos en los puntos pactados, así como en el cese (cuando este se encontraba activo).
Esto va a llevar a que los diálogos estén congelados por siete meses y que no se llegue a un acuerdo en un cese bilateral por cuatro. Asimismo, en septiembre se va a dar la suspensión de los diálogos ante la crisis derivada del atentado en Puerto Jordán (Arauca).
Este último atentado fue tomado por muchos sectores como una forma en la que el ELN suele hacer presión al Estado, similar al secuestro del papá de Lucho Díaz, los paros armados en el Choco, atentados al oleoducto Caño Limón-Coveñas, presiones a organizaciones en El Catatumbo o la búsqueda (en un momento coyuntural como el fin del cese) de su salida de la lista de los Grupos Armados Organizados. Estos hechos, sin embargo, no han sido estratégicos en la medida que han generado distanciamientos de alternativas con el ejecutivo, así como han afectado a la opinión pública.
Contra el tiempo
La oportunidad actual es única para el ELN, dado que un gobierno de izquierda (con el que se comparten ciertos diagnósticos e ideales sociales, mas no los medios) se encuentra en el ejecutivo, por lo que se pueden dar sinergias que faciliten un proceso de negociación. No obstante, este camino no se ha concretado; si bien los diálogos con esta guerrilla han avanzado como nunca en su historia, esto no es suficiente para conseguir los resultados que se esperan de esta bandera para la Paz Total.
El tiempo transcurre y al gobierno nacional le quedan menos de dos años para lograr llevar a cabo la desmovilización del ELN; empero, ya hay cuestionamientos sobre la temporalidad y el que sea suficiente para lograr un acuerdo final (dentro de esas resaltan los pronunciamientos hechos por Pablo Beltrán). Esto ha sido problematizado especialmente por el ELN; no obstante, desde el inicio de las conversaciones no quedaba claro el camino que iba a tomar la organización ilegal, debido a que no sabía si la dejación de las armas era la ruta o se iba a hacer una paz armada.
Las conversaciones van a continuar en 2025, pero el tiempo corre y con ello una posibilidad histórica. Desde el análisis de la misma coyuntura, las probabilidades se reducen en cuanto a que la izquierda continue en la presidencia en 2026 o de que se den unas conversaciones en las que el Estado tenga la misma voluntad, por lo que es fundamental aprovechar el contexto actual.
El ELN es la última guerrilla política que queda en Colombia (aunque se pueden tener consideraciones con alguna disidencia de las FARC) y en el hemisferio occidental, por lo que se considera vital que tengan claridades sobre su futuro, basados en las realidades del país. Si bien la paz no debe hacerse de manera acelerada y deberían tomarse los tiempos respectivos, también es fundamental ver que estos se encuentran en contra de los diálogos y que el fracaso de esta mesa es un desastre para la Paz Total.
La ambivalencia en medio de la negociación
El ELN y el gobierno nacional se encuentran en un punto en el que se requieren de manera mutua para lograr sus objetivos. El ELN tiene la oportunidad de lograr apuestas políticas sociales que se pueden ir avanzando en la medida que se negocia, una posibilidad que ninguna otra guerrilla tuvo en el pasado. Mientras que para el Gobierno el ELN es el proceso de base de la Paz Total, en el que se tiene un marco que ampare la negociación, así como se han generado avances significativos que podrían representar un logro para la finalización del ejecutivo actual.
Sin embargo, a pesar de que hay voluntades que convergen, también ha habido momentos de tensiones que han dejado en claro que las conversaciones, así como la concreción de los puntos conversados, van a tomar más tiempo y son más difíciles de lograr. El ELN se ha distanciado de la posibilidad de alcanzar su desarme en el gobierno Petro, así como ha dejado en claro que están dispuestos a continuar con la lucha armada ante futuras administraciones en caso de que las negociaciones (como se tienen en la actualidad) no lleguen a un punto cierto.
Por su parte, el gobierno nacional presenta un desgaste cada vez mayor y poco sostenible sobre el proceso que mantiene con esta organización (de hecho, el anuncio de que las conversaciones se volverían a dar en 2025 se produce después de que, en un ataque del ELN, se presentara el asesinato de cinco soldados y varios heridos en Anorí, Antioquía). La administración Petro ha fijado de manera infructuosa líneas rojas (que no tienen el impacto deseable y que se corren de manera constante), ha tenido pronunciamientos contradictorios y no logra definir mecanismos de presión que permitan ir más allá de la voluntad de paz.
Es así como estos puntos convergen en un proceso de paz que se encuentra desgastado, sin el tiempo para concretarse, con discusiones constantes, pronunciamientos de micrófonos recurrentes y crisis que se acumulan. Más allá del mantenimiento de los ideales, es momento de ser estratégicos en las apuestas que se tienen por parte del Estado y de los elenos, reconocer el momento coyuntural para lograr la paz o reconocer el espectro que se abre ante la carencia de concreción de un diálogo. El asumir las consecuencias sociales y políticas de las acciones que se toman (sea bajo la continuación de los diálogos o no) es fundamental para continuar con el proceso y es responsabilidad de las dos partes.
Farid Camilo Rondón Raigoza, Magister en Estudios Políticos de la Universidad Nacional, profesor ocasional y miembro del Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa.
Foto tomada de: https://ideaspaz.org/
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